Incesto

Vacaciones incestuosas

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Somos una familia incestuosa desde hace años en que nos iniciamos en estas prácticas, quizás un poco por casualidad, pero también por antecedentes familiares y porque en un momento determinado de nuestras vidas, conocimos a unos amigos que nos introdujeron en este mundo, que una vez que te atrapa, ya no te suelta y no puedes vivir sin ello.

Mi marido tiene 45 años y yo 40, con un hijo de 16 años y una niña recién cumplidos los 13, que hace ya años se fueron iniciando en el sexo a causa de los típicos juegos que se tienen con los hijos cuando son pequeños, lo que quizás normalmente en otras familias no van a más, en nuestro caso fueron teniendo una continuidad cada vez más morbosa y supongo que en un momento determinado pasamos ese límite, tras el cual ya no se puede volver atrás, lo que desencadenó todo lo que nos fue sucediendo después que hizo que nuestra vida ya no volviera a ser como las de las demás familias, digamos normales.

Después de esta pequeña introducción, lo que quería contaros fue lo que nos sucedió en unas cortas vacaciones que nos tomamos por unos días de descanso de mi marido y aprovechando las vacaciones de nuestros hijos también, nos decidimos a ir a las famosas playas nudistas de la costa mediterránea sur francesa, que hasta ahora no habíamos tenido oportunidad de visitar, pero que nos habían hablado muy bien de ellas, otros amigos que si habían ido.

Aparte de disfrutar de esas maravillosas playas nudistas donde se juntan todo tipo de gentes y familias liberales de toda Europa, nuestra ilusión o deseo era la de poder contactar con otras familias como nosotros, como habíamos tenido oportunidad de poder hacer en otros lugares de vacaciones a los que habíamos ido, quizás con cierta dificultad, pero animados por nuestro interés de encontrarlos.

Los que están iniciados en este mundo, saben que en determinadas  playas nudistas es relativamente fácil encontrarse con alguna otra familia con los mismos gustos y apetencias que nosotros, pero hay que guiarse por ciertas normas o códigos para poder hacerlo  con seguridad y discreción, ya que lógicamente, en esas playas hay todo tipo de familias, desde las que detestan este tipo de prácticas, pasando por las que solamente lo practican entre ellos sin que lo quieran compartir con nadie, hasta las familias más abiertas con mucha experiencia en este campo y receptivas para todo tipo de contactos.

Esta playa a la que fuimos tenía una zona central muy concurrida donde estábamos prácticamente pegados unos con otros y según se iba caminando hacia los laterales, iba habiendo menos gente con varias familias, parejas y personas solas dispersadas por la arena.

En principio nos quedamos en esa zona central para observar el tipo de gente que había e irnos adaptando a la situación, pero yo les dije que me iba a dar un paseo por la orilla y mi hija dijo que se venía conmigo, dejando a mi marido y mi hijo tomando el sol en las toallas.

Al pasear por la orilla, nos cruzábamos con más gente, haciendo bromas entre ella y yo sobre a quién miraban más. Yo notaba como los hombres mayores clavaban su mirada en ella, haciéndome gracia como algunos resoplaban como diciendo: “Qué rica está la niña”  y se lo comentaba a ella, que se reía muy orgullosa de captar la atención de esos hombres, pero me la devolvía cuando nos cruzábamos con algún chaval con la polla tiesa que no quitaba los ojos de mis tetas y se daba la vuelta para mirarme el culo.  

Después de andar un rato y alejarnos de la zona central, vimos a una nena de unos 11 o 12 años haciendo piruetas en la arena mientras la miraban un hombre que debía de ser su padre y un chico de parecida edad a la niña, que supongo sería su hermano. Lo que nos llamó la atención fue que los dos estaban empalmados mirándola, por lo que nos quedamos a ver la situación observándolos desde una cierta distancia  viendo como la niña en realidad estaba exhibiéndose ante ellos, abriéndose  de piernas y tocándose, jugando y tocándoles la polla a su vez a ellos.

Nos quedamos muy sorprendidas por lo que veíamos, aunque yo le dije a mi hija:

—Eso lo hacías tú también alguna vez en la playa cuando eras más pequeña.

