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Los calientes senos de mamá – Final.

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Me senté en el sofá esperando a Joel mientras mamá se iba a preparar para tenderle la trampa.    Joel sonó el timbre pocos minutos después.    Me levanté y fui a abrir con los nervios de punta; lo hice entrar él venía con sus cuadernos en una mochila:

—¡Hola! … entra … —Le dije.

—¡Hola! … —Respondió entrando y dando una inquisitiva mirada a su alrededor.     Subimos a mi cuarto y encontramos a mamá en el pasillo:

—Buenas tardes, señora … —Saludo Joel a mamá visiblemente impresionado por el vestido que se había puesto mi madre.     También yo me impresioné y tuve que tragar saliva cuando la vi así con sus senos desbordándose por el escote de su ajustado vestido.

—¡Chicos! … si van a estudiar en la habitación de Carlos … les traeré algo de beber y unos bocadillos …

Nos sentamos en mi escritorio y comenzamos a desarrollar el tema escolástico; minutos después apareció mamá con una jarra de jugo y una panera con trozos de queque.

—Entonces chicos … si van a necesitar algo más … me llaman y yo se los traeré …

—Gracias, mamá …

—Gracias, señora Sonya …

Dijimos y mamá salió de mi cuarto con una espléndida sonrisa en su rostro.

 

 

Pasó un tiempo indefinido, le serví a Joel un par de vasos de jugo y esto hizo el efecto natural.

—Carlos … necesito ir al baño un momento …

Y salió de prisa de mi habitación.     Inmediatamente texteé un mensaje a mamá, la trampa se estaba ejecutando; me fui velozmente al dormitorio de mamá.     No podía creer lo que estábamos haciendo, pero mi polla sí, una incipiente dureza comenzó a manifestarse en mis pantalones.     Me agaché a mirar por el orificio del cuarto de mamá y vi a Joel orinando en el inodoro.     Con mi teléfono pronto en una mano, lo observé hasta que terminó.     Se dirigió al lavabo para lavarse las manos.     Podía ver un sujetador rojo de mamá colgando del canasto de ropa sucia.     ¡Mierda!  Joel no vio nada, porque se dirigió a la puerta sin ver la ropa interior de mamá.     Cuando puso su mano en el pomo de la cerradura se giró y dirigió su vista al sostén de mamá y se encaminó hacia el canasto de ropa.     Estaba conteniendo mi respiración mirando las acciones de Joel.     Se detuvo frente al canasto y estirando la mano cogió el sujetador de mamá, inmediatamente lo llevó a su nariz, el plan de mamá estaba resultando cien por ciento.     Pensé en presionar y enviar el mensaje de texto a mamá, pero me sorprendió cuando Joel dejó el sostén de mamá en el canasto y tomó una pequeña tanga negra de ella, pero acto seguido se bajo los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos.    Vi que Joel comenzaba a masturbarse con los calzoncitos de mi madre, entonces presioné mi celular y envié el mensaje a mamá, “Bingo”.

 

 

Miré con atención a la puerta del baño, mamá no entraba, me pregunté ¿Dónde estará?   Justo en ese momento ella hizo irrupción en el baño y encontró a mi mejor amigo con su tanga negra envolviendo su macizo y rígido pene, Podía escuchar claramente sus voces.

—¡Pero niño! … ¿Qué estás haciendo? …

La cara de Joel se puso de un intenso rojo y vio que mi madre cerraba la puerta detrás de ella.     Miré ansioso para ver cuál sería el próximo movimiento de mamá.     Me dio un poco de risa ver a mi mejor amigo en esa grotesca situación, pero también sentí las pulsaciones de mi polla.     Mamá se acercó a él estirando una mano hacia su pene.

—Creo que necesitas ayuda con esto … déjalo a mí …

Concentré mi vista en el agujero que de pronto me pareció muy pequeño.     Ahora vi que la mano de mamá desenvolvía su tanga de la polla de Joel y la tiraba descuidadamente al cesto de ropa sucia, inmediatamente comenzó a acariciar la enorme polla de mi mejor amigo.     Mamá parecía muy cachonda.     Lo que vino a continuación casi hizo que me corriera en mis pantalones.     Mama con una mano jalaba la pija de Joel y con la otra comenzó a tirar hacia abajo su vestido hasta hacerlo descender a su cintura.     ¡Que, vista Dios mío!      La polla de Joel en una mano y la otra levantando sus pesadas tetas para hacer calzar la tiesa polla de él en medio a sus exuberantes colinas cálidas y carnosas.     Esto sobrepasó hasta los sueños más cachondos que pude haber tenido.

 

 

Vi que Joel en algún modo se había calmado y estaba colaborando con mi madre, lo había escuchado gemir recibiendo todas esas carantoñas en su amoratado miembro viril, pero aún se miraba alrededor sin poder creer lo que le estaba sucediendo e inquieto le preguntó a mamá:

—¿Y si Carlos nos encuentra así? …

—No te preocupes por él … de seguro estará concentrado en vuestra tarea …

Al decir estás últimas palabras, miró hacia el agujero y guiño un ojo.

 

 

Durante todo este caliente espectáculo, no pude resistirme y saqué mi propia verga y comencé a jugar con ella, mientras mamá se ocupaba de la pija de mi mejor amigo.     Sabía exactamente como se sentía Joel en este momento, ya que yo mismo en el trascurso de la semana, me había encontrado en la misma situación.     La cara de Joel reflejaba todo su intenso goce sintiendo su gorda polla aprisionada entre las suculentas mamelas de mamá, pero no se atrevía a jugar con sus rígidos pezones y mi madre todavía no se lo había insinuado.

 

 

Justo cuando pensaba que Joel no se empeñaba lo suficiente, escuché a mamá decirle:

—¡Chico! … puedes jugar con ellas … mis tetas no muerden …

La reacción de Joel fue fulmínea.     Agarró a mamá por su brazo y la hizo girar.     Vi la cara de sorpresa de mamá, pero no lo detuvo.     Lo siguiente que hizo Joel fue tironear el vestido de mamá junto con sus pequeñas bragas, ahora mamá estaba desnuda.     Luego salvajemente le dijo:

—¿Quieres que me comporte un poco salvaje? … ahora te hago ver lo salvaje que puedo ser …

Y sin previo aviso, empujó la espalda de mamá un poco hacia abajo y enterró su polla tiesa como palo violentamente en el coño de mi madre.

