Incesto Sexo con Maduras Sexo Oral Tabú

Mamá, la ejecutiva.

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Deben saber que mi madre, Carolina Méndez, de bien llevados cuarenta años, es una ejecutiva, directora de ventas de una importante cadena de supermercados en la ciudad de Concepción, donde vivimos en la periferia solos ella y yo.      Mi padre se marchó después del divorcio.      Alegó como causal que su esposa nunca estaba en casa, anteponiendo su trabajo a la familia, particularmente a él como marido.

Objetivamente, mamá esta casi siempre fuera de casa, o mejor dicho, está siempre en la oficina, en su trabajo, siempre ha sido así.

A decir verdad, a mí no me molesta, durante la mañana estoy ocupado en el colegio, de hecho, estoy cursando el cuarto año de la enseñanza media.      Por las tardes practico deporte, me estoy probando en un equipo semiprofesional.      Pero por las noches cuando vuelvo a casa a cenar, generalmente no hay nadie, la casa está oscura y vacía.

Con resignación, después de desvestirme, me doy una ducha tonificante.   Luego pongo la mesa para adelantar algo, después me boto sobre el sofá a ver tele por una hora y a veces hasta dos.      A menudo me alzo a buscar algo para picar, a mi edad tengo mucha hambre casi siempre.

Una cierta noche hice lo mismo de siempre, solo que esta vez me quedé con mi albornoz, me tiré sobre el sillón, pero en vez de ver la tele, puse un Cd porno que había arrendado mientras regresaba a casa, suponiendo que mamá iba a regresar tarde como todos los días y comencé a pajearme a voluntad.

Pero como siempre sucede, estaba ensimismado mirando la rubia que chupaba una pija mientras otro se la metía por el culo, cuando mamá entró en la sala de estar y me pillo con las manos en la masa, por decirlo dignamente.

—¡Ricardo! … ¿a tu edad sigues pajeándote? …

Me dijo con cierta displicencia, mientras yo trataba de cubrir mi erección.

—¡Mamá! … ¡Ehm! … yo …

Me ruboricé hasta los cabellos y traté sin lograrlo, encontrar algo sensato que decir.

—¡Hmmm! … ¿Es esto lo que miras cuando no estoy en casa?

Me dijo mientras sus ojos fijaban la pantalla donde la rubia estaba siendo follada con una pija en el coño y otra en el culo.

—No, mami … no …te lo aseguro … no te preocupes …

Mientras trataba de encontrar el maldito control remoto.

—… ahora lo apagaré … no te enojes conmigo, mami …

—¡Ah! … pero no importa … puedes continuar a ver tu película si quieres …

Y se dirigió hacia las escaleras para subir el piso superior.     ¡Maldición, qué lío!, pensé después de haber conseguido apagar el reproductor de discos.     ¡Qué vergüenza, Dios mío!      Ahora mamá pensará que soy solo un depravado pajero, considerando mis escasas experiencias sexuales, al menos hasta ahora.      Así que decidí ir a buscarla y pedirle disculpas y aclarar la bochornosa situación.    Corrí a mi cuarto a vestirme, luego de prisa me encaminé hacia las escaleras para subir a su habitación, pero casi me desplomo atónito cuando veo a mi madre que asomaba al inicio de las escalas vestida con una chaquetita corta de tul negro, un sujetador que a mala pena podía contener sus pechos exuberantes, medias negras y transparentes, un par de zapatos rojos con taco agujas de al menos quince centímetros, su coño estaba casi a la vista, cubierto solo con una tanga azul de material traslucido, estaba apoyada a la escala con su mano en su cadera, sus piernas esplendidas con muslos ebúrneos y macizos como columnas de mármol.

—¡¡Mamá!! …

Es la única cosa que pude balbucear en ese momento, mientras sentía que mi pija se endurecía como una roca al mirar a esta mujer maravillosa que se me presentaba delante, todavía estupefacto e incrédulo de verla vestida tan sexy, le dije.

—Pe-pero, mami …

—¿Qué? … ¿No es así como te gustan las mujeres? …

Me preguntó bamboleando las caderas mientras comenzaba a descender al piso bajo.

—Mamá … no hay ningúna más bella que tú …

Le murmuré profundamente convencido de lo que estaba diciendo y, de hecho, no siendo ya una jovencita, mi madre puede considerarse una verdadera MILF.

