A la nena le sacan el cambio climático de la cabeza a punta de verga
Parodia | Ficción Erótica
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Enero 3 de 2018, Greta Tintin Eleonora Ernman Thunberg, de 15 años, se asomó en la escena mundial con un cartelito que decía “Skolstrej för klimatet”. Varios miembros de la agencia para la que trabajo, dedicada a la lucha contra el NWO, sospecharon de inmediato. Al cabo de unas semanas ya no había dudas, la criatura estaba bajo control mental y su objetivo era promover una de las más grandes mentiras de la historia y que conduciría al mundo a un grado aún menor de desarrollo mental, apuntándole especialmente a la juventud millenial. Hice una presentación —mi identidad está reservada— ante la agencia, mostrando los posibles riesgos a futuro y la evidencia de que Thunberg se encontraba bajo los efectos del programa MK Ultra. Me aprobaron la planeación de una misión para desprogramar a la menor y salvar al mundo de una avalancha de desinformación.
La primera gran cuestión sobre la misión era ¿Cómo desprogramar a una joven con síndrome de Asperger —y a todas luces, algo que cobraría importancia luego: ella era virgen— de toda la sarta de patrañas que le instalaron en su frágil mente? Muchas décadas de recolección de testimonios e información a través de espionaje, dejan claro que dichas programaciones mentales se hacían mediante trauma, induciendo a la creación de barreras en la mente que volvían a la psique como un panal. Pero, claramente, Greta nunca había sido abusada. Quienes la querían convertir en un títere, habían recurrido a su Asperger. Entonces, fue cuando vino la respuesta: Si a las marionetas las programan con dolor, pues sería lógico desprogramar a una marioneta con placer. Cómo se diría secularmente: ¡Con amor, diversión y toneladas de placer!
Pasé semanas estudiando esta posibilidad con colegas expertos en víctimas de abuso ritual, incluso algunos de ellos disidentes de la cábala mundial, y otros con nombres que casi cualquier persona reconocería. Llegamos a la conclusión de que sólo se podrían calcular las probabilidades de éxito, pero que, mejor que las matemáticas, sería hacer la prueba. Desprogramar a un esclavo mental con amor y placer era algo que jamás se había intentado.
Los expertos coincidían en un cosa: La cantidad de amor y placer proveídos al sujeto (Greta) debía ser absolutamente opuesta al dolor y sufrimiento que causaría que la mente se vuelva como un panal. Así se derribaría dicha estructura. De dicha predicción emergía una nueva necesidad: No podíamos encomendarle la tarea a un hombre cualquiera. Yo, me habría apuntado, pero a pesar que me considero muy amoroso, mi miembro viril es de escasos 14 cm a full. No habría de surtir efecto. 24 horas después recibí un mensaje de la agente Morley, en la que me proponía que buscáramos por cielo y tierra a un hombre. Mi colega me mandó una foto y no vi más que un hombre afrodescendiente con sombrero piluso y una toalla colgada de la nuca. Me deslicé hacia abajo y tuve un severo impacto visual. Ese era el sujeto, obvio, lo sería de pasar un sinfín de pruebas más.
Tardamos dos días en localizarlo. Lo rastreamos aplicando alta tecnología a las fotos del superdotado sujeto y rastreando hasta el primer sharing. El hombre resultó ser un ciudadano de República de Ghana, trabajando en Londres, de nombre John Unwetto. He de resaltar que, a Unwetto no se le dio información completa al principio. Para el segundo día de contacto, él creía que serviría de carnada para la aprehensión de un pederasta solicitado por la justicia. Entre tanto, se le practicaron decenas de pruebas psicológicas, psico-técnicas y de salud. Parecía ser el sujeto perfecto para llevar a cabo la desprogramación de Greta Thunberg. En una semana, Unwetto fue seleccionado, entre otros cuatro candidatos, como agente desprogramador oficial y además, ‘encubierto inconsciente’, lo que significa, que era agente sin saberlo. Teniendo ya al agente desprogramador y un plan, solo faltaba el sujeto: Greta, que se encontraba en ese momento en Polonia.
Fue cuando la agente O’hara entró en acción. O’hara, de 16 años, se infiltró en los “Viernes por el futuro”, programa creado por Thunberg, y logró acercarse a Greta. En un tiempo récord de cuatro semanas alcanzó el objetivo de desestabilizar sus esquemas mentales e interesarla en probar cosas ‘nuevas’. O’hara utilizó técnicas de persuasión que no puedo revelar, pero que son aplicadas a diario sobre todos ustedes por sus gobiernos, medios de comunicación y sistema educativo. El Asperger del sujeto no fue ningún obstáculo, reportó O’hara.
Al equipo que llevaba a cabo la desprogramación mental del sujeto Thunberg, sus miembros le apodamos con “Cupido W” —con la W por Whatsapp—. Cupido W trazó un número de sesiones de encuentro entre el sujeto, la agente O’hara y el agente desprogramador, tras las cuales se esperaba la liberación mental de Thunberg. Los integrantes de Cupido W, apostados siempre en camionetas tipo van a menos de 400m de Thunberg, estábamos —usando una expresión popular— “comiéndonos la uñas”; ya que ni siquiera la primera sesión tenía una probabilidad de éxito superior al 50%.