 

 

Claramente esto no estaba en los planes de mamá y yo tampoco lo vi venir.     Pero ya no había forma de detenerlo, Joel había aprisionado a mamá por sus caderas y la estaba follando fogosamente.     Por varios minutos él mantuvo un ritmo salvaje embistiendo la panocha de mamá.     En un principio mamá intento soltarse, pero luego solo tomó su brazo y lo acompaño en la salvaje follada.     No podría asegurarlo, pero tuve la impresión de que mamá lo estaba disfrutando.

—¡Agáchate un poco más? …

Dijo mi mejor amigo y mamá obedeció al instante inclinándose y afirmándose en el lavamanos.     La cara de Joel estaba roja y sudaba ligeramente.     Tenía las caderas de mamá con ambas manos y se turnaba para darle bofetadas en sus nalgas, sin dejar de embestir su conchita con su inmenso pene.     Cómo si no fuera extremadamente cachondo lo que estaba presenciando.     Joel sacó su polla del coño de mamá y se sentó en el inodoro dándome la cara hacia el agujero, luego tiró de mi madre y la hizo sentar sobre su polla con las piernas abiertas.     Ahora podía ver claramente el precioso coño de mamá y la polla tremenda de Joel enterrada hasta las bolas dentro de ella.     Las tetas de mamá se movían para todas partes con vida propia.

 

 

De repente Joel empujó a mamá contra el lavamanos y se levantó agitado, comenzando una furiosa follada al coño de mi mami, enseguida se lo saco y lo sacudió sobre su culo y espalda, dejándola llena de esperma.     Quedó tan agotado que lo vi apoyarse en mi madre por unos instantes, luego a toda prisa comenzó a subirse los pantalones y a guardar su pene goteante.     ¡Mierda!    Tengo que volver rápidamente a mi habitación para evitar que él regrese a mi dormitorio antes que yo.

 

 

Con mi polla medio fuera de mis pantalones, rápidamente escapé hacia mi cuarto.     Mientras trotaba por el pasillo camino a mí dormitorio, logré por fin meter mi polla dentro de mis pantalones.     Me senté al computador y Joel entró unos diez o quince segundos después.     El enrojecimiento del rostro de Joel era evidente, pero no le dije nada al respecto.     La hora siguiente hicimos poco o nada, ambos estábamos con nuestras mentes en otras cosas, así que no me importó cuando él dijo de sentirse cansado y que quería irse a su casa, lo acompañé a la puerta y ambos dijimos al mismo tiempo:

—“Te veré mañana” …

Joel esbozó una fingida sonrisa y yo hice solo una mueca

 

 

Apenas cerré la puerta principal me dirigí a mi cuarto, encontré a mamá sentada en mi cama cabizbaja.     La trampa se nos había ido de las manos, no sé en qué momento Joel comenzó a follarla y derramo su leche sobre su culo y espalda.     Me di cuenta de que estaba un poco avergonzada y yo no quería que ella se sintiera así, solo se miraba las manos y no hablaba, entonces decidí hablar yo:

—Mami … no eran esos los planes … pero después de todo creo que resultó muy cachondo … aunque debo decirte que me sentí celoso de Joel …

Cuando ella escuchó eso, su rostro cambió y se tornó más aliviada.     Y cuando le pregunté si le había gustado la sensación.     Su rostro se iluminó por completo y comenzó a hablar.

—Bueno … tengo que decirte que se suponía que Joel no debía haber hecho lo que hizo … pero no sé en que momento me metió su polla y ya no podía detenerlo … y tuve que ceder …

—Mami … te veías deliciosa follando con él … creo que lo disfruté tanto como tú … pero ahora tenemos otro problema …

—¿Y cuál sería ese, tesoro? …

—Cuando es “mi turno”, mami … es más de una semana que quiero tener sexo contigo …

—¡Ah! … bueno … tienes que ser paciente … la espera te hará venir más ganas y eso será bueno para ti y también para mí …

 

 

A la mañana siguiente, mientras desayunábamos, mi madre de repente quiso saber:

—Carlos … ¿Has recibido alguna vez un masaje? …

—No, mamá … nunca … ¿Por qué? …

—Bien … entonces prepárate … porque esta noche te hare un buen masaje …

No hice reparos a eso por que no le vi nada de malo si ella quería darme un masaje estaba bien para mí.

—Bueno, mami …

—Una sola cosa … tienes que bajar el colchón inflable que está en el ático …

—¿Te refieres a esa cosa grande que llevábamos a acampar? …

—Sí … ese mismo … y solo eso yo me preocuparé del resto para cuando vuelvas a casa …

Hice lo que me pidió mamá y baje la cama de aire para ella.     Más tarde me fui a buscar a Joel para concluir el trabajo del colegio.     Mientras trabajábamos en nuestra tarea había un extraño e incómodo silencio entre nosotros.     Yo podía entender eso, así que le dije:

—Joel … escucha … sé todo lo que pasó entre tú y mí madre … quiero que entiendas que no me importa en absoluto … siempre seremos buenos amigos …

Después que lo dije, me pareció que no había sido una buena idea.     Siguió siendo una situación bastante incomoda hasta el final, no para mí, sino para Joel.     Creo que él se sintió realmente aliviado cuando dimos por terminado el trabajo.     Eché en mi mochilas mis apuntes y tareas, luego me fui a casa, ya nada más me importaba, lo único que necesitaba ahora era el masaje de mamá.

 

 

Cuando entré en casa cerca de diez minutos después, no encontré a mamá por ningún lado, ella no estaba en la sala de estar como es su costumbre.     Pero seguramente me escuchó llegar porque la escuché llamar:

—Carlos … estoy aquí en el baño, tesoro …

Dejé caer mi mochila sobre una silla y me dirigí al baño, vi a mamá de pie junto al colchón inflable con su bata que cubría poco y nada:

—Vamos, bebé … ven aquí … te ayudaré a desnudarte …

Inmediatamente comenzó a sacarme el suéter y luego la remera, después sentí que tocaba mis pectorales y sus manos recorrieron mi vientre hasta alcanzar la hebilla de mi cinturón.    Con dedos agiles la abrió y desabotonó mis pantalones, bajó la cremallera y puso las manos a mis costados para empujar mis pantalones hacia abajo.     Rozó mi pene por sobre mis calzoncillos casi casualmente cuando se arrodilló a quitarme mis calcetas una a la vez.    Con ojos ávidos observó como comenzaba a crecer en mi una protuberancias que poco a poco levantaba la tela de mis boxers, estiró su mano para palpar mi gruesa polla y me dio unos cuantos apretones con su cálida mano, luego sin más trámite me quitó también mis boxers dejándome totalmente desnudo ante ella, se levantó y me dijo:

