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Mamá esera un bebé.

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Me encantan las mujeres que tienen harta carne.      Grandes tetas, magnificos culos, esplendidas caderas.      Por nada al mundo una anoréxica Barbie con cara bonita, como a la mayoría de mis compañeros del colegio prefieren.     Me falta un año para graduarme de la secundaria y luego iré a la universidad.     Me llamo Roberto y tengo casi diecisiete años.

 

 

Mi madre es como a mi me gustan las mujeres, muy hermosa, además de ser perfecta en sus sinuosidades.      Muchas veces me masturbé pensando en ella.      Pero últimamente se estaba convirtiendo en mi obsesión.     Mamá había comunicado a la familia de que se encontraba una vez más en cinta.      Qué ¿cómo sucedió?    Bueno, no voy a explicar todo lo relativo a la fisiología del aparato reproductivo de papá y mamá.      Basta decir que follaron y algo falló y ella se quedó preñada.

 

 

Yo no noté nada hasta cuando ella me lo dijo.     Por supuesto que me alegré de saber que iba a tener un hermanito, soy hijo único.     Pero con el pasar de los días la noté que irradiaba una luz especial, su rostro estaba más luminoso, su vientre florecía con la semilla de papá y sus pechos desbordaban sus vestiduras.     Me calentaba tanto verla tan divinamente hermosa que comencé a masturbarme casi a diario pensándola con su guatita inflada.     Luego me venían remordimientos y problemas de conciencia al ver a mi madre como mi fantasía sexual, sabiendo que ella estaba llevando en su vientre mi futuro hermanito y atravesaba el curso normal de su embarazo.     Jamás pensé en follarla, pero era su imagen de mujer embarazada lo que me estimulaba al máximo.

 

 

Mamá se llama Magda.     Ahora estaba al octavo mes de embarazo, su vientre ya no se podía ocultar.     Noté que ella siempre respiraba un poco más agitada y lo atribuí a su embarazo.     Papa estaba en un viaje de fiscalización a la grande minería del norte e iba a estar ausente por algunas semanas.     Mamá no era la misma y pensé que era debido a su estado, nada más se me paso por la cabeza.     Pero estaba curioso y quise saber.

—¿Estas bien, mami? …

—¡Sí, hijo … quizás un poco cansada! …

Respondió con un suspiro que, en vez de tranquilizarme, más me preocupó.

—¿Y que te ocurre entonces? …

—¡Oh, nada! … ¡No me ocurre nada! …

Dijo ella, sentándose más erguida y tratando de ocultar su verdadero estado de ánimo.

—¡Oh, mamá … vamos! … sé que algo te está molestando … ¿es algo que he hecho yo? …

—No, cariño … no eres tú en absoluto …

Dijo, poniendo su mano sobre mi hombro.

—¿Entonces que es, mami? …

Le volví a preguntar ansioso.

—¡Ehm! … sucede qué tu padre lleva varios días fuera de casa … y … este embarazo es diferente a cuando te tuve a ti …

—¿Diferente? … ¿En que sentido, mami? …

—Diferente … ¡ehm! … porque me siento diferente …

—¿Necesitas algo? … ¿Puedo serte de ayuda? …

Se volvió a mirarme con sus luminosos ojos llenos de dulzura, me sonrió y me dijo solo.

—Sí, cariño … pero no es algo en lo que tú puedas ayudarme …

Me quedé perplejo sin entender que es lo que ella estaba necesitando, así que insistí.

—¡Dímelo, mami! … ¡tu sabes que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ti! …

Volvió a sonreír, entornó los ojos divertida ante mi ofrecimiento y me respondió.

—Lo sé, cariño … pero esto es algo donde es imposible que tú puedas ayudarme …

—¿Segura? …

Le retruque firmemente, aún sin comprender del todo.

—¡Segura! … espero solo que tu padre vuelva pronto …

—¡Ohhh! … ¡¡Ohhh!! … lo echas de meno …

Dije con mi cara roja como un tomate.     Finalmente entendí cuál era el problema de mamá.     Ella estaba caliente y no tenía con quien satisfacer los deseos de su coño.     Por supuesto yo no podía ofrecerme para follarla, aún cuando el pensamiento cruzó por mi mente fugazmente.     Siempre con su dulce y maternal sonrisa, me dijo.

—Está bien, cariño … es solo que de alguna manera este embarazo realmente ha creado muchas emociones en mí y otras necesidades han aumentado … dentro … dentro de mí …

—¡Oh, mami! … lo siento … yo … yo … lo entiendo …

Dije como un idiota, mi cabeza daba vuelta al tener frente a mi a la mujer que me trajo al mundo, admitiendo que necesitaba de una polla que colmase su famélica panocha.

—No … está bien, hijo … no te preocupes más por mí … son cosas de mi embarazo … no debería haberte dicho tanto …

Dijo mamá sintiéndose un poco culpable por sentirse tan ganosa y deseosa de tener un desahogo a sus impulsos y haberme revelado su estado de animo tan natural en algunas mujeres que esperan un bebé.     Lo que ella no me dijo, es que a ella también le pasaba por su cabeza, el considerarme a mí como una solución plausible.      Cosa que, en mi mente depravada, inmediatamente me vi acariciando su guatita inflada y su panocha embarazada.      Repentinamente mi polla se puso rígida como un barrote en mis pantalones, pensé que lo mejor era retirarme y tener mi propio desahogo.

—Está bien, mami … al menos papá volverá a casa la próxima semana …

Mamá me miró un poco acongojada y dijo con amargura.

—Sí … pero él no me hará nada … tiene miedo de dañar al bebé …

Sacudí la cabeza, eso no era posible, no se podía dañar a la criatura que su madre portaba en su vientre.     Disimuladamente ajusté mi polla que estaba apretada por mis pantalones.

—¡Mami! … ¡Pero eso es ridículo! …

Ella se sintió un poco incomoda al hablar conmigo de todo esto, pero noté que el acomodo de mi polla no había pasado inobservado por sus maternales y cachondos ojos.     Ahora miraba fijamente el bulto que se había hecho en mis pantalones y mordía su labio inferior, se dio cuenta de que toda esta conversación, en algún modo me había excitado.     Nuevamente se disculpó.

—Lo siento cariño … tal vez no debería haberte dicho más de lo que necesitabas saber …

—Está bien, mamá …

Le dije pensando en las raras ocasiones en que la escuché gemir mientras copulaba con papá.     Me puse de pie, me incliné a acariciar a mi hermanito dentro de su vientre y quise hacérselo saber diciendo en tono de broma.

—Mami … yo entiendo … te he escuchado algunas veces a ti y papá teniendo sexo …

La respuesta de mamá me hizo sorprender.

—Bueno … sí … un par de veces al año …

—¡Oh! … pensaba que era mucho más frecuente que eso …

Me sentí un poco extraño teniendo este tipo de conversación con mamá.     Pero quería alejarme hacia mi cuarto, mi polla endurecida me estaba haciendo sufrir y sé que necesitaba ocuparme de ella lo más pronto posible.

—¡Uhm! … bueno … tal vez cuando pesaba diez kilos menos …

Dijo mamá haciéndome notar su panza y el holgado vestido que portaba, sintiéndose poco atractiva con su bata de embarazo.     Haciéndome notar de que papá no la follaría.      Me di cuenta de que su autoestima estaba por los suelos y quise animarla diciéndole.

