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Los calientes senos de mamá – Primera parte.

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Con la única mujer que he vivido durante toda mi vida es mi madre.     No conozco un padre y mamá nunca me ha hablado de uno.     Imagino que por lo menos una vez en su vida ella conoció a alguien y de esa relación nací yo.     Mamá se llama Sonya, me parece que este año cumplirá treinta y seis años, yo me llamo Carlos y tengo diecisiete años.     Con mamá tenemos un vinculo muy cercano.     Ella siempre me dio todo lo que me podía dar, jamás me negó nada.     Tenía muchos amigos y mi casa siempre estaba llena de ellos, venían a jugar conmigo y pensé en ser muy popular entre ellos.     Hasta que un día:

 

 

Iba a casa con Joel, uno de mis mejores amigos.    Veníamos conversando sobre las chicas del colegio, cual de ellas era la más puta cuando mi mejor amigo me dijo:

—Carlos … ¿Sabes realmente por qué todos quieren venir a casa tuya? …

Ingenuamente respondí:

—Por supuesto que sí … tengo una Play y los últimos y más nuevos juegos … la diversión está asegurada, ¿no? …

Joel se me quedó mirando mientras se reía casi a carcajadas.

—¡Qué ingenuo eres, amigo! … Todos vienen por una sola cosa … Tu madre …

—¿Mi madre? … ¿Qué quieres decir con mi madre? … ¿Qué tiene que ver ella en esto? …

—Carlos … odio decir lo que te voy a decir … pero todos vienen porque quieren echarle un vistazo a tu madre … especialmente a sus senos …

—¿Ah? … ¿Eh? …

—¿Acaso nunca te has dado cuenta de que tu madre es una mujer muy hermosa … con unos senos enormes? …

Me sentí bastante molesto por lo que acababa de escuchar y no sabía como responder, estaba confundido.    Felizmente llegamos frente a mi casa y sin más me despedí de Joel.

—Bueno … llegamos … ¡Hasta mañana, Joel! …

—Carlos … quítate la venda de los ojos … por una vez mira a tu madre tal como es … entonces entenderás lo que acabo de decirte …

Un poco apesadumbrado, abrí la puerta de casa y entré a la sala de estar, mamá estaba mirando la televisión sentada sobre el sofá.

—¿Cómo estuvo tu día, cariño? …

Todavía giraban en mi cabeza los comentarios de Joel y no respondí de inmediato, entonces volvió a interpelarme:

—Tesoro … cuéntame … ¿Qué tal estuvo tu día? …

—¡Oh! … ¡Ehm! … sí … yo … ¡uhm! …

Mi madre notó mi turbación y que me estaba comportando en un modo extraño, entonces sugirió:

—Ven … siéntate …  prepararé un poco de té y luego podremos hablar … puedo ver por tu cara que algo te está sucediendo …

Mi madre desapareció en la cocina y yo me quedé sentado en el sofá pensando en que cosa le iba a decir.     No podía decirle lo que me había dicho Joel, debía encontrar algo diferente que decirle.     Mamá regresó con dos tazas de té y unos bizcochos horneados por ella.     Todavía no se me ocurría nada que decirle, pero de seguro no le iba a decir la verdad.

—Bueno … bebito mío … dime cual es tu problema …

—¡Ah, mami! … no hay ningún problema … solo nos avisaron que mañana tendremos una prueba de matemáticas y estaba preocupado por eso … eso es todo …

Mamá me miró intensamente con sus ojos verde mar y dijo:

—Pues bien … es importante que te preocupes de tus estudios … pero ahora quiero saber la verdad de que cosa te tiene tan afligido y preocupado … pues estoy segura de que no es lo que me acabas de decir … vamos … desembucha … soy tu madre … no puedes mentirme porque siempre me daré cuenta de que lo estás haciendo …

Parece que las madres tienen un sentido extra y la mía lo tenía muy desarrollado, la verdad es que nunca le había podido ocultar nada.     Me sentí incomodo cuando sus ojos escudriñaron más allá de mis pupilas.    Estoy seguro de que leía mis pensamientos.     Así que decidí decirle la verdad.