—Bueno, bebé … ahora es tu turno de despojarme de mi ropa …

Por supuesto que eso me puso inmediatamente en acción.     Desaté el cinturón de su bata, la abrí y la saqué deslizándola por sus hombros, ahora mamá estaba ante mí en una fina lencería blanca, casi trasparente.     Antes de desabrochar el gancho frontal de su sujetador, ahuequé mis manos y sentí sus macizas y grandes tetas, cuando saqué finalmente su sostén, se mostraron ante mí sus gordos y desnudos senos que me embrujaban con sus vaivenes y bamboleos.     También me arrodille para bajar sus pequeñas bragas, cuando comencé a bajarlas su coño estaba a la altura de mis ojos, vi los labios hinchados de su vagina pulcramente afeitados, mamá lucía como el día que el señor la envió a este mundo.     Su coño estaba sin pelo alguno, lucía realmente apetitosa su panocha pelada.     Me metí un dedo en mi boca para humedecerlo con mi saliva, luego lo apunté al coño de mi madre, pero ella me tomó la mano y me hizo levantar:

—Ven, cariño … primero una ducha …

Mi madre abrió el agua tibia de la ducha y comenzó a enjabonarme con sus manos, pero no perdía ocasión para esparcir la espuma con sus voluminosas tetas.     Mamá juntó su cuerpo al mío bajo el cabezal de la ducha, el agua cálida se sentía agradable escurriendo entre su cuerpo y el mío.     Todo el tiempo ella no cesaba de acariciarme y enjabonarme presionado sus tetas contra mi pecho, a ratos me cogía y me apretaba firmemente contra sus senos, luego espalmó un buen poco de jabón en sus manos y suavemente aferró mi polla, enjabonándola amorosamente y deslizando sus manos hacia arriba y hacia abajo, recogiendo y estirando mi prepucio, ¡Oh, qué delicia de masaje!

 

 

Nunca antes me había duchado con mamá, nunca había experimentado algo así, todo esto era nuevo para mí.     Mi polla estaba dura como el acero y sentí unas vibraciones en mis testículos, empujé mi pelvis y restregué mi polla en el vientre que me había dado la vida, sentí que mi orgasmo se avecinaba como una ola, mamá también se percato de ello y dejó de enjabonar mi polla:

—Atento, Carlos … contrólate …

—Pero mami … estoy tan cerca …

—No, querido … seré yo quien te diga cuando puedes venirte … se paciente … te gustará mucho más … te lo prometo … ahora prepárate para la segunda parte del masaje …

Ciertamente no podía desoír las promesas de mi madre.     Ella siempre tenía razón y sabía todo de todo, mamá era una cachonda muy sabionda.     Salimos de la ducha y ella me dijo que me recostara en el colchón inflable tirado en el piso del baño.

—Vamos, bebé … acuéstate boca abajo para que mami pueda masajearte bien …

Entonces me di cuenta de que este era un masaje del todo especial.     Mamá acercó un cuenco metálico con una cuchara grande en su interior.     Algo había en ese cuenco.     Arrodillada a mi lado, dejó caer un liquido frio sobre mi espalda.     El cuenco aquel estaba lleno de aceite de masaje con un agradable aroma a flores.     Mamá lentamente me roció de aceites perfumados por la espalda, luego cambió de posición y se montó sobre mí, sus manos comenzaron a espalmar el aceite por mis pantorrillas, mis muslos y entre mis nalgas, las manos de mamá se sentían deliciosas sobre mi cuerpo.

 

 

Se tomo un poco más de tiempo a aceitar mis glúteos que con el resto de mi espalda.     Sus manos aferraron mis nalgas intentando separarlas al máximo, con una mano untó de aceite mis bolas, jugó un poco con ellas mientras su dedo pulgar se insinuaba descaradamente alrededor de mi ano.     No sé que cosas pasaban por la mente de mamá, pero su masaje era abrumadoramente cachondo, mi polla estaba tan tiesa y dura que temí romper el colchón inflable bajo de mí.

 

 

Para asegurarse de que me estaba complaciendo con su masaje, mientras vertía un poco más de aceite sobre mí, me preguntó:

—¿Qué tal el masaje, cariño? … ¿Te gusta? …

—Me encanta, mami … sigue, por favor …

Y ella continuó jugando con mis bolas y mi estrecho orificio.    De un momento a otro se detuvo, observé por el rabillo del ojo que tomaba más aceite del cuenco, pero no lo vertió sobre mí, sino sobre ella misma.     Estaba dejando escurrir aceite sobre sus senos, me giré solo un poco para ver como el aceite goteaba sobre sus grandes tetas que brillaban lucientes a consecuencias del baño de aceite, la vi espalmar el aceite sobre esas esponjosas y exuberantes mamelas y luego se frotó el resto del cuerpo haciéndolo brillar al igual que a sus esplendidas bubis.     De solo observar sus movimientos mi polla parecía haber crecido uno o dos centímetros más y ahora si que el colchón corría el riesgo de ser perforado.     La escuché decir:

—Prepárate, bebé … ahora inicia el masaje vero y propio … ¿Estás listo? …

Pero ni siquiera esperó mi respuesta.     Empujó sus enormes senos sobre mi espalda, mis omóplatos, resbalaron sobre mis hombros y las sentí en mi cuello.     Las tetas de mamá estaban todas sobre mí, era un verdadero océano de voluminosa olas de carne recorriendo toda mi parte posterior.     Sus pezones arañaban mi piel y se hundían en mi resbaladiza tez.     ¡Madre de Dios!   La sensación era increíble y abrumadora, sus tetas parecían mecidas por manos divinas que masajeaban todos los músculos de mi espalda, ¡Dios mío!  Esto se estaba poniendo cada vez más caliente, porque ella se deslizaba resbalando sobre mi hacia arriba y luego hacia abajo, gimiendo y respirando cerca de mi oído cuando estaba cerca de mi cabeza.     La presión y movimiento de sus tetas sobre mí siguió por un tiempo, luego se detuvo y me dijo:

—Voltéate … es el turno de tu parte de adelante …

Prontamente me gire pensando en que este era “mi turno”, pero mamá continuó con lo que estaba haciendo.     Sus redondas y gordas tetas comenzaron a viajar sobre mis pectorales, mi vientre y mi zona púbica, su ligero cuerpo se deslizaba suavemente sobre mí hacia arriba y hacia abajo.     Solo le tomaba más tiempo cuando mi pene se enfilaba en medio a sus lustrosos senos hasta tocar su barbilla y también cuando sus senos casi cubrían mi rostro mientras mi pene chocaba con sus hinchados labios vaginales, ella movía su culo y masajeaba mi polla con su coño.     Yo trataba de empujar para entrar, pero ella cachondamente se alejaba y apretaba sus muslos.     Pero realmente mamá tenía razón, me estaban viniendo una ganas locas e irrefrenables de follar su lindo coño.

