Confesiones Sexo Oral

Puta tierna con tatuajes – anilingüis!!

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En agosto del año pasado me fui por última vez de putero. No soy alguien adinerado, pero ni de lejos, así que mi único desfogue son las putitas callejeras, y apenas dos o máximo tres veces al año. No tengo plata por el estilo de vida que he elegido, lo más fuera de El Sistema posible. Pero esa es otra historia.
Llegué a cogerle cariño a la «zona de tolerancia» de mi ciudad, a su olor a marihuana y miseria humana. Es donde más delicioso la he pasado y también donde he cometido mis mayores estupideces, que afortunadamente no me han costado tanto. Sé que la oportunidad más reciente en que fuí, ya fue la última, porque la pasé tan bien que no creo poder superarla. Les echo el cuento:
Iba demasiado cargado, por el tiempo que había pasado y por el estrés de la vida diaria. Cuando iba no solo a mirar sino con plata, dispuesto a pagar por sexo, sabía que había una gran posibilidad de no hacer nada, por la sencilla razón que soy muy exigente, demasiado, para ser tan pobre. Una hembra (o a veces, una trans) tiene que estar demasiado buena para que entre con ella. «Si no es blanca, joven y hermosa, mejor me hago la paja». Pero eso no es todo, una putica parada en una esquina puede ser blanca, joven y hermosa, pero ser una hijueputa. De esas que mientras están paradas esperando cliente, son más putas que gallina de corinto… pero uno les paga y adentro, se vuelven damas intocables, afanadas y malgeniadas. A uno le toca contentarse con pajearse tocándole las nalgas y ya uno también de mal genio. Abundan esas HPs y se la pasan estafando a novatos, y sobre todo son esas, jóvenes y muy bonitas. Hasta antes de agosto de 2024, mi mayor placer me lo había dado nada menos que una joven trans ¡Esas sí lo saben mamar! Pero también es muy difícil encontrar una de tamaño pequeño, delgada y femenina, que no tenga manos de perro ni espalda de gladiador. Ella era, en cambio, como una colegiala. Estuve de buenas.
Así que ese último día, iba desconfiado y amargado. Por una vez quería gastarme bien mis platica y comer jovencita bonita y no un putón de 50 que, aunque lo tratan tan bien a uno… tiene ese pan ya vaciado y las tetas con estrías. Por una vez ¿sería mucho pedir?
Le di unas cuatro vueltas al barrio. Al fin, y al contrario de lo esperable, vi un bombón de no más de 19 años, blanca, de figura estilo deportista (¡válgame!) y carita bonita. Estaba viéndose a sí misma bailar. Tenía apenas una malla blanca y una tanga. Estaba como para chuparse los dedos. Pero algo me detuvo: Estaba a medio llenar de tatuajes. Y no es que no me gustaba como se le veían, al contrario, la ponían más provocativa. Pero mi experiencia con gente tatuada es que no son de fiar. No se ofendan quienes leen y tienen varios tatuajes, es solo mi experiencia. Me dio la impresión de que al entrar a la pieza, no solo iba a convertirse en una dama intocable sino que probablemente iba a atracarme. Si así se veía ella ¿cómo serían los amiguitos por ahí escondidos en las esquinas?

 

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Así más o menos era, solo que quítenle el glamour y pónganla más como pandillera