—Mami … me acabo de enterar de que mis amigos no vienen a visitarme a mí … tampoco a jugar con mi Play con los últimos y más populares juegos … ellos vienen por ti … les gusta venir a verte a ti …

—¿A mí? … ¿Y por qué a mí? …

—Bueno … ¡ehm! … te encuentran hermosa … y no solo eso, mami …

—¡Ah! … ¿no? … ¿Y que más? …

—¡Ehm! … es que tú, mami … tus … ¡ehm! … tus pechos, mami … son muy grandes …

Cuando se lo dije mamá arrugo el ceño sorprendida, pensé que me iba a gritar.    Me miró y me pregunto:

—¿Es esa la verdad, Carlos? …

—Te lo juro, mami … es la sacrosanta verdad …

—¿Estas seguro de que no es solo la opinión de uno de tus amigos? …

—No, mamá … estoy seguro de que todos piensan lo mismo … ellos no vienen por mi amistad … tampoco por mis juegos … ellos vienen para apreciar tus senos, mami …

—Bueno … no creo poder hacer nada por eso … no puedo esconderme cuando ellos vienen a casa … tampoco puedo hacer desaparecer mis pechos … estarán siempre allí donde yo esté, ¿sabes? …

Entendí perfectamente lo que ella quería decirme, pero no ayudo mucho.   Eso fue lo que le respondí a mamá.    Ella no se inmuto mucho, pero se quedó pensativa, luego me dijo:

—Quiero saber tu opinión, Carlos …

—Yo … ¡ehm! … mi … ¿mí opinión, mami? … ¿sobre qué? …

—Vamos … que no es una pregunta complicada … ¿cómo me encuentras? …

—Bien … yo, mami … te encuentro bien … eres una perfecta mamá … estás muy bien …

—No estás siendo honesto, hijo … y no me pienses como madre … piensa que soy una mujer que se cruza en la calle … o una que esta comprando en el supermercado …

Miré a mi madre y concluí que era una hermosa dama, así que le dije:

—Mami … eres bonita … muy linda …

—Está bien … pero tienes que ser más específico … ¿qué notas en mí? … ¿qué te gusta de mí? …

—Bueno … tus cabellos rubios … tu piel tersa y ligeramente oscura … tu ojos claros … la ropa que usas …

—¡Carlos! … no le des tantas vueltas al asunto … quiero saber que piensas tú por lo que tus amigos quieren visitarte tanto … ¿Qué opinas de eso? …

—¿Qué quieres decir, mami? …

—Mis senos … ¿Qué tienes que decir tú de mis senos? … quiero saberlo, hijo …

—¡Ehm! … no sé … no podría opinar al respecto sin tener una buena visual de ellos …

—¿Eh? … ¿Quieres decir que no puedes verlos lo suficiente ahora? …

—Precisamente … no los veo bien, mami …

—Eso no es un problema … ahora te los hago ver bien …

Ni siquiera terminaba de hablar y ya su suéter de lana volaba sobre su cabeza, al improviso dos enormes, gordas y pesantes tetas cubiertas por un sostén negro se me abalanzaron de frente.    Mi mandíbula inferior quedó a la altura de la alfombra y mis ojos salieron de sus orbitas.     No podía creer lo que estaba viendo, pero indudablemente las tetas de mamá eran gigantes, se me quedó mirando con una amplia sonrisa en su angelical rostro.

—Por la expresión de tu cara … creo que te he impresionado con mis senos, ¿no? …

Asentí con rápidos movimientos de mi cabeza y sin poder apartar la vista de esas voluptuosas maravillas de mamá.    Entonces ella dijo:

—Carlos … entonces hemos llegado al quid de la cuestión … y la vamos a resolver ahora mismo … además, creo tener la solución mejor … para ti y para mí …

Esperé ansioso la solución de mamá y ella dijo sabiondamente:

—Mira, Carlos … no puedo hacer nada por tus amigos … tampoco me interesa lo que ellos piensen … pero puedo hacer algo mejor que tus amigos jamás podrán hacer … algo con lo que solo pueden soñar … pero para ti, Carlos … eso no se aplica … ¿te gustaría tocarlos? …

Tragué saliva varias veces sin poder emitir un sonido alguno, solo movía mi cabeza afirmativamente.

