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Carne fresca, segundo trabajo

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«Carne fresca» recibió otro pedido – me dijo Marcos. 

– ¿De qué se trata? ¿El Turco otra vez?

– ¿Te gustó, eh? No, esta vez es trabajo múltiple.

– ¿En qué quilombo me metiste? No me gusta el gangbang… ¡Y te lo dije!

– ¡Calma socio! Es múltiple porque un padre y sus hijos adolescentes quieren jugar con vos. No ye imagines seis musculosos metiendose en tus agujeritos…

– ¿Completo triple? ¿Tenemos tarifa para eso?

– No es complicado. Existe la tabla del tres. 

– ¿Qué edad tienen esos hijos?

– No me dijo. Solo que son mellizos.

Esa noche, dispuesto a lo que fuera, subí al auto de Marcos. Viajamos hacia la zona sur de la capital. Se trataba de una casa amplia, con jardín y pileta. El hombre que apareció era todavía joven. Los mellizos tendrían uno o dos años más que yo. Uno, de pelo negro y ojos azules, era especialmente atractivo. 

El hombre me llevó a su despacho. A puertas cerradas, el padre me preguntó.

– ¿Qué edad tenés?

– Trece.

– ¿Hacés esto voluntariamente?

– Señor, es mi trabajo.

– Está bien, solo para estar seguro. Sos jovencito.

Él me hizo un resumen de la situación y comprendí que se trataba de un padre en pleno tironeo legal por la custodia de sus hijos. Compensaba sus incapacidades paternales cumpliéndoles a sus hijos adolescentes todos los caprichos. Primero fueron las bicicletas, después las motos, ahora estaban con el sexo. Ya habían probado con prostitutas y con un stripper. Ahora, como decía mi socio, sus nenes querían probar carne fresca.

– Yo no te voy a tocar. Pero ellos quieren que filme todo. ¿Vos tenés problemas con eso?

– Mientras no me lastimen y tomen precauciones…

– Sí, ya me explicó el de barba. Siempre sexo seguro. ¿Es tu padre?

– No, es mi socio.

El lugar elegido para filmar era un dormitorio con cama matrimonial. Había una cámara con trípode. El hombre me explicó que algunas escenas las filmarían con un celular.

Félix, uno de los mellizos, había asumido el rol de director. Tenía el pelo castaño oscuro y era musculoso. Me dio instrucciones. Yo tenía que mostrarme sonriente y feliz durante todas las escenas de sexo. Les dije que Ok pero que ellos también tenían que cumplir su parte: nada que me lastimara, uso de gel antes de las penetraciones y siempre con preservativo.

– ¿Forro? Si solo tuvimos sexo pocas veces, eso no va a ser necesario- se quejó.

– ¿No tuvieron sexo con prostitutas y con un stripper sin protección?

Los chicos asintieron.

– Es como si ya lo hubiesen hecho mil veces. Con protección o nada.

Un poco decepcionados – y asustados-  aceptaron. Empezamos a filmar.

“Somos los influencers Félix y Mateo, tenemos dieciséis años y hoy nos acompaña nuestro lindo amiguito.”

Saludé a la cámara, mostrándome relajado y feliz.

“¿Ven lo entusiasmado que está? ¡Es porque hoy va a probar sexo por primera vez! ¿Estás contento?

-¡Muy feliz! – Dije, con mi mejor sonrisa- ¡Alguna vez había que empezar y es mejor hacerlo con amigos!

-Va a ser un gran juego. Nuestro capítulo de hoy: “Ladrones violadores”.

(Corten)

– Sos bueno en serio, pendejo- me dijo Félix, después de revisar la grabación. Muy fotogénico. Además parecés incluso menor de 13. Este video va a romper todo.

La siguiente escena la filmó el padre de los chicos. Se suponía que yo era un niño que dormía tranquilamente. Para tener un aspecto todavía más infantil, me abrazaba un oso de peluche.

Los chicos simulaban ser una pareja de ladrones. Se habían puesto camperas con capuchas y tapabocas. Usaban guantes de lana y cada uno llevaba un bolso.

(Empezamos la toma)

– No había nadie en la casa y pudimos abrir la caja fuerte sin problemas – decía Félix.

