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Consecuencias de unas conversaciones de chat calientes (III)

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               Después de contaros esas conversaciones calientes que suelen darse en algunos chats, en los anteriores relatos: “Conversaciones de Chats” y “Conversaciones de chats (De las palabras a los hechos)”, todo esto, lógicamente puede traer unas consecuencias para toda la familia, a veces difíciles de gestionar y como en el anterior relato quedaron algunos temas pendientes que tendréis curiosidad por saber, os voy a continuar contando con más detalle cómo fue evolucionando esa nueva situación para mi familia y en especial para mi hija.

Unos días después, me llamó Manuel para quedar de nuevo, diciéndome que su hijo Daniel, quería follar a mi hija Lore también, a lo que en principio no puse ningún problema porque lo veía lógico dentro de la espiral de vicio sin retorno en la que habíamos entrado, así que ese mismo día, preparé a mi hija como solía hacer otras veces para que se viera bien sexy. La dije que se pusiera una camiseta blanca cortita con la que enseñaba el ombligo y marcaba sus pezones de una forma obscena, para completarlo con una falda corta de cuero de color negro que le hacían unas piernas preciosas, poniéndola también un poco de mi maquillaje de una forma suave, pero lo que resaltaban sobre todo eran sus ojos con una fina línea en las pestañas.

Antes de salir de casa, le dije que se subiera la falda más arriba para que enseñara bien esos muslos que la hacían más apetecible, si cabe, adoptando la imagen de una completa putita, como pudimos comprobar al llegar al Hotel que nos había indicado Manuel, donde fue el centro de atención, a pesar de que yo también llevaba un elegante vestido ceñido a mi cintura.

Él nos estaba esperando en la zona de la cafetería y al vernos llegar, se quedó impresionado al ver como venía Lore:

—¡Madre mía!, como traes hoy a la cría —dándole un pequeño pico en la boca, a pesar del riesgo de que alguien pudiera fijarse, aunque supongo que al vernos nos confundirían con una familia más sin sospechar lo que íbamos a hacer en la habitación de ese Hotel.

Añadiendo Manuel seguidamente:

—Fíjate, Daniel, que niña más guapa te han traído.

Su hijo, un poco apesadumbrado por la belleza de mi hija, le dio dos besos también, más discretos que su padre, que sin poder evitar ya su ansiedad, nos dijo:

—Bueno, ¿Qué os parece si subimos ya a la habitación?

—Sí, para que vamos a perder el tiempo —le contesté yo.

Al entrar en el ascensor, Manuel ya puso su mano sobre el culo de Lore, metiendo su mano bajo su faldita:

—Le has puesto tanguita también. Qué rica se la has preparado a mi hijo. A mí la otra vez no me la trajiste así, jaja.

—Es que me daba un poco de vergüenza llevarla así por la calle y que nos viera algún conocido, que no sé qué pensaría.

Finalmente entramos en la habitación, bastante amplia, con una cama muy grande, que me sorprendió, porque nunca había visto ninguna así, pero Manuel seguía teniendo prisa por empezar, por lo que le dijo a su hijo:

—¿No me dijiste que te la querías follar? Pues ahí la tienes, a ver qué haces con ella.

Mientras nuestros hijos empezaban a besarse, nosotros nos sentamos en unos sillones que estaban al lado de la cama para presenciar el espectáculo.. Las manos de Daniel se perdían dentro de la camiseta de Lore, llegando hasta sus pechos, lo que provocó su primer estremecimiento, poniéndose rápidamente a desabrocharle el pantalón para bajárselo y dejar a la vista de todos nosotros esa preciosa pollita que yo había disfrutado la vez anterior. Los finos vellos que le estaban saliendo en su parte superior destacaban sobre su piel blanca y resaltaban más todavía su tamaño al estar en erección.

A mí se me hizo la boca agua al ver como mi hija se la metía en la boca y cerraba sus ojos degustándola con su lengua, por lo que no pude evitar llevar la mano entre mis piernas subiendo el vestido hasta dejar a la vista el pequeño tanga que yo también llevaba, mientras Manuel me miraba a mí a la vez que a nuestros hijos, con la polla en la mano, también fuera del pantalón.