—Adelante, hijo … te están esperando …

Extremadamente diligente acerqué mi mano izquierda a la voluminosa teta derecha de mamá, pero antes de tocar su oscuro sostén, me contuve.     Esa sensación de parar se desvaneció tan pronto como apareció y unos segundos después mi mano hacía contacto con la suave tela de su sujetador y acaricié la parte superior descubierta.     Por primera vez después de tantos años, estaba en contacto con una de las tetas que me alimentaron.     Pero no solo, esta era la primera vez que tocaba los senos de una mujer y no sabía muy bien que hacer.     Afortunadamente estaba con mi madre y ella estaba mucho más adelantada que yo, ella me podía enseñar muchas cosas.     Comenzó diciéndome:

—Usa tu otra mano y toca mi otro seno …

Cómo por encanto mi mano voló hacia su otra enorme mamela, ahora tenía una teta en cada mano.

—¿Cómo los sientes, Carlos? …

—Se sienten muy suaves, mami … pero muy macizos y pesados …

—Ahora, hijo … júntalos y apriétalos …

Eso fue lo que hice y pude ver como sus pezones punzaban durísimos contra su sostén negro, entonces supe que mamá estaba cachonda tanto como yo.

—¡Hmmm, Carlos! … lo estás haciendo genial …

Mamá me estimulaba y me instaba a continuar, entonces apreté sus senos más firmes, hasta que parecieron ponerse brillantes y duros.     Busqué sus pezones bajo la delgada tela de su sostén y los pellizqué.     Por primera vez vi a mamá entreabrir su boca y la escuché gemir.     Así qué comencé a intentar bajar las enormes copas que cubrían la deliciosa carne de las tetas de mamá.     Pero ella tenía otros planes, me miró sonriendo y me dijo:

—¡Tómalo con calma, bebé! … relájate … no vayas tan de prisa …

Pero yo no quería esperar ni menos tomarlo con calma, no solo quería ver expuestos sus senos, debido a todos los eventos que se sucedían veloces uno detrás de otro, algo había sucedido bajo mis pantalones.     Una dolorosa y furiosa erección se había desarrollado y punzaba dentro de mis boxers.

—Pero, mamá … por favor déjame ver tus tetas …

—No, bebé … tienes que aprender y ser paciente … así sabrás que mientras más esperas y deseas algo … cuando lo obtengas sabrás apreciarlo en todo su valor … también lo disfrutarás y gozarás muchísimo más …

Con eso mamá se puso su suéter mientras que sus tetas se bamboleaban salvajemente y, sus deliciosos senos que minutos antes tenía en mis manos, habían desaparecido.

—Mami … hemos encontrado una buena solución para un problema … pero acaba de surgir uno nuevo …

—Cuál sería, hijo …

No dije nada, solo le mostré mi tremenda erección que se dibujaba claramente en mis pantalones, entonces ella dijo:

—¡Oh! … ya veo … pero ese problema es muy fácil de resolver, Carlos …

Esperaba que mamá tomara mi erección en su mano e hiciera algo ella misma, pero mi plan se fue al traste, porque ella me dirigió a mi habitación y me dijo que me masturbara, que era la cosa más natural del mundo, y que luego bajara, porque ella iba a preparar de cenar.

