Cuando el arte toca una parafilia (necro)

Hace poco les relaté Mi tierna experiencia en la Deep Web, y la llamé tierna porque bien puede ser una tarugada en comparación con la de varios de ustedes. Y también les conté que mucho de lo peor de allí se volvió disponible en la superficie como si nada. Resulta que, uno de esos contenidos disponibles en la superficie y que vi, fue el de un gordito metalero y necrófilo. Para fortuna de mis susceptibles nervios, recuerdo apenas fragmentos, en especial el final:
El tipo desentierra a su víctima, que había sido una hermosa mujer en edad adulta, le saca el rostro con una navaja y se masturba sobre los huesos de su cara. El sujeto parece ascender a los cielos cuando eyacula la parte delantera del cráneo pelado.
Desde el principio del video, que está en formato 4:3 y se ve que es de los 90s, se ven otras cosas que como dije, no recuerdo, pero uno llega a creer que es actuación. Sí, un tipo violando una muerta, ajá. Cosas así se ven en Xvideos, pero obviamente son puro montaje, con actuaciones pésimas. Aunque hay algunos que lo hacen dudar a uno…
En este video el gordito metalero y necro, el realismo asciende a cada segundo, hasta que al final, deduces que no hay forma de que un video tan barato de esa época pueda tener tanto realismo. Y si lo barato del video es parte del engaño, pues el autor es un puto genio. Por desgracia para la humanidad, es mucho más probable que el gordito sea un psicópata necrófilo que un artista genio. En la raza humana, abundan más las manifestaciones de baja vibración que las altas.

Me causó inquietud eso de la necrofilia. Igual que muchas otras así llamadas «desviaciones», forman tribus. O sea que un grupo de gente zoofiílica podría convulsionar y despreciar a un grupo de pedófilos, y un grupo de pedófilos decir que un necrófilo es un enfermo demente. Nadie está «sano», en realidad. Sobre todo, el que más juzgue y condene, es el que más tiene qué esconder. Empezando por los legisladores y la fuerza pública.

Y hay más tela qué cortar: Cuando, una rara combinación entre persona desviada y artista, realiza una obra, pues tiene origen la apología de lo considerado «enfermo». Yo mismo hago mi parte, no creo que haya mayor apología en este idioma a las relaciones amorosas hombre adulto-morra que la mía. Modestia aparte.

Comentario off topic: Dicho sea de paso que la obra ficticia tiene un valor que no muchos llegan a entender. Es equivalente a lo que hicieron con la música: La música clásica es como una catedral, con cúpulas, pinturas, vitrales, columnas, arcos, chapiteles, torres y gárgolas. En descenso, puedes encontrar muchos otros tipos de música, hasta encontrar el reggaetón y el rap que, lejos de ser como una catedral, son más como… un ladrillo encima de otro. Pero es parte de la inhibición a la evolución de la mente y el espíritu humanos que lleva mucho, mucho tiempo en ejecución. Que el humano promedio sea cada vez más tonto. Y para asegurar el éxito de la estrategia, se inventaron la «tolerancia». O sea, que si te opones a las manifestaciones humanas más bajas (el reggaetón y el rap, en mi ejemplo), estás cometiendo un horrible pecado y todos los demás tienen derecho a írsete encima. Pan comido.

Volviendo a lo de la subcultura necro y sus manifestaciones artísticas: Hay una película de 2015 llamada El Cadáver de Anna Fritz. Allí, un joven encargado de morgue se emociona mucho al ver que allí llega el cadáver de quien fue una famosa, bella y joven actriz, de nombre Anna Fritz. Entonces invita y hace colar a sus amigos a que puedan verla desnuda. Terminan violando el cadáver, pero resulta que el de Fritz solo era un caso de Catalepsia (parecía muerta). No les cuento más, mejor véanla. El caso es que le siembran al espectador la fantasía de «comerse» una muerta.

Otra película, que está en la corta lista de películas más artísticas que yo haya visto, es The Demon Neon (2016)(otras, por si tienen curiosidad, son Benedetta (2021), Nude Nuns with Big Guns (2010) y Hellions (2015)). En The Neon Demon, hay una escena necrófila tan bien hecha que calienta. Sí, calienta.
Pero, debo decir, persiste el hecho que uno se emociona porque sabe que está viendo Ficción.

También tengo el recuerdo de una historia de encargado de funeraria que se calentó irremediablemente cuando tuvo qué preparar el cuerpo de una adolescente que venía en traje de fiesta y no pudo resistirse a echársela. No sé si esta historia proviene de un relato erótico, una leyenda urbana o qué. No lo recuerdo.

Cuando vi El Cadáver de Anna Fritz, me inspiré y escribí Echarse una fría, pero no Cerveza.

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