En ese momento, mi hija solo conservaba ya su diminuto tanga y Daniel lucía hermoso en su desnudez adolescente, aumentando el ambiente tórrido de la habitación cuando Lore y Daniel se olvidaron de nosotros y continuaron con sus caricias, besos, masturbaciones y orales, siguiendo todos los pasos de una relación sexual entre adultos experimentados, entreteniéndose especialmente en un oral mutuo que parecía no tener fin, extasiados cada uno con el sabor del otro.

A mí hija se la veía encantada de follar con alguien de su edad y al chico se le veía especialmente excitado por poder penetrar también a una nena que había sido desvirgada por su padre, siendo para nosotros una delicia poder presenciar morbosamente la relación sexual entre dos chiquillos, viendo cómo se estremecían con cada caricia, como se entrelazaban sus cuerpos en formación proporcionándonos unas imágenes llenas de belleza, hasta que finalmente vimos como Daniel se ponía entre las piernas de mi hija y empezaba a penetrarla mirándola a los ojos como si de una pareja de enamorados se tratara, lo que nos conmovió y nos llenó de una ternura que en ellos se transformaba en pasión al acelerar el ritmo Daniel provocando los gemidos de mi hija, camino de conseguir un orgasmo que llegó poco antes de la corrida del chaval, obsequiándonos con la visión del abundante semen saliendo de su polla inflamada.

Pero Manuel parecía que estaba dispuesto a alargar ese momento tan especial y no quiso que terminaran ahí esas escenas tan excitantes, así que le dijo a su hijo:

—¿No te apetecería metérsela por el culito?

A Daniel se le iluminaron los ojos pensando en esa nueva posibilidad para él, ya que aunque ya había disfrutado de sus experiencias anales con su tía y las demás señoras con las que había estado, nunca se lo había hecho a otra niña de su edad, insistiendo su padre.

—Como tienes la polla más pequeña, así se lo podrás dilatar más fácilmente para cuando se la meta yo.

Para mi hija si iba a ser su primera penetración anal, pero ella se mostró dispuesta a probarlo, poniéndose en cuatro y ofreciendo su culo a Daniel para que iniciara la follada anal.

El chaval le echo lubricante en su ano, poniéndoselo él también en la polla para empezar a metérsela con cuidado, según le iba indicando su padre, antes las quejas de mi hija al sentir esa presión, pero poco a poco, su polla se fue metiendo más adentro hasta que el gozo se hizo palpable en mi hija, que empezó a disfrutar de esa polla en su culo, mientras se masajeaba su clítoris con los dedos, en busca de ese nuevo orgasmo mutuo que acabaría dejándoles desfallecidos sobre la cama.

Mientras esto sucedía, nosotros ya nos habíamos empezado a tocar el uno al otro, despojándonos de nuestra ropa, y poniéndose Manuel encima de mí para follarme y así poder desahogarnos los dos la tensión y excitación acumulada, mientras esta vez eran nuestros hijos los que nos miraban con curiosa excitación, hasta que él se corrió y me hizo a mí llegar a varios orgasmos.  

Mientras descansábamos en la habitación,  después de todo esto, mi morbo siguió aumentando preguntar a Manuel cómo había empezado Daniel en el sexo, para llegar a adquirir a su corta edad tanta destreza:

—Mi mujer lo tenía muy mimado y le consentía todo, ya sabes, lo que muchas madres hacen cuando vuelcan su amor en sus hijos.

—Qué se dejaba sobar bien por él, quieres decir.

—Sobar y más cosas. Le acostumbró a dejarle chupar las tetas mientras ella le masturbaba, acabando por enviciar eso a Daniel completamente como puedes imaginar. Otras veces se tumbaba en la cama con las piernas abiertas para que el crío jugara con su coño y le metiera las manos mientras ella le decía: “Cómeme, cómeme….”, a lo que Daniel accedía. Imagínate, un crío de esa edad comiéndole el coño a su madre……..