A Unwetto se le suministró un auricular inalámbrico unidireccional del tamaño de una semilla que iría instalado en su cavidad auditiva derecha. A través de este recibiría instrucciones mientras el equipo, veíamos el procedimiento de desprogramación mental a través de 24 monitores con videos procedentes de 24 cámaras del tamaño de gotas de agua, instaladas en los aposentos a donde el agente desprogramador debía llevar al sujeto Thunberg. El sonido lo recibiríamos a través de láser apuntado a una membrana instalada previamente.
O’hara entró en confidencias con Thunberg. Al compartir fotos a través de redes sociales, Thunberg reaccionó al ver a Unwetto de la manera inequívoca como se reacciona por algo en contexto, es decir, previamente en conocimiento. La menor sonrió con media boca antes de deslizar la foto hacia abajo. Probablemente él era más famoso que ella, pero de paso, Thunberg dejó con su reacción claro a Cupido W que no era ninguna retrasada.
Unwetto, como era de esperarse, también conocía a Thunberg. Para cuando supo que se encontraría con ella, no comprendió, pero fue informado de inmediato. Morley usó estas palabras: «Nada de lo que hemos estudiado cambiará. El nombre clave de O’hara es Mylene, y ustedes se conocen hace años. Usted es quien es, The Whatsapp Niga, pero le dirá que su nombre es Paul Dobbery, para que proteja su verdaera identidad y a los suyos. Tiene que enamorar a Greta Thunberg y hacerle el mejor sexo del mundo. Use las técnicas de persuasión que ha aprendido con nosotros». Unwetto sorprendió a Cupido W con su entusiasmo. Alzó la tableta donde corría el video de Greta dando un ridículo discurso, y prácticamente le acarició el rostro. La reacción de Cupido W, en la van, habría podido compararse a la de una hinchada cuyo equipo hace una anotación.
Los progresos de O’hara, conocida por Thunberg como Mylene Fisher, deben ser abonados a aquellos que tendría luego Unwetto. Había logrado que una chica con Asperger y con la atención fija en una causa falsa, inventada por los globalistas, se interesara por salir de la rutina. Valga decir que O’hara fue asediada varias veces por agentes de la agenda 21, cuidadores de las funciones de Thunberg como idiotizadora de la juventud. Pero con todos los altibajos y peligros, la primera sesión tuvo lugar.
Thunberg y “Dobbery” fueron presentados por Mylene al final de la conferencia en la ONU en pro del aumento de medidas para frenar el dizque cambio climático. Dobbery logró pasar desapercibido con unos simples lentes plateados. Cupido W seguía “mordiéndose las uñas”. Morley apuntó, de modo coloquial y frotando los pulgares contra los respectivos índices, en señal de extrema ansiedad: «Necesitamos que te metas esos 45cm de verga por el culo, sepas lo que es bueno, y dejes de estar diciendo sandeces». Pero a pesar que parezca jocoso, el resto de Cupido W no reímos. También estábamos con el corazón a mil y las miradas fijas en los monitores.
En los días siguientes, Mylene y Dobbery tuvieron mucho trabajo. Sacar a Thunberg de su ensimismamiento por la mencionada causa inventada e interesarla en algo fuera de esta, seguía siendo una tarea titánica.
Una semana después no había más resultados, por lo que Mylene hundió el acelerador de forma dramática: Había estado presente en decenas de actividades y protestas junto a Thunberg y sentía que iba a volverse estúpida. Sin pensarlo más, la agente encubierta O’hara utilizó el último recurso. Plagió al sujeto.
La abducción de Thunberg fue inesperada y en cierta medida problemática para la agencia, aunque haya sido un éxito operativo. Luego, los miembros de cupido W entendimos sus ventajas y convencimos al director de seguir adelante. El primer paso después del cambio de planes, fue llevar a Thunberg a una ciudad Tropical y que ella conociera el calor del trópico. En palabras de O’hara: «Que la nena sienta el cambio climático en su pequeño culito, a ver si despierta». Por su puesto, pasar de las ciudades polacas y de las de su país natal, a la ciudad que elegimos; constituyó un impacto clave: Cartagena de Indias fue elegida entre varias ciudades del Caribe.
Primera sesión
Thunberg despertó en una asoleadora bajo un parasol y al lado de una piscina, en una bella propiedad cuyo nombre y localización exacta no revelará este informe. En la mesita se dispuso una botella sellada de agua de marca, previamente inyectada con narcótico, un vaso plástico y una servilleta. Al verse, la menor reaccionó buscando de un brinco alguna prenda con qué cubrirse, pues O’hara le había puesto mientras seguía inconsciente, un sexy traje de baño de un reconocido mundialmente diseñador colombiano. Este consistía en dos piezas de color azul oscuro y con brillo, una tanga hilo brasilero y micro-copas, que intencionalmente aparentaban estar debajo de una seda negra semi-transparente un poco más conservadora. Nadie en el mundo podría imaginar la despampanante figura de la muchacha, su esbelto y pequeño trasero y su cinturita de pulsera. Lo más pudoroso que Thunberg halló a la mano fue un pareo tejido con enormes horadaciones.
