Incesto

En algún lugar cerca de Iquique. – Septima parte.

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No puedo decir que pasé una buena noche, dormí agitado y ansioso pensando en lo que sucedería al día siguiente, por lo mismo me desperté a los albores del día.     Mi hermana Sonya estaba acostada a mi lado casi boca abajo, levanté el edredón para gozar de su magnifico culo, me metí bajo el cobertor para lamer su trasero y la partidura entre sus nalgas.     Me recordé de Claudia y con sigilo y silenciosamente me levanté y salí en puntillas de la habitación.

 

Cuanto más me acercaba al dormitorio de Esteban y Claudia, más mi pija se levantaba.    Cuando llegué a la puerta, me detuve a escuchar y había unos acallados ruidos, por lo que deduje que estaban despiertos.    Me detuve a sopesar si debía llamar a la puerta o irrumpir directamente.   Un largo quejido de Esteban me saco de mis cavilaciones y lo consideré como una señal, así que bajé la manilla, empujé la puerta y entré.     La imagen que se me presentó fue simplemente tentadora e indescriptible.

 

Esteban estaba relajado con sus piernas abiertas, mientras clara estaba agachada entre sus muslos y chupaba su verga animosamente.     Sus nalgas apuntaban hacia mí, como si un maestro del renacimiento las hubiese dibujado ahí para mí.     Una obra de arte erótica expresiva y verdadera. Mi hermana estaba en pleno apogeo y movía la cabeza hacia arriba y hacia abajo sobre la pija de Esteban visiblemente excitada, con avidez y entusiasmo.

 

Al principio ninguna de ellos me prestó atención, así que me quedé un poco indeciso y me entró la duda de si sería bienvenido o no.     De todos modos, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás, además, el trasero de Claudia parecía llamarme.    Reaccioné de inmediato y me acerqué a esa obra de arte y puse mis manos en sus firmes glúteos.     Mi hermana se giró:

—¡Por fin! … madrugador … te estábamos esperando …

Ese fue el saludo de mi hermana, mientras dejaba que la verga de Esteban resbalase fuera de su boca.

—Tenía que asegurarme que Sonya no se despertara …

Conteste aliviado, me estaba dando una estupenda bienvenida

—¿Y por qué no la trajiste contigo? …

Dijo Esteban acomodándose en sus codos.

—No creo que sea el caso todavía … ya habrá oportunidad para eso …

Le respondí a sabiendas de que Sonya se hubiese negado a venir.

—Pero ahora es mi turno …

Intervino Claudia manteniendo aferrada la verga de Esteban y estirando la otra mano para atrapar la mía.     Esa fue una buena señal para mí, metí mi mano entre sus nalgas y acaricié su estrecho ano, luego me acomodé para comerme su coño desde atrás.     Un pequeño chillido escapó de sus labios, esa risita particular de ella cuando se siente caliente.     Presionó más sus nalgas en mi cara y continuó a chupar la pija de Esteban.

 

Sin duda ella estaba claramente caliente, sus fluidos comenzaron a escurrir por sus muslos.     Mi lengua serpenteaba ávidamente a lo largo de su rajita inflamada y aspiraba ese olor áspero de su culo.     Claudia comenzó a lamer y succionar la polla de Esteban con más intensidad y éste comenzó a follar su boca fogosamente.     Me incline a masajear sus hermosas tetas y ella gimió.   No pude entender por qué ella usaba sus gruesos anteojos, pero para ella no era un impedimento para chupar y pajear nuestras vergas.    Por un instante Esteban se giró a apagar la tenue luz, porque la luz solar ya estaba iluminando la habitación, entonces yo tomé y levanté la carita de mi hermana y le hundí mi verga hasta el fondo de su garganta, con admiración pude comprobar de que ella era capaz de tragarse toda mi polla sin conato de vomito ni arcadas, solo un agradable ruido de chapoteo de mi miembro en su boca jugosa.