—Claro, tu hijo se sentiría en la gloria con el “cariño” de su madre, jaja.

—Sí, pero lo malo fue que cuando mi hijo ya se había acostumbrado a hacer esas cosas con su madre, mi esposa murió en un accidente. Daniel lo pasó muy mal. Yo no sabía ya que hacer con él y menos mal que mi cuñada, una mujer mayor, que estaba soltera vino a nuestra casa para cuidar de él y me lo sacó adelante.

—Era muy pequeño para perder a su madre y supongo que tu cuñada supo ocupar su lugar.

—Y tanto que lo ocupó. Yo tuve que contarle todas esas cosas que su madre hacía con Daniel, como le consentía todo y aunque mi cuñada me miraba un poco sorprendida, yo noté que el morbo se activaba en ella, quizás descubriendo unos sentimientos nuevos para ella demasiado perversos, evidenciado por su nerviosismo ante lo que yo le contaba.

—¿No sería virgen tu cuñada?

—No, que va. Si a ella también la empezó a follar su padre cuando era una cría hasta que acabó quedándose embarazada, pero la hicieron abortar y resultado de eso, ya no pudo tener más hijos. Luego, como ella también se quedó sin madre pronto, pues el padre acabó convirtiéndola en su puta hasta que él murió, siendo ya ella mayor, por lo que se quedó soltera. Ya sabes, las cosas que pasaban antes en los pueblos. Lo que sucedía de puertas para adentro no le importaba a nadie, aunque todo el mundo lo supiera.

—Sí, en la familia que tengo yo en el pueblo, también pasaron cosas parecidas, según me contaron.

—Eran otros tiempos y tenían otra mentalidad, pero ahora creo que sigue pasando lo mismo, de forma discreta también, claro. Mi cuñada me propuso que para que no echara de menos a su madre, metería a Daniel en la cama con ella para dormir, así que imagínate lo que empezó a pasar entre ellos.

—Pues que empezaron a calentarse mutuamente ¿no?

—Lógicamente. Mi cuñada andaba falta de un hombre y empezó a desahogarse con Daniel y al final a mi hijo acabó convirtiéndole en ese hombre que ella tanto deseaba.

—Qué historia tan curiosa, jeje. Y luego, ¿Cómo empezó a satisfacer a todas esas señoras mayores, que me contaste?

—Eso fue por culpa de que a mi cuñada, sus amigas la notaron mucho más contenta y de mejor humor, y ella tuvo que acabar confesando la razón, pidiéndole sus amigas, que les llevara a mi hijo con ellas.

—Jaja, vaya con las señoras, querían probar la pollita de Daniel también.

—Sí, y eso que algunas estaban casadas y todo, pero cuando las mujeres sois viciosas, es todo pura perversión. Yo me fui enterando después, por lo que me iba contando Daniel. Me decía que las señoras se peleaban por mamarle su polla y que todas querían sacarle el rico jugo que le salía.

—Qué bueno. La verdad es que al chaval se le nota que controla el tema y eso para nosotras es una delicia y nos lo hace pasar en grande.

Como aparte de quedar con Manuel y su hijo, empecé a llevar a mi hija con otros hombres que me la solicitaban en los chats, y con toda esta vorágine de vicio y un poco de descontrol para una niña de su edad, era inevitable que empezara a tener consecuencias en nuestras vidas, como por ejemplo cuando me llamaron del Colegio de mi hija, porque querían hablar conmigo, recibiéndome su tutora:

—La he llamado porque estamos un poco preocupados con su hija.

—¿Y eso por qué? Saca muy buenas notas.

—No, no es por sus notas. En eso no tenemos queja. Es a causa del cambio que ha tenido últimamente. Viene demasiado cortita a clase, quiero decir, con unas faldas muy cortas enseñando demasiado y tiene a los demás niños un poco alterados haciendo que se distraigan en clase.

—Bueno, las demás también van así, ¿no?