—Sí, jaja. Daba volteretas en la arena y la gente se quedaba mirándome, pero yo era más inocente.

—Claro, tú no te dabas cuenta de cómo te miraban, porque eras más pequeña, pero el morbo se lo dabas igual a los que te veían. No te acordarás, pero alguno se ponía hasta a pajearse mirándote, como ese señor, jaja.

Mientras hablábamos, le dije eso, porque vimos acercarse a un señor mayor que también se puso a mirarla, tocándose la polla al lado de ellos, diciéndole a la niña que hiciera el pino en la arena, mientras el padre y el hermano la ayudaban sujetándole las piernas con las manos, con lo que quedaba expuesta su vagina a la mirada de los hombres que pasaban sus dedos por ella haciéndola cosquillas provocando sus risas.

Esta posición debió de parecerles muy tentadora a ellos, ya que vimos cómo se ponían a lamerle la vagina, agarrándola su padre en esa posición boca abajo, para poner su vagina a la altura de su boca y su polla erecta a la altura de la boca de la niña que no dudó en metérsela en la boca mientras su padre seguía lamiéndole la vagina.

El otro señor se masturbaba mirándolos, al igual que su hermano que le ayudaba a sujetarla, dándole él también la polla a su hermana en la boca. Luego, el padre se la dejó al otro señor para que hiciera lo mismo con ella, alzándola en esa misma posición, viendo cómo se lo estaban pasando genial con la niña, lo que también nos excitó a nosotras verlo mientras lo comentábamos:

—Qué cosas se ven en estas playas, hija. Menuda espabilada que está esa cría con esa edad ya.

—Bueno, mamá. Si están jugando con ella todo el día, es normal que pase eso. Conmigo también pasaba.

—Sí, ya sé que a ti te acabaron gustando esas cosas también, pero no deja de sorprenderme al verlo en otras niñas.

Seguimos nuestro paseo y un poco más adelante, vimos a una pareja que estaba follando, pero eso ya entraba más dentro de lo normal y que habíamos visto otras veces. Como nos habíamos alejado bastante, decidimos volver con mi marido y mi hijo, que estaban tumbados tomando el sol, sin fijarse mucho en lo que pasaba alrededor.

Como os decía, en estas playas hay un cierto tipo de señales, que quien está atento va captando y se va haciendo una idea de lo que puede esperarse, aunque siempre es arriesgado aventurarse ante cualquier gesto o mirada que nosotros pensemos que significa algo, ya que a todo esto se incluye muchas veces la dificultad del idioma en estos lugares a los que acuden tanta gente de distintos países, que no permite comunicarse con fluidez, aunque el nudismo es un idioma universal para todos.

Y en la zona en la que estábamos nosotros era más complicado todavía, ya que a primera vista parecía haber bastantes familias atraídas más bien por la curiosidad de la fama del lugar, que por unos intereses más atrevidos, aunque también me fijé en otras personas que se iban fijando en todo como nosotros, como el de un padre que estaba con su hija de corta edad, sentada entre sus piernas a la que acariciaba distraídamente sus muslos, pasando también la mano por delante de su vagina mientras nos miraba a nosotros.

Este tipo de señales es a las que me refería, aunque es difícil interpretarlas correctamente, porque pueden ser también algo casual, sin ningún interés morboso por su parte y sobre todo, pensando que estábamos en un lugar rodeados de gentes ajenas a este tipo de contactos.

Al igual que nosotros observábamos a los demás, también nosotros éramos observados con interés para ver nuestras reacciones y actitudes, aunque quizás las miradas se centraban más en nuestros hijos, el mayor en lo mejor de su adolescencia y la niña empezándola de una forma espléndida, aunque quizás ya no con ese morbo con el que se observa a los nenes que empiezan a iniciarse en el sexo, pero si lógicamente con el mismo deseo.

