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La tía que siempre me gustó (Parte 1)

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Narra Tatiana:

 

Estaba llegando tarde a la reunión. Me había demorado mucho dejando a mi hijo en la escuela. Mi esposo había hecho la promesa de llevarlo él, pero repentinamente tuvo que marcharse temprano. Ni modo, a veces era así. Por lo menos me había alcanzado para arreglarme bien y no salir despeinada, como todos los días que debía llevar a  mi hijo al colegio. Me había puesto un jeans grafito, el cual me quedaba bien ceñido gracias a mis gruesas y largas piernas, además de mi cola grande y caderas pronunciadas. Arriba usaba una blusa negra de malla, la cual dejaba ver mi bra negro y la parte superior de mis desnudos pechos gordos. Siempre fui de complexión gruesa y curvilínea, gracias a mis genes, luego el gym hizo el resto. Mi estatura la obtuve gracias a mi padre, mido 1.74.  Siempre fui considerada un “mujerón”, aunque a veces eso ahuyentaba a los hombres que buscaban a alguien más fina que ellos. Tenía el cabello castaño, corto a la altura de mis hombros; mis ojos marrones y mi sonrisa  y piel latina completaban el resto de mi cuerpo.

La reunión era justamente sobre nuestro padre, íbamos todas las hermanas, hermanos, primas  y primos. Su cumpleaños ochenta lo teníamos que celebrar a lo grande. Llegué y todos me recibieron, al menos no era la última. Nosotras contrastábamos bien con los chicos, pues la mayoría eran más altos y también algo gruesos. Al menos ya no me sentía una gigante.

Entre todas las propuestas, la más tentativa era la de realizar la fiesta en la finca de una de mis primas. Ella había tenido suerte con los negocios, por lo que se dio el lujo de tener una casa en el campo. Obviamente entre todos la apoyamos para que pueda renovarla y decorarla, de igual manera todos nos íbamos a beneficiar pues seguramente  en el futuro todas nuestras fiestas las haríamos allí.

La fiesta se haría el fin de semana, aún era martes, por lo que teníamos tiempo para acomodar y arreglar los ambientes. Todos salimos conformes, yo no tenía mucho que hacer en casa, por lo que me encaminé con el primer grupo para ir adelantando las decoraciones. Fui en el coche junto a mi prima Raquel, la que era la dueña de la finca. Allí me empezó a contar sobre Mateo, mi sobrino al cual hace mucho no veía, me dijo que hace poco había llegado del extranjero, que ya trabajaba y que era todo un chico aplicado y estudioso. Yo solamente le sonreía, me alegraba con mi prima… Aunque yo de último recuerdo lo tenía un poco más inquieto. Seguramente había cambiado ¿Quién sabe?

Narra Mateo:

 

—¡Trágatelas!

—¡Ggghhh! ¡No-ooggghh!

Se la sacó antes de que acabe, mis disparos cayeron sobre la alfombra de su cuarto.

—¡Ughh! Voy a tener que limpiar por tu culpa.

—Si te las tragabas, no hubiese sido necesario.

—¡No! Qué asco.

—Algún día acabaré en esa boquita.

Mi amiga de la universidad me arrojó una almohada en la cara. Me reí. Salí luego de volver a ponerme la ropa, esta vez tuve cuidado de no chocar con el marco de su puerta. Era algo alto, medía 1.82. Subí a mi coche y me fui a casa. Como era de costumbre, no había nadie. Solo fui a darme una ducha, hoy no tenía ganas de ir a entrenar fútbol. Yo era el portero, así que sería una buena manera de demostrarle al entrenador que sin mí no ganan jaja. Igual le había pedido el día libre ya, no era tan osado como para faltar a un partido.

Al salir de la ducha, revisé mi celular. Había recibido una alerta, de un contacto que desde hace mucho no veía: se trataba nada más y nada menos que de mi tía Tatiana. Me tumbé sobre la cama, desnudo. Llevé mi mano a mi verga. No me fijé mucho en el mensaje, sino en la foto de perfil de mi tía: usaba un bikini cortito, permitiéndome ver casi toda su desnudez.