Bastante alta para ser mujer, uno y setenta y ocho centímetros, piernas largas y torneadas, dos magnificas tetas treinta y ocho, copa doble D, su piel es clara como el marfil, pelo castaño claro, liso y corto, sus ojos azules como el cielo de la mañana y una deliciosa boca con labios carnosos y rojos.

—¡Ah!, sí … ahora que estoy yo aquí, ¿no te interesa seguir viendo tu película? …

—Bueno, mami … ¡Ehm! … no sé … ¡Uhm! … en realidad …

—¿Qué pasa, Ricardo? … ¿Ya no quieres masturbarte con tu porno? … ¿Te avergüenzas de tu madre? … ¿No quieres que te vea mientras te masturbas? …

—No … quiero decir sí … pe-pero … ¡Uhm! … quisiera … ¡Ehm! …

—¿Qué es lo que quieres, Ricardo? …

La miré a sus preciosos ojos que se habían tornado color cobalto y audazmente le dije.

—Quiero masturbarme mirándote a ti, mamá …

Me miró abriendo ampliamente sus ojos y separando sus hermosos labios en modo lascivo.

—¡Cerdo! … ¿te parece lo apropiado para decirle a tu madre? …

Bisbiseó retrocediendo un poco, se apoyó en el reposabrazos del sofá y cruzó sus largas piernas modeladas finamente con sus medias oscuras.

—¡Demonios!, mamá … mira cómo me lo has puesto de duro …

Ella parsimoniosamente se acomodó las tetas y luego estiró sus manos para alcanzar mi pija que había crecido enormemente.

—¡Mmmmm! … házmelo ver …

—¡Oh!, mami … me gusta que seas un poco puta …

Ella me acarició por sobre mis pantalones y me instó a sacármelos diciendo.

—¡Oh, vamos! … ¡Saca esa bendita polla y has lo que tienes que hacer! … ¡No tengo toda la tarde para estar aquí? …

—Bien … si eso es lo que quieres … ¡aquí va! …

Le bisbiseé entre dientes, me puse casi frente a ella para poder mirarla.      Saqué mi polla la que se extendió en toda su gloria de veinte y un centímetros, desde la base de mis cojones hasta llegar a mi amoratado glande que brillaba y comenzaba a rezumar algunas gotas de semen.

—¿Qué te parece, mami? … ¿Es de tu agrado? …

—¡Diosito santo, Ricardo! … tienes una pija enorme …

Balbuceo fijando sus ojos en mi pene.

—¿Te gusta, mami? … No es el mismo que tomabas en tus manos cuando me bañabas, ¿verdad? …

—¡Vamos, Ricardo! … ¡Tócate! … ¡acarícialo, hijo! … ¡mastúrbate mientras estoy aquí medio desnuda para ti! … ¡Vamos, hazlo! …

Me senté al borde del sofá, levanté mis piernas abriéndolas al máximo para mostrarle mis bolas peludas y el orificio de mi culo, luego aferré mi pija y comencé a pajearme con estudiados movimientos en forma lenta y parsimoniosa, echando para atrás mi prepucio y esparciendo mi semen sobre mi glande hinchado.

—¿Te gusta cómo me masturbo, mami? …

—¡Oh, sí! … me encanta … y a ti ¿te gusta mirarme? … ¿me encuentras mejor que tu video porno? …

—Cierto que sí, mami … eres mucho más hermosa que cualquiera de esas actrices …

—Entonces mírame … mira lo que te muestro ahora …

Me dijo a baja voz y luego con un fluido movimiento subió sus piernas al sofá y las abrió de par en par, mostrándome su pubis apenas cubierto por su tanga traslucida.      A continuación, con un veloz ademán hizo un poco hacia un lado ese minúsculo calzoncito, dejando expuesta su maravillosa vulva de labios grandes y oscuros, completamente depilada como de una recién nacida.

—¡Oh, mami! … pero que hermosa panochita que tienes …

—¿Te gusta, cariño? … por aquí es por donde naciste tú … ¿sabes? …

Me dijo mientras acariciaba sus labios y los abría para mostrarme lo mojada que estaba.      Miré el interior del tierno coño de mamá, con carnosos pliegues de color rosado, relucientes de fluidos que no cesaban de emanar de sus profundidades.

—¡Ay! … ¡Qué carajo, mami! … ¡me estás matando!

Mamá deslizó sus manos bajo la chaquetita de tul negro y las metió detrás de su espalda aflojando el gancho de su sujetador, inmediatamente sus enormes tetas se vinieron hacia adelante, ella las contuvo con sus manos y pellizco sus pezones endurecidos diciendo.