A este hombre que nos miraba mientras acariciaba a su hija, aunque yo creía que estaba solo con ella, se le acercó una mujer, que debía ser su esposa que se había estado bañando con su hijo, algo mayor que la niña y después de secarle con la toalla, empezó a echarle crema por todo el cuerpo para protegerlo del sol, incluyendo también su culo y su pene, que ante sus manoseos con la crema, inmediatamente se le puso en erección, insistiendo sobre él, mientras me miraba a mí, al igual que había hecho su marido anteriormente.

Yo me estaba poniendo muy nerviosa ante esa actitud y se lo comenté a mi marido que también empezó a fijarse en ellos, pero sin decidirnos todavía a hacer nada por acercarnos a ellos, ya que escuchábamos como hablaban en francés.

En ese momento, mi hijo me interrumpió, pidiéndome que le echara crema por la espalda, lo que yo hice, pero sin desviar la mirada de esa otra familia, continué también por su zona delantera bajando igualmente a su pene y testículos, que masajee, observando como la madre de los niños no apartaba su mirada de nosotros, quedándose mirando fijamente cuando mi hijo tuvo una esplendorosa erección demostrando lo bien dotado que estaba ya para su edad.

Me pareció ver como esta mujer se empezaba a tocar el coño mientras miraba a mi hijo y como yo tampoco apartaba mi mirada de ella y su hijo, nos echamos una sonrisa cómplice, como primer gesto de contacto entre nosotras, atreviéndose a decirme en perfecto español:

.- Qué crecido tienes a tu hijo ya.

Contestándole yo:

—Sí, ya casi un hombre. El tuyo también está muy guapo.

Me dio las gracias y continuó hablándome:

—¿Sois españoles, no?

—Sí, es la primera vez que venimos aquí.

—Esta playa está genial. Yo también soy española, pero llevo muchos años aquí y me casé con mi marido Pierre, que es francés, pero los niños hablan los dos idiomas.

—Eso es estupendo. Tu hija es muy guapa también, no se separa de su padre, jaja.

—Sí, ya sabes, para las nenas su padre es el mejor.

—Jajaj, de eso se yo también. Mi hija hasta hace poco no se separaba tampoco del suyo.

.- Ya te habrás dado cuenta de cómo la estaba acariciando y ella está encantada con eso.

—Sí, ya me fijé y se lo estaba comentando a mi marido, diciéndole, mira, ese hace como hacías tú con nuestra hija.

—¿Sí? No me digas. Entonces vosotros…….. ¿También……?

—Sí, no te preocupes por decirlo. Creo que hacemos lo mismo.

—¡Ah!, qué bien, que suerte, jaja. Juntaros con nosotros, así nos presentamos y podemos hablar mejor.

Después de las presentaciones, iniciamos una animada charla hablando de nuestras experiencias, dándome cuenta de que su niño no hacía más que mirarme, fijándose sobre todo en mis axilas, no sabía exactamente por qué, así que me las miré por si no estaban bien depiladas o les pasaba algo.

Su madre se dio cuenta también y se disculpó por su hijo:

—Perdónale. Es que no sé por qué, le excitan las axilas de las mujeres. Tiene fijación por ellas y se pone a masturbarse mirándolas. Yo creo que debe ser por mi madre, que siempre anda con camisetas de tirantes  y fue la primera que empezó a masturbarlo y el niño se fijaría en sus axilas.

—¡Ah!, ya, que gracioso. Pues si quieres yo puedo hacer como su abuela, jaja.

—Sí, claro, pero será mejor que nos vayamos a esa zona, que estaremos más tranquilos, sin tanta gente alrededor.

—Muy bien, vamos para allá.

Recogimos las cosas y nos alejamos de la zona central para buscar un lugar más discreto, que después de andar un rato encontramos al lado de unas dunas.

—¡Ala!, pues aquí ya puedes empezar a hacerla una paja al niño.

El crío se sentó entre mis piernas y se puso a chuparme un pecho mientras con su mano acariciaba mi axila, empezando yo a acariciar su pene, que no había perdido ni un momento la erección mientras habíamos estado hablando, y tras un rato haciéndole una deliciosa masturbación, su semen  salió disparado salpicándome por todo el cuerpo.