A continuación transcribo la grabación hecha en la van de Cupido W:
Morley: (a través de llamada por móvil): Dobbery, responda.
Dobbery: Aquí Dobbery, informe.
Morley: El sujeto acaba de despertar.
Dobbery corrió desde el otro lado de la casa y subió las escaleras para verla desde la ventana del salón. Produjo un silbido de impresión, pues no había visto aún a Thunberg en traje de baño, ni con su larga cabellera suelta (excepto en fotos).
Morley: Concéntrese, Dobbery.
Yo: Es que no está nada mal, la mocosa. Pues no será Emma Watson, pero no desmerece, para nada.
Thunberg se limitó a estar de pie, con las piernas muy juntas, en medio de las asoleadoras mirando a todas partes, con un brazo tapándose el pecho y una mano cubriéndose el bajo vientre.
O’hara: (A través de Llamada móvil): Sí, está bonita, supérenlo. Dobbery, esté atento, Corre plan Semental Uno.
Dobbery: Atento.
O’hara, ataviada de modo similar al sujeto, se presentó en la piscina. Thunberg gritó su nombre, “Mylene” y corrió a su encuentro.
Thunberg: ¿Qué es este lugar, dónde nos tienen?
O’hara: ¿Te agrada el clima?
La pregunta de Mylene fue intencional, para ocasionar un choque en Thunberg, ya que la palabra “clima” para ella era como para un musulmán, la palabra “Allah”.
O’hara: No tengas miedo (la agarra por los hombros y la ve fijamente), estás aquí para ser liberada. Y hasta creo que la vas a pasar bien. Ojalá puedas disfrutarlo. Bien, era mi deber hacértelo saber cuando estuvieras en tus cinco sentidos. Ahora bebe un poco de agua, aquí es necesario mantenerse hidratado.
Mylene agarró la botella de agua y la puso cerca del rostro de Thunberg, para que viera que estaba sellada. Entonces la abrió y le sirvió al sujeto medio vaso. Thunberg dijo «gracias», bebió y cruzó dos palabras más con Mylene, mientras ella la conducía gentilmente de vuelta a la asoleadora, donde Greta Thunberg sintió mareo, se sentó y volvió a caer dormida.
Segunda sesión.
Morley: ¿Grabar esto no es ilegal?
Yo: Nosotros estamos muy por encima de lo que es legal y lo que no.
Thunberg debía estar teniendo los mejores sueños de su vida hasta entonces. Estaba acostada boca arriba en la cama circular en medio del inmenso dormitorio con vista panorámica hacia la selva de Bolívar. Posaba su mejilla sobre el tendido de color blanco, cerca a su mano relajada con los dedos a medio cerrar. Sin embargo, Thunberg no estaba profunda, puesto que tensionaba el entrecejo levemente y presionaba sus labios. También hacía gemidos muy poco audibles, que venían desde el fondo del vientre con tan poca fuerza que casi desaparecían antes de salir por la nariz de Greta.
Morley: Eso es, Dob, sigue, sigue.
Yo: Esta no es una película porno, Morley; es un trabajo de desprogramación.
Morley: (presionando el botón para no transmitir) Pues ya quiero que Unwetto me ‘desprograme’ a mí también.
Yo: Sucia.
Lo que hacía Unwetto en ese momento, era practicar un agitado cunilingüis a Thunberg. El sujeto presionaba su cara contra el sexo de Greta, agarrándola con las manos del nacimiento de sus piernas abiertas. Efectuaba lamidas muy enérgicas y succiones a labios unidos. Por su raza, Unwetto tenía labios del triple del volumen que Greta, así que ella no los estaba viendo aún pero vaya que los estaba sintiendo. Valga comentar que, Unwetto parecía estar muy feliz.
Morley: Baje la intensidad, Dob.
Unwetto obedeció y retiró su boca de la rosada vagina de Greta Thunberg, que solo tenía un tenue bigotito, del mismo color de su cabello, y estaba todo aplastado por las babas del Negro de Whatsapp. Thunberg movía la pelvis de forma casi hipnótica, atrás y adelante, y seguía dormida pero gesticulando y gimiendo. Dobbery le estampó un sonoro beso en la unión de sus labios vaginales, a lo que el sujeto respondió con un gemido especialmente fuerte. Dobbery, inspirado, avanzó sobre ella a cuatro apoyos y se recostó a su lado. Se limitó a contemplarla y a acariciarle el cabello y a veces el costado de la cara con las puntas de los dedos. Al cabo de diez minutos, Greta dejó de contonearse y volvió a entrar en profunda ensoñación.