 

 

Al día siguiente en el colegio, me costó mucho no contarle a Joel lo que había hecho con mi madre.     Él quería saber si había seguido su consejo, pero yo bromeé sobre el tema y me alejé de él, entonces él pensó que yo no le había creído y yo pensé que él también estaba enamorado de mamá.     Sucedió que él llamó a Sergio y le pregunto delante de mí que cosa pensaban los chicos de mi madre.     Sergio titubeo y se alejó sin decir nada, entonces Joel me dijo:

—¿Te das cuenta? … podría haber respondido … pero es elocuente de que yo tengo razón … ¿lo ves? …

Nada me importaba, ya sabía lo suficiente y Sergio con su silencio no había hecho nada más que confirmar todo.

 

 

Después que terminaron las clases, Joel y yo caminamos juntos a nuestros respectivos hogares.     Nos dejamos cuando llegamos a casa mía, él vivía unas cuantas casas más allá.     Antes de entrar a casa miré por la ventana y vi a mi madre armando el árbol de navidad, estaba colocando las esferas de colores.     Pero no solo vi eso, ella estaba encaramada en una escala y vi los bordes de un pequeño vestidito oculto bajo su falda.     Abrí rápidamente la puerta y entré.     Mamá me saludo como siempre:

—¡Hola, hijo! … ¿Qué tal tu día de escuela? …

—Casi todo bien, mamá … pero algo volvió a suceder …

Mamá dejó la bola que intentaba colocar en el árbol y se sentó a mi lado, preguntándome:

—¿Qué pasó esta vez, hijo? …

—Bueno … ¿recuerdas que un amigo me dijo porque los chicos querían venir a casa conmigo? …

—Sí … ¿y qué paso con él? …

—Bueno … él quería demostrarme de que lo que me había dicho era realmente cierto … así que llamó a otro muchacho y le preguntó que se decía de ti …

—¿Y qué dijo ese otro chico, Carlos? …

—Nada, mami … no dijo nada, pero por su reacción supe que mi amigo decía la verdad …

—Carlos … ¿Puedes decirme quien es ese amigo tuyo? …

No tenía ninguna intención de decirle el nombre de Joel a mamá, así que le dije:

—No importa quien es él, mami … lo que importa es que tenía razón …

—Y por la reacción de ese otro amigo tuyo es por lo que estás molesto, ¿no? …

En realidad, no estaba molesto, pero visto lo que había sucedido el día anterior, decidí mentir.

—Bueno, mamá … no es para menos … ¿no crees? …

—¿Sabes qué, Carlos? … sé exactamente cómo hacerte cambiar de humor … espera aquí y no te muevas … mamá pronto volverá …

Mamá se alejó rápidamente hacia su habitación y cuando iba a la altura de la cocina, me dijo:

—Carlos … cierra todas las cortinas … no quiero que haya algún fisgón por ahí …

Ella quería que cerrara las cortinas, entonces había preparado una sorpresa para mí.     No veía la hora de que mamá regresara, tenía curiosidad por lo que estaba haciendo en su habitación.     Sin saber que me esperaba, comencé a temblar de pura emoción.    Sabía que, si era como ayer, no podía decepcionarme.     Ansioso, escuché que se abría su puerta:

—Carlos … ¿Estás listo? …

—Sí, mamá …

Grite con verdadero entusiasmo.     De repente vi surgir una pierna por el vano de su puerta.     Esa pierna estaba cubierta por medias de malla negra y unos tacones rojos muy altos.     Todo se veía muy bien, pero quería ver más.     Enseguida apareció la dueña de esa pierna, mamá.     Lucía una estupenda sonrisa y un atuendo navideño compuesto de una minúscula faldita roja que apenas cubría sus nalgas, bajo la falda una tanga blanca con rebordes rojos.    El top era similar, un sostén de color verde que fatigaba a contener sus voluminosos pechos.     También tenía un gorro rojo de Santa Claus en su cabeza.