Su madre le dio un beso al crío, chupando el resto de semen que todavía le salía de su pollita, diciéndome:

—Gracias por hacérselo. Yo como no siempre me depilo, conmigo no puede tener ese gusto y solo lo hace cuando está con su abuela, pero las veces que estoy depilada, le gusta meterme la pollita en las axilas y frotarse ahí para masturbarse, fíjate tú que manías.

—De nada, mujer, ha sido un placer. Qué rico tu hijo. Me encantan los críos de esta edad.

—Con el tuyo también disfrutarás mucho. Está muy bien armado.

—Sí,  claro que lo disfruto, me vuelve loca, Pero echo de menos el morbo que me daba cuando empecé a masturbarlo.

—Ya te entiendo, es lo que me dice mi cuñada, que el suyo es mayor también y aunque se disfrute mucho, es distinto. Pero se resarce con el mío, jaja.

—Ella tiene esa suerte, son unos años deliciosos, luego ya crecen y no es lo mismo.

—Pues como nuestros maridos con las nenas, también tienen sus edades favoritas, cuando ellas son más dulces y cariñosas. Ahora, mi marido se pasa el día toqueteando y lamiendo a la cría.

Diciendo su marido al mío:

—Si quieres puedes estar un rato con ella. Ya te estoy viendo como la estás mirando.

—¡Uuufff!, es que está muy rica, como le has puesto el chochito tan jugoso de tanto sobárselo. Me apetece un montón comérselo.

—Pues hazlo tranquilamente, que aquí no nos ve nadie. Yo también me voy a follar a la tuya que está tremenda y seguro que folla como los ángeles, pero primero quiero ver como la chupa.

—Supongo que tu hija ha empezado ya a chupártela también.

—Sí, pónsela en la boca y ya verás.

Mi marido no lo dudó y le puso la polla en la boca de la niña que empezó a pasarle la lengua como si fuera un rico caramelo, metiéndosela luego en la boca todo lo que podía en una escena sumamente morbosa, preguntándole luego a su padre:

—¿Todavía no te la has follado, no?

—Sí, empecé hace poco, pero se la he metido pocas veces todavía.

—¡Buufff!, no me digas. ¿Puedo hacérselo yo?

—Sí, pero con cuidado. Hay que metérsela poco a poco.

Mi marido subió a la nena encima de él y la fue penetrando según iba cayendo ella con su propio peso, exclamando el placer que estaba sintiendo al ver como su polla se iba introduciendo en ella y la niña empezaba a subir y bajar sobre su verga, empezando a gemir ella también, diciendo su padre:

—Puedes correrte tranquilamente cuando quieras dentro de ella, no hay problema de momento.

—Qué suerte. Como disfrutarás con ella. Tú también puedes correrte dentro de mi hija. Está tomando pastillas ya.

—Estupendo, a mi estas crías acaban sacándome toda la leche, jaja.

Mientras tanto, su mujer estaba entretenida con mi hijo, haciéndole una mamada que disfrutaba notándose el morbo en su cara de vicio, para luego acabar montándose sobre él y gritando cada vez que dejaba caer su cuerpo sobre su pene, cabalgándolo impetuosamente.

Yo tampoco perdí la oportunidad de seguir disfrutando de su hijo, que seguía excitadísimo mirándome más las axilas que mi coño, que le mantenían en continua erección hasta que le dejé penetrarme, aumentado su excitación al decirle mientras lo hacía:

—¿Así follas con tu abuela?. ¿Te gusta mi coño?.

El crío empezó a correrse echándome varias descargas seguidas, al modo que lo hacen los perros, lo que me produjo una sensación especial al sentir su semen caliente dentro de mí, mientras él la mantenía dura para seguir follándome, provocándome a mí también varios orgasmos seguidos.