 

 

Sin darme cuenta ella comenzó a quedarse más tiempo masajeando mi polla con su coño, me había puesto sus manos en mis hombros y sus tetas descansaban aplastadas sobre mis pectorales.     Ahora estaba empujando su trasero en círculos hacia abajo, como si estuviera buscando una angulación de mi verga.     No me cabía la menor duda, su coño buscaba mi polla.     Las señales eran inequívocas, mamá quería ser follada, pero ella quería decidir el momento.     Yo no podía aguantar más, mi polla estaba tan cerquita de su panocha que decidí correr el riesgo.     Con una mano detuve firme su trasero y con la otra empuje la punta de mi polla en medio a su empapada y lustrosa labia vaginal, después empujé vigorosamente.     Mamá emitió un leve chillido y se apretó contra mí cuando se dio cuenta de que su coño había sido invadido por mi luciente polla gorda y rígida.

 

 

No quise esperar su reacción, ya no había vuelta atrás, mi pene ya estaba dentro de su mojada panocha y aferré sus glúteos firmemente y comencé a embestirla como un poseído.     Eso inmediatamente provocó una reacción en ella, sus gemidos se hicieron del todo audibles y comenzó a susurrar que le gustaba:

—¡Ummmmmm, amorcito! … ¡Ssiii! … ¡Folla con tu hermosa verga el empapado coño de tu madre! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaahhh! …

Mamá se puso rígida y su cuerpo explotó en convulsionados temblores, su coño apretado comenzó a estrangular mi polla, ordeñándola y estrujándola.     Era imposible resistirse a tan mojado y apretado estimulo, para mi gran pesar no duré nada, me iba a correr de un segundo a otro y se lo grité a mamá:

—¡Mami … mami!… ¡Me voy a correr! … ¡No aguanto, mami! …

 Con insólita agilidad y destreza, mamá se despegó de mí y se arrodilló montada en mis pantorrillas, mi pene alcanzó vibrante a la altura de su boca y ella lo engulló por completo comenzando a succionar.     Ella una vez más tenía razón. ¡El mejor orgasmo de mi vida!  Exploté en su boca.     Todo mi cuerpo se sacudió, mis piernas estaban tiesas y mi pelvis rebotaba enloquecida sobre el colchón inflable, enviando gruesas y densas hebras de semen dentro la cálida boca de mamá que siguió chupando y lamiendo mi pija hasta el final.     Me provocaba unos terribles escalofríos ya que mi pija estaba más delicada y sensible de lo habitual, mamá dio un par de lamidas más a mi polla y me dijo que había disfrutado; también me dijo que todavía tenía mucho que aprender y que a ella le complacería mucho poder enseñarme todo lo que ella sabía.

 

 

Después de recibir ese estupendo masaje de mi madre con un final memorable.     Tanto ella como yo sabíamos que nuestra interrelación madre-hijo había trasmutado a algo más, sin ninguna definición por el momento, pero definitivamente distinta.     Por supuesto que nuestra interacción ya venía sucediendo de un tiempo a esta parte.     Con cariñitos y otras osadas acciones; ahora ella me había dejado follarla, pero había sucedido en forma algo fortuita, casi similar a lo que sucedió con Joel.     Estábamos en una actividad sexual y esta escaló en forma natural a una relación completa y muy satisfactoria para mí y para ella.

 

 

A la mañana siguiente no me resultó extraño que cuando me sentaba en la isla de la cocina para desayunar junto a mi madre, ella se sentó junto a mí y me dijo que era tiempo para hablar lo que había sucedido el día anterior:

—Carlos, hijo … ¿qué has pensado a cerca de lo sucedido ayer? …

—Bueno … genial, mami … no veo la hora en que lo podamos repetir otra vez …

Los ojitos de mamá brillaron, me regaló una sonrisa radiante, se acercó a mí y me besó en la boca diciéndome:

—Es lo mismo que quisiera hacer yo, hijo …

Luego se tornó pensativa y agregó:

—… Carlos … esta debe ser una cosa solo nuestra … nadie más debe saberlo … podríamos tener muchas complicaciones si se difunde lo que estamos haciendo tú y yo …

—Lo sé, mamá … los demás no están preparados para aceptar lo nuestro …

—Veo que has entendido muy bien … entonces no tengo nada de que preocuparme …

La miré dentro sus ojos lucientes como estrellas del firmamento y me convencí para mí mismo, que nunca había visto a mi madre tan bella como hasta ahora.

 

 

Ahora ya sabía que mis amigos tenían ciertas ideas preconcebidas sobre mi madre.     Un día de tórrido verano, mamá estaba recostada en una tumbona en el patio trasero cerca a nuestra pequeña piscina, tomaba un baño de sol en un ceñido bikini amarillo.     Vi a Sergio que la miraba boquiabierto:

—¡Guau, Carlos! … se ve tan sexy tu madre …

Después de lo sucedido con Joel y las cosas que me recontó sobre los comentarios de mis amigos, la cosa no me molestó mucho, no me molestaba el hecho de que la admiraran, puesto que efectivamente mamá es una tremenda hembra, pero las habladurías que surgían debido a su belleza si me daban un poco de fastidio.

 

 

Se lo hice saber, pero no me escuchó en lo más mínimo, parecía más como si lo hubiera incitado.     Ya sabía que no era solo Joel y Sergio.     Lo mismo habían dicho Marcos, Héctor, Maximiliano y tantos otros.     Pensé que debía acostumbrarme a ser el hijo de la madre más sexy del colegio y también ya sabía el porque a ellos les gustaba tanto venir a mi casa.

 

 

No tenía ninguna duda sobre la belleza de mi madre.     Era y es bastante bonita, tenía solo veinte años cuando me tuvo.     Mantenía su figura delgada y esbelta.     Ahora estaba asistiendo al gimnasio y parecía aún más bella.      Sonya, mi madre, era de estatura alta, con piernas atléticas y quizás un poco musculosas en sus muslos prodigiosos.     No sabía la medida de su sostén, pero había visto sus senos y al parecer bordeaban los 38D.    

 

 

Ya sabía que mi madre tenía ataques de exhibicionismo con mis amigos y esto no me molestaba en lo absoluto.     Si estaba bien para ella, también estaba bien para mí.     Por eso se dejaba ver por el pasillo de la casa en paños menores y casi desnuda.      Le encantaba excitar a los muchachos y sabía que la iban a tener en sus sueños masturbatorios, eso la ponía cachonda.