—¿Te gustan mis tetas, hijo? … ¿Te gustaría si me masturbo junto a ti? … ¿qué dices? …

—¡Oh, sí! … me gustaría mucho, mami … es mi fantasía favorita … masturbar mi pija mientras tu masturbas tu coño …

Ella abrió su coño con dos dedos de su mano izquierda y se penetro a si misma con tres dedos de su mano derecha lanzando un gemido muy fuerte.

—¿Deveras, hijo? … podrías habérmelo dicho antes y quitarnos entre ambos este antojo tuyo …

—Bueno … no es solo esa mi fantasía, mami … también tengo otros sueños …

—¿De qué se trata, Ricardo? …

Dijo deteniéndose un poco a mirarme, ella lucía preciosa con una mano sujetando sus tetas y la otra follando su coño.

—Dímelo, hijo … quiero saberlo …

Envalentonado dadas las circunstancias, le dije.

—Mami … me gustaría metértelo en la boca … quisiera que me lo chuparas, mami …

Me miró a los ojos con cierta arrogancia e inesperadamente me preguntó.

—¿Quieres que te la chupe como la puta de tu video porno? …

—Bueno, mami … más o menos … sí … chúpamelo, mami …          

—¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? … no es una cosa que todos los hijos le piden a sus madres, ¿verdad, Ricardo? …

Aparté las manos de mi pene y lo deje libre para que pulsara y blandiera el aire frente a los ojos de mamá, logré su atención y ella miró mi pija como si tuviera un embrujo oculto, mi polla estaba dura, brillante, con restos de semen y se erguía en toda su longitud llegando a golpear mi vientre.      Entonces le dije.

—Sí, mami … eso es cierto … pero dadas las circunstancias en que nos encontramos tu y yo en estos momentos … creo que deberías probar, mami … prueba mi polla con tus labios … hazlo, mami …

—Pero, Ricardo …eres un cerdo …

Bisbiseó mamá irrequieta en su sillón y dándole miradas de fuego a mi pene.

—Lo sé, mamá … son mis fantasías contigo … ven, mami … hazla realidad …

Como estaba vacilando y titubeando mucho, le dije lenta y suavemente, pero perentoriamente.

—¡Vamos, mami! … ¿me vas a chupar o no mi bendita pija? …

Como si reaccionara saliendo de un trance, se movió del sofá y vino a arrodillarse entre mis piernas diciéndome.

—¡Oh, sí! … tesoro … tienes una pija preciosa … quítate todo, mi amor …

Entonces me saqué mi remera, quedando completamente desnudo ante ella y a su disposición.      Apenas me senté, sus manos aferraron mi polla rígida y vigorosa, luego se hizo un poco adelante y la colocó entre sus fabulosas tetas y me apretó en sus dulces, tibios y esponjosos pechos.      Mi verga alcanzaba hasta sus carnosos labios, pero ella no hacía ningún intento de hacerlo entrar en su boca, solo mecía sus tetas envolviendo por completo mi pija.

Mamá aferró mi pene, echó todo mi prepucio hacia atrás, luego apuntó mi glande con gotitas de esperma a su pezón izquierdo y lo embadurnó de semen, luego repitió todo embetunando su pezón derecho, después quiso follar el pequeño orificio de mi glande con su enorme pezón.      Sin duda mamá se estaba divirtiendo.

Ella luego tomó un poco de distancia y acarició mi pija en adoración, lo miraba y recorría con sus dedos toda mi longitud apreciando sus sedosa turgencia y lo volvía a repetir una y otra vez, como si no creyera de tener la verga de su hijo en sus manos maternales.

Repentinamente se detuvo, con ambas manos hizo retroceder mi prepucio todo hacia atrás, se inclinó y sacó unas renovadas gotitas de semen con su lengua, con una mano mantuvo mi capullo arremangado y con la otra acarició mis afelpados cojones, después su lengua comenzó a barrer mi glande amoratado en círculos y luego lamio mi verga como si fuera un como de helado, de abajo hacia arriba, una y otra vez.

—¡Oh, Dios! … Ricardo … tienes una polla exquisita …

Susurró levantado sus azulísimos ojos para clavarlos en los míos, su mirada expresaba toda su lujuria y cachondez.      Mamá estaba caliente.

—¡Hmmmm!, mami … que rico que me lo haces …

—Si te gusta … espera a que empiece a devorártela …

Y así diciendo, mamá abrió su boca cual, si fueran fauces y, sin apartar sus ojos de mí, se lo metió en su boca, engulló centímetro a centímetro mi pija hasta casi tocar mi pelvis.      Mi verga descansaba en lo profundo de su garganta.      Hacía unos sonidos como si estuviera ahogándose, luego en un estallido de saliva, lo hizo salir de su boca.