—Entonces, Carlos … que tal si me das una mano y jugamos con mis bolas …

Dijo mi madre con una sonrisa en su rostro tierno y angelical.     Yo apreté mis manos con felicidad, porque había estado esperando esto desde ayer.     Ahora el momento finalmente había llegado, así que me levanté y estiré mis manos para tocar los senos de mi madre.     Pero antes de llegar a ellos, mamá me detuvo:

—¿Qué haces, Carlos? … cuando dije mis bolas, me refería a los adornos … no con estas bolas …

Dijo apuntando a sus senos.     La mire con una genuina incredulidad, no podía estar diciéndolo en serio.     Pero al parecer lo decía seriamente, porque me acerco la caja con las esferas de colores de navidad, así que con cierta reticencia me puse a adornar el árbol navideño con mamá vestida con un sexy atuendo de Santa Claus.     Una a una le iba pasando las esferas y ella las iba colocando en el árbol.    Me sentí defraudado, mi plan no había funcionado para nada y todavía quedaban muchas bolas.

—Carlos … ahora pásame las verdes …

Mire la caja, pero solo había azules y rojas.

—Mami … no veo ninguna verde …

—Esas envueltas en verde, Carlos … ¿cómo que no las ves? …

Entonces recordé su sostén verde y supe a cuales bolas se estaba refiriendo.     Me levanté y me acerqué a ella, mamá seguía acomodando bolas en el árbol.     Me fijé en su sujetador y vi que tenía solo un botón que lo mantenía cerrado, así que estiré mi mano y desabroché fácilmente el botón y con eso los senos de mi madre cayeron libres.    Ávidamente agarré los pechos de mi madre en mis manos, esta vez se sentían diferentes, estaban desnudos sin sostén de por medio.     ¡Qué bien que se sentían!   Pensé que lo de ayer había sido una gran experiencia, pero esto superaba todas mis expectativas y sueños más salvajes.     Los senos de mamá eran perfectos.     Muy grandes, pero macizos y firmes.     No quería soltarlos por nada al mundo.     Todavía no sabía la reacción de mamá, pero al ver que no se había enojado, supuse que también a ella le gustaba.

 

 

Mamá con sus senos desnudos me permitía de hacer lo que no había hecho ayer, es decir, jugar con sus pezones sin tapujos de ninguna especie.     Tomé ambos pezones entre las yemas de mis dedos y comencé a frotarlos, estirarlos, tirarlos y torcerlos suavemente.     Al parecer lo estaba haciendo bien, pues mamá se puso a gemir con cada toque de mis dedos, y luego me instó:

—Sí, bebé … juega con los pezones cachondos de tu madre …

De repente mamá se volvió otra, puso sus manos sobre las mías y me llevó rápidamente al sofá.     Me senté y mamá luego se sentó encima de mí.     Sus inmensos senos frente a mí cara cubrían todo mi horizonte.     Esta era la primera que podía admirar de cerca las enormes montañas de mamá para mi total gusto y placer.      Honestamente tengo que decir que comenzaba a entender a mis amigos, esas enormes tetas de mi madre eran realmente formidables.     Mi madre puso su mano en la parte posterior de mí cabeza y la tiró entre sus senos.     Mientras enterraba mí rostro en esas cálidas masas mamarias de mi madre, presioné con ambas manos muy firmemente sus pezones, envolviéndolos entre mis dedos y frotándolos hasta que se pusieron rígidos.

 

 

Ahora teniéndolos tan cerca de mí, los vi apetitosos y quise probarlos con mi boca.     Me eché uno de sus turgentes pezones entre mis labios y comencé a mamar su teta, chupé y lamí esa protuberancia oscura de carne y le pregunté a mamá si le gustaba eso.     Mí madre prontamente me dijo que le encantaba y sin previo aviso apretó mi cabeza contra su esponjoso seno, entonces alternadamente comencé a succionar sus oscuros pezones y lamer sus redondas areolas rosadas.     Sin lugar a duda, los senos de mamá eran deliciosos.     En mi inconsciencia y cachondez, mis manos se ahuecaron sobre sus redondas y firmes nalgas, cuando ella no dijo nada, apreté sus hermosos y maravillosos glúteos suavemente con la palma de mis manos, eran bastante grandes y se sentía muy bien el estar a estrecho contacto con su trasero.