 

 

Ahora que tanto yo como ella habíamos transitado a una interrelación más estrecha e íntima.     Yo la miraba en forma diferente y hasta sentía celos de que alguien más la mirara de la forma en que yo lo hacía, me tranquilizaba el hecho de que ella tenía conmigo muchas más cosas secretas y cercanas en nuestra intimidad.

 

 

Cuando cumplí los diecisiete y estaba a punto de graduarme de la escuela secundaria, mamá me hizo saber que me había hecho merecedor a una recompensa por mí esmerada dedicación a mis actividades escolásticas ahora estaba muriendo por saber de que se trataba esa recompensa a sorpresa.

 

 

Como dije antes, mamá había comenzado a asistir al gimnasio y le estaba haciendo realmente bien.     Sus muslos se tonificaron, su abdomen si hizo más plano y me pareció que hasta sus senos se había beneficiado con los ejercicios de ella.     También comenzó a hacer senderismo y correr por los parques del vecindario.     Tenemos la fortuna que nuestra casa es una de las últimas antes de comenzar con los primeros cerros de la Cordillera de los Andes.     De modo que podemos practicar hiking en las rutas cercanas, esa día me había venido el deseo de acercarme a la naturaleza, me puse las zapatillas adaptas y me dirigí a las colinas a caminar un poco y pensar.     Hacía bastante calor por lo que decidí caminar sin camiseta, a menudo lo hacía así que no era nada de extraordinario, no era exhibicionismo, solo que era más cómodo para mí.

 

 

Subí por un empinado camino.     Llevaba mi celular para escuchar música y con una aplicación de GPS para rastrear mis desplazamientos y volver al punto de partida, después de una veintena de minutos estaba sudando profusamente.     No estaba cansado, el sol estaba fuerte en el cielo, pero mis gafas UV me protegían de su dañina radiación.     Caminaba a buen tranco y no había nadie más en vista.     El camino delante de mí llegaba a la cima y había una curva desde donde se comenzaba a descender del otro lado.     Cuando llegué a la cota máxima, observé que a unos cuantos cientos de metros más adelante había otro caminante.     Apuré el paso para intentar alcanzar al otro excursionista.     Cuando estuve a un centenar de metros me di cuenta de que era una mujer, comencé a trotar para avanzar más rápido.

 

 

Ella también caminaba a tranco firme y no me resultaba tan fácil darle alcance.     Su andar era harmonioso y enérgico, con gracia y vigor.     Aceleré mi trote y cuando estaba a unos cincuenta metros, me pareció familiar su figura.     Cuando me acerqué más a ella, aprecié la belleza de sus piernas y como el ajustado pantaloncito corto se ceñía a su hermoso trasero.     Me encantan las mujeres en trajes de gimnasia y esta era particularmente atractiva desde la distancia, además, noté que no vestía una remera, sino un sostén deportivo.     Su paso era felino y muy fluido, como el de un animal salvaje habituado a desplazarse en medio a un ambiente natural.

 

 

Ya más cerca note que sus cabellos eran rubios, atados en una cola de caballo.     No podía ver su rostro, pero era agradable estar detrás de ella observando su figura y sus movimientos.     Sentí la necesidad de conocerla y eso me impulso a correr un pequeño trecho hasta alcanzarla.     Comencé a pensar en que decirle cuando por fin la alcanzara.     Volví a mirar sus nalgas y las encontré merecidamente calientes, el balanceo de sus glúteos a cada paso era hipnotizante.

 

 

Cuando escuchó mis pasos, apuró su andar y a momentos se me alejaba, así que corrí más rápido para mantenerme cerca de ella.     Cuando por fin llegué prácticamente a su lado, vi los enormes senos que se mantenían aplastados por el sostén deportivo.     Había una sola persona con un tamaño de senos como ese, mi madre.     Casi no podía creerlo, había estado corriendo detrás de mi madre y admirándola desde la distancia, encontrándola sexy y con glúteos calientes, cosas que me deberían haber dado una pista de que era ella.

 

 

Había visto a mi madre en bikini, en trajes de gala, con su vestido y delantal en casa, pero esta era la primera vez que la veía en un atuendo deportivo.    Quizás debería haberme detenido, pero no lo hice, seguí avanzando casi paralelamente a ella.     Pude mirarla, pero ella no sabía que yo estaba allí.

 

 

La dejé que avanzara un poco más delante de mi para poder mirar otra vez sus nalgas preciosas moviéndose rítmicamente con cada uno de sus pasos, pero pensé que sería extraño si no me daba a conocer, así que de repente la llamé:

—¡Mami! … ¡Espérame! …

Cuando ella escuchó mi voz, se detuvo y se volteó a mirarme:

—¡Hola, Carlos! … No pensé en encontrarte por aquí … pensé que estabas empeñado con alguna tarea de tu colegio …

—No … por suerte no tenemos ninguna tarea para el fin de semana … por eso decidí salir un rato a caminar … tampoco esperaba encontrarte en el camino …

Mamá me miró de arriba abajo, deteniéndose en mis pectorales sudados y musculosos.

—No sabía que te gustaba caminar sin una remera … te ves bastante en forma … tus abdominales se ven fantásticas …

Me dijo acariciando mi estomago hasta el borde de mis pantaloncitos cortos.

—Gracias, mami … también tú luces muy sexy …

Las palabras se me salieron demasiado pronto y lo lamenté.    Mamá se sonrió y sondeó mi vista, afortunadamente tenía mis gafas oscuras y ella no podía saber que yo admiraba su portentosa delantera.     Pero se hizo un incómodo silencio.     Entonces ella levantó una ceja y me dio una mirada astuta e inquisitiva.

—Quiero decir que te hace bien el ejercitarte … luces lozana y llena de energías …

Balbuceé un poco avergonzado.     Ella continuó a sonreír viendo cómo yo me enredaba en mí mismo tratando de buscar alguna explicación.