—¡Mami … eres una mujer muy hermosa! … ¡Estás más linda que nunca! … ¡Irradias belleza por todos tus poros! …

—¡Oh, hijo! … ¡Que dulce que eres! … pero eres mi hijo …

Dijo levantándose a abrazarme.      Desafortunadamente mi polla se había puesto otra vez en una incomoda posición y estaba punteando el vientre hinchado de mamá.

—Mami … no lo diría si no fuera cierto …

Dije moviéndome un poco hacia el costado y pinchando su muslo con mi polla dura como palo.      Ella me miró directamente a los ojos y se abrazó más fuerte a mí presionando mi glande con su bien torneado muslo.      Ella sabía lo que estaba presionando, mi pene definitivamente erecto.     Una polla que ella no sentía ni veía desde hace meses.

—Gracias, hijo … necesitaba a alguien que me animara …

Dijo sintiéndose segura y amada en mis brazos.      Además, se dio cuenta de cuanto mi polla la deseaba.     Rápidamente la solté, de otro modo me iba a correr sin siquiera haberme tocado.

—Ve a descansar, mami … yo lavaré los platos …

Mamá se fue a reposar en el diván de la sala de estar y yo me gire a acomodar mi sufrida polla y a lavar los platos.      Ya sabía con qué imágenes me iba a masturbar esta noche.

 

 

Mi madre se fue a la sala de estar y se sentó con el control remoto en mano y encendió la televisión, pero no lograba concentrarse para ver nada.     Su muslo quemaba al haber sentido el contacto de mi polla joven y tiesa.     No podía evitar de sentir ciertos prohibidos anhelos conmigo.     Mi polla presionando su pierna había dejado una huella candente.     Mi semejanza con mi padre también la había hecho sentir como cuando era más joven y ella se enamoró de él.     Yo era como una versión mucho más joven de mi padre.      Cuando él la follaba casi a diario.     Se puso a hacer zaping con la televisión tratando de eliminar todos esos irracionales pensamientos que su cachondo cuerpo embarazado la hacía sentir.     Era todo causa de su embarazo, pensó.

 

 

Terminé de lavar los platos y me fui a la sala de estar a hacer un poco de compañía a mamá antes de irme a la cama, necesitaba llevarme grabado en mis ojos su silueta con esa hermosa y sexy panza.     Ya no la veía solo como mi madre, sino como una mujer embarazada sedienta de satisfacer su sed de deseos sexuales.      Que por lo demás, eran similares a los míos.

 

 

Mi polla que se había encogido ligeramente mientras hacía las labores hogareñas en la cocina, con la proximidad de mamá, comenzó a tomar consistencia y a endurecerse una vez más.     En mi mente la vi en diferentes posiciones mientras mi pija se deslizaba dentro y fuera de su vientre embarazado.     No podía dejar de pensar en ello y la única idea que giraba en mi cabeza era de follar su coño materno.

 

 

Mientras la televisión continuaba a mostrar sus anodinas imágenes.      Noté que mi madre dirigía su mirada a mi abultado entrepierna.      Yo no hacía más que mirar su enorme vientre y sus inmensas tetas.      Probablemente su panocha estaba humedecida mirando mi polla, ya que mi padre no la ha atendido suficientemente estos últimos meses, mirándola casi como si fuera una poco deseable ballena varada en la playa.

 

 

Luego de un rato prolongado, ella se fue a su dormitorio y yo al mío.      Me tiré sobre la cama y bajé mis pantalones a las rodillas y aferré mi adolorido pene.     Cerré los ojos y la vi a ella llevando a mi hermanito en su panza desnuda, un enorme globo que no me dejaba ver su panocha allá abajo.      Solo las perturbadoras tetas se movían en su pecho.     Me corrí en segundo un litro de semen, manché mi remera y salpiqué mi esperma hasta sobre mi nariz.      Como en un susurro me llegaron a mis oídos los gemidos de mamá en el cuarto al flanco del mío.      Probablemente ella también se masturbaba pensando a mi polla.      Yo y ella fantaseando el ilícito placer del incesto.

 

 

Me levanté y subrepticiamente me arrastre hasta su puerta.     Era increíble, no estaba cerrada la puerta.     Mamá estaba desnuda sobre el lecho matrimonial, su espalda enarcada, sus enormes pechos uno sobre el otro moviéndose como enormes masas gelatinosas.      Una mano intentaba tenerlos inmóviles, la otra mano estaba hacia atrás en medio de sus glúteos, mientras cuatro de sus dedos penetraban su jugosa panocha.      Ella pensaba a papá que quizás la follaría cuando volviera a casa.      Sin embargo, a medida que su orgasmo se aproximaba, ella vio mi rostro en medio a una nube de placer que inundaba y revolucionaba sus neuronas cerebrales.

 

 

Cuando alcanzó el orgasmo, sacudió su cabeza ante la vergonzosa realidad de que su hijo haya sido la fuente erótica que, hacia contraerse a su útero, matriz y toda su concha completa, haciendo explotar su clítoris.      Se dio cuenta de que si no obtenía una polla a la brevedad su cerebro no resistiría y enloquecería.     Sin duda sus dedos no le bastaban para satisfacerse y llegar a los orgasmos que tanto anhelaba.

 

 

Después de haber presenciado el violento orgasmo de mamá, mi obsesión creció.     Traté de estar más cerca de ella y ahora solo podía ver a la MILF en ella, con su cuerpo exuberante, sus hermosos y agigantados senos y su sexy pancita.     Una mujer que necesitaba desesperadamente que la follaran y que no lo conseguía.     Cada vez que la veía pasar mi polla sufría un respingo en mis pantalones.

 

 

Papá por fin regresaba a casa esta noche.      Mamá parecía estar todavía más cachonda pensando a la polla de su marido que esta noche iba a llenarla de semen e iba a calmar esa angustiosa necesidad de polla.      Se dijo que no iba a aceptar un “no” por respuesta.

 

 

Yo por mi parte pensé que la posibilidad de follar a mi mami se alejaba cada vez más, el pene de mi padre calmaría toda esa necesidad y fogosos deseos de polla.      De todas maneras, seguí mimándola y ayudándola cada vez en que ella necesitaba de mí.     Me levantaba temprano para prepararle el desayuno y llevárselo a la cama.     Siempre me preguntaba si ella estaba desnuda debajo de las sábanas y el edredón.     En mis sueños siempre la veía desnuda.

 

 

Mamá se dio cuenta de mis atenciones y se regocijó, finalmente un hombre que la amaba y le estaba demostrando ese amor.     Los últimos meses mi padre estaba fuera de casa casi todo el tiempo, y cuando finalmente llegaba a casa, estaba cansado y distante, sin mostrarle afecto ni simpatía por su hinchada barriga; sin importarle que estuviese descuidada sexualmente.     Me agradecía mis intenciones, merecía ser tratada de ese modo.     No sabía si se rendía cuenta de lo mucho que me excitaba, pero yo me esmeraba para hacer que ella lo notara.

 

 

A mediodía mamá regresó a casa cansada, le dolían sus pies y yo le sugerí.

—Mami … te ves agotada … ¿puedo ayudarte en algo? … ¿Quizás un masaje en los pies? …

Los ojos de mamá se abrieron casi en delirio, como si le acabaran de comunicar que había ganado la lotería.     Le dolían los pies, le dolía la espalda, le dolía todo el cuerpo.     Un masaje a los pies sería como estar en el edén.     Prontamente asintió.