Después de haber disfrutado un buen rato todos juntos, ellos nos dijeron que solían venir bastante a esa playa y que en cada zona de la playa solía ponerse un grupo de gente determinado, indicándonos la zona gay, otra zona donde se ponían las familias que eran asiduos a la playa y que en la zona central, solían quedarse los que venían por primera vez y turistas en general ajenos a lo que muchos iban buscando en esa playa. Pero que ellos habían decidido quedarse allí, porque les daba morbo contactar con gente nueva que ellos vieran receptivos a sus insinuaciones, que era lo que había pasado con nosotros y que había estado genial, aunque también nos sorprendieron diciéndonos que en alguna ocasión habían estado en la zona gay, porque les daba morbo ver como miraban a su hijo los hombres.

—¿Le habéis dejado con ellos también?

—Sí, pero solo chuparse las pollas. Con mi marido también lo hace a veces y le gusta, pero imagínate a esos hombres pudiendo estar con un crío de esta edad. Se vuelven locos, jaja, porque no es tan habitual juntarse con ellos en las playas.

—Supongo. Muchos padres tendrán reparos para dejarles con otros hombres.

—Sólo los morbosos como nosotros, jaja….

Nos dijeron que al día siguiente iban a ir a una casa que conocían donde solían reunirse familias para tener contacto entre ellos, invitándonos a acompañarles, lo que nos dio mucha curiosidad y ganas de visitar esa casa, por lo que quedamos con ellos para ir juntos.

Cuando llegamos a la casa, al entrar nos quedamos sorprendidos por la cantidad de gente que había moviéndose por las distintas estancias que tenía y sobre todo en el patio central, en el que había un bar, con varias mesas y sillones para estar tranquilamente tomando algo y conociéndose con los demás.

Ellos nos presentaron a algunos que conocían de las anteriores veces que habían estado, pero la verdad es que la vista se nos perdía en las múltiples escenas morbosas que se iban dando a nuestro alrededor, sin creernos todavía poder estar en un lugar así, que no pensábamos que pudiera existir.

Luego nos presentaron también a los dueños de la casa, que era un matrimonio mayor muy agradable con los que tuvimos el placer de hablar con ellos de sus experiencias, contándonos como habían convertido su casa en un lugar de encuentro de familias incestuosas:

—Nosotros tuvimos tres hijos (dos niñas y un varón) y desde siempre los iniciamos en el sexo. Lo fuimos compartiendo con un círculo reducido de amigos, lo que después  propició que en este lugar conociéramos a otras familias en nuestra misma situación, a los que invitábamos a venir a nuestra casa donde organizábamos unas fiestas tremendas en las que disfrutábamos todos mucho, aunque no faltaban tampoco los encuentros más íntimos en las habitaciones. Eran unos años en los que todavía no era muy conocida esta zona aunque empezaban a venir  los primeros nudistas y poco a poco fue creciendo hasta que nuestra casa empezó a ser conocida también, por lo que acababan viniendo muchas familias que ni conocíamos en busca de estas experiencias tan maravillosas, pero que hay que saber llevar con discreción.

Añadiendo su mujer:

—Ahora nos encanta recibir en nuestra casa a toda la gente interesada en este mundo y no tienen por qué ser necesariamente familias, también vienen hombres y mujeres solos que disfrutan como nadie junto a los demás.

El señor se quedó mirando a la hija de nuestros amigos y con un gesto, metió su mano bajo la falda de la niña, pasando su dedo por encima del tanga que llevaba puesto, diciéndole:

—Nos encanta que vengan nenas como tú. Te lo vas a pasar muy bien.

Y mirando a sus padres:

—Desde que habéis entrado, no han dejado de mirarla. No hay muchas de esta edad y enseguida van a venir a pedírosla para estar con ella.

—Bueno, no hay problema en eso, Nosotros hemos venido a disfrutar también.

—Hoy tenemos a bastante gente en la casa, así que no tendréis problema en encontrar lo que buscáis.

Al poco rato, dando una vuelta por la casa, se nos acercó un hombre maduro también, interesándose por la hija de nuestros amigos, que efectivamente parecía muy solicitada, entablando conversación:

—Que rica tenéis a la niña ¿Es la primera vez que venís?

—Sí, no lo conocíamos.

—Pues yo desde que conozco este sitio, soy asiduo. También fui otras veces al “Club de Intercambio Familiar”, que es muy famoso por esta zona

—Sí, hemos oído hablar de ese sitio. Nos han dicho que es fabuloso.