—Pero mami … ese top tuyo es formidable … te sienta bien … lo digo en serio …

—Gracias, hijo … ya te has explicado muy bien … Qué tal si ahora continuamos con nuestra caminata, ¿eh? …

—Es una excelente idea … vamos juntos, mami …

Continuamos nuestra caminata sin mayor esfuerzo.     Nos fuimos conversando de mis obligaciones en el colegio, de la serie que veíamos en Netflix, de sus preocupaciones de casa y el trabajo, en fin, un poco de todo.     Mi madre estaba de excelente humor.     Cuando llegamos a casa, yo quise entrar de inmediato a tomar una ducha, pero mamá me dijo que nos haría bien elongar un poco antes de entrar.     Ella se apoyó en el muro y estiró una pierna hacia atrás flexionando y elongando su musculatura.     Yo intenté hacer lo mismo un poco detrás de ella, necesitaba poder observar su hermoso derriere.     Sin lugar a duda era perfecto, cada nalga esculpida envuelta en la tela blanca de sus pantaloncitos ajustados, sus movimientos hicieron que los pantalones cortos se arremangaran hacia lo alto, lo suficiente como para ver el hermoso corte de su glúteo redondo y blanquizco asomándose apenas por el borde del estrecho género, un maravilloso contraste con sus largas piernas bronceadas.      También se marcaba visiblemente su tanga minúscula, de la cuál pude apreciar que eran de color rojo, ya que sobresalía por el borde superior de sus shorts.     ¡Que hermoso trasero el de mamá¡

 

 

Después de eso entramos en casa, ambos fuimos a la cocina.     Tome una bebida hidratante del refri y le pasé una a mi madre.     Mientras yo bebía sediento de mi botella, mamá cerró sus ojos y apoyó la fría botella contra su frente.     La observé y me concentré en sus pechos enormes que se agitaban con su respiración.     El airé acondicionado de la casa se sentía en nuestra piel sudada, pude ver que a mamá se le habían puesto muy duros sus pezones y esto se reflejaba en su sostén deportivo.

 

 

De repente abrió los ojos y me sorprendió mirando sus senos, traté de disimular mirando hacia otra parte, pero ella bajo su mirada y observó sus pechos.

—¿Crees que me va un poco estrecho este top, Carlos? …

—En ti se ve perfecto … pero sí … está un poco estirado …

—¡Uhm! … creo que es hora de que revise mi vestuario deportivo y adquiera algo nuevo …

—Mami … en el Mall local encontrarás de todo … hay unas tiendas especializadas en artículos deportivos … creo que deberías comprar algo sintético … el algodón no le permite respirar a tu piel … hay sostenes especiales para correr …

—¡Ah! … ¿Y tú crees que es posible encontrar algo de mi medida? …

—Por supuesto … hay cosas muy modernas hoy en día …

—Sí … creo que este cuerpo de casi cuarenta años … necesita algo más cómodo para ejercitarse … bueno … es hora de irse a duchar …

Ella se fue a su habitación y yo a la mía.     De pie bajo el agua tibia de la ducha, no podía dejar de pensar en mi madre y en como acercarme a ella.     Era hora de que volviéramos a tener un encuentro de esos fortuitos.

 

 

La volví a encontrar sentada en la sala de estar, ya se había duchado.     Se había vestido con una blusa floreada, una minifalda beige muy cortita y había recogido sus cabellos rubios en un seductor y sofisticado moño que la hacía parecer más joven y sexy.     Había un vaso de vino blanco en la mesita y un vaso vacío:

—¿Te va un poco de vino, hijo? …

—Sí, mamá … gracias …

Ella se estiró para coger la botella y su corta faldita se le subió hacia arriba y ahí fue cuando me di cuenta, ¡mamá estaba sin bragas!   No pude ver su coño, solo la convergencia de sus piernas desnudas, pero fue muy sugestivo saber que mamá estaba frente a mí con su panocha desnuda.     Me senté frente a ella y mis ojos se desviaban continuamente al entrepierna de ella.     Primero vislumbré algo de su labia vaginal más oscura y luego cuando ella se volvió a estirar para servirse otro poco de vino, pude apreciar la gloriosa hendedura de su precioso coño.      Me había puesto mis pantalones deportivos sin ropa interior y el estiramiento de la ajustada tela comenzó a hacerse evidente, mi erección comenzó a crecer sin que nada yo pudiera hacer para evitarlo, excepto cruzar mis piernas para ocultarla.     Por fortuna ella se levantó y dijo que era hora de irse a descansar.     Yo me quedé sentado por un rato esperando que mi pene se encogiera un poco.     Cuando me levanté para irme a dormir, pase delante de la puerta de mamá que estaba entreabierta.     La abrí sin siquiera anunciarme, le quería dar el beso de buenas noches, pero me encontré a mi madre cerca de su cama mientras dejaba caer su faldita a los tobillos, mamá se encontraba totalmente desnuda mostrándose en su gloriosa belleza femenina.

—¡M-m-mami! …

Tartamudeé deteniéndome de sopetón frente a ella que no hizo ningún intento por cubrirse.

—Perdona … pero yo … ¡Uhm! … no pensé … ¡Ehm! … no sabía que tú …

—No tienes nada de que disculparte … ya me has visto desnuda y algo más, ¿no? …

—Bueno … sí … pero esta vez no era mi intención que tú …

—¡Ya, basta! … dime que es lo que quieres …

—Pretendía solo darte un beso de buenas noches, mamá …

—¿Deveras quieres solo eso? …

Me quedé sin habla, miré sus hermosos ojos claros.     Su piel clara y sus sinuosas formas de pechos gigantes.     Quería decirle algo perfecto, pero en mi mente no se formaba ninguna palabra.     Estaba completamente perdido y extasiado en su fascinante belleza.     Fue ella que volvió a hablar:

—Carlos, cariño … ¿Estás seguro de que no quieres nada más? …

Mamá se acercó a mí lo suficiente para presionar su cuerpo desnudo contra el mío, confirmando mis sospechas de que ella también estaba caliente, tal como yo.     Se empinó un poco en punta de pies y me beso en los labios.     Fue un beso breve y suave, pero se sintió en modo increíble.     Apenas me había besado se retiró un poco y me hablo con una voz cargada y suave.

—¡Hijo! … creo que es hora de que tengamos una verdadera sesión de sexo tu y yo … quiero que sepas que también quiero lo mismo que tú …

Me vino un nerviosismo atroz, no sabía si llorar o reír, por fin iba a hacerlo con mi madre ya no en modo fortuito, sino una verdadera relación sexual de pareja.     La atraje suavemente a mí y la besé con toda la pasión que emanaba de mi entero ser.     Presione delicadamente sus labios con mi lengua y ella sacó su lengua para saludar a la mía comenzando una danza erótica dentro de nuestras bocas estrechamente unidas.     Nuestras manos también reaccionaron y comenzamos a acariciarnos mutuamente, explorando nuestros cuerpos con ardorosa pasión ya nada podía ocultar el amor que sabíamos que ambos compartíamos.