—¡Mmmmmm! … ¡Uuuummmmhhhhh! …

Sus deliciosas chupadas me hicieron gemir de placer, Esteban volvió a nuestro lado y ella se giró a engullir la verga de su pareja, pero antes esputó un poco de saliva en ella y luego se la trago toda entera.     Claudia sonreía feliz y nos chupaba y pajeaba contemporáneamente, cuando chupaba un poco más la polla de Esteban, éste le hacía señas para que no me dejara abandonado y ella se giraba a lamer y tragar mi propia verga.     Pienso que a ella le resultaba más cómoda chupar la verga de Esteban que era significativamente más pequeña, sin querer decir que era chica, si el mío superaba los veinticinco centímetros, la de él rondaba fácilmente los veinte, solo que la mía era casi el doble de gruesa.

 

Claudia me empujó suavemente sobre la cama y con la misma calma se montó a horcajadas y tomando mi pene durísimo, se lo enfiló en su panocha, grito y gimió mientras mi pija ensanchaba su estrecha vagina, se mordió los labios y me miró acomodándose:

—Es esto lo que querías, ¿no? …

—¡Guau! … ¡Sí! … no dormí bien pensando a tu conchita tan apretadita …

Ella comenzó a cabalgar mi verga con chillidos estridentes, trataba de chupar la verga de Esteban al mismo tiempo, pero no siempre lograba contener el inmenso placer que probaba a montar mi polla.

—No tan rápido hermanita … tenemos mucho tiempo …

No me podía responder teniendo la boca llena con la verga de Esteban.     Entonces comencé a darle largos y profundos embistes y ella comenzó a gritar sin parar:

—¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Mi Dios! … ¡Aaaahhhh! …

Claudia no paraba de chillar y yo la follaba con más fuerza, Esteban comenzó a darle palmadas en sus nalgas, yo la abracé y apreté sus tetas contra mi pecho, clavando mi pija fino al fondo de su panocha, mi verga presionaba las paredes de su concha hinchándose y creciendo cada vez más en la estrechez de su coño.

 

En un instante ella grito muy fuerte y se quedó quietecita, Esteban había penetrado su ano y follaba su culo suavemente.     Otra vez el pene de Esteban y el mío se restregaban separados por una delgada membrana, otra vez compartíamos la misma mujer, esta vez, mi hermana.

 

Claudia gemía y parloteaba incoherencias, Esteban la tomó de los hombros y la hizo enderezar, los pechos de mi hermana quedaron a nivel con mi boca lo que me permitió chupar, lamer y mordisquear su pezones, ella abrió sus ojos brevemente y me sonrió, me aferré a las sinuosas caderas de ella y continué a follarla con gusto, sus gemidos aumentaron a medida que incrementaba mi velocidad y fuerza.

—¡Aaaahhhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Asiii! … ¡Más … más fuerte! …

Esteban la tomó de sus brazos y tiro de ellos hacia atrás acentuando la potencia de sus embistes, Claudia se volvió loca, su boca se entreabría lascivamente, intentaba cerrar sus muslos apretando mis flancos, sus tetas hacían piruetas en el aire como dos grandes esferas que dinámicamente cambiaban sus formas, teniendo los pezones como invitantes asideros.

—¡Oooohhhh! … ¡Aaahhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Que ricooo! …

Vitoreaba mi hermana lujuriosamente, mire su vientre y vi que vibraba, el sudor escurría por su ombligo y su concha se contraía aprisionando mi pija que estaba pulsando con esas conocidas y agradables cosquillas, escuche los gemidos y gruñidos de Esteban que golpeaban los glúteos de mi hermana mientras se vertía en el recto de mi hermana.

—¡Urgh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Mmmm mmmmmm! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …

La sensación del pene de Esteban escupiendo semen en el culo de Claudia fue demasiado para mí y empujé con todas mis fuerzas dentro de ella y oleadas de esperma salieron como una afluente e inundaron la estrechez de ese coño caliente y acogedor.  Nuestros gemidos nos hermanaron aún más porque ella también convulsionaba en un orgasmo demencial, Esteban soltó sus brazos y ella me abrazo besándome por todas partes, dio una ligera mordida a mi nariz y se comió mis lóbulos susurrando palabras lascivas en mis oídos.

