Incesto

Sumisa.

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Ciertamente perder mi marido fue un duro golpe, es difícil recuperarse de algo tan terrible como la perdida de tu compañero de toda la vida, sobre todo a una joven edad, crees que de alguna manera las noches no serán tan solitarias, pero sientes ese vacío todos los días y todas las noches de tu vida, la cama es demasiado grande para una sola persona, crees sentirlo, olerlo, que te despertarás y él estará ahí contigo, a tu lado.

 

Es una sensación de soledad y abandono que está en torno a ti cada día, lo quieres de regreso, lo lloras, le pides al cielo que te lo devuelva, pero no sucede nada, sigues sola día tras día, entonces te vuelcas con todo tu afecto a tú hijo, Manuel, él es el único que continua a mi lado, es un amor de muchacho, muy cariñoso conmigo, pero él es un ente aparte, él tiene sus amigos, él tiene su chica, hay más gente que comparte con él, con su vida, con su intimidad y, estoy contenta de que así sea, él necesita una vida normal.

 

Tenerlo a mi lado me mantiene viva también a mí, Manolo me recuerda a su padre en muchas maneras, cuando estamos cerca a veces huelo a su padre en él, su voz es similar, su modo de moverse asemeja mucho al de mi difunto marido, esto me conturba y molesta pues quisiera a mi marido de regreso.

 

El otro día lo sorprendí mirándome mis pechos, es la primera vez que me doy cuenta de ello, sé que los hombres son así, sé que la mayoría de los hombres me miran pues mi cuerpo conserva mis formas juveniles y soy algo exuberante, mi marido decía que, si tuviera que enojarse por que los hombres me miran, no tendría ninguna amistad con seres de su mismo sexo y no podría salir conmigo a la calle, yo sé que es como una maldición de familia, a todas las mujeres de nuestra estirpe le ha sucedido lo mismo, somos todas agraciadas y afortunadas, la madre natura nos regaló abundantes curvas y sinuosidades.

 

De todas maneras, no me tranquilizaba mucho de que mi muchacho me mirara de ese modo, me sentía incomoda con sus ojos en mis muslos desnudos o en mi escote pronunciado, esas miradas las debía conservar para su novia, no para su madre.

 

Mi amiga Macarena tiene dos hijos más grandes que mí Manuel, seguramente ella tiene más experiencia que yo, tengo mucha confianza en ella, somos amigas desde el colegio y nos gusta estar cerca, así que decidí comentarlo con ella, ella tiene esa belleza nórdica tipo vikinga, sus cabellos largos y rubios, ojos verdes como de gata, su cuerpo es sinuoso como el mío y no ha perdido tonicidad incluso después de sus dos partos, su hijo menor es Guillermo, es muy amigo de mi hijo pues tienen solo un año de diferencia, en cambio Saverio está en su edad adulta y está ya en la universidad, así que su circulo de amigos es diferente.

 

Me sorprendió mucho que la Maca considerara del todo normal que mi hijo me mirara en forma carnal, mirando mis piernas y mis tetas, me dijo que a ella le sucedía lo mismo y que eso es innato en el macho, todos los hombres se comportan de la misma manera, desde el niño más pequeño, hasta el hombre adulto y abuelo, todos tienen en su ADN eso de andar mirando a la mujer, a cualquier mujer, como una hembra, no es que tengan segundas intenciones, es natural en ellos, son básicos, es su naturaleza.

—¡No!, Kathy querida … estás viendo esto de una manera equivocada …

Me dijo posando la palma de su mano en una de mis piernas, estábamos sorbetéando un traguito de Baileys cómodamente sentadas en su diván.