—Sí, la verdad es que a estas edades, a las niñas les gusta presumir y enseñan más de la cuenta, pero en el caso de su hija es que también la hemos pillado en el baño con algún niño y ya se imagina lo que estaban haciendo. La madre de un niño se enteró de eso y vino a quejarse y claro, nosotros tenemos que tomar medidas, para que esto no transcienda más.

Yo ya no sabía que explicaciones dar a la profesora e intenté justificarme como pude:

—Mujer, supongo que mi hija no será la única que hace esas cosas. Esos niños también tendrán alguna culpa y no me parece bien que se la echen toda a ella, poniéndola poco más que de puta.

—No, ni mucho menos. Entiéndame, queremos corregir a la niña, protegerla para que no tome un mal camino. Además suelen ser los niños los que más empiezan a hacer estas cosas con las niñas, llevándoselas a los baños, pero su hija está demasiado sueltita, y perdóneme por la expresión, pero hemos oído rumores de que algún profesor ha podido tener algo con su hija también y eso ya sería muy grave.

—Mire, a estas edades, todas las niñas andan muy calientes y algunas son muy descaradas, por lo que a los profesores siempre se les fue la mano con alguna y eso ha pasado siempre, o no se acuerda ya de cuando nosotras éramos pequeñas y algún maestro nos metía mano también.

—Bueno, eran otros tiempos y nosotras teníamos que hacer lo que nos mandaban y no se nos ocurría decir a nadie lo que hacíamos porque no nos creían y encima nos echaban la culpa. Mire, el otro día, en la reunión de profesores, algún compañero nos dijo que hay niñas que se les sientan en la primera fila con las piernas cruzadas y la falda hasta arriba y que de pronto abren las piernas para enseñarles las braguitas, lo que les ponía nerviosos a ellos y los demás, al notarlo, empezaban a reírse, como si fuera un reto, ¿entiende?

—Sí, claro. Es que ahora son tremendas. Comprendo lo que me dice, hablaré con ella para que se modere, porque a mí tampoco me gusta que dé que hablar entre los demás.

—Se lo agradezco, porque no nos gustaría tener que tomar otras medidas más duras, como otros años que pasaron cosas parecidas.

—Entonces ya tendrán experiencia en esto y habrán tenido casos de todo tipo.

—Sí, la verdad. Últimamente no sé qué educación les dan en casa porque vienen de una manera que sobre todo a los profesores, les ponen en más de un aprieto.

—Bueno, más de uno estará encantado con esas cosas, porque al fin y al cabo son hombres y si una niña les enseña la rajita es normal que se queden mirando y si pueden, les pasan la mano. Pero las profesoras tampoco se quedan atrás, porque lo que pasó hace dos años con esa profesora que se acostaba con un crío, ya me dirá.

—Sí, fue un escándalo que nos hizo mucho daño, pero esa profesora ya no está aquí y esperemos que no vuelva a pasar.

A consecuencia de todas estas experiencias que iba teniendo mi hija, la situación en casa también se fue descontrolando, para temor mío de que mi marido acabara descubriéndolo todo, porque mi hija cada vez tomaba más la iniciativa con él, se mostraba más descarada y desinhibida, y mi marido se dejaba llevar por su fogosidad.

Supongo que también estaría un poco sorprendido de que yo no pusiera ninguna objeción a sus avances, cada vez más evidentes, incluso en mi presencia, pero la verdad es que yo tampoco me sentía con ninguna autoridad como para prohibirle nada o reprocharle su actitud con la niña, ante todo lo que estaba sucediendo con ella y que él desconocía.

Toda esta situación me tenía cada vez más nerviosa, porque en uno de los encuentros en los que había llevado a mi hija, en el chat le había dicho a ese hombre que mi hija era prácticamente virgen y que solo lo había hecho una vez, lo que aumentó su interés por verla, pero en cuanto le abrió las piernas y pasó varias veces los dedos por su coño, me dijo:

—Esta cría está muy follada ya. ¿Se lo está haciendo su padre?

—No, no es su padre.