—¡Mmmmmm! … ¡Hermanito, te amo! … ¡Te amo! … ¡Que cogida más rica! …

—¡Yo también te amo! … ¡Eres un ensueño para mí! …

Le dije estrechándola y acariciando su espalda, sintiendo sus exuberantes pechos aplastados contra mis pectorales, Esteban nos miraba sudoroso y nos sonreía, él sabía que era una fantasía de Claudia hecha realidad.    Mi hermana se levantó y estiró su mano hacia mí.

—¡Ya! … remolón … vamos … vamos a nadar que todavía es temprano …

—Vayan … tenemos una hermosa mañana … yo los esperaré con el desayuno …

Dijo Esteban, así que rápidamente me levanté sin dejar de notar como escurría semen de los muslos y nalgas de mí hermana, me pareció una vista paradisiaca.   Tomé la mano de Claudia y nos fuimos a la playa, caminar sobre las frías dunas me pareció casi irreal.    Cuando la casa desapareció de nuestra visual, Claudia miró hacia atrás, me abrazó y me dijo:

—Quiero sentir tu maravillosa pija en mi culo … métemelo por ahí … pero hazlo despacito …

Así diciendo se dejo caer en sus rodillas y comenzó primero a acariciar mi verga y luego se lo echó en su boca.     Sus cálidos labios comenzaron a succionar mi verga que rápidamente se endureció, cuando ella vio que había adquirido una sólida consistencia, se giró y apoyo las palmas de sus manos en la arena.      Su culo estaba ligeramente enrojecido después de haber sido follado por Esteban, me fui agachando poco a poco apuntando mi glande a ese estupendo orificio rojizo de ella.     Era como recibir mi verga con alfombra roja, como estaba bastante lubricado, mi glande entro a la primera, muy estrecho y apretado, pero entró en su canal anal:

—¡Ay! … ¡Ay! … ¡Uy! … ¡Despacito! … ¡Ufff! … ¡Ufff! … ¡Argh! … ¡Despacio, por favor! …

Su pegajoso y caliente culo envolvió mi pene y se sentía tan rico, agradable y acogedor, que me detuve un momento esperando que mi verga se desenrollase completamente en su profundo recto, saboreando cada segundo de esta maravillosa sensación.

—¡No te detengas! … ¡Házmelo más fuerte! … ¡Házmelo más rico! …

Agarré sus caderas e inicié el bombeo al estrecho culo de Claudia, ella estiró una mano hacia atrás y se apoyó en mi vientre como para ir atenuando y controlando mis embistes a su trasero.    La vista de su culo a forma de corazón ensartado por mi flecha de carne era algo digno del dios del amor, la sexualidad y fertilidad, Eros en persona guiaba mi saeta de carne una y otra vez en el profundo ano de mi hermana.

 

Se lo saqué casi por completo, luego se lo enterré y comencé a follarla vigorosamente, inmediatamente un chillido fuerte, seguido de varios gemidos y gruñidos de placer, me indicaban que ella disfrutaba de mi apasionado y ardiente bombeo.     Se me ocurrió jugar con su clítoris, así que metí mi mano por su vientre hacia su panocha, hasta que alcancé la parte superior de su ranura y metí mis dedos a sobajear ese puntito duro y bañado de su botoncito de amor.    Claudia pegó un respingo, arqueó su espalda y empujó su trasero sobre mi pija, trato de doblar su cabeza para besarme, pero alcance solo a lamer su lóbulo y besar sus cabellos enmarañados.

—¡Vamos! … ¡Tú puedes! … ¡Más fuerte! … ¡Dámelo todo! … ¡Lléname toda! … ¡Ssiii! …

Con sus ojos cerrados, Claudia se había encabritada y movía sus flancos y empujaba su culo casi con violencia. Chillaba y gritaba con sus manos crispadas sobre la arena.     Volvió su cabeza hacia mi y me miró llena de lujuria con sus carnosos labios entreabiertos, era la mirada de la cazadora que tenía a su presa donde más quería.     El cazador había sido cazado.