—Los hombres son como niños y tienes que ver a tú hijo en ese sentido … no tienes que ver a tú hijo en modo diferente … él es como cualquier hombre … tú eres una hermosa mujer y él en su natura lo percibe y sus ojos se van a las cosas atractivas que tú tienes … no puede evitarlo … su cerebro instintivamente se lo ordena … Aparte que mírate un poco al espejo … eres una mujer preciosa … es natural que tú hijo te mire …

—¡Pero es mi hijo! … ¿Cómo lo haces con los tuyos? … ¿También ellos te miran? …

—¡Por supuesto que me miran! … Y si tú le das mucha importancia al hecho, lograras solo turbar al chico … el te considerará algo prohibido y más te acechará, no tienes que esconderte de él … se tu misma … agradécele por mirarte y encontrarte atractiva … es más … ¡ayúdalo! …

—¿Cómo? … Pero Maca … ¡Ayudarlo! … ¡Estás loca! …

Me sentía terriblemente confundida con estos comentarios de Macarena, yo encontraba antinatural que mi hijo me fijara como a una hembra y ella lo trataba en modo tan liviano y consencientemente les permitía a sus hijos de mirarla.  Me miro arrugando su frente y llevando sus ojos claros al cielo, sus carnosos labios rojos se cerraron en una mueca de desenfado y teniéndome mucha paciencia, estaba a punto de darme una disertación educativa sobre esta insólita situación.

—Kathy, escúchame bien … Saverio mi hijo mayor, comenzó a mirarme mientras dormía …

Mis labios formaron una “O” de sorpresa al escucharla, porque la conozco tanto que sé que ella duerme desnuda e imagine a su hijo que también conozco de toda una vida, mirándola en cueros.

—¡Oh!, si querida … lo sorprendí una mañana temprano en el vano de la puerta de mi dormitorio con sus boxers escondiendo una protuberancia enorme …

—¡Uy!, Maca … ¡Pero que hiciste mujer! … ¿Crees que estaba …? …

—¡Sí, tal cual! … ¡Se estaba tocando! …

—¡Oh, Dios mío! … ¿Qué hiciste? …

—Bueno, las opciones no eran muchas … enojarme y castigarlo … echarlo y comenzar a cerrar mi puerta con llave … o asimilar el hecho como algo natural y dejar que él solo procesara la situación y se diera cuenta de que no había nada que mirar … tú sabes que soy naturista y camino desnuda por la casa, así que ellos me ven casi a diario en mi traje de Eva …

—Entonces … ¿Cómo? … ¿Qué hiciste? …

—Bueno … no hice nada … me levanté … pasé junto a él … le di un beso de “Buenos días” y me fui al baño a ducharme …

—¡Y, Saverio! … ¿Él no dijo nada? …

—Yo no dije nada y él tampoco … fue cómo la cosa más natural del mundo …

—¡Ay, Maca! … ¡No te puedo creer! …

—Pero la cosa me quedó en mente … así, a la mañana siguiente estaba atenta … me desperté muy temprano que estaba todo obscuro … como estaba agradable la mañana me quedé traspuesta, me dormí otra vez … cuando desperté la mañana estaba clara, se veía el suave resplandor del sol y ahí, sentando un poco en penumbras, estaba mi Saverio tocándose su herramienta frenéticamente y a punto de correrse …

Inverosímil, no podía dar crédito a lo que Macarena me estaba contando, no podía imaginarme a su hijo, pero imaginé al mío junto a mi cama masturbándose.   A pesar de absurda la situación, me sentí ligeramente excitada al pensar en ese miembro duro y eyaculando semen fresco a esas tempranas horas de la mañana junto a mí, la insté a que me siguiera contando:

—¡Ay, niña! … ¿Pero que hiciste? …

—¡Bueno me senté en la cama y lo llamé a mi lado, … Obvio! …

—¿Lo regañaste? …

—¡No! … él escapó corriendo de mi habitación … se asustó y se avergonzó …

—¡Ay, niña! … ¡Continua! … ¿Qué hiciste? …

—¡Fui tras él! … Así desnuda cómo estaba lo seguí a su cuarto …

—¡Pero, Maca … no te puedo creer! … ¿Cómo que lo seguiste desnuda? …

—¡Oh, querida Kathy … no tenía otra opción! …

Se acerco con tanta vehemencia a mi rostro, que podía sentir la tibieza de su respiración en mi cara a centímetros de mi boca, arqueaba sus cejas y apuntaba su dedo como subrayando sus palabras:

—¡No podía dejar que mi muchacho se sintiera avergonzado y en culpa! … ¡Quizás sintiéndose sucio por haber visto a su madre desnuda y haberse excitado! … Cómo madre tenía que ayudarlo a superar esa situación … tenía que ponerme delante de él y decirle que no se debía avergonzar por algo tan natural como la masturbación …

—¿Y … que más? … ¿Qué paso después, mujer? …

—¡Pues tuve que ayudarle a reponerse! … ¡Tuve que explicarle muchas cosas y hacerle notar otras! … ¡Me siento orgullosa de haberle ayudado! …

—¿Pero en que modo le ayudaste? … ¡No te entiendo! … ¡Hazme comprender cómo lo hiciste! …

Macarena elevó otra vez la vista al cielo un poco impaciente por mi falta de entendimiento, parecía tan simple para ella, yo que la conozco bastante bien, se que ella es liberal en todos los aspectos de la vida, una mujer muy hermosa, de esas que hacen caer de rodillas a cualquier hombre, me imagino a su hijo adolescente delante de esta estatua de belleza femenina totalmente desnuda, su piel es esplendente, su cuerpo voluptuoso y perturbador, delicioso de contemplar.    Puedo solo imaginar la reacción de su hijo ante tamaña beldad, también sé que ella mantiene su panochita perfectamente depilada, así que ese niño tenía a la vista su mamá desnuda con su conchita exponiendo esos labios gruesos, protuberantes y lustrosos, yo que le he visto su chocho varias veces, he quedado fascinada por el resplandor de su chocho cuando camina:

—Mi niño me miraba un poco atemorizado, le dije que teníamos que hablar, después tomé su mano y le expliqué que no estaba bien que el entrara a mi cuarto a escondidas solo para verme desnuda … le di a entender que él me podía ver desnuda en cualquier momento … nadie debería avergonzarse de su cuerpo o inhibirse por reaccionar ante algún tipo de excitación, incluida la propia madre … es natural que un chico de su edad sienta curiosidad por el cuerpo de una mujer y prefiero ser yo a instruirle en modo correcto, antes de que aprenda tonterías pervertidas en revistas pornográficas …

Conociendo a Macarena, ya no me parecía tan extraño que ella haya resuelto de ese modo para con su hijo.

—¡Y él! … ¿Qué dijo tú hijo de toda esta charla? …

—¡Se quedó en silencio por largo rato … trataba de ocultar su erección! …

—¿Cómo? … ¿Todavía lo tenía paradito? …

—¡Y bien durito que lo tenía! … Continuaba a mirarme mis tetas y mi entrepierna, cómo yo estaba sentada a su lado no podía ver nada … Le dije que también yo me masturbaba cuando sentía deseos … todo el mundo lo hace, no debes tener vergüenza de ello … es natural … y que estaba bien hacerlo en la seguridad de su propia casa …

Me causo un poco de desasosiego la situación, pero extrañamente me excitaba, no se si Macarena se dio cuenta, pero mis bragas se estaban humedeciendo, escuchando su confesión, pero lo que vino después me dejo literalmente sin palabras y cambió mi modo de ver a la Maca:

—Cómo él seguía excitado y en erección, le quité la parte superior de su pijama y quedamos los dos completamente desnudos … luego lo hice recostarse y tomé su erección con mi mano derecha y acaricié su pene duro y caliente, delicadamente aterciopelado … no encuentro palabras para describirte lo maravilloso que se sentía su pene en mi mano … me pareció de una dulzura única que él se quedara cómodamente recostado y me dejara hacerle eso … Pero al pobre probablemente jamás nadie lo había tocado … se corrió con suaves quejidos plegándose hacia adelante … inmediatamente yo también me corrí mordiéndome los labios para no gritar y asustarlo …