—¡Maldita sea!, chiquillo … ¡Sí que la tienes grande! … ¡Casi me disloco la mandibula! …

—¡Vamos!, mami … no es para tanto … tu puedes … tu sabes …

Le pedí animosamente.       Sonriéndome traviesamente y con sus ojitos brillantes, volvió a chupar mi verga con renovadas energías, se la metió en su boca y trataba de estrangularla entre su lengua y su paladar, movía su cabeza de lado a lado y luego verticalmente.      Sin embargo, mamá cambió su técnica metiéndosela varias veces hasta el fondo de su garganta, para luego casi hacerla salir toda de su boca y después volverla a engullir enérgicamente con más y más furia, yo gemía ruidosamente como un cordero camino a la carnicería.

Casi instintivamente, levanté mis piernas y apoyé los talones en el sofá para dejarle más espacio, pero ella pareció enloquecer, clavo sus uñas en mis muslos y los tiró hacia arriba exponiendo mi culo a su lengua.      Comenzó a lamer mi rugoso ano, tratando de follarlo con su lengua, me estaba haciendo ver estrellas de todos colores.      Iba de mi pene a mi ano en forma fugaz y enérgica, jamás pensé a mamá en estas maniobras cachondas exquisitas, me estaba enseñando y haciéndome experimentar toda su experiencia de mujer.

Sin previo aviso se detuvo, alzó un poco su torso haciendo que sus tetas se bambolearan hacia adelante amenazadoramente sin dejar de masturbarme con sus dos manos, tampoco dejaba de mirar mi pene duro como el acero, pasó su lengua por la comisura de sus labios y me preguntó.

—¿Sabes porque me detuve, hijo? …  

Miré sus maravillosas tetas que se mecían al ritmo de su afanosa respiración y le respondí.

—No, mami … dime por qué …

—Porque te voy a follar, hijo … ¿te gusta la idea? …

—¡Oh!, sí … yo también quiero, mami …

Se puso de pie con una mirada dominante, se pavoneo ante mí con sus hermosas curvas de mujer madura.

—Tengo ganas, cariño … tengo muchas ganas de follar con esa enorme pija tuya …

—¡Guau, mami! … eso es fantástico …

Se liberó de sus diminutas bragas y pasó sus dedos sobre su esponjosa y mojada vulva, preparándola para el incestuoso coito.      Mirando mi pija y a mi alternativamente, se acercó a mí.

—Mantenla firme, cariño … te voy a montar …

La obedecí de inmediato aferrando mi polla con una mano y apuntándola su lampiño ojete vaginal, esperando expectante la dulzura tibieza de su coño arrulando mi verga.      Se apoyó en mis hombros, levantó su rostro hacia el cielo y con sus ojitos cerrados comenzó a menear su cálida hendedura sobre mi glande enhiesto, para después comenzar a descender con su cuerpo y su vagina fue penetrada por mi pija dura como el granito, no se detuvo hasta sentarse sobre mis bolas.      Mamá estaba empalada en mi polla.

—¡Uy!, Ricardo … me llenas toda …

Dijo enterrando sus uñas en mis hombros, bajo sus ojos a mirarme con su rostro deformado por la lujuria.

—¡Ay!, Diosito … nunca había tenido una pija tan grande dentro de mí … me has llenado el coño …

—Mami … estoy todo dentro de ti …

Le murmuré mientras con las palmas de mis manos acariciaba sus muslos desnudos, para luego moverlas hacia arriba y apoderarme de sus sinuosas caderas.

—¿Te gusta, mami? … ¿Te gusta sentirlo dentro de ti? …

—¡Oh, sí! … cariño mío, métemelo todo …

Abrió las puntas de su chaquetita liberando sus enormes senos que se mecían ondulando con el movimiento de su cuerpo.      Yo se la abrí un poco más para acariciar esos melones maduros.

—¿Quieres que me la quite, tesoro? …

—Sí, mami … te quiero toda desnuda …

Entonces ella elegantemente y con malicia, empujó sus tetas en mi rostro y se libero de su chaqueta, lamí sus pezones y aprisioné uno entre mis dientes haciéndola chillar.       Mamá movía y giraba su pelvis, casi bailaba sobre mi nervuda pija incrustada profundamente en su vientre.      No sé que me paso por la mente, pero espontáneamente le grité.