—¡Oh, sí! … me encantaría, hijo … creo que no debí usar tacones ni pantimedias el día de hoy …

Mi polla se despertó instantáneamente cuando mamá se quitó los tacones y vi sus piececillos hinchados envueltos en esas seductoras pantimedias negras.     Ella usaba siempre vestidos y pantimedias cuando tenía que salir y, siempre me habían obsesionado sus medias de nylon negras.     La sola idea de poder acariciar sus pies vistiendo esas sexys medias negras, tenían a mí polla a punto de estallar.

—Cuando usas esas medias negras, mami … te ves todavía más hermosa …

Mamá exhausta se dejó caer sobre el sofá, estiró sus pues hacia mis rodillas y sonriendo me dijo.

—¿Sabes qué? … eres casi igual a tu padre …

—¿En qué sentido, mami? …

Pregunté estirando mis manos hacia los pies de mis sueños.      Primero me hice cargo de su pie izquierdo, comenzando a masajearlo suave y lentamente.

—Él tiene un fetiche por las medias de nylon negras …

Dijo sin darse cuenta de que era una información que no debía compartir con su hijo, pero pensó que era una excelente idea para esta noche cuando su marido regresara a casa.     Así no podrá resistirse a ella.     Sintiéndome en confianza con mamá le dije sin siquiera pensarlo.

—Esto quiere decir que entonces tu eres la culpable de que yo tenga el mismo fetiche …

—¿Cómo es eso? … ¿Por qué? …

Preguntó mamá sorprendida por mis palabras.

—Simple … porque te he visto con ellas todos los días de mi vida …

Le respondí sonriendo y ella retrucó.

—También has visto cucharas todos los días de tu vida … entonces, ¿también tienes fetiches por ellas? …

La miré sonriente mientras acariciaba su pie vestido de seda y le dije.

—Soy muy joven todavía … tal vez algún día las cucharas querrán decir algo para mí …

—¡Oh! … eres un mocoso todavía …

Respondió sonriendo y amando el masaje que le estaba dando a sus metatarsianos, falange del dedo pequeño y dedo gordo.     Le resultaba muy agradable mi masaje y le gustaba tener en casa a alguien que se esmeraba en cuidarla.     Algo que papá de siempre estaba dejando de lado.      Mamá comenzó a preguntarme sobre mis planes estudiantiles.     Después levantó su pie derecho y me dijo.

—El otro pie, por favor …

No sé si de propósito o en modo casual, su pie aterrizó sobre mi dura polla.     No pude evitar de emitir un gemido.     Mamá apartó el pie como si hubiese recibido un golpe de corriente, dándose cuenta de lo que acababa de hacer sintiendo mi maciza excitación.      Me dio risa, pero traté de no hacerlo evidente, solo que ese fortuito roce hizo que mi pija se pusiera más dura todavía.

—¡Está bien, mami! … espera que te masajeo este otro pie …

—¡Oh, hijo! … lo siento mucho …

Dijo apresurada sintiéndose terrible por haberme excitado, también un poco culpable … culpable pero bastante halagada de poder excitar a un hombre … no importaba si era su hijo.

—Está bien … fue peor cuando la semana pasada jugando futbol, me pegaron un pelotazo en la ingle …

—¡Oh! … eso debe haber dolido …

Dijo mamá acomodando cuidadosamente su pie en mi rodilla.

—Sí … pero también fue pasajero …

—Bueno … lamento haber pisoteado tu … ehm … tu … eso …

Se rio ella un poco confundida con lo que estaba sintiendo en su bajo vientre, se dio cuenta de lo duro que estaba mi pene.

—Solo relájate, mamá …

Dije complacido de poder tener en mis manos los divinos pies de mamá con las sugestivas medias de seda negra envolviéndolos.

—Bueno … me hará bien también estar un poco relajada …

Así diciendo, se relajó sobre el sofá, permitiéndome masajear sus pies, de seguro el resto de su cuerpo también se sentiría mejor.

 

 

Los siguientes minutos volaron.      Masajeé el pie, el tobillo, los dedos y la pantorrilla de mi madre.     Imaginé como sería explorar sus sedosos muslos, pero no me atreví a ser lo suficientemente descarado para hacerlo.      Aún cuando mi polla moría por atención y mis bolas llegaban a estar azules.     Me pregunté como sería poder eyacular entremedio a esos deditos pintados delicadamente color bermellón, mi esperma nacarado empapando sus metatarsianos, el dorsal y flanco del pie, su plantar y chorreando hasta su talón.

 

 

Mamá disfrutaba mi tacto tierno y suave, reconfortante.     Sin duda mis atenciones también hicieron que su coño, descuidado durante tanto tiempo, se mojara y deseara que su marido estuviera allí para follarla, pero no estaba del todo segura de si él aceptaría de follarla si estuviera allí.     Quizás estaba exagerando un poco todo, así que apartó el pie y dijo.

—Gracias, hijo … me siento increíble …

—Todas las veces que quieras, mami …

Respondí tratando de no aparecer demasiado ansioso y también de no moverme mucho y balancear mi dura polla en mis pantalones.     Mamá miró fijamente mi entrepierna abultado y sonrió.     Sabía que ella había excitado al hombre que había en mí y no le importaba, se sentía dichosa de no haber perdido ese poder femenino.

 

 

Finalmente, papá llego a casa directamente del aeropuerto, mamá como una leona en celo se le abalanzó en sus brazos, lo besó apasionadamente, restregó su cuerpo sinuoso con sus grandes tetas contra el cuerpo de él para hacerle sentir cuanto lo necesitaba, pero papá dulce y gentilmente la aparto aduciendo que estaba cansado del viaje.      Mamá no se dio por vencida y luego en la intimidad del dormitorio matrimonial, se le presentó con liguero, medias de seda negras como a él le gustaban y un corto negligé a juego con las medias.      Cuando papá se acostó a su lado, mamá comenzó a acariciarlo y poco a poco descendió y tomó la polla de papá en su boca, se lo puso duro como el granito y luego se recostó con sus piernas abiertas invitándolo.

—Ahora, amor … estoy lista … no sabes cuanto te necesito … métemelo todo … ¡Fóllame, querido! …

—¡Magda, por Dios! … ¡Sabes que no podemos hacerlo! … ¡Debemos cuidar del bebé! …

—Podrías excitarme y quizás pueda dar a luz pronto …

—¡Eso sería peor! … ¡Te falta todavía un mes! … ¡Sería demasiado pronto! …

—Entonces … ¿no me vas a hacer nada? …

—¡Por supuesto! … ¡Debemos pensar al bebé! …

Eso no había sido un problema durante el embarazo de mamá esperándome a mí, pero ahora papá estaba obsesionado y no podía quitarse de la cabeza la posibilidad de dañar al bebé que mamá llevaba ahora en su vientre.     Mamá insistió tomando las manos de papá, llevándoselas sobre sus duros pezones.

—Querido … tu sabes que eso es una tontería … solo fóllame … lo necesito tanto …

—¡Te lo dije, mujer! … ¡No es posible! … ¡No puedo! …

Dijo papá tercamente un tanto ofuscado.       Entonces mamá se colgó de su brazo y casi sollozando le dijo.

—Es porque estoy guatona, ¿verdad? … Es porque tengo esta panza enorme, ¿no? … Ya no soy atractiva para ti, ¿es eso? …

Papá se dio cuenta de que la discusión había entrado en un plano delicado.     No era que él no la quisiera por haber aumentado de peso, en realidad a él le encantaban esas enormes tetas de mamá.     Solo que psicológicamente se sentía bloqueado y no podía superar ese trauma.