—Si es él, puedes decírmelo sin problema, que no me importa. Me la voy a follar igual porque está muy rica la nena, pero a mí no me engañas porque ya estuve con muchas y se bien cuando se la han metido. ¿Entonces su padre no lo sabe tampoco?

—No, no es él y tampoco se ha dado cuenta, creo.

—Pues es raro, porque cuando le toque el coño a la cría, tiene que notarlo. Fíjate como se le abre en cuanto se le moja un poco. Y en cuanto le aprietas la polla ya le entra toda fácilmente.

—Lo siento. Vi que te excitaba especialmente que no hubiera estado con hombres y por eso te lo dije.

—No pasa nada, pero cuando se entere su padre no le va a gustar mucho que otros estemos follándonos a su hija.

—Sí, lo sé, por eso tengo miedo. Creía que no se notaría tanto.

—Se ve que él no tiene mucha experiencia con nenas, porque parece no darse cuenta de eso, pero supongo que tu marido estará con la cría en la cama y hacen de todo menos follar ¿no?

—Sí, hacen de todo pero él no quiere metérsela todavía porque piensa que yo lo voy a ver mal eso.

—¿Por el culito tampoco? Pues no sé cómo puede aguantarse porque debe de correrse un montón con ella, pero yo creo que lo mejor sería que se la follara cuanto antes, y con suerte, a ver si no se da cuenta, o aunque lo note, él no diga nada, para que vosotras estéis más tranquilas.

—Sí, con ella se corre enseguida porque se excita mucho, pero me da miedo que llegue ese momento de follarla y me lo eche en cara, aunque ya sé que tarde o temprano acabará haciéndolo.

—Dale a entender que no te importa y que puede hacerlo sin problema y dile que hay cantidad de padres que se follan a sus hijas.

—Sí, algo tendré que hacer. Bueno, a ver lo que pasa.

Quizás, a consecuencia de que mi marido ya estaba sospechando por lo que venía observando en su hija, tuvimos una conversación que me hizo temer que pudiera descubrirlo, y yo como seguía con miedo, intenté hacerme la tonta, desviando el tema para evitar que siguiera haciéndose preguntas:

—¿Te has fijado como está la nena últimamente? —me preguntó él.

—¿Qué quieres decir?

—Pues que cada vez viene con más ganas a nuestra cama y se muestra más sexual conmigo.

—¿Y qué esperas? Si llevas sobándola todo lo que quieres desde siempre. La cría se va haciendo mayor y cada vez sentirá más gusto y es normal que lo busque.

—Ya, si, lo sé, pero a veces me da la impresión…….., no sé, como que está demasiado sueltita la nena, cada vez más desinhibida conmigo, dejándose hacer de todo y como pidiéndome que la folle.

—A mí no me digas nada. Eres tú el que le estás metiendo el vicio y ahora te sorprendes de que sea así. Mira, eso mismo me dijo en el Colegio su tutora el otro día, que la cría llevaba esas minifaldas enseñándolo todo y que la veían así, sueltita, como dices tú.

—¡No me digas! ¿Y por qué no me comentaste nada?

—Porque no quería preocuparte. Y para que no te sintieras culpable por si empezaban a preguntarnos demasiado sobre por qué nuestra hija se comporta así.

—La que me hace sentir culpable eres tú con lo que me estás diciendo ahora, que si la sobo demasiado, que llevo mucho tiempo poniéndola caliente y que por eso se comporta así ahora.

—Pues tú mismo. ¿Cómo quieres que reaccionemos las mujeres cuando nos están tocando el coño todo el día? ¿Te has fijado en lo abierto que lo tiene ya de meterle tanto el dedo?

—Sí, es verdad que últimamente lo tiene muy abierto y se empapa toda en cuanto la toco un poco. Esperemos que nadie se dé cuenta.

—Pues si alguien le ve el coño se dará cuenta. Y dentro de poco tengo que llevarla ya al Ginecólogo y él lo va a notar, así que a ver que hacemos.

—Intentaré tener más cuidado, pero tú ves cómo me provoca y como viene a ponerse encima. Me acaba calentando mucho y no puedo contenerme, porque es una ricura sentirla como se retuerce de placer conmigo.

