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Nueva vida Capítulo 3 Una noche inolvidable

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Con el pasar de los minutos la adrenalina y la excitación comenzaron a menguar y el dolor de sus nalgas se volvió cada vez más fuerte. El tragar la saliva, que poco a poco se acumulaba en su boca, resultaba cada vez más difícil y poco a poco hilos de baba comenzaron a escaparse por la comisura de sus labios hasta caer sobre la almohada. Las gotas de semen que empezaban a derramarse por entre sus nalgas dibujaban un fino camino blanco sobre su enrojecida piel. Sus brazos, inmovilizados a sus espaldas, comenzaban a entumecerse y con el pasar de los minutos su nerviosismo era cada vez mayor. A la distancia Andrés solo podía escuchar el agua de la ducha caer. No sabía dónde estaba, ni con quien. No podía entender que le había pasado por la cabeza en el momento que decidió bajar del autobús con ese extraño, pero ahí estaba y cada vez sentía más temor.

Cuando el agua de la ducha dejó de escucharse a la distancia, todo el cuerpo de Andres se congeló, sus ojos se abrieron más que nunca y todos sus sentidos se enfocarón en intentar escuchar algo más.

Pasaron unos minutos en los cuales solo los latidos de su corazón y sus dudas eran las únicas cosas que lo acompañaron. Finalmente la puerta de la habitación se abrió y por unos segundos su corazón se detuvo.  

 

Honestamente no esperaba volver a casa con una cosita tan putita, pero no me quejo, de verdad que no me quejo¿Te gustó? dijo el hombre mientras se acercaba a Andres, lo colocaba boca abajo y desataba sus manos.

 

 Andres frotó sus brazos, aún entumecidos, intentando que la sangre vuelva a circular con normalidad y estiró su cuello para ayudar a su hombre a retirar la mordaza. Con el revés de su mano limpio el resto de saliva que aún colgaba de sus labios y sin decir palabra beso la mano de su señor.

El hombre respondió tomando por el mentón a Andres y levantando su rostro hasta que sus ojos por primera vez se encontraron. Luego de mirarse por unos segundos, el hombre besó sus labios con delicadeza y sin soltar su mentón, lo obligó a ponerse de pie, lo guió hasta el baño, le entregó una toalla y salió sin decir más.

El agua que caía sobre él fue un regalo que arrastraba a su paso todo el cansancio acumulado en su cuerpo y daba descanso a sus doloridas nalgas. Con paciencia y delicadeza Andres se enjabono el cuerpo, lavó sus nalgas e introdujo lentamente un dedo en su ano para dejar salir los restos de semen que aun conservaba en su interior. Cuando por fin se sintió limpio salió de la ducha y se secó por completo. Inconscientemente buscó su ropa pero no tardó en recordar que se encontraba tirada en la entrada, junto a la puerta. Ya algo avergonzado por su comportamiento, se colocó la toalla en su cintura, abrió la puerta del baño en silencio y salió del baño en busca de su ropa. La casa de esté hombre era bastante más grande que su pequeño departamento. En las blancas paredes colgaban algunos cuadros. El amplio living era el centro de la casa y solo una larga barra lo separaba de la cocina. Además de la puerta que daba a la calle, la de habitación donde el hombre lo había llevado y la del baño, había otras dos puertas más en la casa. Su curiosidad le imploraba averiguar a donde llevaban esas puertas pero sus nervios y vergüenza lo obligaron a bajar la cabeza y dirigirse hasta la entrada, para buscar su ropa.

 

¿A dónde vas? Dijo una voz en el momento justo en el que Andres se había agachado para recoger sus pantalones Todavía tenemos tiempo, vení acá y chupamela un rato.