 

 

A todo esto, mi cachondez y mí osadía iban en aumento, me di cuenta de que eso era correspondido totalmente por mamá.     Cuando le dije:

—Mami … mami tengo una dolorosa y furiosa erección … necesito ir a mi cuarto a masturbarme …

Ella prontamente se levantó de mi regazo diciéndome:

—No bebé … deja que mamá se haga cargo de eso …

Y antes de que pudiera darme cuenta, me encontré sin pantalones y también mis boxers volaron sobre el sofá.     Me hizo recostarme con mi polla que amenazaba con golpear mi vientre, vi sus ojos lucientes que miraban mi pene al igual que un ave de presa acecha a su comida.     Ella frotó sus manos y escupió en una de ellas, inmediatamente aferró mi verga a la mitad, empujando hacia abajo mi prepucio.      La punta brillante y húmeda de mi polla apareció como un periscopio, luego volvió a ocultarse en la funda de mi prepucio.    Su mano comenzó a moverse cada vez más rápido mientras me decía:

—Vamos, bebé … que lindo y durito lo tienes para mami … ven para mamá, cariño … mami quiere sentirse bañada por tu semilla … quiero ver cuanto esperma puedes rociar en mis grandes senos … ¡Córrete, amor! …

Mamá tierna y firmemente ordeñaba mi verga meciéndola entre sus voluminosos senos.     Gemí y gruñí apretando mis glúteos.     Esto estaba resultando mejor de lo esperado.     Un corrientazo muy fuerte me hizo encorvar mis pies, recorrió mis piernas que se pusieron tiesas, mis muslos tiritaron, arqueé mi espalda y lancé unos guturales gruñidos al mismo tiempo que gruesos filamentos de semen brotaban a borbotones de mi polla endurecida al máximo.     Todo esto sucedía fuera de mi conciencia, estaba con los ojos cerrados mientras cargas y cargas de esperma salían disparadas de mi polla.     Segundos después pude abrir mis ojos, pero sin poder controlar mi agitada respiración.     Vi numerosas hebras de blanquecino semen en los senos de mamá, un espeso filamento había alcanzado su hombro y uno largo como una estalactita pendía columpiándose de su barbilla.    Mamá estaba toda cubierta por mi semen.     Casi no podía creer lo que había sucedido y al mirar la estupefacción reflejada en el rostro de mi madre, ella tampoco se hacía capaz de creerlo.     Ella yacía inmóvil arrodillada a mi lado rociada por completo por mi esperma.

—Entonces, Carlos … has bañado por completo a mami … mira toda la abundante semilla que me has rociado …

—Lo siento, mami … no pude evitarlo …

Dije más feliz que compungido mientras que algunas gotas continuaban a mojar los esplendidos senos de mamá.

—No tienes que pedir perdón, hijo … creo que fue algo extraordinariamente formidable y a mami le encantó recibir ese copioso regalo de tus bolas …

Dijo ella sonriéndome y luego agregó:

—… y anda preparándote … porque mami quiere mucho más de ti mañana …

 

 

El día en el colegio se hizo demasiado largo, pero finalmente estaba camino a casa.     Había acordado con Joel que vendría tarde por la tarde, para trabajar en una tarea de naturaleza química.     Cuando entré a casa encontré a mamá mirando la televisión sentada sobre el sofá.     Eso no tenía nada de extraño en ella, era prácticamente su rutina diaria.     Lo que era extraordinario, es que ella estaba mirando un video porno.     Sin hacer ruidos me senté a su lado y esperé a ver lo que ella me diría, pero estaba ensimismada con las escenas de la pantalla; pasó un buen rato antes de que exclamara:

—¡Oh, Carlos! … creo que esto es muy cachondo …

—¿Y tú estás cachonda con ese video, madre? …

—¡Oh, sí! … en este video, la madre seduce al amigo de su hijo … luego folla con él … ¿sabes? …

—¿Estás hablando en serio, mami? … ¿Eso te pone cachonda? …

Le pregunté, porque la veía bastante excitada con todas las tórridas escenas de sexo de una madre con un chico joven, amigo de su supuesto hijo.     En realidad, yo también comencé a sentirme excitado, tanto qué no pude resistir y tiré fuera los senos de mamá y comencé a jugar con ellos.