 

Mi autocontrol se había diluido con mis gemidos y vista borrosa de lascivia y reaccionaba impulsado por la concupiscencia y motivado constantemente por los gritos de ella.     Entonces ella tuvo su orgasmo. Su culito vibraba y las carnes de sus glúteos tiritaba con espasmos y escalofríos, casi sin fuerzas, se fue derrumbando poco a poco sobre las arenas blanquizcas, yo estaba en mi punto culmine, le di las últimas estocadas feroces y descargué mi semen mezclándolo a la esperma de Esteban, me quedé sobre ella con mi pija enterrada profundamente en su culo.    La abracé y besé su cuello metiendo mis manos en la arena y agarrando sus tetas duras, ella daba largos y prolongados gemidos.

—¡Mmmmmm! … ¡Eso estuvo muy rico! … ¡Me admiro tu rápida forma de recuperarte! …

Dijo Claudia ronroneando como una gatita satisfecha, nos quedamos así por varios minutos, luego nos alzamos, caminamos los pocos metros que nos faltaban para llegar a la orilla marina y yo por delante de ella me sumergí y comencé a nadar vigorosamente deleitándome de la templada temperatura del agua, luego me volteé para ver como Claudia daba brazadas para alcanzarme.

 

Nadamos varias millas, generalmente ella detrás de mí, cuando me alejaba demasiado de la costa ella prudentemente nadaba hacia la playa y yo la perseguía, la alcanzaba y sobrepasaba.     Después improvisamente ella se dirigió a la playa y yo le fui detrás.     Salimos y nos sentamos dejando que las pequeñas olas bañaran nuestros pies, ella me tomó la mano:

—¿Te gustó? …

—Sí … pero nunca me podrás ganar …

—No me estoy refiriendo a la natación …

—¡Ah! … tu quieres decir …

—Sí … ¿Te gustó mi culo? …

—Tienes un hermoso culo, hermanita … lindo y estrecho … me gustaría que lo hiciéramos más a menudo …

—También a mí me gustaría tu cipote en mi trasero todos los días … pero tenemos un problema …

—¿Esteban? … ¿Tú crees que él estaría celoso? …

—¡No! … Esteban, no … a él le agradas … él no es el problema …

—¿Entonces? … A mi también me agrada Esteban … es como un hermano mayor para mí …

—¿Deveras lo consideras así tanto? … ¿Cómo a un hermano? …

—¡Sí! … así lo siento … por eso no veo cual sería el problema ….

—¡Sonya! …

—¿Sonya? … ¿Porque ella? … sí ella no se anima a nada …

—Justo por eso, porque no se anima a nada … no aprobará que tú y yo … bueno … hemos tenido sexo en casi todas las formas y ella no … solo le has comido el coño … debes hacer algo más que eso … debes follarla a la brevedad … también Esteban quiere follar con ella …

—Nos quedan solo tres días de vacaciones … tendré que hacerlo de prisa …

—Estamos en tus manos … no debería ser problema para ti … ella muere por tú verga, me lo ha dicho, así que solo tienes que animarla …

—No sé … me ha rechazado y retado más de una vez … no será fácil convencerla …

—Créeme … la conozco … te aseguro que lo hará … es solo cuestión de tiempo y un poco de paciencia …

Claudia me aseguró que podría tener también a Sonya si sabía como acercarme a ella.     Nos levantamos y nos fuimos de la mano a la casa, Esteban nos esperaba con tocino, huevo fritos, té y jugo de naranja.

 

Yo dije que necesitaba una ducha y me fui al dormitorio de Sonya, una vez allí, ella me miró y vio que venía con arena y el cabello mojado, ella venía saliendo de la ducha y estaba envuelta en una toalla, no me dijo nada, estaba tensa, quizás enojada por algo.     Definitivamente tuve la sensación de que no debía decirle nada de mí y Claudia, rápidamente me fui a la ducha.   Cuando volví a la habitación Sonya estaba sentada desnuda sobre la cama pintando las uñas de sus pies, una mirada me basto para ver que permanecía irritada.