 

La voz en medio del silencio tomó a Andres por sorpresa e hizo que de un pequeño salto hacia atrás, pero su corazón no tardó en calmarse, las palabras de aquel hombre parecían tener poder sobre él. Andres giró rápidamente y lo vio, sentado en un sillón, totalmente desnudo, con una lata de cerveza en una mano y el control remoto de la televisión en la otra. El hombre ni siquiera lo miró, separó sus piernas, le dio un sorbo a la lata y prendió la televisión. Andres no tardó en entender que debía hacer, dejó caer la toalla junto a su ropa y se apresuró a acomodarse entre las piernas de su señor. Mientras lamía y chupaba las bolas de su hombre podía oír como los canales pasaban uno tras otro, sin detenerse por mucho tiempo en ninguno. El ruido del aparato pronto se entremezcló con el sonido de los leves gemidos que Andres soltaba cada vez que su lengua acariciaba los huevos y los cubría de saliva. Finalmente el zapping terminó en un canal de deportes, por lo que Andres podia oir se trataba de un partido de la segunda división y no parecía un partido muy interesante, pero al parecer había llamado la atención de su señor, ya que por fin dejó el control a un lado y utilizó esa mano para tomarlo del cabello. Con un solo tirón, separó la cabeza de Andres de su entrepierna para luego volver a empujarlo hacia abajo, pero esta vez apuntando la boca de Andres a su verga. Él entendió rápidamente que debía hacer, abrió su boca y se dejó guiar por la mano de su hombre. Su señor deseaba usarlo una última vez para masturbarse y él debía dar su mayor esfuerzo para complacerlo.

 Su cabeza subió y bajó incontables veces, en muchas ocasiones intentó usar su lengua para acariciar el glande de su hombre, pero, a pesar de sus intentos, no podía sincronizarse con el ritmo que la mano marcaba. Finalmente dejó de intentarlo y sólo se preocupó por no ahogarse en esas ocasiones en las que su señor decidió presionar por unos segundos su cabeza hasta que la punta de su nariz lograba tocar con su pelvis. Los gemidos que su macho comenzó a dejar salir lograron excitar nuevamente a Andres quien intentó acariciar su pene, pero sin ambas manos contra el suelo le era imposible mantener el equilibrio, por lo que finalmente renunció a la idea. La mano de su señor empujaba y tiraba de su cabeza cada vez más rápido, sin darle tiempo a respirar hasta que finalmente empujó con fuerza y lo mantuvo así mientras su verga comenzó a palpitar. Andres sintió como el cuerpo de su macho se tensó al tiempo que sus dedos apretaron su cabello. La fuerza que ejerció fue tal que el glande empujo hacia un lado la úvula de Andres y se hundió en lo más profundo de su garganta. Los labios  llegaron hasta la base de la verga palpitante y su mentón se apoyó sobre los huevos de su señor. Andres forzó e intentó apartarse pero la mano que presionaba su cabeza se lo impidió y antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa, dos fuertes disparos de semen golpearon contra su garganta. El aire le comenzaba a faltar, pero su señor no lo soltó. En su lugar presionó con más fuerza, a la vez que dejó salir un sonoro gemido de placer y un último disparo directo a su garganta. Luego de unos segundos la mano de su señor lo soltó y por fin le permitió respirar nuevamente. Andres tosió y se encorvó, apoyando sus manos en el suelo, mientras intentaba recobrar el aire de sus pulmones. Casi vomitó, pero finalmente pudo controlar las arcadas. Un poco más calmado, levantó la cabeza y miró con enojo a su señor, quien sonreía al ver el espectáculo. 

 

Casi me ahogo Dijo Andres, con el ceño fruncido y un largo hilo de semen que le colgaba desde su labio inferior 

La chupas muy bienRespondió el hombre al tiempo que tomaba un sorbo su cerveza. Ahora limpiala, putita.

 

La respuesta del hombre lo sorprendió y lo dejó sin palabras. Furioso se levantó del suelo, sin siquiera percatarse de limpiar el semen que colgaba de su labio, y se apresuró a llegar a la puerta para buscar su ropa. Recién en el momento en el que llegó a la puerta se percató del húmedo hilo de semen que le colgaba, tomó la toalla que había dejado tirada junto a la puerta, se limpió la cara, se sentó en el suelo y comenzó a vestirse.

 El hombre no tardó en acercarse a Andres. Hincó su rodilla en el suelo, para estar a su altura, tomó su rostro con su mano izquierda y gentilmente tiró de él para que lo mirara. Andres intentó zafarse moviendo la cabeza mientras comenzaba a soltar lo que parecía ser el comienzo de un insulto, pero un beso imprevisto le impidió soltar todo su enojo. La lengua de su señor jugó con la suya y sus salivas se entremezclaron mientras los dedos del hombre acariciaban su cabello. Instintivamente Andres cerró los ojos y respondio al beso, dejando ir todo el odio y entregándose sin objeciones.