 

 

Nos excitamos bastante y a los minutos, mamá estaba arrodillada frente a mí esperando que me saque los pantalones, mis boxers y libere mi polla para ella.     Apenas mamá vio mi pija se la llevó a la boca y, aunque había una película porno en la pantalla, no había nada más sexy y cachondo que ver a mi madre chupando mi polla fervorosamente.     Fue maravilloso, una esplendida y rápida mamada después de un largo día de escuela.     No había nada mejor que eso.     Después que me corrí en la boca de mi madre, ella se sentó a mi lado y me preguntó:

—¿Qué piensas de esas escenas, hijo? …

—¡Calientes! … ¡Las encuentro muy calientes! …

Respondí, porque la mujer en la pantalla me hacía pensar a mi madre de muchas maneras.     Ella también tenía los cabellos rubios, pero no eran naturales como los de mamá, el color de sus vellos púbicos la delataba.    Sus senos eran casi tan grandes como los de mamá, pero en la parte baja a la base de sus pechos se podía apreciar el corte de los implantes mamarios, tampoco eran naturales como los de mamá.     Además, le encantaba chupar la polla del niño que la acompañaba en el video, en eso era igual a mamá que le encantaba chupar mi polla y le llamaba la atención las pollas jóvenes, porque dijo:

—Sí … son muy calientes … a mi me ponen muy cachonda las pollas de los chicos jóvenes … te debo confesar que tu amigo tenía toda la razón … a mi me gustaba cuando tu traías a tus amigos y yo me paseaba en lencería íntima por el pasillo cuando alguno de ellos salía para ir al baño … me encantaba ser admirada por tus amigos … estoy segura de que más de uno de ellos me vio mientras caminaba casi sin nada encima …

—¿Tú hiciste eso, madre? …

—Sí … lo más cachondo era encontrarlos de frente en el pasillo … cara a cara con alguno de ellos … se ponían nerviosos y escapaban dentro del baño con el rostro rojo como un tomate … ninguno de ellos podía abstraerse de mirar mis senos … todos me miraban fascinados … má de uno se masturbó mientras ustedes jugaban en tu pieza …

Tal vez debería haberme enojado con mamá cuando me confesó todo esto.     Pero mis sentimientos eran encontrados y pensé que estaba bien.     Ella había sido abierta y honesta conmigo sobre su fetiche de dejarse admirar por mis amigos.     Me sentí francamente emocionado y excitado a la vez.     Mi madre no podía dejar de notarlo, mi polla había vuelto a crecer.     Mientras me seguía contando de sus fortuitos encuentros volviendo locos a mis amigos, comenzó a magrear mi pene en sentido vertical.

 

 

Su mano estaba apretando firmemente mi polla, lentamente jaló mi miembro hasta que se acomodó y comenzó a besar mi cuello suavemente, mientras lo hacía comenzó a susurrarme sus pensamientos lascivos:

—Mami está caliente, bebé … creo que también tu los estás, ¿verdad? …

Su voz era tan deliciosa que no pude retenerme y comencé a empujar su cabeza hacia abajo.     Puse mis manos en sus cabellos y ella abrió su boca para hacer entrar mi polla larga y tiesa, sus finos labios envolvieron mi pija y yo empujé hasta tocar su garganta.     Mamá comenzó a chupar mucho más rápido presintiendo lo inevitable, mis piernas se pusieron rígidas y desesperado enterré mi polla hasta el fondo de su boca comenzando a chorrear su boca con potentes y copiosos chorros de semen juvenil, que mamá tragó haciendo todo tipo de gruñidos y gemidos mientras le llenaba la boca con mi semilla por segunda vez.    Mamá lamió y relamió mi polla que continuaba a permanecer dura, mientras me pajeaba me preguntó:

—Carlos … ¿Qué te parece si seduzco a uno de tus amigos y lo invitamos a unirse a nosotros? … esa es mi fantasía, ¿sabes? …

—Madre … eres fabulosa y creo que sería maravilloso si puedes cumplir una de tus fantasías …

Ella se levantó encantada y me abrazó apretando sus exuberantes pechos contra mi cuerpo.     Luego como casualmente me preguntó:

—Bueno … ahora que ya sabes de mi fantasía … ¿Quién sería el afortunado que podría participar a esta cachonda idea mía? … quiero saber si lo conozco … si ya ha estado aquí en casa …

—¿Y cuando querrías llevar a cabo tu fantasía,  mamá? …

—Bueno … cuando se pueda … lo más pronto posible …

—Mami … esta tarde viene un chico para desarrollar una tarea que nos dieron en el colegio … ¿quieres que probemos a involucrarlo a él? …

—Sí … ¿por qué no? … ¿y quien es él? …

—Joel, mami …

—¿Joel? …

—Sí, mami … él es mi mejor amigo y sabrá conservar todo en secreto … además, él fue quien me advirtió que los chicos venían a casa solo para verte a ti … él fingió de no estar interesado a ti, pero no me cabe la menor duda que tu debes haberlo impresionado más de una vez …

—¡Oh! … ¡Sí qué lo impresioné! … recuerdo que una vez me lo tope en el pasillo y yo estaba solo con mi tanga y mi sujetador … cuando me vio corrió tan rápido como pudo y se encerró en el baño … le tuvo miedo a este montón de tetas …

Me reí al escuchar a mamá referirse a Joel, pero ella añadió:

—… ¡Me gusta! … parece un chico respetuoso … es un poco tímido, y eso lo hace un candidato perfecto … me gusta seducir a un chico temeroso y un poco calzonudo e inocentón …

—¿Y cómo vamos a hacerlo, mami? …

Se quedó pensativa por un momento y luego con una radiante sonrisa, me dijo:

—El baño … dejaré en el baño algo de mi sexy lencería en modo que él pueda verla … y lo sorprenderé cuando él la tome y la inspecciona para olerla … en ese momento no se podrá rehusar a nada y será nuestro …

—¿Y cómo lograremos saber cuando él se interesará por tu ropa interior, mami? …

—Ven conmigo … yo te mostraré …

Me fui detrás de ella y entramos a su habitación, en la esquina de su cuarto, al lado del armario, ella me mostró un pequeño orificio.    Probablemente en el pasado algo pasaba por ahí y nunca los taponearon.     Me agaché y pude ver que prácticamente se veía la mayor parte del baño.

—¡Uhm! … ahora entiendo … tú lo observarás desde aquí …

—No … no yo … serás tú …

—Sí … y deberás tener tu celular contigo … entonces yo estaré esperando en la puerta del baño después de que él entre … tu vendrás velozmente de tu cuarto a espiarlo … y cuando veas que él se está interesando en mi lencería … me textearás un mensaje y yo haré irrupción en el baño, sorprendiéndolo en el acto de manipular mis calzones y otras cosas que dejaré de carnada …

—¡Oh, mami! … ¡Eres genial! …

¡Jesús!    De solo pensar en el plan de mamá me puse cachondo.     No veía la hora en que llegara Joel para tenderle la trampa.     Mamá me preguntó:

—¿Y a que hora Joel estará por aquí? …

Miré mi reloj y vi que no faltaba mucho tiempo.

—Antes de media hora …

—¡Genial! … entonces iré a preparar la trampa y a ponerme algo más cachondo para tu amigo …

Cuando se volteó para irse, no pude evitar la tentación y metí mis manos entre sus hermosos muslos y nalgas.

—¡Hey! … no te adelantes … todavía no es el momento …

Exclamó mi risueña madre dando un saltito y moviendo su harmonioso trasero mientras se alejaba.

 

(Continuará …)

 

 

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