Yo: Suficiente por hoy.
Las siguientes sesiones deberían subir en intensidad, incluyendo el que Greta estuviera consciente, no tuviera miedo y se entregara a las mieles se sexo y al final, pidiera explícita o tácitamente ser penetrada. Después de ese punto, Cupido W efectuaría una prueba en la que Thunberg debería elegir (sin ser consciente de que tendría qué elegir) entre el placer de la vida y la lucha contra el supuesto cambio climático. Mientras el momento llegaba, la prensa mundial se arrancaba los cabellos con la desaparición de Greta Thunberg y Cupido W era acosado constantemente por esbirros de la cábala. Temían que tuviéramos éxito, y una renovada Greta apareciera en escena motivando a los jóvenes del mundo a que fueran felices en vez de tragar mentiras. Por esa razón, no venían a rescatar a Greta sino a asesinarla. Poder mostrarla muerta le sería muy útil a la mentira para la que trabajaban.
Asediados por fuerzas oscuras, tuvimos qué partir a otra ciudad, pero conservando el matiz tropical. Desembarcamos en Aruba.
Tercera sesión
Para Cupido W, la desnudez de Greta y verla —al principio inconsciente— gozar como loca, ya era una rutina. Varios agentes recién desarrollaban sentimientos protectores hacia ella. Lo que todavía no había ninguno de nosotros visto, era el miembro de John Unwetto. Hasta entonces había actuado sin quitarse su amplia bermuda amarilla. «Debería usar el piluso y la toalla» bromeó Morley.
Para la tercera sesión, instalados en una residencia privada en Aruba, los integrantes de Cupido W estábamos muy ansiosos y casi avergonzados viendo el éxito de la misión. Como si fuera una fisura en una manguera de bomberos, la estética vagina de Greta Thunberg expelía chorros de líquido mientras ella temblaba en la cama como un pez que muere en las tablas de un muelle. Estaba abandonada al placer, con sus pequeños ojos pelados y las pupilas medio ocultas en los párpados que le vibraban como por paso de corriente eléctrica. Los pezones de sus senos perfectos de adolescente estaban muy erectos y apuntando a la polisombra. Llevaba poco más de un minuto aventándole sus juveniles jugos al negro de Whatsapp, que sonriendo y a veces hasta riendo, evadía la línea de tiro de la joven para después volverse a poner en ella. Su negro dorso con vellosidad poco homogénea estaba brillando en viscosa eyaculación femenina, proveniente de la felicidad de Greta.
Lo mejor de todo en la tercera sesión, fue que Greta Thunberg estuvo completamente consciente. El desprogramador había usado un vibrador tipo wand. Entre Mylene y Unwetto estuvieron trabajando su psicología arduamente, con amor, risa y paciencia. Fue necesario también, para llegar al punto alcanzado en la tercera sesión, que Thunberg presenciara un contacto sexual entre O’hara y Unwetto. A petición de la agente, este informe no incluirá detalles sobre dicho acto.
Greta seguía siendo virgen. Para ser penetrada debía ser ella quien lo pidiera. Se le recuerda al lector que el objetivo de la misión nunca fue abusar de Thunberg (un abuso solo empeoraría su situación mental), sino desprogramarla. El abundante squirt de Greta Thunberg inspiró un comentario vulgar de parte de O’hara: «Yo sabía que íbamos a sacarle el cambio climático “de” la cabeza, pero no sabía que íbamos a sacárselo “por” la cuca». Morley presionó el botón para hablarle a Unwetto, pero desistió al ver lo que él hacía y dijo para nosotros «Vean a este, ya no necesita instrucciones». Lo que Unwetto hizo, fue recostarse al lado de Thunberg, meterse detrás de ella en forma de “cucharita” y clavar su cara en el cuello de ella para dormir.
Cuarta Sesión
Mylene, para el tiempo de la cuarta sesión, hubo de alcanzar un grado de compenetración con el sujeto, correspondiente al de amiga-confidente. Valga hacer énfasis en que el estilo de vida anterior de Greta Thunberg no tenía cabida a relaciones interpersonales de ese nivel, en primer lugar por su Asperger y en segundo y más importante, por el control de su mente que practicaron los promotores de la Agenda 21. Thunberg había sido por unos tres años y medio solo un ente apenas consciente atado a hilos de los que halaba un siniestro titiritero. Pero esta agencia, a través de Cupido W y especialmente de la Agente O’hara y el Negro de Whatsapp, estaba procurando la recuperación de Greta Thunberg y proyectando dicho logro a la divulgación de la verdad sobre una previa inundación de falsedades.
La agente O’hara, con su identidad fachada de Mylene; y el sujeto, Greta, compartían confidencias sobre el reciente despertar sexual de Thunberg, lo que constituía una experiencia nueva y liberadora para el sujeto. Cupido W seguía muy de cerca cada detalle, evaluando el progreso en Thunberg:
Thunberg: Yo nunca habría imaginado vivir algo así. Me da un poco de miedo… y de culpa… pero… (sonríe)
Tras la sonrisa, Thunberg encoge los hombros y esconde la cara en las manos. Cupido W brinca en celebración.