—¡Uff! —suspiré.

Cuántas no le había dedicado a mi tía, incluso con una de sus bragas alguna vez. La edad le había sentado más que bien. La verga ya la tenía a tope, solo recordaba las veces que trataba de espiarla en la ducha, aunque nunca pude ver nada. La suerte que tenía mi jodido tío.

Intenté algo. De foto de perfil tenía un gato chistoso, ahora la cambié por una mía, también en la playa: usaba un short pegado, yo era delgado, pero por el ejercicio los músculos me resaltaban. Había pensado en entrar al gym, pero no tenía mucho tiempo con todo el trabajo. Lo que sí llegaba a notarse, si se prestaba atención, era mi verga marcada en el húmedo short. Ahora sí tenía pensado responderle.

Mientras escribía, recibí un mensaje de mi amiga, estaba celosa y quería que borrara la foto. Ciertamente recibí algunos mensajes, pero ahora tenía la cabeza en mi tía y aquella fiesta en nuestra finca. Era la oportunidad perfecta para intentar picarle, algo me decía que podía lograr algo. Me acecrcaría con la excusa de saludar a mi primo y ya con eso que suceda lo que tenga que suceder. Le escribí:

“Holaaa tía. Hace mucho que no nos hablábamos, espero que me recuerdes y no te hayas olvidado de tu sobrino favorito jaja. Y pues… No sé si me de tiempo de asistir a la fiesta del abuelo… ¿Cómo me vas a convencer? jaja”

Narra Tatiana:

 

Ya habíamos establecido qué cosas comprar y cómo ordenarlas, me retiré antes de la cena, aproximadamente a las seis de la noche. Iba en el colectivo cuando recibí una alerta en mi celular. Era un contacto que hace mucho no había visto. Lo tenía agendado como “Sobrinito Mateo”, antes pensé que había cambiado de número, por ver aquella foto de un gato en su perfil, pero ahora sí había una foto de él. Procuré que nadie me estuviera viendo, pinché sobre su foto, agrandandola. Ciertamente había cambiado, creo que podía ser más alto que yo. La carita de ángel todavía la tenía, y bueno, aún tenía veinte años así que era normal. Se le notaba en buena forma, igual tenía las piernas largas y… Algo me llamó la atención en su short. Parecía ser algo que lo movía, acerqué la foto y… ¡Santo..! pensé. Quité la imagen, pero ya la tenía en la cabeza, ¿qué era esa cosota que atravesaba casi todo su muslo? De inmediato leí su mensaje, riéndome y poniéndome muy roja. No sabía qué era lo que me estaba tratando de decir, quizá todo estaba solo en mi cabeza. Le respondí:

“Holaaa sobrino. Sí, tu mami me contó que apenas volviste del extranjero. Espero que todo te haya ido muy bien. Pero tienes que asistir nene, ¿qué dices? jaja. Sí o sí te quiero ver allí”.

Aún con todo lo que me estaba pasando, volví a pinchar sobre su foto, creyendo haberme equivocado. Pero para nada fue así. Él realmente había “crecido” en todos los sentidos. Lo vi ponerse en línea y comencé  a suspirar.

Mateo: “Sí, apenas volví. Ahora ya estoy trabajando y ganando mi propio dinero. Te dije que un día lo iba a conseguir. Y que me esperaras para que nos casemos jaja”.

Tatiana: “Ay las cosas que decías en esa época jaja. Eras un niño, ahora se ve que ya has crecido. Yo ya me casé, no sé si te enteraste. Seguramente tú también tendrás tu novia”

Mateo: “Sí, he CRECIDO bastante. También me enteré, el tío debe estar muy feliz de que seas su esposa. Yo no tengo novia todavía jaja, estoy concentrado en los estudios”.

Tardé un poco en responderle esta vez, volví a ver la foto. Creo que me estaba imaginando cosas.