—No … no es eso, tesoro … pero ahora es tiempo de ser responsables y preocuparnos por el bebé … ya tendremos tiempo para nosotros después de que nazca …

—¡Sabes muy bien que eso es jodidamente ridículo! …

Espetó mamá saltando gofamente de la cama con su enorme panza y saliendo furiosa de la habitación.

 

 

Yo estaba con el enorme sostén de mama magreando mi pene y pensando a la sexual redondez que formaba su panza con mi hermanito dentro, cuando escuché el portazo.     Sacudí mi polla pensando al coño caliente y empapado de mamá implorando a papá que la follara.     Al parecer él torpemente la había rechazado, ¡Que estúpido!     Más tarde esa noche mi madre enfurecida echó a mi padre a dormir al sofá de la sala de estar, mientras ella se quedó sola a dormir en el dormitorio.

 

 

Papá se sintió terriblemente culpable, pero no podía ir contra lo que le decía su cabeza.     Tomó repentinamente una decisión que cambiaría toda mi vida.      Al día siguiente, mamá no le dirigió una sola vez la palabra a papá.      Al momento de la cena, papá comunicó en la mesa de que había sido llamado de urgencia a ver un problema laboral en la oficinas de Rancagua y debía otra vez irse de viaje por un largo periodo.      Mamá no se pudo contener y explotó encolerizada.

—¿Tú qué? … pero ¡Acabas de regresar! …

—Lo siento, querida … pero me han llamado de urgencia …

—¿Un día sábado? …

Cuestionó mamá lacónicamente.

—Lo sé … Lo sé, amor … pero es trabajo … tu sabes …

—¿Me vas a abandonar otra vez? …

Dijo a mamá a punto de llorar, le parecía increíble que papá fuera tan insensible, sobre todo en este momento cuando más lo necesitaba.

—Tesoro, no puedo evitarlo … no hay nadie más que pueda concurrir a solucionar el problema …

Respondió papá tratando de justificarse y odiando ver el dolor de mamá en su mirada enojada, pero no dio su brazo a torcer.

—Sí puedes … pero estas eligiendo no hacerlo … no te entiendo …

Dijo mamá poniéndose de pie enfurecida.      Tratando de calmar un poco los ánimos, exclamé.

—¡Mami … yo te cuidaré! …

Pensaba que la decisión de papá era muy drástica y equivocada, pero al mismo tiempo me habría la puerta a mis sueños de follar a mamá.      Ella me señaló con un dedo y le dijo a papá.

—¿Ves? … ¡Al menos tú hijo sabe ser un hombre! …

Luego salió de prisa a llorar a su habitación.     Papá la siguió, pero ella cerro la puerta con llave y no le dejó entrar.     No queriendo presenciar la triste discusión entre papá y mamá, tomé mi mochila y me fui a jugar Play a casa de un amigo.

 

 

Regresé a casa y encontré a papá durmiendo en el sofá, señal de que no habían arreglado sus problemas maritales.      En la mañana cuando bajé a desayunar, papá ya no estaba en casa.

 

 

Mamá todavía estaba con sus ojos enrojecidos de tanto llorar y furiosa, se sentía abandonada y traicionada por papá.      No solo no se la folló, sino que no la trató con todo el amor que un hombre debe dar a una mujer que espera a un bebé que es suyo propio.      Además, se fue.

 

 

Mamá tenía una reunión a la hora de almuerzo, estaba demasiado cansada para salir.      Pero no tenía opción.      Estaba a punto de concretar la venta de un lujoso apartamento, lo que le significaría una sustanciosa ganancia.      La vi cuando venía hacia la cocina, le sonreí y le pregunté:

—¿Tienes hambre? …

—¡Siempre! …

Dijo tocando su guatita.

—Siéntate … en dos minutos te preparo algo …

Abrí la nevera y saqué el zumo de naranjas, le serví un vaso y ella me dijo.

—Gracias … no sé que haría sin ti …

Dijo mirándome con sus ojos maternales lucientes y agradecida.

—No deberías trabajar el fin de semana … deberías descansar y aprovechar de que yo estoy aquí para cualquier cosa tu necesites …

Le dije sutilmente, no tratando de ser obvio de que lo que yo quería, era realizar mi inverosímil sueño.

—Eres tan dulce, querido …

Dijo sorbiendo un trago de jugo.      Luego repentinamente me dijo.

—¡Uhm! … bueno … podrías ayudarme, llevándome a mi reunión … me resulta tan complicado manejar con esta panza …

—Y, ¿a qué hora sería eso? …

—Tengo la reunión a la una … podríamos salir cerca de mediodía … ¿vale? …

—¡Vale! …

Le dije mientras le presentaba un par de tostadas calientitas con mantequilla.

—Gracias, hijo … de un tiempo a esta parte al parecer todo se está convirtiendo en algo arduo y difícil … estoy cansada …

—¡Mami! … no te preocupes … seré tu sirviente personal por todo el tiempo que sea necesario …

Le dije sentándome frente a ella para acompañarla en el desayuno; luego agregué un poco más descarado.

—Estoy aquí para satisfacer todas tus necesidades …

—¡Hmmmm! … que bueno saberlo, hijo … gracias …

Dijo con una esplendente sonrisa mientras vertía un poco de miel sobre su tostada.    Al parecer mis palabras habían hecho centro.      Ella pensó ¿Qué estará insinuando con sus palabras?     Sería bastante descarado sugerir o darme a entender que está dispuesto a follarme, pero ¿Qué más podría significar, “satisfacer todas tus necesidades”?     podría haber usado un lenguaje diferente y apropiado, no tan sugerente.     Quizás es mi mente que me hace desvariar sobre lo que dice mi hijo.      Se concentró a reflexionar sobre eso y durante todo el resto del tiempo no emitimos comentario alguno.

—Descansa, mami … yo limpiaré todo … me avisas cuando estés lista …

—Gracias, cariño …

—Lo dije en serio, mamá … estoy aquí para todo lo que necesites …

—Eres todo un caballero, tesoro … gracias …

Mis pensamientos cachondos no son los de un caballero, pensé, mientras mamá mecía sus amplias caderas que resaltaban las redondas nalgas de su culo y salía de la cocina.

 

 

Mamá fue a darse una prolongada ducha, regresó a su habitación para vestirse.      No tenía intención de seducirme, pero como sabía que me encantaría, con un poco de esfuerzo se colocó su liguero y sus medias de seda negras.      Con un apropiado sostén de encaje a juego que contuvieron sus enormes tetas.      Luego busco un delicioso vestido maternal de color azul marino.     Decidió no portar ropa interior para mayor comodidad y porque le resultaba complicado ponerse las bragas.

 

 

Bajó las escaleras parsimoniosamente, cuando estuvo frente a mí, me preguntó.

—¿Me veo bien? …

—¡Pfffuuiiiiuu! … luces preciosa … eres la mamá embarazada más linda del mundo …

Le dije mirando sus estupendas piernas forradas en seda negra, su sensual panza y sus magníficas y enormes tetas.     Tal vez el vestido era una talla más pequeña, pero eso no hacía más que resaltar su beldad y toda su femenina sensualidad.

—Estoy más gorda y el vestido me queda un poco estrecho …

Me dijo casi disculpándose.

—No, mami … es perfecto … te queda estupendo …

—Eres un amor …

Dijo agarrando su bolso y las llaves de casa.     Subimos al carro de ella y condujimos a la dirección donde ella debía reunirse con los compradores del departamento.      De reojo no podía evitar de mirar sus piernas, su panza y sus tetas … sus tetas, su panza y sus piernas.      En cada semáforo mi vista se perdía en sus deliciosas formas.     Ella notó mis miradas y no hizo nada para evitar que yo la observara insistentemente, le hubiese gustado que papá la hubiera mirado del mismo modo.