—¡Zorra! … ¡Maldita puta caliente! … ¡Dame tu coño sucio para follarlo como la puta que eres! …

Al mismo tiempo, mis manos se apoderaron de sus tetas que comencé a manosear con lascivia y voluptuosidad, colmando mis manos con ellas.      Mamá gimió a alta voz balbuceando.

—¡Oh!, sí … Ricardo … soy tu puta cachonda … como esa de tu video porno … fóllame … fóllame fuerte … quiero más de tu bendita polla … ¿te gusta follar a mami? …

—Sí, mami … me gusta … quiero follarte siempre …

Mamá con entusiasmo comenzó a casi saltar sobre mi verga, subía y bajaba gimiendo y chillando cada vez más de prisa a medida que su vagina se lubricaba con mi semen y sus fluidos convirtiéndose en el paraíso celestial para mi polla.

—¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ummmm! … ¡Hmmm! … ¡Ooohhh! … ¡Ah! … ¡Ah! …

Gimió mamá inclinándose y haciendo enterrar mi cara en sus abultados pechos, inhalé el embriagador aroma de mamá, agarré sus nalgas y comencé a enterrarle mi ariete caliente en su acogedora cuevita con todas mis fuerzas, ella se balanceaba casi con sus piernas levantadas del piso, dejándose caer con todo su peso sobre mi pene hasta estrellarse contra mis bolas gritando con lujuria.

—¡Oh, sí! … fóllame … fóllame duro … destruye mi coño … haz pedazos mi panocha … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡oooohhhh! ….

Levanté a mamá casi en vilo y la lancé contra el sofá, luego sin perder un segundo me boté sobre ella volviéndola a empalar violentamente con mi pija entiesada.     

—¡Oh!, sí … ¡Oh!, sí … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡parte mi coño en dos con tu enorme pija! … ¡Fóllame duro! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ooohhh! …

Ella se había abrazado con brazos y piernas a mí y yo la follaba enardecido, como queriendo meterme de cuerpo entero otra vez en su vientre materno, le di golpes durísimos que la hicieron gritar, chillar y arañarme la espalda.      En eso sentí el cosquilleo en mis bolas preanunciando mi corrida y se lo hice saber a mamá.

—¡Oh! mami … ¡Mmmmmm! … me voy a correr, mami …

—¡Oh!, Ricardo, querido … córrete sobre mis pechos y en mi cara … báñame con tu leche, tesoro …

Murmuró mamá con su cara llena de gozo.      Me levanté y me aparté ligeramente de ella, luego me masturbé hasta sentir los chorros fluir por mi pija, eyaculando sobre su rostro y senos, en un momento que abrió su boca, aproveché para rociar sus labios y empujar mi pija dentro de ella disparando un par de chorros en lo profundo de su boca.

—¡Hmmmm!, tesoro … aparte de hermosa, tu pija es muy sabrosa … ¿Me das más, cariño? …

—Sí, mami … toh-toma … tiene … toda para ti …

Le dije estrujando las últimas gotas de mi semen sobre sus tetas.       Ella se miro encantada sus senos llenos de leche y me dijo.

—Pero, mira que desastre … necesito algo … tráeme una toalla, hijo …

—Sí, mami …

Partí de carrera al baño y traje dos toallas, con una ella empezó a limpiar su rostro y yo colaboré a limpiar sus pechos y vientre con la otra.      Mi madre se había quitado las medias oscuras y ahora estaba completamente desnuda, había levantado una pierna sobre el sofá y me mostraba descaradamente su hermoso sexo, con labios gruesos y goteantes de fluidos.      Mamá me miró con una picara sonrisa y me dijo.

—Límpiame aquí abajo, hijo …

Me arrodillé a limpiar sus muslos húmedos, secando algunas gotas de semen salpicadas en todo su cuerpo, me detuve a admirar sus espectacular vulva inflamada y ella me dijo sin más.

—¡Lámela! … ¡Haz que me corra con tu lengua! …

Por supuesto que no podía hacerme repetir una solicitud tan exquisita como esa.      Puse la toalla bajo mis rodillas y me acerque a su panocha que ella estaba abriendo con sus dedos.      Primero inhalé esa esencia deliciosa de su sexo, mi nariz tocó el montículo de venus a centímetros de sus encharcados labios, la densa secreción de su vagina me atrajo apeteciblemente, deseaba saborear esos caldos espesos de su coño; luego sin freno me sumergí en ese efluvio gustoso de humores que emanaban sus rosadas carnes, mientras mamá se contoneaba enloquecida meneando sus caderas.