—¿Y estuvo divertido el mar? …

Preguntó con una voz gruñona mirándome fijamente, casi hostil diría yo.

—Sí …

Respondí secamente, tenía miedo de que comenzara a hacerme preguntas, busqué mi ropa y me apronté para vestirme.

—¿Escuchaste a esos dos esta madrugada? …

La miré en forma evasiva y ambigua como si no me hubiese enterado de nada.

—¡Eso fue realmente vergonzoso! … ¡Parecía que Claudia estaba en trabajo de parto! … ¿Cómo puedes dejarte llevar así durante el sexo? …

Dijo Sonya refunfuñando y con cara de disgusto.     No hice nada más que asentir para darle razón y evité de mirarla a los ojos, me sentía muy culpable y no quería que ella se diera cuenta de mi estado confuso, me giré para tomar mis boxers y vestirme, me di cuenta de que ella seguía atentamente el bamboleo de mi verga mientras me vestía e inconscientemente abrió sus piernas magnificas, dándome una visión en primer plano de su panocha rosada y brillantemente mojada con sus fluidos.

 

Pensé que estaba de humor para un poco de caricias, porque, aunque si ahora estaba actuando indignada y mojigata, los gritos de placer de Claudia deben haberla excitado tanto que tuvo que masturbarse.     No quise acercarme a tocar su cuerpo, no me sentí en grado de responder en caso de que ella me hubiese permitido jugar con ella y consumar por fin una copulación, dudé de mis fuerzas y el temor de que ella pudiese descubrir que éramos Esteban y yo a hacer gritar con tanta exaltación a Claudia.     Se habría dado cuenta de que yo no estaba a nadar así temprano esta mañana.

 

Si algo había aprendido en estos días, es que las mujeres son bastante graciosas y quisquillosas sobre estos temas, de seguro se hubiera sentido traicionada y entonces perdería para siempre la posibilidad de estar con ella, así que ignoré su tentadora pose y mirada, me puse mis shorts, remera y escapé a desayunar.

 

Por supuesto no era lo que ella se esperaba, así que también se vistió rápidamente y luego me alcanzó a la mesa donde estábamos ya Esteban, Claudia y yo.     El ambiente continuó tenso, Sonya parecía bastante taciturna, en completo contraste con Claudia la que lucía viva y exuberante, se ve que le hizo muy bien el trio ya que exudaba olor a hembra y mucho atractivo sexual, estaba esplendida.     En todo caso estaba de buen humor y no se sentía molesta por el humor agrio de Sonya.     Tampoco les dio importancia a los sarcásticos comentarios de Sonya sobre los gritos y chillidos que acompañaron el amanecer.     De algún modo me alegre cuando terminamos de desayunar.

 

Al momento de levantarnos, Claudia le pidió a Sonya de quedarse a cargo de la casa, ya que ella y Esteban irían a la ciudad y regresarían esta tarde.     Ella estuvo de acuerdo y dijo que se sentía segura conmigo en casa.     Después de esto la vimos que recogió su toalla y vestida con sus pantaloncitos y remera se fue camino a las dunas de la playa.

—Creo que está de mal humor porque no te encontró a su lado esta mañana … está claro que te extrañó … está claro que le haces falta y se ha acostumbrado a ti …

Dijo Claudia todavía con ese dulce brillo de cazadora en sus ojos.    Respondí:

—¿Tu crees? …

—Indudablemente … dale unos minutos y luego debes ir tras ella … recuerda que tendrán la casa para vosotros durante todo el día …

Claudia me aconsejaba mientras observaba como su hermana trotaba alejándose.     Los ojos de Esteban también miraban a Sonya, pero sin dudar lo hacía a su trasero.     Se notaba que Sonya lo atraía y le hubiese gustado correr tras ella y tener alguna oportunidad con ella.     Luego ayudamos a Claudia a limpiar y poner orden en la cocina, finalmente me instó a ir a la playa.     Cuando dudé, mi hermana me presionó y a regañadientes tuve que admitir que estaba un poco preocupado por mi rendimiento, diciéndole que pensaba que mi polla no estaba lista para otro encuentro.