Thunberg: ¡Tengo un nudo en la boca del estómago! Una parte de mí se regocija… (hace gestos con las manos y el rostro, un comportamiento del que no había registro).
Cupido W entero casi llora. Sienten que han recuperado a una víctima de MK Ultra. Morley acaricia el rostro de la menor en el monitor.
Thunberg: …Pero otra parte de mí siente culpa. Yo aquí divirtiéndome y ¡mis papás ni siquiera saben dónde estoy! Pero eso no es lo peor: Mientras yo aquí hago todo esto ¡al rededor del mundo siguen miles de fábricas emitiendo carbono sin que a nadie le importe!
Morley desesperó y pateó la consola.
Yo: Calma, Morley. El progreso es paso a paso.
O’hara: (toma por las manos a Greta con la evidente aprobación de ella, otro signo de liberación) Greta: Uno en la vida no se arrepiente de lo que hace, sino de lo que no hace. Mira que para mí significa mucho, no sabes cuánto, el que estés aquí conmigo. ¿Te acuerdas de la gala en Varsovia…
Mylene recurrió a un recuerdo de una de las primeras noches que estuvieron juntas, no detallada en este informe.
(…) …que el mundo se cambia es con el pensamiento?
Thunberg: ¿Otra vez con eso? Ya te dije que el mundo se cambia con acciones.
Morley: Está jodida. Ni el negro de Whatsapp puede desprogramar esta pobre chamaca.
Yo: ¿Quieres apostar?
Thunberg: “El mal prevalece cuando los hombres no actúan”.
O’hara: No. El mal prevalece cuando los hombres no piensan. Cuando actúas, te conviertes en aquello que combates. Además, eso que acabas de decir es un eslogan. Es algo que se usa para que todo mundo repita y crea que por eso es verdad. Quienes se inventan los eslóganes sí saben que el mundo se transforma con el pensamiento, y le dicen a todo el mundo qué pensar a través del eslogan. Piensa en eso.
Thunberg: (Se deja caer sobre sí) Qué rara eres, Mylene.
Yo: Creo que me acabo de enamorar de la agente O’hara.
Quinta sesión
La siguiente sesión tuvo lugar después del traslado a las islas Caimán, debido a la persecución de parte de agentes de la cábala. Thunberg tuvo que ser sedada por Cupido W en cada asalto, ya que los atentados contra su vida echarían por el piso toda la misión.
John Unwetto trabajaba con sumo profesionalismo, y al parecer tenía a Greta enamorada. Un logro encomiable.
De los muelles de la Gran Caimán, zarpó el yate Sophya, un pequeño privado que nos facilitaron personas leales a nuestra causa. En proa departían la joven que gozaba de las medianamente recuperadas facultades mentales propias de su adolescencia, y junto a ella, su principal desprogramador. Estaban lado a lado y panza arriba. La menor usaba un traje de baño de dos piezas de color negro que contrastaba tremendamente con su piel. La parte superior tenía un diseño especial en las copas, produciendo un efecto muy sensual, ya que parecían rasgadas. La parte inferior hacía lo propio en la cadera, con rasgaduras falsas que se acercaban al centro. Unwetto llevaba el sombrero piluso y la toalla, a petición de la agente Morley. Para Thunberg, el permanecer separada de su mundo (aunque todavía no de su ‘causa’), de sus padres, de la prensa y de la escuela; sin dar aviso ni explicación, estaba resultando sumamente placentero. Pero todavía había trabajo por hacer:
Thunberg: Estos yates funcionan con diesel. Arrojan una importante cantidad de carbono a la atmósfera. Si en verdad queremos salvar el planeta, no hay que subestimar NINGUNA fuente de emisión.
Ante el pequeño discurso, Paul Dobbery se palmeó la cara y restregó su mano desde su frente hasta su barbilla. En Cupido W, que estaba inusualmente lejos en un catamarán a unos 1,5Km, sabíamos que Dobbery llevaba varias horas tratando de seducirla, pero el sentimiento de culpa de Thunberg por estar en el paraíso mientras ‘el mundo se ahogaba en carbono’, era más grande que ella. Después de media hora, la muchacha seguía discurriendo ‘babosadas’ sobre el clima, por lo que Morley ordenó a Unwetto:
Morley: ¡Hunda el acelerador, John!
El negro de Whatsapp se jugó su primera carta. Intentó hacer algo como lo que había hecho O’hara la última vez, pero lamentablemente no era tan hábil ni ilustrado como ella.
Unwetto: Hay que hablar de algo diferente ¿no? ¿Sabías que en al variedad está el placer?
Ahí fue donde le salió el tiro por la culata:
Thunberg: ¡Ese es un eslogan, Paul! ¡Ten cuidado de repetir lo que dice todo el mundo, porque podrían controlar tu pensamiento y distraerte de algo tan importante como la huella de carbono!