—¡Oh!, sí … ¡Oh!, sí … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … sigue … Ssssiiii … me estas haciendo correr … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Dios, mío! …

Exaltado por los chillidos de mamá, me dediqué a fondo a lamer y chupar su conchita, una vez sus labios y otra su turgente clítoris, concentrándome con placer a comerme su botoncito mientras ella tironeaba de mis cabellos y se corría como una puta.

—¡Ummmm! … ¡Ssiii! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … Ricardo … me corro … ¡Ah! … ¡Ah! … me vengo, hijo … ¡Aaaahhhh! … ¡Ah! … ¡Ah! …

Gritaba sacudiendo su pelvis que tiritaba incontrolablemente, al mismo tiempo había agarrado mis cabellos y me sujetaba firmemente contra su chocho.

—¡Oh, Dios! … ¡Oh, Dios! … ¡Bellísimo! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ummmm! …

—¿Te ha gustado, mami? … ¡Lo hice bien? …

—¡Sí, cariño! … ¡Ssiii! … ¡Estuviste fantástico! … Pero, Ricardo, me ha dado hambre … ¿tú como estas? …

—También yo, mami … el sexo abre el apetito …

Le dije guiñándole un ojo, ella sonriendo dijo.

—Entonces ven … vamos a comer algo …

Nos dirigimos desnudos a la cocina, mamá nunca se había visto tan hermosa con toda su humanidad sin tapujos de ninguna especie.      Ella abrió unas latas y preparo una ensalada de lomitos de atún con tomate y verduras varias.      Comimos en silencio, de vez en cuando nos mirábamos y sonreíamos satisfechos y alegres.      Cuando terminamos mamá dejo la vajilla en el lavavajillas y me llamó para que me sentara a su lado diciéndome.

—Ricardo … quiero mi postre …

Estiró su mano y comenzó a acariciar mi pija.

—¿Todavía tienes apetito, mami? … ¿Qué te gustaría comer? …

Le pregunté mientras mi verga comenzaba a endurecerse en sus manos expertas y me contesto de inmediato.

—¡Mmmmm! … Sí … ¡Esto! …

Y envolvió mi pene con su mano.

—Pero, mami … si me la pones dura otra vez … tendré que follarte …

—¡Oh! … pero eres incorregible, Ricardo … eres un semental puro y duro …

Me dijo apretándome la pija y devolviéndome una mirada lasciva.               

—Entonces, mami … chúpamela … chupa mi pija como tu sabes, mami …

Mi madre de inmediato se puso a la tarea.      Comenzó a masturbarme jadeando y mirando mi verga crecer.      Luego me sorprendió diciéndome un montón de obscenidades que al parecer la calentaban aún más.

—No eres nada más que un cabrón … un cerdo sucio y lascivo … que no piensa nada más que en follarse a su propia madre …

De vez en cuando se detenía para chuparme la pija vigorosamente, envolviendo mi glande con su jugosa lengua y después sujetándolo a la base de mis bolas para engullirlo repetidas veces.      Todo el rato no dejaba de mirarme escrutando mis reacciones a sus deliciosas lamidas y chupadas.      En menos que canta un gallo, mamá me tenía pronto para correrme.      Su boca era de algodón, de ensueño, acariciando sus cabellos le dije.

—Mami … me quedaría toda la vida recibiendo tus cariñitos … ¿sabes? … pero …

Se quedó mirándome, esperando que terminara la frase, como no lo hice, me espetó.

—Pero ¿¿qué?? …

—Pero ahora quiero volver a follarte, mamita querida …

—En este momento yo también quiero que me follen … ¡Oh!, Ricardo … quiero sentir tu grande pija corriéndose en mi coño …

—Bueno … entonces siéntate en la mesa …

Mi madre rápidamente se puso de pie, despejó parte de la mesa y se sentó sobre ella expectante de lo que yo iba a hacer.      Le agarré de los tobillos y le hice levantar sus piernas, haciéndole apoyar los talones en el borde de la mesa, mamá se recostó en sus codos y su vulva como una obscena flor se abrió con el florecer de una flor, quedó justo a la altura de mi glande, entonces le pregunté.

—¿Estás lista, mamá? …

Al tiempo que empujaba mi violáceo pene a la hendedura de su rajita vaginal, comenzando a frotar mi carne endurecida con sus delicados labios hinchados.