—¡Oh!, ya veo …

Claudia soltó una risita y miro divertida a Esteban.

—Querido … creo subestimas tu virilidad … afortunadamente ya te conozco …

Con estas palabras, Claudia me bajo los shorts y pareció no molestarle que Esteban estuviera parado al lado suyo.    Con pocos movimientos aferró mi pene flácido.     Lance una mirada a Esteban y este se encogió de hombros y restó a mirar divertido, entonces agarre los grandes pechos de mi hermana.

—Te gustan mucho, ¿no? …

Pregunto Claudia con lascivia y picardía a sabiendas de mi respuesta.     Rápidamente se quitó la remera por encima de su cabeza, voluptuosamente estiró sus poderosas tetas y agarró mi pene para aprisionarlo entre sus mamas, estiré mis manos para sobajear sus pechugas y tirar de sus pezones, después provocativamente comenzó a lamer mi glande.     Mi pene daba razón a mi hermana, porque rápidamente sentí que comenzaba a resucitar y sus dimensiones aumentaban, Claudia me miraba llena de lujuria mientras pajeaba mi verga entre sus tetas.

—¡Mmmmmm! … ¡Que bien se sienten tus senos, hermanita! …

—¡Mmmhhh!, veo que te gusta … a mi también me gusta … especialmente cuando veo salir los chorros de tú lechita …

Dijo Claudia y presionó más sus amplios pechos contra mi pene, cuando sintió que me había puesto duro, soltó sus senos y se levantó.     Esto es solo un anticipo, ahora ya sabes que pretendo hacer contigo.     Para mi gran pesar eso era todo lo que entendía hacer por ahora, luego mientras se arreglaba la remera, dijo:

—Ahora ve con tu hermana … estoy segura de que te está esperando … ve …

—Y si necesitas ayuda … avísame …

Agregó Esteban tomando a Claudia por la cintura y guiñándome un ojo.      Ni siquiera traté de subirme los shorts, terminé de quitármelos y se los tiré a mi hermana, luego me fui al trote hacia la playa.

  

Sonya estaba desnuda y medio de lado con una pierna plegada, lo que dejaba a la vista su chocho con los labios ligeramente separados, cuando me escuchó venir se sobresaltó un poco, aunque llevaba la remera, de la cintura para abajo estaba desnudo.

—¿Qué pasó con tus pantalones? …

Por su tono de voz me di cuenta de que estaba todavía molesta, así que no hice más que sonreír ante su pregunta y responder:

—Quiero tomar sol integral y para eso no necesito los pantalones … nos quedan solo pocos días aquí y quiero aprovechar de tomar sol …

Como no había traído mi propia toalla, suavemente me acomodé tocando su piel, inmediatamente acaricié su vientre y la base de sus senos, sin llegar propiamente a sus pechos, al instante noté que se le había puesto la piel de gallina, no dijo nada y me dejo acariciarla.

 

Pensé que sería bueno si tocaba sus puntos eróticos ya que sabía exactamente donde estaban, me puse manos a la obra.     Me incliné y besé su vientre, pasé mi lengua por su ombligo.     Sentí un ligero temblorcillo en su cuerpo y su respiración se volvió bastante irregular.     Jugué por un buen rato lamiendo su ombligo y acariciando sus muslos, luego me puse al costado de ella y metí mi lengua directamente en su coño.     Sonya gimió en modo bastante audible y automáticamente abrió sus piernas, por supuesto instantáneamente acepté la invitación y recorrí toda su ranura vaginal lengüeteándola con gusto.

 

Primero fue un gemido suave, apenas audible pero permanente, luego comenzó a rotar sus caderas:

—¡Oooohhhh! … ¡Que rico que me lo haces! … mí ex nunca me hizo nada igual …

Dijo Sonya rompiendo el silencio entre gemidos.

—¡Oh!, ¿Sí? … no puedo entenderlo … sabe tan rico tu panocha … que siento que me falta cuando estoy más de un día sin hacértelo …

Dije tratando de congraciarme con ella, pero la realidad era que su chocho era exquisito.