Morley: ¡Me lleva el putas!
Pero Unwetto se sintió inspirado por la combinación de la excitación y el desespero de no poder abordar a Greta:
Unwetto: Y ¿Qué te parece este otro tema? Me dirás si es algo que todo mundo repite: A ti, Greta ¿te importa el tamaño?
Thunberg: El tamaño ¿de qué?
Morley y yo fuimos entonces quienes nos palmeamos la cara.
Thunberg: Ay ¡no me digas que me vas a tocar esa fruslería de tema!
Unwetto: ¡Dime! ¿Te parece que es un tema que toco porque todo mundo habla de eso?
Thunberg: Pues sí (hizo un gesto bastante infantil).
Unwetto: Pues no. Todo mundo habla de eso porque sienten que lo tienen chico. Y yo toco el tema por todo lo contrario.
Greta se congeló. Ahí estaba Dobbery otra vez ‘pidiéndoselo’, aunque esta vez con sumo tacto.
Unwetto: (separa la espalda de cubierta y se apoya en un codo) Querida, Mylene y yo sabemos que tú ya habías visto mis fotos antes de conocerme.
Como Thunberg seguía congelada, Morley y yo nos pegamos a las orillas de nuestros asientos.
Unwetto: Dime ¿Te importa el tamaño?
Thunberg: Está bien, lo acepto. Una vez un activista en Suecia, que era medio-pervertido, me hizo una broma por Whatsapp. Me dijo «mira el nuevo miembro de la organización». Luego me desplacé hacia abajo en tu foto y vi a qué miembro se refería. ¿Quieres una respuesta honesta? Si no supiera que… que eres tú… pues el tamaño no me importaría. Pero me importa justamente porque sé que eres tú. ¿Si me entiendes?
Morley y yo ya estábamos de pie frotando las yemas de los dedos delante de los monitores, como si estuvieran por cobrar el tiro del punto penal que definiría el mundial. La cámara espía estaba pegada al bauprés del Sophya. Hubo un corto silencio, durante el que Unwetto acarició a Thunberg por el costado del rostro. Morley balbuceaba «¡Genio, genio!». Thunberg se mordió los labios.
Morley: ¡Habla ya, tonta!
Thunberg: Tú has sido muy especial, muy respetuoso y decente conmigo. Pero es que yo soy vir…
Aunque es obvio que dijo “virgen”, la transcripción del audio no está completa debido a que la palabra es inaudible porque Morley y yo gritamos de emoción y golpeamos la consola.
Unwetto: (Tras acercarse a su oído, susurró) Te prometo que seré el doble o triple de gentil ahora (le besó el cuello).
El negro de Whatsapp rodeó a la delgada niña con su brazo y la hizo rodar sobre él, movimiento al que ella opuso nula resistencia. Estando sobre él, ella susurró:
Thunberg: ¿Aquí? Me siento rarísima. Vamos adentro.
Unwetto: Dime, en estos días que han pasado ¿qué no ha sido raro para ti?
Thunberg: Todo ha sido raro, pero entre más raro, también más maravilloso.
Empezaron a besarse. Morley y yo extendimos lo brazos al cielo.
John Unwetto acarició la espalda de Thunberg por varios minutos, con las yemas de los dedos, arriba y abajo, una y otra vez. El largo cabello de la menor se abría como alas de libélula hacia los lados. En un movimiento lento, Unwetto rodó y se puso encima de ella.
Yo: Ojalá y O’hara estuviera aquí.
Morley: Pero lo puede ver después.
Yo: No por ver el sexo, sino para que celebrara con nosotros.
O’hara había partido hacía 10 horas a George Town, al encuentro de quienes nos habían facilitado tanto el Sophya como el catamarán de vigilancia. Eran personas cuyos negocios se verían gravemente afectados en caso florecer las políticas en contra de la emisión de carbono. Después de hacernos el favor de prestar las embarcaciones, solicitaron un favor de vuelta y O’hara, se presentó ante ellos.
Entre tanto, Greta Thunberg perdía la virginidad con el negro de Whatsapp en la proa de un lujoso yate privado. John Unwetto estaba un poco perdido del control, debido a que al fin iba a penetrar a Greta. Pero podía concedérsele un poco de ímpetu. Le estaba succionando los carnosos pezoncitos a Thunberg, quien se mordía el labio de abajo con los dientes de arriba y se retorcía mucho. «Oh, Paul…» decía entre gemidos. Algo que no había sucedido nunca y agregaba aún más a los motivos de celebración de Cupido W. Nada de eso era nuevo para Thunberg, pues había tenido sexo, sin penetración de ninguna clase, con Dobbery durante días. Dobbery descendió por la sensual línea vertical que dividía en dos el dorso de Thunberg. La recorrió cual camino con sus labios hiper-dimensionados. Thunberg elevó la cadera como por un impulso no pensado y casi le pone el pubis en la cara a Dobbery.