—¡Ummmm! …

Ella jadeaba evidentemente tan excitada como yo, o tal vez más,

—¡Oh!, sí … querido … métemela toda … estoy mojada como una puta …

Simplemente empujé un poco mi pelvis hacia adelante, su coño lubricado facilitó una inmediata penetración y con una enérgica embestida, enterré mi pija como un cuchillo caliente se desliza en un pan de mantequilla.

—¡Hmmmm! … ¡Oooohhhh! … ¡Dios mío, Ricardo! … no sé si algún día me acostumbraré a tu enorme polla …

—No tienes que acostumbrarte, mami … tienes solo que disfrutarla …

Le dije colocando mis manos en sus rodillas y comenzando a follarla con fuertes embestidas.

—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii!! … ¡Vamos, Ricardo! … ¡haz que lo sienta y lo goce, hijo! …

—¡Toh! … ¡Toh! … ¡Toma puta caliente! …

Clavando mi pija hasta que mis bolas azotaron sus nalgas, volví a sacarla y luego otra vez le di un golpe violento y con entusiasmo, gruñí como un jabalí mientras ella chillaba y aullaba como una loba en celo, al mismo tiempo que aferraba los bordes de la mesa y empujaba su coño contra mi pija.

—¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Qué rico que me follas, hijo! … ¡Oh, Dios! … ¡Oh, Dios! … nadie me ha follado como tú …

—¿Deveras, mami? …

—Sí, pero estoy muy incómoda sobre esta mesa que parece que de un momento a otro se romperá …

Me detuve de golpe, quería hacerla gozar de verdad y si no estaba cómoda, de seguro no lo disfrutaba como debería.

—Mami … ¿Por qué no vamos a tu cama? …

Se enderezó un poco más y miro su panocha ensanchada por mi enorme polla empapada en sus jugos vaginales diciendo.

—Está bien … ¡Rápido! … ¡Vamos! …

Se bajo de la mesa, me tomo de la mano y me llevo hacia arriba a su habitación, nos tumbamos en su cama y comenzamos a acariciarnos y besarnos

—Te quiero, Ricardo … ¿sabes?

Dijo mamá acariciando mis pectorales, yo pensaba en tener más sexo con ella y le dije.

—Mami … ¿por qué no hacemos un sesenta y nueve? … ¿Quieres? …

—¡Pero, Ricardo! … eres un cerdo … no piensas nada más que a follar …

—No jodas, mamá … también a ti te gusta que yo te rompa el coño … ahora quiero comértelo, mami …

Le dije abalanzándome sobre sus magníficas tetas.

—¡Mmmmm! … está bien … ¿quieres estar encima o debajo de mí? …

—Encima, mami … así podrás lamerme el culo …

—¡¡Diosito santo, Ricardo!! … ¡He creado un monstruo! …

Me dijo sonriendo lascivamente, luego se acomodó al medio de la cama de espalda y yo monté a horcajadas su cabeza, me incliné sobre su afrodisiaca vulva y la abrí con mis dedos, luego metí mi rostro dentro de ese charco delicioso de mamá, hozando y libándome de su néctar exquisito, mi nariz toco su engurruñado orificio anal, parecía un agujero ligeramente oscuro y lleno de estrías, también separé sus nalgas y mi lengua exploró y saboreó esa ambrosía celestial.

Mamá chillaba, gritaba y no cesaba de chupar y engullir mi verga, a ratos se atosigaba y tosía, se llevó mis cojones uno a la vez a su boca y jugo con ellos, mientras yo le chupaba su culo, ella también me abrió los glúteos y enterró su cara entre mis posaderas, me produjo una especie de paroxismo y estuve a punto de descargar mi semen en sus pechos.      Se detuvo un poco a recuperar su aliento cuando dejé su culo y comencé a follar su panocha ardiente con mi lengua.      Sus fluidos eran tantos que comencé a beberlos a cortitos sorbos, ¡Qué manjar más delicioso!

Mientras follaba animosamente su conchita, mamá comenzó a mover sus piernas aparentemente sin control.      Primero las abrió de para en par, luego intento cerrarlas presionando mis mejillas, después su pelvis se volvió como loca, hundió su vientre y comenzó a convulsionar, yo me aferré de sus muslos y no deje de lamer su encharcada panocha.      Ella gruñía y resoplaba, entonces gritó.