 

 

Llegamos al sitio de reunión con mamá feliz, ahora debíamos esperar solo la hora de la cita.      Una vez estacionado, conversamos con mamá de miles de temas, sin dejar de mirar yo sus piernas, panza y tetas y, ella atenta al bulto que cada vez crecía más en mis pantalones.     Cuando llegó la hora programada del encuentro, me baje apresuradamente a abrirle la puerta del carro y le tendí mi mano para ayudarla a bajar.

—¡Oh! … ¡Cuantas atenciones! … ¡Eres un perfecto caballero! …

—Por ti … cualquier cosa, mamá …

Le dije con la esperanza de que, si seguía repitiendo mis halagos con la suficiente frecuencia, tal vez ella estaría dispuesta a que hiciéramos lo impensable.      Ella me sonrió y agregó en un tono de voz innegablemente sexy:

—Cuidado con los que dices, jovencito … que puedo tomar tus palabras en serio …

No quise dejar pasar esta maravillosa oportunidad y bajando mi mirada a sus hermosas piernas, le respondí.

—Mami … yo lo digo muy en serio … haría cualquier cosa para verte feliz …

—¡Mmmmm! … bueno … ya veremos … ya veremos … haré planes para eso …

Dijo bajando sus ojos a mis abultados pantalones que mi verga luchaba por reventar.     Así que rápidamente le retruqué.

—Hazlo, mamá … por favor, hazlo …

Pensando en que mi fantasía tal vez un día pudiera concretarse.

—¿Por qué no vas a comprar una donut mientras yo veo la casa con esta gente? …

—¡Oh, qué buena idea! … iré de inmediato … traeré una seis, ¿sí? …

—Ve si hay donut en Krispy Kreme … esas con glaseado … y que sea una docena …

—Está bien … lo que quieras … lo hare rápido …

—No lo hagas tan rápido …a las mujeres nos gusta el hombre que sabe tomarse su tiempo …

—¡Oh! … ¡Mamá! …

Dije un tanto sorprendido por sus palabras que me excitaron demasiado.      La posibilidad de follar a mí madre estaba pasando de imposible a casi probable.

—¿Qué? … eres lo suficientemente adulto y necesito a alguien con quien bromear …

—Bueno … en ese caso puedes decirme todas las frivolidades que desees … hace falta encontrar de que reírse de vez en cuando …

 

 

 

Me fui a comprar las donas pensando en las palabras de mamá, quería discernir cuales habían sido insinuaciones sexuales deliberadas y cuales habían sido dichas en presunta inocencia.      Pensé y giré el asunto mirándolo por todos sus lados, pero llegué a la conclusión de que yo les estaba dando demasiada importancia a cosas que no lo eran, solo por mis deseos perversos de follar a mamá.

 

 

Mamá ya llevaba una cifra en su mente y sabía que era un as en su manga.      Cuando la pareja hizo su oferta, mamá retrucó con la suya y no hubo más discusión, se declararon felices de cerrar el trato y concretar la compra del apartamento que mamá les ofrecía.      Mamá se puso radiante y feliz.

 

 

Esperé a mamá unos veinte minutos frente al condominio y cuando se abrió la puerta eléctrica, la vi caminando con una mano en su espalda.      Rápidamente baje del auto para ir en su ayuda.

—Déjame ayudarte, mamá …

—¡Oh! … esta espalda me está matando …

—Te llevaré a casa y te meteré a la cama …

Dije preocupado por su estado de salud, pero ella respondió irónica.

—La última vez que alguien me dijo eso … terminé embarazada …

Respondí un poco inocentemente.

—Bueno … eso ya no puede volver a suceder, ¿verdad? …

—Si es cierto … no puedo ser embarazada por nadie …

La ayudé a subir al auto sin poder evitar de mirar sus redondos melones lechosos que apenas eran contenidos por el vestido estrecho de mamá.     Una vez acomodada, me dijo.

—Roberto … eres mi salvavidas …

—¡Uhm! … ¿Sí? …

—Sí … no sé qué haría sin ti …

—¡Genial! … y ¿cómo te fue? …

—Acordamos un excelente precio y vendrán el lunes a la oficina para firmar los papeles y tramitar la escritura …

—¡Oh! … excelente, mami … ahora te llevaré a casa y podrás relajarte …

—Me llevarás a casa … pero no puedes darme lo que necesito para relajarme de verdad …

—¿Segura? …

Dije a sabiendas que su insinuación era clara, pero fingí de no haberme dado cuenta.

—Bueno … podríamos intentar otro masaje a los pies … tienes unas manos benditas … me haría muy bien un masaje a mis cansados pies …

—Pues eso y más … seré tu esclavo por todo el resto del día …

—¿Mi esclavo? … ¿estarías dispuesto a mimar a tu madre todo el santo día? …

—Ya te dije … eso y más …

Mamá se quedó pensativa y daría todo lo que tengo por saber que estaba pasando por su hermosa cabecita.     Luego casi de la nada dijo.

—¡Ummmm! … estaba tan cansada hoy que ni siquiera me puse ropa interior …

Mi rostro se puso rojo ante esta insólita revelación.      Mamá notó mi inquietud y se río a carcajadas.

—Ja-ja-ja … al parecer alguien se quedó sin palabras …

Sin saber que decir, me encogí de hombros.

—¡Genial! … me parece bien que puedas sentirte a tus anchas y cómoda sin ropa interior …

—¿Deveras lo dices? …

—Por supuesto … eso te convierte en una madre especial …

Apenas lo dije me arrepentí.

—¿Cómo es eso? … ¿Por qué especial? …

—Bueno … en nuestra sociedad las madres tienen un cierto estereotipo social y se supone que deben vivir con el … pero quizás algunas quieran ser percibidas en forma diferente …

—¡Uhm! … continúa …

—Bueno … a menudo te llaman la madre de Roberto … o la señora Pérez … parece que nadie sabe que en realidad te llamas Magda …

—¡Uhm! … interesante … sigue …

Mamá pensaba que yo tenía razón, se había convertido en la mamá de … y la esposa de … dejando de lado su propio yo y todos sus deseos y necesidades, era como un circulo donde se había perdido su propio ser de mujer.

—Quizás quieras volver a sentir que te ven como mujer … hermosa … sexy … y … atrevida … o … incluso …

Hice un alto para ver la reacción de mamá que estaba un tanto deprimida. Y tal como yo esperaba ella reaccionó.

—¿Incluso qué? …

—Tal vez sea un poco inapropiado … probablemente no te gustará … lo que voy a decir …

—¡Oh! … ¡Vamos! … Hoy en día todo me parece inapropiado … y nada me escandaliza … ¡Vamos, jovencito! … ¡Suéltalo ya! … ¿en qué modo inapropiado quieres encasillarme? …

Sin siquiera pensarlo se me escapó de una sola vez una sola palabra.

—¿Follable? …

Mamá se volteó a mirarme, pero no había enojo en su semblante ni en sus modos, más bien se sentía halagada y dijo.

—¡Oh! … ¡Bendito seas! … ¡Eso sí que es inapropiado! …

Era lo único que quería sentirse decir, que era hermosa y deseable.      No podía interpretar lo que ella realmente pensaba, así que apresuradamente dije.