Morley: Este arroz ya se coció.
Dobbery usó sus manos y quitó la parte inferior del bikini de Thunberg. Su pequeño y lindo trasero cayó ya desnudo en cubierta, donde a continuación cayó también Dobbery a practicar su frenético oral. Thunberg parecía desencajada. Por tanto hablar con psicólogos y psiquiatras durante las últimas semanas al preparar la misión, mi mente estaba en cierta medida trastocada y tendía a analizar todos los comportamientos de todo mundo —hasta los míos—. Ver a Greta Thunberg recibir la poderosa lengüeteada de Unwetto y cómo la joven hacía gestos que casi le deformaban la carita, cómo se apretaba un seno a poco de rayar en la violencia y cómo con la otra mano presionaba la cabeza de Dobbery contra su joven y bonita vagina, me hizo analizar la relación entre el placer y el dolor. Cualquiera que no supiera lo que es sexo y el placer que produce (un niño pequeño, por ejemplo), al ver esto, creería que Thunberg estaría sumergida en dolor. Pero la verdad es que le encantaba.
Morley: ¿Será que tiene la lengua igual de larga que el falo?
Yo: Pues eso parece.
Morley se fue por un instante y regresó con una botella de champaña. Empezó a abrirla pero al detuve:
Yo: No es tiempo de celebrar. Recuerda que el objetivo final no es que Unwetto la penetre, que ni siquiera eso sucede todavía. El fin último es que a ella deje de importarle su causa y que vuelva a salir a la arena pública y declare que no le importa. Ese día sí brindamos.
Morley descolgó los hombros.
Yo: Lo siento.
Morley: No, tienes razón.
Llegó el momento crucial. Unwetto se bajó la bermuda. Morley exclamó una palabra de grueso calibre. Yo también casi lo hago. Unwetto, experto y además, por naturaleza, gentil; se sentó y atrajo a la temblorosa Thunberg hacia sí. Después de varios segundos de titubear, ella bajó la mirada hacia el legendario falo. Con una mano y extrema timidez, lo agarró con una mano mientras con la otra se cubría la parte inferior de la cara. Dobbery seguía haciéndole caricias y le daba uno que otro beso en la cabeza. Después de otros muchos interminables segundos, Thunberg usó también la otra mano para explorar el enorme miembro. Lo acariciaba como a una mascota y este se ponía más y más erecto.
Morley: Tiembla como gelatina.
Una eternidad más pasó y Unwetto tuvo que actuar. Cogió a Thunberg por la nuca y la empujó hacia abajo. Durante el primer instante, ella se resistió pero pareció reconocer que aquél era su hombre y que no tenía nada qué temer.
Morley: Ahora sí ¡diga algo del cambio climático!
La acotación fue hecha por la agente en el momento exacto que la boquita delgada de Thunberg engulló el glande de Unwetto. El negro le empezó a hacer movimientos de perro en la cara, agarrándola del cabello. No hubo resistencia alguna, al contrario, al cabo de un minuto, Greta tenía agarrado el falo a dos manos y lo sobaba continuamente mientras succionaba. Parecía querer, como dirían en una película para adultos, ‘sacarle más jugo’. Cuando Greta pareció atragantarse, Dobbery sacó su cabezón de la boquita de la pequeña sueca, que descargó una marejada de fluidos entre saliva de ella, líquido pre-seminal de él y un excitante sonido gutural de intento de regurgitación. Dobbery usó su falo para dar golpecitos en la cara de Thunberg, a quien pareció fascinarle tal cosa. Inclusive estiraba el cuello para exponer más de su rostro a la deliciosa humillación. A continuación, Dobbery usó ambas manos para empujar a Thunberg de espaldas sobre la cubierta. Ella cayó con los ojos casi cerrados y frotándose con ambas manos su esbelto dorso. Dobbery se posó sobre ella con su descomunal herramienta en la mano.
Morley: (Me agarró de la mano) Llegó la hora.
El negro de Whatsapp penetró a Greta Thunberg, despacio, un centímetro por minuto. Ella seguía pareciendo ser objeto de tortura pero disfrutarlo. En momentos ponía ambas palmas sobre el pecho de Dobbery, pero luego volvía a ponerlas en su espalda animándolo a que empujara. Después de largos quince minutos, el juego de lenta desfloración terminó. Ella no pudo más. Era su primera vez. No iba a aguantar los 45cm la primera vez. Así, con más de la mitad del miembro por fuera, Dobbery bombeó. Greta Thunberg parecía estar en otro mundo. Incluso sollozaba, pero seguía hundiendo sus uñas en la espalda de Unwetto. Un cuarto de hora más pasó a la historia, tras el que Dobbery movió a su joven amante sobre él. Thunberg cabalgaba como una experta. Sus músculos traseros se movían sin el permiso de ella para engullir más y más falo. Sus glúteos parecían tener voluntad independiente y moverse como las mejillas de alguien que chupa a través de un pitillo. Los gemidos de Greta podían clasificarse como altamente excitantes. Cualquiera con un atisbo de empatía se mojaría de solo oírla. Dobbery seguía pasando sus manos de arriba a abajo por el dorso de Thunberg, quien se apoyaba del pecho de él y cabalgaba frenéticamente. En cierto momento, los movimientos de ella se volvieron más eléctricos y sus gemidos más ventrales e inconscientes.