—¡Mierddd!, Ricardo …. ¡Ssiii! … ¡No te vayas a detener! … ¡Sigue! … ¡Ah! … ¡Ah! … ­¡Hijo! … ¡Ssssiiii! … ¡Ooohhh! … me corro … ¡Ricardo, me corro! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Oooohhhh! …

Mamá no cesaba de mover sus piernas y chillar, mientras yo lamía su coño como poseído, entonces ella me urgió con voz ronca entre bufidos.

—Ven, Ricardo … móntame y fóllame … quiero sentir tu polla gigante en mí … dámela, hijo … méteme tu polla bendita … fóllame … fóllame … fóllame …

—¡Que hermosa eres, mamá! …

Dije mientras me ubicaba entre sus piernas que ella había recogido un poco hacia arriba y las mantenía abiertas de par en par para mí.      Mi pija bañada con su saliva, se sumergió como un siluro en ese océano estrecho y cálido de su vagina, sentí como sus músculos envolvían mi polla, nuestros huesos pélvicos se estrellaron y mamá cerró su piernas a mi alrededor como un candado, me abrazó y se refugio escondiendo su rostro en mi cuello, solo escuchaba sus susurros y gemidos.

— Fóllame … fóllame … fóllame … ¿Te gusta sentirme así de caliente, Ricardo? …

—Te adoro toda entera, mamá …

Le dije mordisqueando su lóbulo y comenzando a follarla primero con dulzura, para luego enterrarle mi pija sin piedad hasta sacarle los más variados chillidos.      Su cama crujía y rechinaba.      Mamá me apretó fuertemente contra sus maravillosos senos y gritó.

—¡Ah! … ¡Ah! … vas a destrozar mi coño … pero sigue, hijo … ¡fóllame más! … ¡fóllame siempre! … me voy a correr … ¡Ssiii! … me voy a correr …

Metí mis manos bajo sus glúteos y embestí su coño con todas mis fuerzas, mis bolas azotaban sus blanca nalgas y sentía mi esperma hervir y a punto de explotar.

—Ma-mami … yo también me voy a correr … mami, es tan rico follarte … no puedo aguantar más, mami … te voy a llenar con mi lechita …

—Ricardo aguanta … ¡por Dios, aguanta! … no me vayas a dejar así … espera, ¡por Dios! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Oooohhhh! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Hijo! … ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Córrete dentro de mí, Ricardo! … ¡Ahora! … ¡Córrete dentro del coño de tu madre, hijo! …

Me dijo convulsionando espasmódicamente bajo de mí, su orgasmo la había hecho estremecer y no pude contenerme más.

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Toma! … ¡Toma! … ¡Que rico que es tu coño, mami! …

Mientras descargaba chorro tras chorro de esperma, contorsioné mi cuerpo para devorar sus sudadas tetas y morder sus apetecibles pezones, el goce con mi madre era indescriptiblemente delicioso, mi piel se había sensibilizado de tal manera que sentía los vellos en mis brazos que se erizaban.

Mantuve mi verga dentro de ella, hasta que sus piernas se relajaron y suavemente me recosté a su lado, mis dedos acariciaron su vulva y chapotearon en los fluidos que emanaban de ella, mamá tenía su coño rebosante de nuestros tibios humores.      Puso su mano sobre la mía y acompañó mis dedos que jugaban en sus inflamadas carnes.

—¿En que piensas hijo? …

—Quisiera estar siempre dentro de ti, mamá … me parece maravilloso haber salido de esta cuevita como un bebé y haber vuelto a entrar en ella como un hombre … te amo, mami …

Ella se abrazó a mi y sollozó en silencio por largo rato.      Desde ese día nos convertimos en amantes.      Ella trabaja con tesón, pero regresa a casa temprano y los fines de semana son nuestros, solos ella y yo.      Por supuesto que nuestra actividad favorita es botarnos sobre su lecho a amarnos y amarnos.      Ella parece rejuvenecida y yo he madurado bastante, pero tuvimos que sustituir su desvencijada cama que no nos dejaba en paz con sus crujidos y chirridos, ahora tenemos una amplia cama de agua y mamá es todo un espectáculo cuando la observo desnuda, longilínea, voluptuosa y sus enormes tetas que se mecen al compas de la cama de agua. Nunca me canso de ella ni ella de mí.

 

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luisa_luisa4634@yahoo.com

 

 

Mi mejor amiga.
Hablemos de mi madre 1

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  1. Debo mencionar que desde que entre a este sitio soy un obsesivo admirador y lector de tus textos. Los temas la descripción excitante morbosa y sexual en cada uno me hace disfrutarlos siempre. Felicitaciones y seguiré leyendo extasiado por cada nuevo y erotico texto