—¡Dios mío … te corriste junto a tú hijo! …

—¡Sí, jamás lo negaría y fue sensacional! … ¡Sé que puedes pensar que está mal, horrendo, pervertido y pecaminoso … pero prefiero que lo haga conmigo y no con una desconocida arriesgando de contraer quizás que cosa … ¿o, a ti te gustaría que tú hijo lo hiciese con una puta callejera o una chica promiscua que podría tener solo Dios sabe qué? …

—¡No lo sé! … ¡Por supuesto que una tiene que proteger a su hijo! …

—¡Los chicos a esa edad enloquecen con las hormonas y lo harán de todos modos! … ¡Si todo va bien terminan dejando embarazada a otra pergenia con hormonas enloquecidas o con una enfermedad de transmisión sexual! …

—¿Y … y … qué … qué … hiciste después? …

Me resultaba hasta difícil para hablar, me la imaginaba a ella y a su hijo teniendo un orgasmo espontaneo y esto más me excitaba:

—Pues lo que hace toda buena madre … Me fui al baño, humedecí una toallita con agua tibia y volví a la habitación de él para limpiarlo … le dejé su pene limpiecito y con aroma a jabón … no me pareció nada del otro mundo … cuando más pequeño había limpiado sus vómitos, sus cacas, su orina y todos sus fluidos corporales … ¿Por qué no esto? … ¡Soy su madre! …

—¡Pero Maca! … ¡Te confieso que me has sorprendido y no sé que pensar! …

—¡Y después que terminamos, le dije que en cualquier momento tuviera necesidad y deseos de hacerlo, podía venir a pedírmelo y yo estaría más que feliz de poder ayudarlo! …

—¡Uy! … ¡Por Dios, Maca! … ¿Y alguna vez volvió … te pidió … que lo … ayudaras? …

—¡Oh! … ¡Pero por supuesto … todo el tiempo! …

Lo dijo en un modo tan normal que le creí, expresándose sueltamente y admitiendo que no era una gran cosa, es lo más natural y que nos sucede a todos los seres humanos:

—No solo volvió en busca de “Ayuda” … sino que tomó tanta confianza conmigo que incluso me pedía consejos de como hacerlo con las chicas … me contaba sobre sus experiencias y me decía con quien había estado la última vez … También me agradeció por ser una madre tan comprensiva y cariñosa … me dijo que le había cambiado su vida … que otros chicos tiene terror a sus padres y no pueden conversar nada con ellos …

—¿Y que te ha sucedido con Guillermo … él también viene a pedirte tú “Ayuda”? …

—¡No! … Pienso que él se enteró por su hermano …

—¿Cómo? … ¿Saverio llevó a su hermano pequeño para que le ayudaras? …

—¡No! … fue diferente … fue tan tierno con su carita de niño bueno … vino con una tímida sonrisa en sus labios y esa vocecita de niño y me dijo que él quería ser como su hermano Saverio, qué quería las mismas cosas … su carita estaba roja como un tomate y casi tartamudeaba …

—¿Y tú qué hiciste? … ¿Qué le contestaste? …

Mi panocha se había convertido en una fontana, traté de ocultar la mancha que se estaba formando en mis pantalones, pero la Maca me miró y continuó recontándome:

—Le pregunté si él sabía lo que me estaba pidiendo … Me dijo que no, pero solo movió su cabeza, ya no le salían más palabras … le sonreí besé su mejilla, le tomé la mano y lo llevé a su cama … luego le bajé sus shorts y comencé a acariciar su masculinidad …

—¡Pero Maca! … ¡También con tu hijo chico! …

—Kathy … son mis niños … me pertenecen y estoy feliz de que se sientan cómodos viniendo a mi por algo tan hermoso y privado …

—¿Y paso algo más con ellos? …

No me respondió con palabras, solo se acercó a mi mientras asentía con su cabeza, me besó suavemente en los labios y luego susurro a mi oído:

—¡Tu mancha, querida … ahora se comienza a notar mucho más! …

Miré hacia mi ingle y efectivamente había una llamativa mancha de cálida humedad, me había empapado mis bragas y pantalones, quise cubrirme con cierta vergüenza, Macarena me miró con desconcierto, levantó ambos brazos al cielo:

—¡Kathy, por favor! … ¡Una adolescente podría comportarse así, pero tú no! … ¡Sabes que no es la primera vez que te veo excitada! …

—¡Pero Maca … me siento tan … tan! …

—¡Por favor, Kathy! … ¡Te has calentado, es una cosa natural! … ¡De seguro has pensado a tu hijo! … ¿Verdad? … ¿Quieres que te “Ayude” también a ti? …

Macarena me miraba con ojos expectantes y brillantes, yo ya conocía esa mirada suya.

—¡Oh, Maca … tengo que irme! …

—¿Estás segura? … ¡Deberías irte a casa a cambiarte! … ¡De todos modos huelo tu olor y es un aroma maravilloso! …

Me levanté y Macarena también lo hizo al mismo tiempo, quedamos de frente y ella se acerco a mi para besarme, un beso suave que inmediatamente se trasmutó en un intercambio de saliva ardoroso.   La mano de la Maca se poso en mi nuca y me retuvo para meter su lengua suave en mi boca, entonces supe que no me iría a casa. Sus esponjosos pechos presionaron los míos y me hicieron emitir un gemido audible.   Su mirada clara derrochaba pasión y yo me entregué a esos ojos lascivos que me recorrían por entero, en segundos abrió mi blusa y aflojó mi sostén, mis senos se derramaron mostrando mis pezones enormemente erectos.    Se inclinó a chupar mis pezones mientras luchaba por abrir el cierre de mis pantalones, sus dedos magistralmente desabotonaron mis pantalones y bajaron la cremallera, sentí la punta de sus dedos metiéndose entremedio de mi tanga:

—Me encanta tu olor … siempre hueles rico … a sexo … a tus fluidos! …

No dije nada, solo me dejaba acariciar por sus manos y dedos que exploraban cada centímetro de mí, no sé cómo ella se había desvestido casi por completo, más de una vez nos habíamos juntado la Maca y yo, con ella aprendí lo bello que es estar con otra mujer:

—¡No es de extrañar que tu hijo te deseé … solo mírate! …

Macarena me saco los pantalones, luego agarró con sus dientes mi delgada y pegajosa tanga, la tiro soltándola y dejando que azotara mi tierno coñito.     Gemí y abrí mis piernas para ella.

—¡Por favor, Maca! … ¡Cómete mi almejita! … ¡Cómetela ya! …

Macarena comenzó a lamer mis muslos, recogiendo parte de los fluidos que emanaban de mi concha, luego me quitó mi diminuta tanga y mi chocho mojado sitio el calor desnudo de su lengua, lamió lentamente entre mis labios vaginales para luego rodear mi clítoris y comenzar a torturarlo con lengua y dedos.   Agarré un puñado de sus rubios cabellos y comencé a restregar mi concha en su rostro, la empuje sobre mi vagina, moví mi ingle de arriba abajo, la sentí gemir y agarró mis glúteos tirándome hacia ella.

 

Su lengua ya conocía mi cuerpo y sabía donde chupar y lamer para alcanzar todos los lugares de mi dulce conchita que me procuraban espasmódicos temblores, agarré su cabeza con mis dos manos y la metí por entero en mi ingle, luego me corrí lanzando un gemido y chillido liberatorio, por fin me desahogaba, sentí que las vibraciones de mi chocho se transmitían a la Maca y la vi estremecerse en su propio orgasmo, desnudas como estábamos, nos fuimos abrazadas al baño, acaricié el maravilloso cuerpo de la Maca imaginando fuesen sus hijos que la follaban, quería preguntarle más cosas, que me contara más de sus andanzas con sus hijos, le folle el culito diciéndole que era la verga de Saverio la que le rompía el culo y logré que se corriera como loca, después de recompensar mi cuerpos con otros par de orgasmos, me vestí y me fui a casa cavilando sobre las confesiones de la Maca, de cierto me preocupaban y me excitaban enormemente.