—Lo siento …

—No … no … no lo estés … creo que tienes toda la razón … quiero … no … necesito que alguien me vea con esos ojos pecaminosos … que me diga cosas inapropiadas …

Mientras entrabamos el camino de la cochera de casa, exclamé.

—Mami … estaba hablando en serio … eres la mujer más hermosa que conozco … por dentro y por fuera …

—¡Oh, cariño! … era justo lo que necesitaba escuchar …

Estacioné el auto en nuestro garaje y baje para ayudar a mamá, no sabía dónde nos llevaría nuestra extraña perorata.     Ansioso por mantener el impulso le pregunté.

—¿Y vas a querer todavía el masaje a tus pies? …

—No me lo perdería por nada al mundo …

—¡Genial! …

—Al parecer te gusta masajear mis pies, ¿eh? …

Dijo ella mientras alcanzaba el sofá y se dejaba caer exhausta.

—Me gusta todo lo que pueda rendirte feliz, mamá …

—Bueno … no te puedo discutir eso …

Me senté frente a ella y mamá levantó una de sus piernas para poner su pie sobre mi regazo, luego sin que yo se lo pidiera, subió el segundo pie, estirándose relajada a recibir el masaje.      Masajeé ambos pies y uno por uno en forma individual, sus dedos.     Mamá estaba con sus ojos cerrados y relajada.     Tan relajada que comenzó a abrir sus piernas, pude ver el borde de sus medias negras y luego el liguero.      Mi polla se estremeció en mis pantalones cuando vislumbré en la parte más oscura de su entrepierna sus vellos púbicos y los labios de su coño apretados y cerrados.

 

 

Ella continuaba un poco somnolienta a disfrutar del tierno masaje a sus pies, todo sus cuerpo comenzó a sentirse bien, y su coño se humedeció.      No se había dado cuenta de que me estaba permitiendo una bellísima vista de su intimidad.     

—¡Oh, Roberto! … eso se siente tan bien …

Dijo en un estado de trance, el masaje estaba obrando maravillas en sus pies.                         

—Tus medias de nylon son muy suaves, mami …

—Me las puse para ti …

Dijo mamá sin darse cuenta de lo que estaba diciendo.

—¿Deveras, mamá! … ¿Te las pusiste para mí? …

Mamá se levantó repentinamente, como si se estuviera recién despertando.      Me vio mirando entre sus piernas abiertas y comenzó un ininteligible parloteo.

—Bueno … yo … ¡uhm! … quiero decir … me puse las medias y el liguero pensando en que te gustarían y te ofrecerías a darme otro masaje de pies … quería que lo hicieras … piensa que fui bonita y que te di un regalo … no quería ofenderte en ningún modo …

Levanté mi vista de su coño, esperando que no se diera cuenta de que estaba embelesado admirando su hermosa panocha cerrada y con escasos vellos.

—¡Oh, mamá! … nunca podrías ofenderme … disfruté viéndote con esas medias … eres hermosa así …

Por supuesto que de ninguna manera iba a admitir de haber visto su espléndida conchita.     Mamá cerró sus piernas y cuidadosamente bajó su vestido diciendo.

—Muchas gracias … ha sido un masaje estupendo, cariño …

—No es nada, mamá … todas las veces que quieras …

Mamá notó mi nerviosismo y abatimiento al terminar mi masaje a sus pies.      Sin bajar sus pies de mi regazo, me preguntó.

—¿Estás bien? …

—¡Sí! … ¡Sí, mamá! … disfruto ayudándote … me siento más cerca de ti cuando lo hago …

—¡Oh! … eres tan tierno, tesoro … yo me siento igual, cariño …

Mamá bajó sus pies de mi regazo y dijo.

—Madre natura me está llamando … necesito orinar …

—Esta bien, mamá …

La vi alejarse camino del baño; ajusté mi polla mientras grababa en mi mente el maravilloso relieve de los labios hinchados y apretados de su coño.     Mamá estaba indudablemente cachonda, ya me lo había hecho entender en variados modos.      Pero no sabía como hacer para que esto continuara.     La respuesta vendría directamente por parte de mi madre.     Mamá estaba cachonda.     Necesitaba con urgencia que alguien la satisficiera.     Yo no sabía hasta ese momento de que ella estaba pensando justo a mí para ello.

 

Fue a su habitación y dado el tamaño de sus pechos, se quitó torpemente el sostén y llamó:

—¡Roberto! … necesito tu ayuda …

—¡Ya voy, mamá! …

Dije y ella arrojó el sostén al cesto de la ropa sucia y espero ansiosa, cachonda y feliz mí llegada, ya había decidido de seducirme.     Entre a su dormitorio y la encontré parada allí cerca del vestidor, al costado de su cama.

—¿Qué puedo hacer por ti, mamá? …

—¡Ay, hijo! … es una petición un tanto extraña …

—Dime, mami … ya te dije que haría cualquier cosa …

—Me siento tan hinchada que no puedo quitarme el vestido … ¿podrías ayudarme? …

—Por supuesto que sí, hermosa madre …

Mamá levantó sus brazos y me dijo.

—Solo levántame el vestido por sobre mi cabeza, cariño …

—Está bien, mami …

Recordé que mamá no llevaba bragas, mis manos temblaban arremangando el vestido de ella hacia arriba.     No me costó mucho quitarle el vestido, pero quedé paralizado a admirar sus sorprendentemente grandes senos.      No lograba mirar hacia otro lado, estaba hipnotizado por sus enormes tetas.     Mamá ni siquiera intentó cubrirse sus pechos, solo comentó.

—Tal vez no debería haberte pedido esto … se ven que cuelgan demasiado …

—No, mamá … son perfectas …

Suspiré sin poder apartar mi vista de sus grandes areolas y oscuros pezones.

—Eres un encantador mentiroso …

—Mami … lo digo en serio … todo en ti, de arriba abajo, es perfecto …

—Bueno … estos senos fueron los que te alimentaron cuando eras un bebito …

Dijo mamá tomando sus gordas tetas en sus manos y presentándomelas delante a mis ojos.

—¿Eran así de grandes en ese entonces? …

—Así es … te amamanté por mucho más tiempo que a la mayoría de los bebés …

—Debo haber sido un bebé muy listo, mami …

—¡Uhm! … sí … entonces, si te gustan tanto … ¿puedo pedirte otro favor? …

—¡Claro! … ¡lo que quieras! …

—¿Masajearías los senos a tu pobre y vieja madre? …

—¡Ehm! … yo … bueno … s-sí …

Dije tartamudeando y agradablemente sorprendido escuchando las palabras de mi madre que había fantaseado tanto tiempo escuchar.

—¡Adelante, entonces! … ¡Masajea mis pezones! … incluso puedes chuparlos, como cuando eras mi bebé …

Me incliné hacia adelante, abrí mi boca y succioné su duro pezón, mientras con mis manos acaricie sus dos enormes senos.

—¡Oh! … ¡Ssiii! … Roberto … vuelve a ser mi bebé … chupa mis senos … ¡Uhmmmm! …

Gimió mamá acariciando mis cabellos y presionando sus senos contra mi boca y mi rostro.     No podía creerlo, pero estaba sucediendo, mí fantasía se hacía realidad, cerré mis ojos y me sumergí en los senos de ensueño de mamá.