Tatiana: “Sí, has crecido bastante… Ah bueno, entonces eres un muchacho centrado ya, me alegro por ti. Pero en serio ya, tienes que venir a la fiesta de tu abuelo jaja”

Mateo: “¿Pero qué me ofreces tía? jaja. Va a depender de eso nada más”

Tatiana: “¿Volver a vernos quizá? jajaja”

Mateo: “Pero eso ya se sabe pues tía jaja… Otra cosa”

Tatiana: “¿Otra cosa como qué? jaja. Recuerdo que antes me escogías qué ropa ponerme para el día a día”

Mateo: “¡Te acuerdas de eso! Puede ser jaja. Déjame escogerte el vestido entonces”

Tatiana: “Jaja ya. Pero ya tengo otros nuevos, que algunos no me quedan”

Mateo: “Pero si yo te veo igual de buena, tía jaja. No te preocupes, me mandas fotos y yo elijo cual. Pero que sea pronto eh”

Tatiana: “Qué dices Mateo jajaja… Bueno, bueno. Mañana por la noche voy a probar los vestidos entonces jaja”

Mateo: “Bueno, así quedamos tía. Mañana sin falta jaja, ahora me voy porque tengo estudiar”

Tatiana: “Ok Mateo, que tengas buenas noches”

Sin darme cuenta, ya me había pasado de mi paradero. Estaba tan inmersa en mi conversación con Mateo, bajé del colectivo y me regresé caminando. Llegué hasta mi habitación y vi mi ropa. No sabía lo que había hecho, antes Mateo era un niño, por eso le dejaba escoger mi ropa… Ahora era diferente, prácticamente le iba a modelar. Quise arrepentirme, pero a la vez no lo quería. Me di una ducha fría para aclarar mis pensamientos.

Mi esposo llegó luego. Dijo que en el trabajo lo habían explotado como a una mula. Yo no sé de dónde tenía un fuego en el pecho. Esperé a que nos fuéramos a dormir para empezar a provocarle. Mientras él leía en su cama, yo me paseaba en tanga por su lado. A él siempre le encantó “ese culazo” que tengo, así lo llamaba él. En una de mis vueltas él no resistió y terminó abofeteandome una nalga cuando yo me agaché cerca a él.

—¿Qué quieres mujer? —me preguntó.

—Quiero que me folles Saúl —me lancé a sus brazos.

Él me sentó sobre sus piernas, dejó su libro a un lado, me manoseó todo el culo. Comenzamos a besarnos. Él era el que gemía, comencé a dar saltitos, bajé mi mano pero no la sentía dura todavía. Me bajé rápido para chupársela. Le quité el boxer y tomé su verga en mis manos. Recordé a Mateo, en mal momento, aunque la herramienta de mi esposo para nada tenía que envidiar a la de Mateo. Se la masturbé con mis dos manos, aunque seguía flácida.

—¡Mujer! —se quejó mi marido.

No le hice caso y me la llevé a la boca. Comencé a chupársela mientras le agarraba los huevos. Agarré sus manos y la puse sobre mi cabeza, quería que me atragante, pero él simplemente las quitó. Por lo menos se estaba poniendo dura. La dejé y me di vuelta para montarla. Pero luego me llevé una sorpresa.

—¡Ohhh! —gritó él.

Se había corrido. Sabía que en ese estado iba a ser imposible continuar un segundo round. Comenzó a decirme lo buena que era,le pedí que al menos me hiciera un oral, pero dijo que estaba cansado y que quería dormir. Yo me fui a la sala, necesitaba quitarme esa calentura que llevaba dentro. Cogí el móvil y abrí la foto de Mateo, comencé a manosear mi clítoris. Siempre fui un poco traviesa, pero creo que esta vez me excedía: estaba tocándome viendo la foto de mi sobrino. Aún así, comencé a sentirme tan bien, tan mojada. Ya mis dedos se empapaban, soltaba unos pequeños gemidos. Sabía que mi esposo estaba dormido, pero tampoco quería hacer un escándalo.

—Hmmpff —jadeé.

—¿Hola?

Me puse roja como un tomate.

Narra Mateo:

 

Tenía los ojos entrecerrados, me habían despertado. Era una videollamada de mi tía, había contestado, pero por su lado todo estaba oscuro. Alcancé a verla haciendo una cara, no me fijaba bien, pero creo que tenía una mano en una de sus tetas. Me desperté bien y escuché un quejido.