-Ya tenemos el dinero – respondía Mateo-  ¡Podemos irnos de putas! Estoy muy caliente.

– ¡Esperá! ¿Qué es esto?

(La cámara me enfocaba)

– ¡Wow, qué hermoso pendejo…! – se entusiasmó Mateo.

– ¿Estás pensando lo mismo que yo?

De un tirón, sacaron la sábana que me cubría. Yo solo tenía puesto un slip. Mateo me cubrió la boca y Félix me amenazó con un cuchillo.

– Si decís una palabra, te cortamos el cuello. ¿Te vas a portar bien, rubiecito?

Apretando el osito contra mis costillas, asentí.

– ¿Realmente querés ir de putas pudiendo gozar de este muñeco? –le dijo Félix a su hermano.

Me arrancaron el slip. Ataron mis muñecas y tobillos a los extremos de la cama. Después ellos se desnudaron.

Félix apoyó sus manos en mi estómago.

-¿No lo ves muy tenso al pibito?

-Sí, habría que relajarlo- aceptó Mateo.

Me sometieron a una sesión de cosquillas. Eran muy buenos en eso. Atacaban mis axilas, mi cuello y las plantas de mis pies con tanta intensidad que yo me retorcía, riendo descontroladamente. Les rogué que pararan.

– ¿Estás más tranquilo ahora? -preguntó Mateo, el lindo. 

Asentí.

– ¿Te hiciste la paja alguna vez, chiquito?

Como me habían dicho, negué con la cabeza.

– ¡Vas a ver cómo te gusta!

Mateo acarició los testículos hasta que llegué a la erección. Félix, tomándome por la nuca, sostenía en mi cabeza elevada para que yo pudiese apreciar lo que el otro me estaba haciendo.

Cuando ya me acercaba al orgasmo, hice un gemido de advertencia. Sabía que así el padre enfocaría un primer plano de mi pene. Exageré el placer, simulé un gemido ahogado, mientras arqueaba mi pelvis. Finalmente, unos chorritos de semen salpicaron mi vientre. Los dos hermanos se acercaron a mirar satisfechos mi esperma.

Mateo tomó con un dedo el que se había acumulado en mi ombligo y lo puso en la boca de su hermano.

Los dos sonrieron a la cámara y dijeron al mismo tiempo: -¡Y ahora es nuestro turno!

(Corten)

– ¿Y cómo salió la toma? – preguntó Félix a su papá.

– Muy caliente. Ese chico es talentoso – dijo el hombre- Y ustedes, geniales como siempre.

– ¿Vos que decís, pendejo?- me preguntó Félix mientras me desataba.

– Espero que el público se crea lo de que esta era mi primera paja.

– ¿Desde qué edad te la hacés?

– Desde los once, ¿ustedes?

– Nos pajeábamos uno al otro desde los diez.

– ¿Cómo? –dijo el padre, sorprendido.

– ¡Vos no te enterabas de nada, viejo! En cuanto apagabas la luz de nuestro cuarto, uno se metía en la cama del otro y hacíamos todo lo que habíamos visto mientras mirábamos porno.

– ¿A los diez ya miraban porno?

– ¡Desde antes!- dijeron riéndose.

– Mejor sigamos filmando.

En la siguiente escena, Mateo estaba acostado en la cama y yo le hacía sexo oral, mientras Félix metía sus dedos en mi ano lubricado. Primero el índice, después el dedo medio, finalmente los dos juntos…

Los gemidos de Mateo no eran fingidos. Yo me había convertido en un maestro del arte de hacer disfrutar a otros de ese placer y al tratarse de un adolescente en plena ebullición, me era más fácil enloquecerlo.

Lamidas largas y breves. Exploración intensa de sus testículos, besos suaves en la cabeza de su pene… ¡si en el colegio esas fueran las materias yo habría sido un alumno destacado!

Mateo golpeó suavemente el colchón con la mano, lo que era la señal prevista para aproximar la cámara. Le saqué el preservativo y su eyaculación me dio de lleno en la cara.

Félix me había tomado por las caderas y sentí cómo me penetraba. Era bastante bestia. Y no había puesto suficiente lubricante.