 

 

Papá había descuidado a mamá por un largo tiempo y ella se sintió en el séptimo cielo con mi boca pegada a sus pechos, succionándolos, lamiéndolos, mordisqueándolos y acariciándolos, nadie había chupado sus tetas desde hacía demasiado tiempo y la hacía sentirse bien.     El hecho de que fuera yo, su hijo, a estimular sus lechosos senos y sus crecidos pezones de alguna manera aumentaba su morboso placer.      Me moví de un seno al otro y se lo comí y chupé con la misma intensidad; adoré cada una de sus pesantes tetas con inaudita pasión.      Después de unos minutos, mamá me dijo.

—Roberto … ¿te parece justo que yo esté desnuda y tú no? …

Me hizo sentido su pregunta, además que mi polla batallaba desde hace un rato con la tela de mis boxers y comenzaba a mojarlos con gotitas de pre-semen.

—Por supuesto que no, mami … ayúdame a quitarme la ropa …

Prontamente mamá tironeo mi remera por sobre mi cabeza y luego la ayudé a arrodillarse para desabrochar mis jeans.     Me emocioné mirando a mamá desde lo alto, con sus tetas que se mecían de lado a lado con cada movimiento y su enorme panza con mi hermanito.     Se tomó su tiempo y comenzó a bajar mi cremallera con sus ojitos lucientes.

—¡Guau! … el pito de mi bebé ha crecido … es mucho más grande desde cuando solía bañarte …

Canturreó como una niña delante a su golosina preferida, cuando vio los veinte centímetros de mi pene adolescente que apuntaba tieso hacia su frente.     Me bajó los jeans junto a mi ropa interior hasta mis tobillos y yo levante uno a la vez mis pies para permitirle de sacármelos del todo.      Mamá no me tocaba, solo miraba mi polla como alucinada.

—… ¿sabes? … eres mucho más grande que tu padre y más grueso también … ¡Hummmmm! … ¡esta sí que es una verdadera polla! …

Dijo mamá asombrada y deleitándose a observar mi polla dura y tiesa en toda su gloria.

—¿Deveras, mami? … ¿Te gusta? …

Mi pregunta fue nada más que retorica, yo sabía que mi verga estaba por sobre la media, me lo había dicho una chica en el último viaje del colegio, la voz se esparció y todos los días tenía alguna de ellas a mamar mi poste de carne.     Me follé hasta la dueña del hostal donde pernoctábamos.

—¡Oh, ssiii! … Mucho … me gusta mucho … ¿puedo tocarlo? …

—Por favor, mami … es todo para ti …

Le dije para darle confianza e instarla a tomar posesión de mi pija que no daba más, viendo esas enormes tetonas que no dejaban de bambolear enloquecidas.      Mamá tocó mi glande con su dedito índice y pulgar de su mano derecha, con una delicadez extremada, como si se tratara de un objeto preciado y divino.

—¡Guau! … ¡Qué duro que está! … ¿Está así por mí? …

—Sí, mami … por tus senos y tu panza sexy …

—¿Piensas que sería inapropiado si le doy un besito? …

—Sería inapropiado si no lo hicieras, mamá …

—¿Y lo puedo chupar? …

—Sí, mamá … ¡Por Dios, hazlo! …

Le dije empujando mi pelvis hacia sus labios suculentos y sabrosos.      Me moría por sentir su cálida boca succionando mi pija.      Sería una mamada memorial, nada comparada con las que mi hicieron mis compañeras de curso.     Mamá embarazada y arrodillada ante mi magreando mi polla era lo máximo que me podía acontecer, si me lo chupaba, simplemente genial.

—Gracias, bebé … lo necesitaba …

Dijo mientras se inclinaba hacia adelante y tomaba delicadamente mi polla en su maternal boca.

—¡Oh, mami! … ¡Oh, ssiii! … ¡Hmmmm! …

Balanceaba su bocas atrás y adelante, junto con ellas sus tetas rebotaban de lado a lado y chupaba mi polla como obsesionada, como una verdadera puta caliente y famélica de verga.      Ya nada importaba, solo satisfacerme y satisfacerse ella.

 

 

Mamá mamaba mis veinte centímetros con verdadera maestría, no hacía arcadas ni tosía como las compañeras de mi colegio, ella sí que sabía hacer como contentar a un hombre.      Después de poco tiempo estaba a punto de reventar, mis bolas estaban sobrecalentadas, desesperado le advertí.

—¡Mmmmm, mami! … ¡Estoy por correrme! …

Mamá se sacó mi polla de su boca y me masturbó diciéndome.

—¡Hazlo, bebé! … ¡Pero dámelo todo en mi boca! …

Luego ávidamente puso sus manos en mis glúteos y engulló mi pene hasta el fondo de su garganta, cuando sentí la estrechez del fondo de su boca, un torrente de esperma explotó a borbotones gruesos de nacarado semen directamente en su tráquea, los labios de mamá estaban pegados a mis vellos púbicos mientras ella tragaba y tragaba, podía sentir el ruido de su garguero.     Me chupó y rechupó como una adicta, embriagada con el sabor de mi esperma juvenil.     Cuando ya más nada salía de mi palpitante polla, soltó el agarré a mis nalgas y permitió a mi pene salir de su boca.

—¡Ummmmmm! … ¡Delicioso! … pero ahora necesito acostarme …

La ayudé a levantarse y la acompañé a recostarse sobre el lecho matrimonial.      Mamá se acomodó todavía saboreando mi semen en sus labios.      La admiré de cuerpo entero, sus senos se habían derrumbados hacia los costados de su pecho, se movían con cada respiración de ella, miré su panza enorme y casi escondía los escasos vellos púbicos de su coño.      Casi sin pensarlo le pregunté.

—¿Qué tal un masaje a tu coño? …

Mamá abrió sus brillantes ojitos y me sonrió.

—Eso es algo que tu padre nunca haría … házmelo, por favor … lo necesito …

Dijo abriendo sus piernas llenitas, pero aun torneadas y esculturales.      Finalmente, su coño era mío.     Me acomodé parsimoniosamente entre sus hermosas piernas y estiré mis manos sobre la sedosa carne de sus muslos y empujé suavemente hacia arriba, hasta la convergencia de sus piernas, mi nudillos apretaron delicadamente la panocha hinchada y enrojecida de mamá, sus labios vaginales estaban cerrados herméticamente como a proteger el tesoro que encerraban, sin embargo, sus fluidos los habían humedecidos y los hacían brillar con la tenue luz del dormitorio.      Me quedé pasmado ante la natural belleza de su coño de una hermosura única y un aroma etéreo y sublime.      Había chupado un sinfín de coños jóvenes y algunos vírgenes, pero el coño de mi madre poseía un encanto especial, era como un templo sagrado hierático e inviolable.      Mamá era una verdadera divinidad y su panocha, celestial.

—¡Mami! … ¿puedo darle besitos? …

—¡Oh, sí! … puedes … puedes comerte mi chocho …

Peiné sus ralos vellitos hacia los lados de sus gordiflones labios y metí mi lengua en medio a ese surco mojado de su labia vaginal.     Me encanté con su delicioso sabor en forma inmediata, nada sabía como mamá, ella era un manjar de pies a cabeza.      Chupé y rechupé el coño que me había traído a este mundo como un obseso.      Mamá con sus gemidos me instaba a comerle su paradisiaca panocha.

 

 

Por varios segundos me pegué a su clítoris como una lapa y la sentí estremecerse.     Separé sus húmedos labios y comencé a ahondar mi lengua en ese volcán ardiente de su coño, luego volví a atacar su clítoris apasionadamente.

