Cómo empecé con mi prima de 8 años

Hoy les comparto como empezó una relación de perversión con mi prima Sara desde sus 8 años.

Sara siempre fue una niña alegre, pero algo insegura, no solía hablar mucho con otros niños y la relación con sus padres no era tan cercana, pero desde que tiene memoria siempre jugábamos juntos así que conmigo agarro un fuerte vínculo y una gran facilidad para ser libre de ser como ella quisiera ser.

Como siempre estábamos juntos a sus padres no les parecía mal que ella se quedará sola en mi habitación porque sabían que ambos estaríamos jugando, incluso muchas veces me la dejaban a cargo para que la cuide cuando ellos salían, lo que ellos no sabían es que a cada día que pasaba mis deseos más morbosos hacia ella crecían.

Ella a esta edad aún no había desarrollado mucho sus pechos, pero tenía un trasero de infarto, siempre era de usar pantalones muy justos que marcaban a la perfección sus hermosas nalgas y se me era muy difícil resistirme a verla en especial porque al jugar siempre se echaba de costado remarcando aún más su trasero.

Finalmente llegó el día en el que no pude resistir más, una noche sus padres dijeron que saldrían en la noche y que si podía cuidar de Sara, yo accedí pues tampoco tenía nada que hacer, entonces en la noche estando ambos solos nos pusimos a ver una película y ella se sentó entre mis piernas porque dijo sentirse más cómoda, el único problema es que puso sus nalgas muy cerca de mi pene, cada cierto tiempo ella se movía o daba pequeños brincos porque se divertía al ver la película, con cada movimiento ella restregaba su trasero contra mi pene, era obvio que no podría resistir tener una erección ante la vista que tenía y el constante estímulo, fue poco después cuando ella me dijo que sentía algo duro ahí abajo, volteo a verme y me señaló la entrepierna diciéndome:

– que es eso que está ahí?

– quieres que te lo muestre?

Le respondí sin pensarlo mucho por la calentura que tenía.

– si  me respondió tiernamente 

Fue entonces cuando baje mi pantalón revelando mi pene erecto, ella lo vio y parecía intrigada por saber que era eso.

– Anda tocalo 

Le dije mientras acercaba su mano a mi pene.

Ella lo agarro y empezó a tocarlo por todos lados, parecía gustarle mucho y luego me dijo con una sonrisa en el rostro:

– está caliente y es suave me gusta como se ve

– y cada vez que lo tocas se siente bien  

Yo le respondí y luego agregué:

– porque no me muestras el tuyo, cuando lo toque como tú lo haces te aseguro que se sentirá muy bien.

Ella me miró y sin dudarlo se bajó los pantalones y me mostró su vaginita, mi corazón latía muy rápido pero no pensaba detenerme ahora así que me acerque a ella y empece a masajear su vagina con una mano, mientras con la otra masajeaba su hermoso trasero que me traía loco. 

– se siente rico 

Exclamó mientras se sonrojaba.

Vi como poco a poco su vagina se empezaba a mojar y como su respiración se aceleraba, yo estaba en éxtasis finalmente pude ver esas bellas nalgas y aún más estaba masturbando a mi pequeña Sara, ella gozaba cada vez que mis dedos se deslizaban de arriba hacia abajo sobre los labios de sus vagina. Paso media hora dese que empezó todo y temía que sus padres pudiesen volver en cualquier instante así que me detuve, pero no sin antes preguntarle si es que le gustó:

– se sintió muy bien, quiero que me lo hagas otra vez 

Me dijo mientras jadeaba lentamente.

– claro que lo haremos de nuevo, pero me tienes que prometer una cosa este será nuestro secreto vale 

Ella asintió con la cabeza y luego la noche continuo como si no hubiese pasado nada, sus padres regresaron y Sara cumplió su palabra, no les dijo nada solo me miraba sonriendo porque ella sabía que habíamos descubierto algo maravilloso que solo los 2 podíamos disfrutar.

Espero les guste mi primer relato, aún queda mucho más por contar desde su primera vez, hasta como hice que se exhibiera a más de una persona mediante videollamadas, incluso tuvo ciertas experiencias con el perro de la familia así que estén atentos a nuevas actualizaciones Sara aún tiene mucho por contar.