 Cuando el hombre finalmente se alejó, la mente de Andres aún estaba nublado. Unos segundos después, al abrir sus ojos, para buscar esos labios y continuar con el beso, Andres se encontró nuevamente con la verga de su macho frente a él. El hombre se encontraba de pie sosteniendo con una de sus manos desde el tronco su verga,de la cual aún colgaba una gota traslúcida semen, la cual parecía estar a punto de caer al suelo. Andres frunciendo nuevamente el ceño y miró para arriba, buscando la cara de su señor quien simplemente lo miraba con una sonrisa. Suspiró con fastidio pero aun así estiró su cuello para alcanzar con sus labios la gota de semen antes de que cayera. Después de limpiar diligentemente la verga de su hombre presionó con sus dientes el glande hasta que su señor soltó una pequeña pequeña queja y se apartó. 

Andres volvió a dedicarle una mirada de enojo, pero esta vez menos seria. Se puso su ropa interior, sus medias y el pantalón mientras el hombre lo observaba. Cuando ya casi estaba vestido por completo, su señor se le acercó una vez más, lo volvió a besar y le entregó su mochila, al tiempo que le informo que ya había pedido un taxi para él y que le gustaría volver a verlo. Andres no lo dudo, le dio su numero. Ambos se despidieron en la puerta con la promesa de que la próxima vez jugarían aún más tiempo. Cuando Andres finalmente llegó a su casa, comió algo y se acostó desnudo en su cama.

A la mañana siguiente ,al despertar, se baño y preparo la ropa para el trabajo. Mientras se veía al espejo pudo ver las secuelas de la noche anterior. Un gran moretón rojizo cubría gran parte de su nalga y aun dolía al tacto, pero al mismo tiempo lo excitaba con solo recordar la noche anterior. Solo después de acabar dos veces pudo calmarse. se vistió y salió hacia su trabajo.

Los dos días siguientes pasaron con normalidad. El martes volvió a ensamblar el teléfono y afortunadamente este funcionó sin ningún problema y el miércoles a la noche se reunió con unos amigos para tomar unas cervezas y cenar algo.

Poco a poco el encuentro con ese hombre se volvió cada vez más lejano, las marcas en sus nalgas habían desaparecido y ya sin ellas Andres se sintió lo suficientemente confiado como para visitar a su novia en su casa. No se veían desde el sábado anterior y con la excusa del teléfono roto y el exceso de trabajo había sido capaz de evitar el encuentro hasta que las secuelas de su encuentro desaparecieron del todo. Ella desconocía los gustos de Andres y las aventuras que periódicamente tenía con distintos hombres. El extraño no había sido ni por lejos su primera vez con un hombre, pero si fue la primera experiencia en donde la dominación había sido tan fuerte.

Ambos estuvieron de acuerdo en pedir comida y cenar frente a la televisión, viendo una serie que habían decidido ver juntos. Al terminar de comer, Andres comenzó a manosearla y rápidamente la televisión dejó de llamarles la atención. 

Al verla arrodillada sobre la cama, besando sus muslos y lamiendo poco a poco su pene, Andres no pudo evitar recordar e imaginar a él en esa misma posición, solo unos días antes, chupando y adorando la verga de aquel extraño. La excitación del momento mezclada con sus recuerdos hizo que rápidamente acabará sobre el rostro de su novia, quien molesta se levantó de la cama y se dirigió al baño. Ella odiaba la sensación del semen en su cara o en su boca y le había dicho cientos de veces que le avisara antes de acabar, pero Andres no lo pudo evitar y mientras ella corría al baño pensó “y yo lo contento que estuve cuando me baño en leche…”

Mientras su novia soltaba cada tanto una queja desde el baño, Andres intentó disculparse sin mucha sinceridad, mientras buscaba el teléfono en su mochila para revisar los mensajes. Lo primero que revisó fueron los mensajes en el grupo del trabajo, nada importante. Luego contesto a unos amigos y finalmente abrió el mensaje de un número desconocido le había escrito, era su señor, quien lo saludaba, le preguntaba que hacía y cuando se podrían ver nuevamente. Andres se emocionó y rápidamente le contestó que ahora estaba con su novia pero que le encantaría volver a encontrarse con él.