Nada qué hacer, le di otra vuelta al barrio. Pero no había ni una que le diera la talla en belleza. Lo pensé y, como de esta vida uno no se lleva nada, no arriesgarse a hacer algo es muy bobo.  Volví a la calle donde ella estaba. Una putita así como ella, con su aspecto y belleza, podría pararse en la parte cara del barrio y cobrar de (lo diré en USD) 20 a 40. Pero esta minita estaba donde cobran como 10. Imagínense como contrastaba con las SEÑORAS que había también allí. Como fuera, me alcanzaba en caso de que cobrara más de lo típico allí. Su tarifa era de 15, y ni bien me la dijo, agregó: mínimo 14… Pero no fue eso lo que más me impresionó (las putas nunca regatean), sino su voz y modo dulces. ¡Dulces! Con esa pinta de pandillera pero resultó, y resultaría más en el cuarto, una tímida y adorable zorrita. Estaba acompañada por otra como ella, pero más joven. Me dije «Esta es la siguiente» pero qué va, con mi presupuesto no puedo. Si yo tuviera dinero, lo gastaría todo en putas. Ya lo he hecho. ¿En qué iba? Ah sí… fui a descambiar mi dinero porque, otra lección que aprendí de ir de putas es «las putas nunca dan cambio, se lo roban». Es mejor darles propina si se portan bien que dejar que te roben como a un idiota. Al fin entré con ella y estaba que me deshacía… Aguantar tanta arrechera es cosa de hombres. Ella estaba pagando al pieza y mientras yo le acariciaba sus preciosas nalgas, una de ellas tatuada. Qué morbazo toquetearle ahí en el pasillo. ¡Pero qué culo tan perfecto! Hagan de cuenta un video de reggaetón. Por eso estaba desconfiado, por que eso tan bueno no es tan barato ni tan dulce. Pero seguí de aventado. Entramos y le aclaré de mi problema con los condones, y antes que se preocupara, le dije que yo podía pasarla bien sin penetrar. Que me dejara tocarla y chuparla y yo me venía. Casi siempre hacía así, y nunca me ha importado. Es lo bueno de pagar por sexo y no tener una pareja que te juzgue y joda la vida. En fin. Sin esperas, me arrodillé detrás de ella y le di solté la rienda a mi perversión y uno de mis fetiches más marcados: El culo. el culo. EL CULO.
Obvio, el ojo del culo de una mujer blanca, joven y bonita. Aunque he tenido sexo con transexuales muy hermosas, me gusta que me la chupen, nada más. Y solo una vez se la mamé a una que… eso ya lo conté por ahí en un relato.
Le corrí el hilo a un lado y le abrí las nalgas. Su asterisquito era oscurito. Se lo mamé. Se lo super-mamé. Se lo chupé como loco. Se me fueron las luces de tanto deseo y le metí la lengua hasta donde pude. Y repetí y repetí. Tanta muchacha bonita que veía por ahí, con jeans ajustados y cola hermosa,  y solo podía imaginarme mamándole el ojo del culo… tenía qué desahogarme. Ella solo se quedaba ahí, mas o menos dobladita, con las piernas juntas, mirándome sobre su espalda. Qué arrechera. Me miraba comerele su jugoso ano.
Después de un rato (y porque el tiempo corre) le pedí que se sentara en la cama, para chupar vagina…
Tengo qué explicar algo antes de seguir. Una de las cosas que las putas baratas NO hacen y se las dan de muy sanas (¿para que se paran a vender el chocho si no lo van a vender?) es dejarse chupar nada, y solo tocan al cliente en el condón puesto, o sea… no lo tocan. El negocio es cuando mucho, hacer la vaca muerta y que el pobre idiota se venga rápido y volver a salir. Eso es algo que ocurrió por campañas que les empezaron a hacer desde hace como 20 años, dizque por su bien, pero es para desatestar las clínicas de putas con enfermedades venéreas y aliviarle costos al estado. Al estado no le importa nadie, solo sí mismo. Entonces, la regulación hizo aburrida a la prostitución. Solo las más vetes y verdaderas putas (y las trans, por eso las admiro) hacen cochinadas.
Pero esta última putica mía, era de otro mundo: Joven, hermosa, blanca, además; Puta de verdad. ¿Sería inexperta? ¡Se dejó chupar el rico chocho después de que le comí el culo hasta adentro! O ¿Acaso estaría enferma y le valía huevo todo, antes podría aprovechar para contagiarme algo adrede? Puso las rodillas en los hombros y le olí ese pan por encima del cuco hasta que se me llenaron los pulmones. Ella rió y me preguntó «¿A qué huele?» No le contesté, porque no sabía qué. Podría romper el morbo y la arrechera. Pero a ustedes sí les puedo contar ahora. Al rato de chupar, me dio el olor como a antibiótico. A eso que huelen las personas diabéticas o que están drogada con Dicloxacilina para matar una infección. No me dió buena espina. Empero, seguí chupando. No tenía un solo pelo y sus vulvitas rozagantes estaban tibias y sudorosas. Le abrí los labios y los besé por dentro. Imagínense un adolescente arrecho con las hormonas hasta la coronilla y lo que se imagina en las pajas que se hace. Yo soy ese, solo que viejo y desahogando la represión como puede. Por eso me valió el olor a medicamento y seguí comiéndome eso. Y lo mejor de lo mejor, es que le estaba gustando. Otra señal de que era novata (un regalo de la vida para mí). Gemía sin fingir (lo sé porque soy empático) y tiraba a cerrar las piernas. Sus gemiditos me ponían a 1000. Ojalá tuviéramos dos o tres horas para comerle ese coño hasta hacerla orinarme la cara y que se me encalambrara el gañote. Alguna vez lo hice con una novia… pero las novias son una mamera, caras, mamonas… son como llevar una papaya de llavero.