—Está muy bien, la verdad, pero es demasiado grande y con mucho ajetreo para mí. Hay muy buenos espectáculos, pero me gusta más este sitio que lo encuentro más familiar y relajado.

—¿Usted viene sólo entonces?

—Sí, me encantan las nenas como tu hija. Antes de conocer este lugar, unos rumanos me dejaban estar con su hija, pero me cobraban cada vez que me la follaba y además esa cría estaba muy follada ya. Estos eran unos gitanos rumanos y no tienen muy buena fama, porque primero te ofrecen a sus hijas y luego, cuando te envicias con ellas, empiezan a pedirte cada vez más dinero. Y ahora vengo aquí y no tengo ese problema.

—Ya, aquí las tiene gratis, ¿no?

—Bueno, yo entiendo que estoy solo y no tengo nada que ofrecer, pero si estoy con su hija, yo suelo hacerles algún regalo y las trato muy bien. Mirad, para compensaros, os voy a enseñar el lugar más privado de la casa, para los que quieren total discreción.

Nos llevó hasta el final de un pasillo en el piso superior, donde al abrir la puerta de una habitación  con una luz tenue, pudimos ver como se estaba desarrollando una auténtica orgía entre varios grupos de hombres y mujeres con otros más jovencitos de varias edades, lo que nos sorprendió bastante porque dentro de nuestras experiencias nunca habíamos visto algo así.

—Venir, os voy a presentar una amiga.

Nos acercamos a una señora que estaba con dos críos, uno de unos 14 años y otro menor que él.

—Se llama Emma, fijaros que tetas más impresionantes. A los críos les encanta chupárselas y jugar con ellas.

Emma nos saludó, pero estaba demasiado ocupada para continuar la conversación y nos fijamos en un rincón, que había dos chicas solas y nos dirigimos a ellas. Nuestro amigo nos comentó:

—La más rubita es la nieta de los dueños de la casa. Fijaros por dónde anda, jaja.

—Bueno, es normal, es muy jovencita todavía pero debe saber más que ninguna.

—No lo dudes. Imaginaros cuando empezó ésta a follar. Desde pequeña ya correteando por esta casa. Bueno, que os parece si me dejáis ya a vuestra nena y vosotros miráis por aquí lo que os apetezca.

—Está bien. Cariño, quédate aquí con este señor, que nosotros estamos por aquí cerca.

La hija de nuestros amigos se quedó  con el señor, que empezó a besarla y acariciarla, mientras su padre nos dijo que se quedaba con la nieta de los dueños, que quería saber todo lo que sabía hacer. A mis hijos los perdí de vista y mi marido quiso aprovechar la oportunidad de estar con otra de las más jóvenes también, uniéndose a un grupo que se estaban follando a una por turnos.

Y yo le dije a mi amiga que ya que estábamos en un lugar con ese, me gustaría encontrar a algún crío de los que les estaba empezando a salir el semen, que hacía tiempo que no estaba con alguno degustando esa delicia, diciéndome ella:

—¡Ay, amiga! Esos son mi debilidad también. Suelen estar con las mamás, sin separarse de ellas, porque es cuando empiezan a venir a esas edades la primera vez. Vamos a mirar en esta sala a ver si hay alguno.

—Mira, ahí hay dos con su mamá. ¿Crees que nos los dejará?

—No sé. Vamos a preguntarle.

—Hola. ¿Son sus hijos?

.- Sí, es la primera vez que venimos. Nos vieron en la playa y nos invitaron.

—Que bien. ¿Estáis disfrutando?

—Bueno, no me ha dado tiempo a mucho, pero hay un ambiente muy bueno.

—¿A tus hijos les gusta también, no?

—Sí, están un poco tímidos, pero están mirándolo todo.

—Jaja, les gustarán las buenas tetas, como a todos los críos.

—Sí, de las mías estarán ya un poco cansados y se les van los ojos con alguna.

Preguntándoles nosotras, casi a la vez:

—¿Os gustan las nuestras?