—¿Aló? —repetí.

Por un momento no pasó nada, efectivamente era mi tía. Repentinamente enfocó a otro lado y luego volvió a mostrarse, aún seguía algo oscuro.

—¡Ay! Mateo, te desperté.. Perdón, creo que me confundí y presioné mal algo en la pantalla.

Aquello me pareció raro, pues normalmente es difícil tratar de hacer una videollamada. Volví a tumbarme sobre la cama, alejé un poco el celular, se miraba mi pectoral desnudo y un poco más abajo. Solo estaba usando boxers.

—No te preocupes, tía. Apenas me iba a descansar, pero si ya quiere comenzar con el modelaje de vestidos. Adelante, vaya quitándose la ropa jaja.

—Jajaja travieso. No, ya te dije que solo me equivoqué. Parece que estás de calor.

—¿Y tú no, tía? Hace un calor horrible.

Ella se levantó y encendió una luz, no parecía que estuviese en su habitación ¿Acaso su esposo no la encerraba allí a dejarla bien follada? Se sentó en lo que parecía un sofá. Ahora sí la pude ver bien. El rostro radiante de siempre, usaba una blusa de tirantes, no mostraba para nada los pechos, pero podían notarse los grandes bultos ansiosos por ser liberados, incluso podía notar las tiras de su brasier negro.

—Sí, también estoy de calor jaja. Es demasiado como tú dices.

—Ah. Pero yo te gano tía —alejé más el teléfono y me destapé.

Usaba un boxer blanco, podía notarse mi verga orientada hacia la derecha, todo el tronco era imposible pasar desapercibido. Yo solo me fijé en el rostro de ella, noté que su mirada bajó y como que soltó cierto suspiro.

—Uy sí… Ya veo… —me dijo—. Yo también me hubiese quitado la blusa y el pantalón jaja.

—¿Tienes todo eso encima tía? Ya entiendo el porqué de tu bochorno jaja. ¿A qué esperas? O voy y te la quito jaja

—Nonono —me dijo riéndose—. Mejor yo misma —dejó el celular a un lado, luego pude ver su bra negro intentando contener los pechos—. Sí tenías razón, ya estoy más fresca.

—¿Y abajo tía? —la verga se me ponía dura.

—Ay no me crees jaja —bajó el celular unos segundos y pude ver su braga negra entre los dos pedazos de carne que tenía como muslos, me pareció ver un brillo de humedad—. Ya, listo jaja.

—Pues sí se te ve más fresca jaja. Quizá te pida que vayas así a la fiesta jaja.

—Noo ni loca —me respondió—. ¿O tú irías en bóxer?

Sonreí para luego salir de la cama, me bajé un poco el bóxer. No tanto, que pareciera natural. Tenía la verga un poco encendida, pero no me importaba. Encendí la luz y alejé la cámara, mostrando todo mi cuerpo.

—¿No me veo bien, tía? —me reí—. Espera, te la mando jaja.

No esperé respuesta, me tomé la foto tal cual y se la envié.

Narra Tatiana:

 

¡Dios santo!, pensé. Juraba que había visto un salto de su miembro dentro del boxer. Casi que me quedé muda. Sabía que tenía que responder o iba a comenzar a sospechar.

—Tápate Mateo jajaja —respondí nerviosa—. Pero no vas a ir así jajaja. Mira, tengo que colgar. Ya es muy tarde para los dos.

—Jaja okey tía. No sabe cómo me encantaría volver a dormir contigo, como antes jaja. ¿Te acuerdas?

Sí recordaba aquellas veces en las que nos quedábamos a dormir, a él le gustaba abrazarme y toquetearme por todos lados. Yo le permitía pues porque era un nene apenas. Ahora se lo haría recordar.

—Jajaja. Pero tú eres un mano larga.

—Jajaja.. Yo no tengo la culpa que tengas mucho para abrazar ajaja

—Ya Mateo. Hasta mañana.