—Sí, ya me imagino que te darán muchas ganas de follártela, pero si hemos llegado hasta aquí es porque tú también le ponías la polla en la boca desde antes de que empezara a comportarse así, y es normal que la cría tenga cada vez más calentura. Mira, cualquier día se la van a follar por ahí y casi prefiero que se lo hagas tú, porque ya sabes cómo son estas crías ahora, que tienen mucha prisa por dejar de ser vírgenes y así, si la follas tú, ya se le quitará esa curiosidad que tienen todas, y así acabamos ya con esto.

—¿Estás segura? Más que acabar con esto, yo creo que va a ser el principio, jaja.

—Sí, no sé, es verdad, no me hagas caso. Es que esta situación del Colegio y lo que está pasando en casa, me tiene muy nerviosa y no sé ni lo que digo.

Pareció que por esa vez funcionó la estrategia de hacerle sentir a él culpable del comportamiento de su hija porque se la estuvieran follando otros, sin que él lo supiera, claro, y de momento no volvimos a tocar el tema, excepto algún comentario que le hacía a su hija alguna vez cuando iba vestida demasiado provocativa:

—Cariño, sería mejor que no fueras así a clase, con esas faldas tan cortas, que luego al sentarte se te ve todo y tus compañeros no atienden a clase.

—Otras van así también o peor, así que yo voy como quiero y que se hagan pajas si quieren.

—No seas descarada, hija, que a tu madre ya le llamaron la atención por dejarte ir así a clase y no queremos que te expulsen.

—¡Tranqui, papá!, que no va a pasar nada —dándole un beso a su padre en la boca de lo más vicioso, dejándole saborear bien su lengua, como ella sabía que le gustaba a él, para intentar quitarle el enfado a su padre, lo que efectivamente consiguió que terminara con esa pequeña reprimenda a su hija, mientras yo les observaba, todavía con el camisón puesto y con un poco de sueño por lo poco que había dormido por la especial excitación de mi marido que me había despertado a media noche para follar, quizás pensando en la conversación que habíamos tenido y en la posibilidad de acabar follando a su hija.

Y así pasaron los días hasta que una mañana de domingo, empecé a hacerle una mamada a mi marido para despertarle, como solía hacer cuando tenía ganas de que me follara, pero a la vez decidida a ponerle bien caliente para cuando viniera nuestra hija a la cama, como tantos fines de semana.

Pero quizás esta vez iba a ser un poco distinta que las anteriores, ya que le había dicho también a Lore que se pusiera encima de su padre y se la dejara meter, que su padre lo estaba deseando ya y así poder acabar de una vez con esa incertidumbre que me atormentaba, continuando con mi calentamiento a mi marido:

—¿Quién te la chupa mejor, Lore o yo?

—¿Cómo me preguntas esas cosas? No sé, es distinto, con Lore es el morbo que me da, como pone su boquita, como me mira, todo, ya sabes que ella me pone muy caliente.

—¿Te la vas a follar cuando venga hoy?

—¡Buufff!, me estás matando, vas a hacer que me corra y prefiero reservarme para ella.

—¡Mmmm!, que malo, ¿no me vas a dar nada a mí, con lo que me gusta?

En ese momento entro Loré en la habitación pillándonos en plena faena, pero ella ya estaba acostumbrada a esas cosas y solamente se río, mostrándose ante su padre más provocativa que nunca, con sus braguitas minúsculas y la camiseta del pijama que le quedaba pequeño ya, pero ella lo prefería así, enseñando la barriguita al levantársele por el tamaño de sus pechos, cada vez mayor, mostrándose a su padre así de provocativa, preguntándole:

—¿Te gusta, papá?

—Claro. Anda, ven, ponte a mi lado.

Lore se tumbó en la cama al lado de su padre y empezó a lamerle la polla, compartiéndola conmigo, llenando de morbo a mi marido, y yo creo que como a cualquier hombre que viera a su mujer y a su hija comiéndole la polla al mismo tiempo.