 

— La pase muy bien… ¿Te gusta a vos?

 —¿Asique mi putita tiene novia? No me lo esperaba

—jeje sii, salimos hace ya casi un año. (ella no sabe nada)

— Que lastima, me hubiera gustado cogerlas a las dos juntitas

— Te vas a tener que conformar conmigo nada más

—Bueno, este fin de semana estoy libre. Te quiero tener todo el finde para mi asique anda pensando como te las arreglas para venir putita.

 

Antes de que Andres pudiera contestar al mensaje el ruido del agua corriendo, que venía desde el baño, paró y tuvo que guardar el teléfono por miedo a ser descubierto. Su novia, un poco más calmada volvió a la habitación y le recrimino una vez más el no haberle avisado. Andres nuevamente se disculpó y comenzó a besarla.

Luego de una hora su novia se hallaba dormida a su lado. En un pequeño cesto de basura colgaba un preservativo usado y unos cuantos bollos de papel arrugado. Intentando no despertarla, Andres se estiró hasta tomar el teléfono y volvió a escribirle a su señor.

 

— No se si voy a poder este finde.¿Qué le digo a mi novia?

— Ya se te va a ocurrir algo, putita.

 

Su señor le envió entonces una foto de su verga medio erecta que hizo agua la boca de Andres. Sabía que no podía dejar pasar la oportunidad y que debía pensar alguna excusa para el fin de semana, pero eso no era lo importante ahora. La foto lo había calentado nuevamente y sin pensarlo dos veces se bajó la ropa interior y le envió una foto de sus nalgas como respuesta. En el fondo de la foto su novia aparecía acostada de espaldas sobre la cama, dormida y usando solo una pequeña tanga color vino. El mensaje de su señor no se hizo esperar

 

—Que linda colita. Parece que estas algo ocupada 

—No me di cuenta que salía. Igual esta dormida jeje

—Me dieron ganas de romperte la cola mientras usas esa tanguita. Traela el sábado.

 

Andres se puso rojo con ese último mensaje. Nunca había usado la ropa interior de su novia, pero la idea lo excitó.

 

—bueno… El sabado nos vemos

 

Luego de ese mensaje Andrés camino al baño y acaricio tu pene mientras miraba la foto que su señor le había enviado. Cuando acabó,se limpió en el lavamanos y se acostó junto a su novia.

A la mañana siguiente ambos se despertaron temprano. Mientras Andres desayunaba, su novia se bañó. En su cabeza solo podía pensar en que excusa poner para ausentarse todo un fin de semana. Al final decidió inventar un viaje con sus amigos. No era la mejor excusa pero fue la única que se le ocurrió. La idea era convencerla de que irían a pescar, invitarla sabiendo que ella no iba a aceptar y avisarle que el lugar tenía poca recepción pero cada vez que pudiera le iba a escribir. 

Apenas su novia salió de la ducha y se sentó a desayunar él le contó sus planes. A su novia la excursión, tal como Andres esperaba, no le llamó mucho la atención, pero le pidió que tenga cuidado y que le escribiera cada vez que pudiera. Andres asintió y la besó, feliz de que una excusa tan improvisada funcionará. Terminó de desayunar y se apresuró a bañarse.

Al entrar al baño se desnudo, tiró su ropa al cesto de ropa sucia que su novia tenía colocado debajo del lavamanos y abrió el grifo del agua. A su mente la petición de su señor volvió a su cabeza y antes de meterse al agua, revolvió entre la ropa sucia en busca de la ropa interior de su novia. Sin mucha dificultad la encontró y la apartó. Se baño lo más rápido que pudo y salió del baño envuelto en una toalla intentando esconder debajo de ella la prenda robada. Para su fortuna su novia estaba muy ocupada maquillándose y no tuvo problemas para esconder la tanga dentro de su mochila. Más relajado tomó una muda de ropa del armario de su novia, se vistió y después de unos cuantos minutos ambos abandonaron el departamento en rumbo a sus trabajos, no sin darse un beso de despedida.

Andres no logró dar mas que unos cuantos pasos antes de sentir la necesidad  de sacar su teléfono y escribirle a su señor.

 

—Nos vemos el sábado..

 

Fantasias de una chica timida.
Sobre poner imágenes en relatos

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