—Ya tía, besos… Donde guste jajaja

—Ay nene jajaja

Colgué aún con la temperatura elevada. No me podía creer que estaba posando casi desnuda para mi sobrino. No me importaba, entré a mi galería y terminé con lo que había comenzado. Luego fui a la cama y dormí como si nada hubiera sucedido, dudé en borrar la foto, pero de todos modos mi esposo jamás revisaba mi celular. Decidí dejarla ahí.

Los demás días fueron iguales, aunque ya casi no conversé con Mateo. No quería crearle falsas expectativas ni tampoco quería parecer desesperada por hablar con él. Solo la foto que me había mandado era suficiente para mis noches solitarias. Todo siguió su curso, hasta dos días antes del cumpleaños de mi padre.

“Tía, no se olvide que hoy debe modelarme para que pueda escojer lo que llevará mañana.”

Claro que recordaba que hoy era el día. Ya había incluso comprado vestidos y una que otra sorpresa. Esa noche había mandado a mi esposo a que saliera a que haga lo que él quiera. Le pregunté si quería salir con sus amigos y casi que llora porque raras veces le daba permiso a que salga. Esperé con un rubor en el rostro, hasta que finalmente vibró mi celular. Para esto, yo ya estaba bien bañada y arreglada, vestía un canesú de tiras negro, algo holgado. Dejé reposar el celular sobre una mesa y contesté.

—Holaa Mateo. ¿Qué te parece esto?

—¡Uh! Comenzamos con todo —me dijo, aunque su pantalla estaba oscura.

—¿Dónde estás Mateo?

—Ah, justo salía de la ducha. Me estoy poniendo la toalla.

También dejó el celular enfocando su cama. Se paró de frente y comenzó a secarse. Yo miraba con cuidado, en cualquier momento parecía que la toalla iba a revelar sus partes.

—Me llamas mas tarde mejor —le dije.

—No tía siga, no es la primera vez que me ve saliendo de la ducha jaja. Si de pequeño me ayudaba.

Creo que había logrado ver una de sus bolsas. No quería calentarme justo ahora. No tuve más remedio y seguí.

—Ahh sí me acuerdo jaja.. Y bueno, ¿qué te parece?

Me vio y luego se sentó sobre la cama, la toalla le quedaba como una falda y justamente el celular apuntaba al centro de sus piernas, aunque se miraba oscuro.

—Nada mal tía. Pero creo que otro le quedará mejor. ¿Tiene uno amarillo?

—Sí tengo —le respondí. Me salí de foco para cambiarme.

—Pero no se vaya tía —me reclamó—. Si ya ayer la vi en bragas jaja ¿O no me diga que va sin nada abajo?

—Ay que travieso eres jajaja. Sí llevo ropa interior, pero el armario queda lejos —me estaba cambiando.

—Pero llévese los vestidos jaja, así se ahorra el tiempo.

Algo en mí había provisto eso. Tenía todos los vestidos sueltos sobre la cama. Simplemente los tomé todos y los coloqué sobre una zona donde enfocaba la cámara. Pero ya me había puesto el vestido amarillo. Era uno recto con mangas hasta los codos, ese sí me quedaba bastante ceñido.

—Ya ve que el color le sienta muy bien —se hizo atrás y la toalla se levantó.

—Ay gracias jaja. Solo que algo ajustado. Creo que he subido de peso.

—Para nada tía, le queda perfecto. De una vuelta.

Lo hice tal como me pidió, lentamente. Escuché cómo se movía su toalla, quizá se seguía secando. Al final volví, él tenía otra cara.

—A ver un twerking, para ver si aguanta el vestido jaja.

—¿Qué es eso?

—Un baile moderno tía jaja. Dése la vuelta.

—Está bien —me di la vuelta.

—Ahora levante la cola y bájale, rápido jaja.

Me di la vuelta algo enojada, pero riendo.

—Jajajaj nooo. ¿Me quedo con este entonces?

—Mmm no sé. Pruébese el azul brillante que veo allí.

—¿Este? —me acerqué y lo tomé.

—Sisi, ese. Pero ya sabe, cámbiese allí no más, con confianza jaja.