 

 

Mamá deslizó su mano en mis pantaloncitos cortos y encontró mi polla, la aferró ganosa y me susurró:

—Carlos … quiero sentir esta polla dentro de mí … quiero sentirte llenando a mami con tu semen fresco y joven … lo quiero todo …

Una parte de mí no podía creer que esto estuviera sucediendo.     Otra parte de mí parecía convencida de que todo era simplemente un sueño.      O lo uno o lo otro, ya nada me importaba.     Todo lo que sabía es que entre mis brazos estaba el ser más precioso de toda mi vida, a quien amaba más que a nadie en el mundo, la única mujer con la cual realmente quería estar, mi madre.

—Tómame, Carlos … Cógeme y hazme tu puta … demuestra a mami cuanto me quieres … quiero ser follada por tu hermosa polla … no me hagas esperar …

Nos dejamos caer sobre el edredón de la cama de mi madre.     La lujuria, el deseo, la depravación y total cachondez se apoderaron de mi cuerpo mientras me acomodaba entre los hermosos muslos de ella.     Apañé uno a uno sus senos formidables, luego froté mi endurecida pija entre sus piernas y comencé a acercarme poco a poco a su hinchada y pelada vagina.

—Quiero que seas mía, mami … pero no como la última vez … esa fue mi primera vez … nunca lo había hecho antes y me corrí demasiado rápido … ahora quiero durar mucho más y hacerte feliz …

Mamá me miró y su rostro se iluminó emocionada.     Se mordió su labio inferior en señal de su excitación, lujuria, anhelo y pasión.

—Carlos … ¿Me estás diciendo que no has tenido ninguna novia antes? …

—Sí, mami … he tenido una chica, pero nunca nos acostamos ella y yo … mi polla conoce solo tu panocha, mami …

Le expliqué nerviosamente.     Y ella me dijo:

—¡Hijo! … nada tienes que temer … soy tu madre y haría cualquier cosa por ti … yo te enseñaré todo lo que sea necesario … confía en mí y ahora fóllame … soy también una mujer … una que quiere tu polla más que a nada en el mundo …

Una de sus manos se desplazó entre nuestros cuerpos desnudos y la sentí cuando envolvió mi pene y lo restregó contra sus mojados labios vaginales.     Ella realmente deseaba mi polla, la verga de su hijo.

—Lo sé que eres mi madre … pero eres la mujer mas hermosa que conozco … eres excepcionalmente bella y deseo hacerte mía …

Mamá exprimió mi polla con su mano, luego la movió ligeramente comenzando a rotarla hacia y hacia abajo a lo largo de su mullida, caliente y ajustada hendedura.      La sensación de su panocha mojada contra mi polla era increíble.     Ciertamente mi nerviosismo no se había ido del todo.     Me sentí inseguro, porque no sabía cuanto iba a durar con tanto estimulo.     Pero estaba seguro de que esto era lo más grandioso que me podía suceder en mi vida y que quería hacerlo con todas mis energías para hacerla feliz.     Ella jugó otro poco con mi pija restregándola contra su cuevita caliente, rozando fortuitamente su clítoris y apretándome contra ella.     Después me miró a los ojos dejando su mano quieta y firme apuntando mi verga a su panocha.

—Ahora, Carlos … empuja … hazlo despacio, cariño … soy un poco estrecha y tu polla es muy gorda y grande … nunca había tenido una así …

Escuchar a mi madre reconociendo que mi verga era la más grande que había tenido me lleno de orgullo.     Presioné su apretado orificio y a la primera mi polla resbaló fuera.     Mamá la volvió a presentar a la entrada de su túnel de amor y esta vez mi polla se adentró suavemente dentro de ella.

—¡Aaahhh, Carlos! … despacio … ¡Hmmmmm! … Mételo todo primero … empuja un poco más …

Ocupé el peso de mi cuerpo y moví ligeramente un poco mis caderas y sentí cuando mamá soltó mi polla que se adentro toda completa dentro de ella.     Podía sentir sus pliegues estrechos estirándose a más no poder enrollándose cálidamente alrededor de mi polla, dándome una sensación increíble.     Ambos gemimos, mamá sintiendo mi polla perforando su coño y yo sintiendo ese cálido abrazo de sus tiernas entrañas que comenzaban a succionar mi pene de manera fabulosa.

—¡Oh, mami! … te siento tan rica … apretadita … eres increíble, mamá …

Me sentí un poco cenutrio diciendo eso, pero quería decirle cosas bonitas, cosas justas y correctas, solo que mis neuronas estaban totalmente alteradas en ese momento.     La sensación de estar dentro del coño sublime de mamá era más de lo que mi mente podía procesar, haciendo que de mi boca saliera cualquier cosa, aun las más bobas.     Solo que mi madre pareció apreciarlas y no dijo nada en contrario.

—¡Ummmmmm, Carlos! … tú también te sientes increíble … hacía mucho tiempo que deseaba esto …

Su comentario me sorprendió un poco, ¿Qué estaba diciendo?   ¿Qué quería tener sexo?   ¿O que había estado teniendo los mismos pensamientos pecaminosos y depravados sobre mí, cómo yo lo había estado teniendo sobre ella?   ¡Tenía que aclararlo!

—¿Acaso quieres decir que tú también me deseabas, mami? …

Le pregunté deteniendo por un rato mis embestidas, necesitaba saber su respuesta.

—Sí, Carlos … desde hace mucho tiempo que pensaba en tenerte … pero no pensé que tú podrías quererme en este sentido …

Me incliné a besar suavemente su boca y le dije:

—Mami … eres la única mujer con la cual quiero estar … no existe otra al mundo con quien te pudiera comparar … eres fantástica … única …

—¡Oh, Dios! … ¡Eres tan bueno, Carlos! … ¡Llenas tan bien en coño de mami! …

Dijo ella apretándose a mí y empujando su pelvis contra mi pelvis para hacer entrar más de mi pene dentro de su vagina.     Otra vez ella me sorprendió con su actitud, nunca la había escuchado decir esas cosas.     Al parecer ella ocultaba muy bien sus verdaderos sentimientos como bajo una coraza donde no dejaba entrar a nadie, ahora ella se estaba abriendo para mí y yo quería saber más de sus más oscuros, obscenos e impuros secretos.

—¡Fóllame, hijo! … ¡Dame toda tu exquisita polla! … ¡Quiero cada centímetro tuyo dentro de mi concha! … ¡Fóllame fuerte, amor! …

Sus manos aferraron mis caderas y me tiraron, sentí sus talones hundiéndose en mis glúteos empujando mi polla entera dentro de su coño.

—¡Oh, querido! … ¡Ssiii, dámela toda! … ¡Folla el coño que te trajo al mundo, cariño! …

Chilló mamá cuando comencé a embestirla con fuertes golpes de mis caderas.     En unos segundos se había transformado en una Mesalina, caliente y famélica de verga.     Enloquecida por el incestuoso coito que estábamos protagonizando.     Necesitaba que fuera su propio hijo a follarla y llenar su coño caliente y desenfrenado.     Y yo necesitaba hacer precisamente eso, así que la embestí con todas mis energías.