Le jodí el clítoris con la lengua, moviéndola como cascabel tan rápido como pude. Ella se electrizó. Le pregunté si podía meterle undedo e el culo y me dio que no. Me dije «Idiota, debí metérselo sin preguntar». «Además, ya le metí hondísimo la lengua ¿cuál es el problema con el dedo?». Ella me dijo, con dulzura «Vente porque se acaba el tiempo ¿Qué quieres que haga?» ¡Tan divina! lo que pregunta. «Ven, yo me acuesto, dame culo en la boca y yo me masturbo». Ella me complació y se sentó en mi cara, abriéndose las nalgas a dos manos.
Nunca en la vida había chupado tanto el ojo del culo.
Para alguien como yo, que imagina tanta mierda y hasta la escribe, tener a una dulce belleza entregándome su cagadero para que se lo mame… fue…
A veces me volteaba a ver, sonriéndome. Su espalada era perfecta, con esa línea vertical prolija. Sus caderas estabas extendidas sobre mí. Como el tiempo, maldito, corre sin importarle nada, chupé, chupé y chupé. Traté de concentrarme lo más posible para disfrutar… para mí esas cosas no pasan mucho. Ella volteó a verme otra vez y me vio tan feliz que presionó un poco su ano hacia mi boca y haló una de sus nalgas un poco más con la mano, para abrir más. Me sonrió.
Disparé mi semen sobre mi estómago. Un chorro, dos… el tercero salió sin fuerza y cayó en el pubis. Mi hermosa puta, la mejor que he tenido… ve vio correrme y dio las últimas tres cabalgadas sobre mi boca. Y esa última restregada de ano… lenta y tibia. «¿Por qué? ¿por qué tenía qué venirme? ¡maldita sea! ¿no podría haber durado esta mamada de culo, una par de horas, un día, la eternidad?». Ella se paró y me dijo «¿ya? ¿quedaste bien?». «Casémonos» pensé yo. Mi linda concubina se apeó de la cama y su glorioso agujero quedó otra vez allá, a la sombra, entre sus calientes nalgas. Ella me seguía sonriendo, y en seguida supe porqué. Se paró frente al espejo y se admiró, incluso hizo un pasito de baile. Con que eso era… la había hecho sentir bien, y muy deseada. «Gracias» me dijo. «Me gustan estos raticos así». ¡Ella la había pasado bien!
Llevaba unos 18 años de ser putero y mi fantasía antes de la primera vez era que la puta la pasara bien, por mi hambre reprimida y mi condición de empático. Pero se cumplió casi dos décadas después, jajaja.
La di de propina lo que me quedaba, excepto lo que necesitaba para transportarme. Ella se fue y yo quedé ahí en la cama tendido boca arriba, extasiado como… ¡en serio! sin exagerar! ¡como nunca en la vida!
Pero me dio una infección. Comer tanto culo tan hermoso y tan rico no podía ser gratis. Me duró como dos meses y la maté al fin.
Chupar ese culo de esa joven y hermosa muchacha es lo más delicioso que he hecho en la vida. Es lo único en esta que vale la pena, lo que se rico. Los títulos, el dinero, el orgullo, valen mierda.
Si hubiera cedido a mi estúpido miedo a su apariencia de pandillera peligrosa, no estaría echando este cuento. Resultó ser no solo la puta más joven y bella (y blanca) sino la más dulce y creo que novata. No me pudo ir mejor, con infección y todo.

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Mis relatos siempre han sido muy influyenes, y eso es muy grato. Figuras literarias que uso o palabras y conceptos, empiezan a ser usados mucho por los relatores cuando yo las uso. Pasó en otros sitios y pasa aquí. Supongo que el concepto tan prostituido por los medios de la Empatía, se pondrá un poco de moda en los relatos. Dentro de poco haré un post donde explique lo que es de verdad la empatía, porque no es ni con imaginación lo que la tv les dice que es.

¡Bendiciones a todos y disfruten lo que puedan porque el mundo se está cayendo a pedazos!

Los quiere Stregoika

Y a las minitas de colegio que estén leyendo, les mando un ruidoso beso de amor en ese pan calientito. Tomen ¡muak!

 

El día después de la primera noche con mis dos hijas VII (12)
Nastagio degli Onesti (cuentazo)

Le ha gustado a:

  1. «Por qué las prostitutas no besan, y por qué las chicas trans te atienden mejor»
    en «Charla de almohada» también hablo de eso. Mi cuenta vieja es con al que publiqué Charla de almohada.
    ¡Gracias por tus comentarios de gusto! 😎
    Zana de Tkhina no es un relato sino una historia real. Busca en wikipedia y otros sitios.
    Bye!