—¡Oh, ssiii! … ¡Oh, Dios! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii! …

Gimió mamá sintiendo que su orgasmo se acercaba.     Seguí lamiendo acuciosa y enérgicamente, bebiendo cada gota de sus ingentes fluidos.      Mamá aferró mis cabellos y comenzó a corcovear con su pelvis pegada a mi boca, luego gritó.

—¡Hmmmmmm! … ¡Ssiisisii! … ¡Aaahhh! … ¡Aaahhh! … ¡Umpf! … ¡Ummmmmm! …

Un enorme chorro salió del interno de su panocha.      Primera vez en mi vida que una mujer eyaculaba en mi boca, me dediqué a beber todos sus líquidos, mientras ella no cesaba de chillar como un animal herido.

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Hmmmm! … ¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! …

Seguí lamiendo su acuosa hendedura hasta que ella me empujó, alejándome de su sabrosa conchita.

—¡Oh, Dios mío! … ¡Soy demasiado sensible! …

—¿Hice algo mal, mamá? …

Pregunte ansioso y preocupado

—No … no … no … es solo que, después que me corro, mi coño queda demasiado delicado y sensible …

—¡Ah! …

Mamá me miró y fijó su vista en mi polla.     Con evidente tono cachondo, me dijo.

—¡Mmm! … tu polla está todavía dura, cariño …

—Es por ti y … para ti, mamá …

Le dije renovando mis intenciones de follarla.

—¡Hijo! … ponte a mis espaldas …

Mamá se puso de lado y yo me acurruqué detrás de ella con mi polla apoyada a sus nalgas.     Ella levanto una pierna y entre medio de ellas, tomo mi pija con una mano, comenzando a restregarla en medio a sus empapados labios vaginales, luego se volteó y casi en susurro, me dijo.

—¡Hijo! … ¡Esto no lo debe saber nadie más que tú y yo! … Ahora … Ahora empuja tu polla dentro de mí … ¡Fóllame, hijo! … ¡Fóllame! … ¡Entra dentro de mí! … ¡Vuelve a mi vientre de donde saliste a la vida! … ¡Empuja, hijo! …

—¡Sí, mamá! … ¡Ssiii! …

Dije y mi polla se deslizó suavemente en su encharcada panocha mientras ella empujaba su hermoso trasero hacia atrás.

—¡Fuerte, tesoro! … ¡Mami lo necesita fuerte y profundo! … ¡Folla! … ¡Folla a tu madre! …

—¡Sí, mami! … ¡Ssiii! …

Dije tomando sus amplias y sinuosas caderas y embistiéndola con fuertes golpes contra sus glúteos.

—¡Ummmmmm! … ¡Ssiii! … ¡Llena mi concha con tu grande polla! … ¡Métemela toda … más … más, hijo! … ¡Quiero más de tu hermosa verga! … ¡Fóllame fuerte! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii! … 

Gimió mamá sintiendo por fin una verga dentro de ella, no pude evitar de exclamar.

—¡No puedo creer esto! …

Mamá con entrecortados suspiros, dijo,

—¡Yo tampoco! … ¡Tu polla es tan grande y gruesa, bebé!

Recostado a la espalda de mamá.    Sentí esa necesidad imperiosa de follarla.      Mi polla larga y gruesa se deslizaba ágilmente dentro de su conchita.      Ella lo disfrutaba tanto como yo.     empujé violentamente hacia lo profundo y caliente de su panocha, sabía que podía alcanzar su punto “G”.     Mi mano pasó bajo su vientre y mientras la follaba con fuerza, acaricié su clítoris suave y delicadamente.     Mamá pareció volverse loca, echó su cabeza hacia atrás sobre mi hombro y la movía de lado a lado gritando mi nombre.

—¡Oh, Roberto! … ¡Oh, Roberto! … ¡Mmmmmmm! … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh! … ¡Aaahhh! …

Mientras ella corcoveaba con su trasero pegado a mi abdomen, subí mi mano a pellizcar con dulzura sus rígidos pezones y empujé violentamente mi verga en su coño.      Su respiración se puso pesada y afanosa, la sensación de mi enorme polla penetrando su necesitado coño, la superó y su mente se fue en blanco balbuceando mi nombre una y otra vez.

—¡Mmmm! … ¡Mmmm! … ¡Mmmm! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Roberto, Ssiii! … ¡Ssiii! … ¡Roberto! … ¡Mi Roberto! … ¡Hmmmmmm! …

Muy flexible para su estado, mamá giró su brazo y su cabeza para besarme, no pude reprimirme y mientras la follaba lentamente, la besé con ternura y pasión, le dije.

—¡Te amo, mamá! …

—¡Yo también te amo, hijo! …

Me dijo mientras se dibujaba en su rostro una cálida sonrisa de amor y cariño.      Pensé que todo había terminado ahí, faltaba que yo me corriera en su coño, pero no me preocupaba mucho, ya había hecho gozar a mama y mi polla todavía se sentía bien en su panocha caliente.      Ella volvió a empujar su trasero contra mí diciéndome.

—¡Vamos, remolón! … ¡Estamos recién empezando! … ¡Fóllame un poco más! … ¡Me lo haces tan rico que quiero volver a sentirlo! …

Para mi sorpresa, mamá siguió moviéndose y empujando contra mi polla.      En los siguientes veinte minutos, se corrió más de una vez, hasta dos veces seguidas.      Después me confidenció que eran años que no se corría de ese modo.     Cuando finalmente no podía contenerme más, le pregunté.

—¿Puedo dispararte dentro, mami? …

—Puedes, tontito … no puedo ser más embarazada … y anhelo que llenes mi coño con tu joven y caliente lechita …

Aferré sus caderas de terciopelo y la embestí con fiereza.    Hasta que mi polla no resistió más y exploté dentro de su mojada panocha y gruñí.

—¡Urgh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh! … ¡Aaahhh! … ¡Urgh! … ¡Umpf! …

Un sinnúmero de bombas de semen salió con fuerza de mi pene y mamá gritó con jamás nunca pensé que lo hiciera.

—¡Ooohhh, Ssiii! … ¡Llena a mami con tu semen, hijo de puta! … ¡Dámelo todo! … ¡No te detengas! … ¡Ummmmmm! … ¡Fóllame! … ¡Fóllame! …

Disminuí la velocidad de mis embistes a su coño candente, disparando hasta el último chorro con deliberada fuerza, ya no había más semen en mí, todo estaba dentro del coño de mamá, sentí mis piernas acalambradas y pensé en descansar.   En eso, repentinamente salió un enorme chorro de su panocha y comenzó a bañar la cama.

—¡Oh, por Dios! … nooo …

Chilló mi madre y me preocupe mucho.

—¡Oh, no! … ¿Qué? … ¿Qué es todo ese líquido? …

—¡Se me ha roto la fuente! …

Dijo mamá con una sorprendente calma.

—¿Cuál fuente? …

Dije sin comprender, pero la mirada de mamá a su panza y sus piernas abiertas me hizo entender todo, mi hermanito luchaba por nacer.

—Ahora tenemos que ir de inmediato al hospital … ponte algo rápido … yo me pondré solo una bata de baño … y toallas … ¡anda, ya! … ¡apúrate! …

—Todo por ti, mamá …

Ella me miró y me sonrió con una sonrisa esplendente.

—Al parecer hiciste lo que tu padre eligió no hacer…

—Cualquier cosa por ti, mami …

Me uní a su franca y diáfana sonrisa, mientras nos preparábamos de prisa para ir a maternidad.

 

FIN

 

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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias.  Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!

 

 

luisa_luisa4634@yahoo.com

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