Ellos asintieron con la cabeza, diciéndole nosotras a su madre:

—Qué te parece si te vas a dar una vuelta por ahí y nosotras nos quedamos con ellos.

—Estupendo. A ver si puedo hacer algo yo ahora.

Y allí nos quedamos con los dos nenes, que ya tenían el pito tieso, yo creo que desde que entraron allí, y nos pusimos cada una de nosotras a chupárselo para extraer ese néctar tan rico que tienen a esas edades, hasta que al poco rato  lo conseguimos y empezaron a echarlo todo seguido relamiéndoseles todo bien hasta que vimos que no les quedaba más.

Después de esto, lo que necesitábamos eran unos chavales con buena polla que nos follaran como es debido y nos fijamos en unos que acababan de entrar:

—Mira, esos chavales andan un poco despistados, mirando para todos lados.

—Sí, parecen asustados, jaja. Vamos con ellos antes de que otras los expriman.

Mi amiga se dirigió a ellos:

—¿Qué tal, chicos?

.- Bien, mirando lo que hay aquí.

—¿Cómo las preferís?

—Alguna mayor, sólo hemos estado con chicas de nuestra edad.

—Pues quedaros con nosotros. Fijaros el coño que tiene mi amiga.

Ella se había sentado con las piernas abiertas y flexionadas sobre una mesa que había en la pared, por lo que se mostraba perfectamente ante los chicos que pasaron su mano por él, mientras mi amiga le agarró por la cintura, llevándolo hacia ella y haciendo que su polla se introdujera dentro de su coño, empezando a follar hasta que se corrió, y luego fueron pasando de una a otra los demás, animándoles a que nos dejaran su leche dentro.

Cuando salíamos de allí todavía estaba la hija de mi amiga con el señor con el que la había dejado, diciendo ella a su madre:

—Mamá, me ha invitado a ir a su casa unos días este verano, cuando tenga vacaciones.

—Bueno, ya veremos, hija. No sé qué dirá tu padre.

Diciéndonos el señor:

—Yo entiendo que es pequeña todavía para que la dejen venir sola, pero yo la voy a cuidar muy bien. Ya les dije que he tenido a otras nenas en casa, pero como su hija, ninguna.

Y continuó diciéndole al oído:

(—Podemos negociarlo también. Yo no suelo hacer esto, pero estaría dispuesto a darles dinero para que me dejaran a su hija.)

—Yo nunca he prostituido a mi hija como esos rumanos, señor.

—No lo llame así. Tómelo como una ayuda para sus estudios y si su hija no está a gusto, podrán venir a recogerla cuando quieran.

—No sé qué decirle. Tendría que hablarlo con mi marido.

—Sí, por supuesto. Piénsenlo bien. Yo no tengo problema de dinero y sería muy generoso.

Otra señora que escuchó la conversación, nos dijo:

—Yo le aconsejo que aproveche la ocasión. Su hija enseguida crecerá y no le harán estas proposiciones.

—Sólo serán unos días. Seguro que su padre podrá estar unos días sin ella a cambio de tanto beneficio.

Insistiendo ese hombre:

—Es que ahora está en la edad perfecta para disfrutarla y echarla leche sin parar, aparte de las horas eternas que me pasaría sobándola y haciendo derretirse su cuerpo. Es una auténtica delicia.

—Se ve que usted sabe de esto y que sabe degustar a estas crías —le dije yo.

—Bueno, he tenido la suerte de poder estar con alguna así y es algo que nunca se olvida. Por eso, estoy dispuesto a cualquier cosa por tenerla en mi casa tranquilamente.

Mi amiga habló con su marido y luego continuaron los tres juntos, conversación que ya no pude escuchar, pero al final hubo acuerdo y el señor podría tener a la niña de nuestros amigos por  el verano.

Después de pasarlo como nunca en nuestra vida en esos días de vacaciones, nosotros tuvimos que volver a casa, pero con la sensación de haberlos aprovechado muy bien y con muchos nuevos amigos que podríamos ver en otras ocasiones.

 

 

 

 

 

Vacaciones nudistas 1
INCESTO CON MI HIJO

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