—¿Estas seguro que nadie puede vernos aquí? …

Pregunto Sonya claramente excitada.

—Bueno … no hay nadie más por aquí … excepto Claudia y Esteban que querían estar un rato solos y luego irse a la ciudad …

Le dije para hacerla sentir más tranquila.

—¡No me extraña nada! … ¡Son peores que los conejos! …

Sonya me sorprendió con sus palabras, porque el tono y dicción de su voz, de repente se asemejaban mucho a “Claudia la cazadora”, había concupiscencia y cachondez en esa voz ligeramente rauca.    Sentí una risita, respiraba ya con dificultad, luego suavemente empujó mi cabeza atrás entre sus piernas y dijo:

—… y nadie realmente nos ve aquí, ¿verdad? …

No respondí nada, solo me agaché a succionar su clítoris, su voz no sonaba preocupada ni atemorizada, ella sabía que no podía haber nadie más, pero el hecho de que pudiera haber alguien, al parecer la ponía más cachonda, su voz sonaba entrecortada y temblorosa, su rostro estaba sonrojado y sus ojos cerrados, así que pensé en seguir su juego:

—Bueno … nunca nadie viene por aquí, pero es una playa pública y existe la posibilidad de que alguien pudiese rondar sin que nosotros sepamos de ello … podríamos tener un fisgón …

Sonya abrió más sus piernas y comenzó a gemir audiblemente.

—¿Y tú crees que alguien podría estar mirándonos desde lejos mientras hacemos todas estas guarradas? …

Dijo aferrando mis cabellos y empujando mi rostro contra su conchita.

—¡Sí! … existe la posibilidad …

Dije entre lamidas, luego enterré mi boca en su chocho y empecé a follarla con mi lengua, ella se volvió loca y comenzó a contorcer su cuerpo y pellizcar sus senos, luego sin recato alguno me dijo:

—Acércame tu polla … quiero chupar tú pija …

Me agradó bastante, pero me sorprendió el lenguaje soez de Sonya, ya que ella no acostumbra a usar ese tipo de jerga barriobajera, pero no me lo hice repetir.     Consideré en arriesgarme e intentar follarla adecuadamente, pero decidí no hacerlo.   Me monte a horcajadas en su pecho y acerqué mi pene a sus labios, pero inmediatamente cambie de posición, dándome vuelta para montar su cabeza e inclinarme a su entrepierna y desviar mi atención a su chocho en un siempre cachondo sesenta y nueve.     Antes de comenzar le pregunté:

—¿Esta bien? … ¿Estas bien así? …

Ella había ya comenzado a lamer mi glande, pero respondió:

—Sí … está bien … pero si comienzas a ahogarme, pararemos de inmediato …

Dijo ella en tono amenazador, pero luego comenzó a tragarse mi verga y envolvió mi glande con su lengua.     Sonya comenzó suavemente, pero parecía gustarle esta posición, porque sus chupadas se hicieron más intensas y tragaba mi miembro profundamente hasta el fondo de su garganta.     Yo en tanto, abría sus carnosos labios vaginales y hurgueteaba con mi lengua su dulce chochito, use dos de mis dedos y masajee su clítoris.     Levanté mi cabeza y un brillo me dio en el ojo, pensé que fuese algún vidrio sobre la arena que reflejaba la luz del sol.     Mas o menos a un centenar de metros desde una duna, volví a percibir ese brillo, ahora me quedé a mirar y me pareció ver una figura humana sentada allí.

—Sonya … no creo que estemos solos …

Le dije a mi hermana, ella se rio y comenzó a chupar con mayor vigor mi verga, aparentemente pensó que bromeaba para calentarla, sus chupadas eran tan vigorosas y profundas, que un escalofrío recorrió mi cuerpo.     ¡Mierda!, ella no me cree, pensé.     Era tan rico lo que me estaba haciendo sentir que estaba en la disyuntiva de dejarla que hiciera que me corriera en su boca o, detenerla y mostrarle que alguien nos observaba, miré de nuevo hacia la duna.

 

De hecho, alguien estaba allí y nos miraba con binoculares ……

 

(Continuara)

 

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