Mateo me acariciaba cariñosamente la cara y se dio cuenta de que yo estaba lagrimeando. 

-¡Corten- le dijo a su papá.

-¿Qué pasa? – se enojó Félix.

– Lo estás lastimando, pelotudo. 

Medio se pelearon. Al final yo les pedí que se calmaran. Le rogué a Félix que si me iba a coger me pusiera más gel. Me estaba lastimando. 

Mateo me rodeó cariñosamente los hombros con su brazo.

– ¿Estás bien, chiquito?

– Sí, pero si es en seco duele mucho. 

Félix se disculpó. Para calmar los ánimos, su papá trajo una bandeja con cerveza y una picada. 

Les hizo gracia que yo no tomara alcohol. Me preguntaron qué pasaba con mis padres. Les conté: mamá ocupada, papá desconocido. Quisieron saber si iba al colegio, dije que sí. Félix estuvo buscando en su celular y encontró la propaganda de ropa interior que me habían en la agencia (allí fue donde donde Marcos me había conocido). 

– ¡Este sos vos! ¡Con razón me parecías conocido!

El papá observó la imagen y después comentó: “Aquí no hay Photoshop”, dijo, ¿te pagaron?”

– Le dieron el dinero a mi mamá.

– Cuesta entender que sea necesario mostrar de cuerpo entero a un nene para vender unos slips mínimos.

– Papá, esas fotos son para calentar…

– ¿A los pedófilos?

– ¡A todos! Una carita inocente, un cuerpo así… ¡Se calientan desde las monjas del convento hasta los viejos del asilo! Si somos todos pajeros.

Nos reímos y volvimos a filmar. Esta vez, Félix me puso en la posición del perrito y me empaló. El lubricante era suficiente, pero en lugar de sostenerme de los hombros, me tiraba del pelo. Aguanté lo posible, pero otra vez los ojos se me llebnaron de lágrimas.

– ¿Sos tarado, Félix? ¡Es un nene! ¿Cómo le vas a tirar del pelo así! 

– Uf, qué plomo que sos Mateo. ¡Si te habré cogido a vos! 

– ¿Y eso que importa, bestia? Tratalo bien.

-¿Vos que decís? – quiso saber el padre.

– No me gusta que me tire del pelo. Que se apoye en mis caderas o en mis hombros. 

-Bueno, volvemos e filmar la escena.

Mateo le dirigió una mirada de odio a su hermano.

Al terminar de filmar, ya era tarde. El papá me invitó a quedarme a dormir en la casa, en el cuarto de huéspedes. Le envié un mensaje a mamá avisando que estaba “en lo de unos amigos”.

Me dieron una habitación. Me acosté y me puse a ver videos en el celular. Unos golpes suaves en la puerta me sacaron de esos pensamientos. Era Mateo.

– ¿Te molesta?

– No, para nada.

Se metió en la cama y nos acurrucamos uno junto al otro.

– No me importa si no tenemos sexo, ¿sabés? –me dijo, mirándome a los ojos-  Ya no te veo como… no sé cómo decirlo… no te veo como una putita. Me caes muy bien. 

– Me di cuenta. Yo tampoco te veo como un cliente, Mateo. Me gusta que estemos juntos.

Mateo me tomó la muñeca. Tenía una marca enrojecida. 

– ¡Qué brutos que estuvimos al atarte! ¡Otra idea genial de Félix!

– La verdad, tu hermano es un poco bruto. 

– Es una bestia peluda. 

– ¿El abusaba de vos?- quise saber.

– Es más fuerte, y siempre fue el activo cuando teníamos sexo, pero yo también quería ¿Te lastimó?

– Un poco, pero ya estoy acostumbrado, Mateo. Y vos me trataste muy bien. 

– No estaba de acuerdo con esto. Fue idea de Félix. La verdad, a mí me daba verguenza. Pero reconozco que ahora estoy enamorado de vos. 

– ¡Qué lindos ojos tenés…!- le dije, acariciando su mejilla. 

Nos besamos. La noche recién comenzaba para nosotros.

Niñas chupa pene
Mi pasión por Loki.

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