 

 

Agarré sus piernas y las levanté hasta colocarlas en mis hombros y empujé mi ariete fuertemente dentro de su estrecha panocha, le hundía mi verga una y otra vez en su ardiente y empapado chocho.

—¡Oh, Carlos! … ¡Ssiii! … ¡Umpf! … ¡Ssiii! … ¡Fóllame, bebito mío! … ¡Folla el coño de mamá! …

—¡Sí, mami! … ¡Me gusta cuando eres puta! … ¡Mi puta! … ¡To-tómalo! … ¡Te lo meto todo! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Asiii! … ¡Aaahhh! … ¡Prende toda mi polla en tu caliente panocha! …

Estaba en una especie de trance, ya no escuchaba los gritos y chillidos de mamá, tampoco oía mis palabras, pero se había desatado en mí una perversa y lujuriosa idea de vaciarme de ese coño ardoroso de mi madre.     Ya sabía que ella quería y necesitaba lo mismo que yo.

 

 

Con parsimonia retiré mi polla dejando solo la puntita hundida en su anillo vaginal, luego empujé violentamente y giré mis caderas transformado mi pene en una especie de hélice que revolvía los abundantes flujos que escapaban de su encharcada conchita.     Mamá gritaba e imprecaba cosas ininteligibles y yo hacía otro tanto, estábamos convertidos en perfectas máquinas de follar.

 

 

Miré su rostro y era todo un programa de lascivia, estaba deformado por la lujuria, me enterraba sus uñas en mis caderas y me tiraba frenéticamente dentro de su coño.     Rápidamente mis bolas comenzaron a hervir y sentí que estaba alcanzando el límite.     Reduje un poco el ritmo o de otro modo me iba a correr muy pronto, pero mamá estaba acalorada y seguía tironeando de mis glúteos y caderas.     Mi pelvis se estrellaba una y otra vez contra sus glúteos, sus chillidos no cesaban.     Mamá quería mi leche.

—¡Sí, bebé! … ¡Folla! … ¡Fóllame fuerte! … ¡Por Dios, no te detengas! … ¡Muévete más fuerte! … ¡Ahora dámela toda! … ¡Dámelo todo, amorcito! … ¡Por favor! … ¡No te pares ahora! … ¡Necesito que me llenes toda entera! … ¡Dámelo, bebito mío! … ¡Llena el coño de tu madre! …

Mamá suplicaba a gritos tironeándome con ardoroso fervor, pero yo quería aguantar un poco más.

—¡Pero mami … me voy a correr si seguimos así! …

Pero a ella no le importaba más nada y gritó con mayor vehemencia:

—¡Sí, bebé! … ¡Córrete dentro de mami! … ¡Te necesito más que nunca! … ¡Dame tu leche! … ¡La quiero, bebito mío! … ¡Quiero que te corras y me la des ahora! …

Si es eso lo que ella quería, yo no podía aguantar más.     Le abrí un poco las piernas y aferré sus muslos con fuerzas.     Quería ver mi polla hundiéndose en el coño de mi madre, entonces empujé lo más profundo dentro de ella, sus nalgas golpeaban fuertemente mi pelvis, la levanté ligeramente y comencé a descargar gruesos filamentos de semen caliente dentro de su vagina expectante:

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! … ¡Toma, mami! … ¡Tómalo todo! … ¡Todo para ti, mamá! …

Borbotones sinfín explotaban de mi polla dentro de la estrecha vagina de ella.     Y mamá convulsionó de repente.     Empujó su coño contra mí y sentir el temblor de sus piernas en mis hombros, estaba tiritando toda.     Hasta sus majestuosos senos temblaban y se mecían alocadamente.     Ella se estaba corriendo junto a mí.     Las contracciones de su panocha me estrujaron y ordeñaron, su vagina tenía vida propia succionando toda mi esperma de mi polla.     Mamá era increíble, quedé prendado de ella y enamorado de su coño mojado, apretadito y calientito.

—¡Mmmmmmm, hijo!  … ¡Me has dejado llenita! … ¡Que rico! … ¡Que rica follada la que me has dado, bebé! …

Mis bolas todavía se apretaban y mi polla palpitaba en las profundidades de su ajustado coño, ella todavía se contorsionaba y estrujaba mi pene con sus músculos vaginales.     Poco a poco nos fuimos calmando y recuperando nuestras respiraciones.     Le solté las piernas y mi polla se deslizó goteando semen fuera de su panocha.     Mamá se irguió y tomó mi pene en su mano y lo auscultó, lo miró con atención antes de pasar su lengua sobre mi glande y chuparlo por algunos segundos, cosa que me erizó los pelos de mi piel y me provocó unos deliciosos escalofríos.     Luego se arrodilló frente a mí, me miró, yo la miré y dijimos casi al unísono:

—¡Esto fue increíble! …

Nos largamos a reír como una pareja que copulaba de toda una vida.     Yo me sentía en el séptimo cielo sintiendo las hermosas tetas de mamá contra mis pectorales, por nada al mundo podría cambiar estos momentos memorables.

 

 

Observar su rostro límpido y puro, ligeramente sudado, con una mirada de completa satisfacción y felicidad, fue algo impagable que me llenó de orgullo.     Finalmente había llegado “mi turno”.     De seguro no iba a ser esta la última vez.     Había sido tan bueno para ella como para mí.     Ahora mi amor por ella había crecido en forma infinita, mi madre se había convertido también en mi mujer, la abracé tiernamente y le dije:

—Gracias, mamá por dejar que esto sucediera … esto fue realmente increíble …

—Gracias a ti Carlos … nunca nadie me había hecho transportarme de la forma en que tu lo has hecho el día de hoy … lo que me has hecho sentir hoy es como volver a nacer … yo te di la vida y tu has hecho lo mismo conmigo … he vuelto a renacer contigo, hijo …

—¡Oh, mami! …

Ella se apretó con fuerza entre mis brazos y agregó:

—¡Oh, cariño! … no hay fuerza al mundo que pueda detener esto ahora … creo que esteremos en esto muy a menudo de ahora en adelante … te voy a necesitar …

Sus palabras fueron como un himno celestial a mis oídos.     Me quedaban muchísimos años por delante para continuar descubriendo a mi madre.     Mi vida había sido buena hasta ahora y, sin duda, iba a ser mucho mejor en el futuro …

 

Fin

 

 

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