Luego dejé que mi hija continuara, mientras yo miraba como seguían con sus juegos habituales, hasta que Lore acabó montándose encima de su padre, pero esta vez no se limitó a frotarse el coño con su polla, como hacía otras veces, si no que dejó que se introdujera en su vagina, decidida a sentir ya de una vez a su padre dentro de ella y disfrutar con él lo que gozaba con otros hombres.

Mi marido me miró un poco asustado, con dudas todavía sobre si estaría haciendo lo correcto, pero mi mirada de asentimiento acabó de tranquilizarle. Por fin había conseguido que se follara a su hija en mi presencia y que él viera que lo aceptaba totalmente siendo conscientes de que habíamos llegado a un punto sin retorno y que la única marcha atrás posible sería la que mi marido tendría que hacer cuando fuera a correrse para no echar su semen dentro del coño de su hija.

De una forma inconsciente, quizás instintiva o de autoprotección para evitar que mi marido se pusiera a pensar en la facilidad con la que su polla se había introducido dentro del supuestamente virgen coño de nuestra hija, decidí seguirles el juego, sin que me hiciera falta disimular una excitación que en verdad estaba sintiendo, y que a la vez me liberaba de la tensión contenida durante todo este tiempo atrás.

Me acerqué a mi marido besándole y saliendo desde lo más profundo de mí ser, unos morbosos comentarios a mi marido producto de esa excitación:

—Te estás follando a tu hija Cómo estás disfrutando ¿eh?

—¡Siii!, es muy rico, no voy a poder aguantarme más sin correrme.

No se lo eches dentro, sácasela cuando vayas a correrte y fóllame a mí, que estoy muy caliente.

—Sí, pero no me digas esas cosas, que no quiero correrme todavía, para disfrutarla un poco más.

Luego, mirando a mi hija y besándola en la boca, le dije lo mismo:

—Papi te está follando cariño, ¿estás disfrutando?

—Sí, mamá, ya tenía muchas ganas.

Nuestra hija aumentó su ritmo montando a su padre, lo que acabó irremisiblemente con su resistencia, levantando a su hija para no correrse dentro de ella, provocando sus protestas porque quería seguir teniendo más orgasmos con la polla de su padre, lo que yo aproveché para ponerme encima de él y que él mantuviera su erección todo el tiempo extra que aguantara provocada por la excitación de haber follado a su hija.

Como nuestra hija seguía poniendo cachondo a su padre, porque quería más, él aguantó lo suficiente para que yo me corriera y en cuanto mi hija se dio cuenta, me mandó quitarme para volverse a poner ella otra vez encima de su padre que ya se había corrido dos veces sin que se la bajara la polla, exclamando él:

—¡Joder! Me vais a matar entre las dos, pero de placer. No puedo más.

—Dame un poco más, papá, hasta que me corra y no me la saques como antes.

Después de un rato, mi hija empezó a gritar como poseída, estaba claro que con su padre estaba disfrutando mucho más que con esos hombres con los que la llevaba, porque nunca la había visto así, supongo que por el morbo de saber que quien le estaba metiendo la polla era su propio padre.

Por suerte, ese día mi marido no comentó nada sobre si su hija había follado ya con otros, quizás porque no se había dado cuenta o porque prefería no saberlo y dedicarse a disfrutar de esta nueva situación, en la que una vez llegada a ella ya no hubo nada que los frenara y como yo no quería quedarme fuera de esa relación, nuestra vida familiar, digamos que cambió totalmente. Prácticamente dormíamos los tres juntos en nuestra cama, aunque eso provocaba que las horas de sueño cada vez fueran menos.

Mi hija era insaciable, nunca tenía suficiente y a mí no me importaba que se pusieran a follar entre ellos, cuando yo no podía más, aunque mi marido no sé cómo aguantaba, quizás la fuerza de ese morbo que me comentaba, le hacía mantenerse siempre dispuesto a satisfacernos a las dos, aunque no sé hasta cuándo podríamos seguir manteniendo esa relación a tres.

Conversaciones de chats (De las palabras a los hechos)
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