Morley: Se va a venir. Brindemos, anímate.
Yo asentí. Mientras el chorro de espumosa champaña —y muy costosa, ya que también había sido suministrada por quienes nos proveyeron del Sophya— llenaba el vaso con su provocativo color y sonido, también el chorro de Greta Thunberg ocurrió. Dobbery detectó que ella chorrearía y terminó el coito para dejarla caer y estimularla un poco con la mano. El descontrol respiratorio de Greta estaba a tal punto que intentaba gritar pero solo le salían pobres graznidos. Temblaba ahí en la proa, despatarrada y como si agonizara, lanzando simpáticos chorros de su fluido femenil al mundo exterior.
Yo: No por la victoria, porque aun no la tenemos, pero brindemos por Greta (alcé mi copa).
Morley alzó la suya, pero antes que entre los dos produjéramos el sonoro clinc, el silencio fue roto por mi teléfono. En la pantalla decía “mensaje de O’hara”. Solté la copa para contestar. Mientras el negro de Whatsapp se masturbaba cerca del pálido y tembloroso rostro de Greta Thunberg, mis rodillas se desmadejaron y tuve qué agarrarme de la consola para no caer. El mensaje traía una foto. En ella se veía a la agente O’hara sentada en el piso, muerta y en un baño de su propia sangre. Estaba dándole la espalda a una puerta cerrada y un cordón unía su cuello y el pomo de la puerta. Un signo inequívoco de venganza illuminati. La llamada de los dueños del Sophya obviamente había sido falsa.
Yo duré en shock unos minutos, mientras Morley seguía deleitándose con el espectáculo en la proa del Sophya. Mucho después habría de contarme que Thunberg se restregó la esperma de Unwetto por todo el dorso y la cara, a dos manos.
Luego de eso, las sesiones con Greta transcurrieron de modo fúnebre. Tuvo que ser el propio Unwetto quien efectuara los análisis, que aunque salieron 100% satisfactorios, no dieron lugar a celebración alguna:
Unwetto (en un hospedaje en La Habana, Cuba) ¿Qué quieres hacer Greta?
Thunberg: Quiero ir a casa.
Unwetto: ¿Y los “Viernes por el Futuro”?
Thunberg: Estoy cansada de todo eso ¿sabes? Solo quiero ver a mis padres.
Lo que debió ser un estruendo de gritos de celebración y el sonido de champaña derramándose por parte de Cupido W, no fue nada más que un simple “misión cumplida” y el acto de apagar los monitores y la consola, por parte de lo que quedaba del equipo.
Una semana después, la tarea de re-poner a Greta Thunberg en los medios, ya desprogramada, estaba por concluir, pero efectuada por otro equipo. A lo que fue Cupido W, no le quedaba moral alguna.
Yo aguardaba en mi habitación de hotel en Washington, frente al televisor, esperando el histórico momento en que Greta Thunberg declarara que el cambio climático no era algo de qué preocuparse y que todos debían más bien divertirse y amarse. Después de la pomposa introducción de una presentadora de noticias, se conectó el satélite y apareció Greta Thunberg diciendo «Estuve ausente por unas semanas, pero ¡he regresado y mi determinación es más fuerte que nunca! El hecho que quieran desaparecerme o silenciarme solo demuestra que están desesperados y que ¡estamos ganando!» No pude sostener mi mandíbula. ¿La operación Semental Uno había fracasado? Mi celular sonó veinte minutos después y vi que en la pantalla decía “Mensaje de Dobbery”. Tuve miedo de abrirlo, de pensar que podrían haberlo matado también a él. Pero lo abrí, sin tener más opción, y apareció Greta. Estaba siendo grabada en secreto desde una ventana. Llevaba su cabello suelto, jardinera y sombrero. Hablaba por teléfono con alguien y se veía consternada. Luego, puso la cara quien grababa. Era el Negro de Whatsapp. Informó «Greta está conmigo. Lo ha estado todo el tiempo. Esa que salió en televisión no es la verdadera Greta Thunberg. Tememos más que nunca por nuestras vidas».
Así que la cábala había clonado a Greta Thunberg y seguiría con su agenda de mentir hasta obtener el control del mundo entero, como si nada.
Cómo desearía yo no haber perdido a O’hara; así podría darle más valor a que, si bien no salvamos al mundo, al menos salvamos al sujeto. Salvamos a Greta Thunberg.
FIN
Saludo muy efusivo a mi público, que no es el más grande pero es el mejor. Ser culto y ser pervertido no son cosas que riñen.
Más relatos:
Abducción Extraterrestre (¡o lo que m*erdas haya sido!)