—Bueno jaja.

Me bajé el cierre y lentamente me lo fui quitando. Usaba un conjunto de ropa interior rosada, me hacían ver gorda, pero eran los que más me cubrían. Intenté no darme vuelta, pero tuve que hacerlo, por más gruesa que fuera mi braga, dejaba ver mis cachetes. Nuevamente escuché cómo se secaba.

—Que bien come mi tío —dijo él.

—JAJAJAJA Ay me haces reir Mateo.

—Pero es la verdad tía jaja. Yo a esa carne me la como todos los días jajaja.

—Ya Mateo cálmate. A ver ¿cómo me queda?

Era un vestido tubo, sin hombros y hasta la mitad de los muslos. De más está decir que se me veía el bra y se levantaba con facilidad. No era la ropa interior adecuada.

—Mmm… No tía, mejor el rojo que veo allí.

—Parece que vamos a tener una noche larga —dije quitándome el vestido,.

—¡Espera! —me dijo cuando me lo quité y quedé en ropa interior—. Ese era el vestido perfecto, pero no la ropa interior precisa jaja. ¿Cuál te pondrás?

Estaba parada en cueros frente a mi sobrino. Parecía que él lo había planeado todo muy bien, aunque yo también había dejado preparada la ropa interior.

—Eso solo podré mostrar, pero no me la pondré. Ni mucho menos me cambiaré delante de cámara ajaja.

—No seas mala tíaaa —se levantó dejando caer la toalla.

No me cubrí los ojos ni voltee, quería verla, estaba decidida a verla. Lamentablemente, solo había sido un juego de él: llevaba el boxer puesto. No solo me quedé con las ganas, sino que ahora él podía malentender la situación.

—¿Pasó algo..? —pregunté.

—No tía jaja, suerte que ya me había puesto el boxer jaja. Bueno, muéstrame lo que te pondrás.

Salí de cámara y recogí el conjunto de lencería roja que había comprado, era totalmente diminuta. El bra no tenía tiras así que quedaba perfecto con ese vestido.

—Este usaré —se lo mostré a detalle.

—Ufff tía. Le quiere dar la noche especial a mi tío jaja. Que suertudo es.

—Jajaja no creo, seguro se queda dormido.

No sabía por qué lo había dicho, pero lo mencioné. Mencioné que mi marido no es capaz de satisfacerme, y se lo mencioné justamente a él, me sentía sucia.

—Bueno, yo lo ayudaré entonces jaja. Que me toque el segundo round jajaja.

—¡Mateoo! JAJAJA ¿Cómo dices esas cosas?

—JAJA ya tía… ¿Todavía se acuerda de cómo bailar?

—Claro, eso nunca se olvida jaja.

—Demuestre.

Ni siquiera lo pensé, comencé a moverme como si estuviera bailando una salsa, solo me reía.

—Todo en su sitio tía jaja. Como tiene que ser.

—Jaja gracias…

—Ya me gustaría perrearla…

De pronto escuché la puerta. Era mi marido.

—Bueno Mateo, quedamos así entonces. Nos vemos en la fiesta. Cuidate. Besos.

Ni siquiera le había dejado que se despida. Lo acababa de tratar como a un amante al que hay que expectorar cuando el marido llega. Saúl entró a la habitación, me dijo que si estaba hablando con alguien, le respondí con una negativa.

—Solo me estaba probando los vestidos —le dije—. Pero ya que estás aquí…

Él también estaba algo juguetón, quizá por haberme visto así de encuerada. Me cogió con pasión y me dio vuelta para comenzar a follarme. Esta vez la tenía dura. Pensé que había recobrado sus fuerzas juveniles, ya comenzaba a disfrutarlo, pero se corrió pronto.

—Ufff… Ah sido buena —me dijo y se acostó.

 

Se había corrido dentro. Hacía mucho que intentábamos tener otro hijo ¿Quién sabe y quizá se daba hoy?.. O quizá… En el transcurso de la semana.

 

Como me cogí a mi prima cuando todos estaban de viaje
Sabores nuevos, ¿Chocolate?.

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