 

Llegué a casa y comienzo a inspeccionar, me doy cuenta de que los calzoncillos de mi hijo tienen trazas de algo reseco y pegajoso, yo lo había notado con anterioridad, pero no me había llamado particularmente la atención, ahora después de la conversación con la Maca, todo me resulta sospechoso y curioseo todas las prendas de mi hijo, me viene a la cabeza que quizás mi hijo también me espía mientras duermo, me parece algo descabellado, pero ya no lo descarto.

 

Que tal si esas manchas son el producto de las noche en que él se masturba al costado de mi cama, además, que yo tengo problema de insomnio después de la muerte de mi marido y muchas noches, por no decir todas, hago uso de medicamentos recetados que me hacen dormir toda la noche, aparte de que uso una mascara de noche para proteger mis ojos.

 

¿Será eso posible? Además, mi hijo es amigo de Guillermo y quizás éste ya le contó lo que hace él con su madre y mi hijo quiere hacerlo conmigo.    A la mañana siguiente me desperté fijándome en todos los detalles, mi cuarto estaba vacío, pero la puerta estaba entreabierta y yo estoy segura de haberla dejado cerrada, me levanté a mirarme en el espejo y encontré que un botón de mi pijama estaba abrochado incorrectamente, decidí sacarme mi pijama, me baje los pantalones moviendo mis caderas y este cayó hasta el suelo, con mis nalgas desnudas me observé en el espejo, note en mi pecho como si tuviera algo reseco y pegoteado en mi piel, me acerqué bien y me pareció como si mi piel estuviese descamada justo en la hendedura de mis exuberantes senos, comencé a frotar con una mano y las escamas cayeron en el lavamanos, llegué a la conclusión de que se trataba de semen seco y no era mi piel la que se estaba resecando.

 

A mi marido le encantaba meter su verga entre mis tetas y follármelas hasta correrse copiosamente en ellas, sé que a la mayoría de los hombres les gusta embadurnar de lechita la tetas de su hembra, es natural para ellos y les da mucho placer, con mi esposo aprendí a disfrutarlo yo también y con mucho placer le dejaba correrse sobre mis pechos, gozaba sintiendo esos enormes chorros de lefa escurriendo sobre mi delicada piel, a veces me metía su verga en mi boca y me regalaba las últimas gotitas de su esperma, más tarde su lefa se secaba en mi piel y luego se desprendía exactamente igual que esta que me encuentro ahora mirándome al espejo.

 

¿Pero cómo puede ser posible que me despierte con semen sobre mis tetas, si yo duermo sola y mi marido ya no está junto a mí?

 

Vi mi cara de sorpresa reflejada en mi espejo, ¡Pero es inaudito!, ¡Mi marido está muerto!, ¡No puede ser posible!     Me quedé atónita pasando mi dedo sobre ese semen seco y llegué a la conclusión de que el único que podía haber hecho algo así era mi hijo, seguramente él estuvo en mi habitación, me abrió la camisa de mi pijama, se masturbo sobre mis pechos y me dejó llena de su semen juvenil, por un momento imaginé cosas y me abrí las piernas en busca de más esperma seca, pero si me hubiese penetrado probablemente me habría despertado aun cuando estaba drogada con mi somnífero.

 

No encontré trazas de semen en mis piernas o cerca de mi concha, pero quedé perturbada sabiendo que mi hijo hacía esto conmigo, humedecí mi dedos en mi boca y los pasé sobre esos restos de semen seco, luego los volví a meter en mi boca, si estaba segura de que era semen, me excité al saborear el semen de mi hijo, me recordaba al de mi marido.

 

Confusa me fui a la ducha, tengo que hablar con mi hijo, pero no sé como hacerlo, podría intentarlo siguiendo la experiencia de Macarena, volví a pasar mi dedo húmedo sobre mis tetas y lengüeteé mi dedo con sabor a semen, luego toqué mi clítoris inflamado con esos dedos hasta que me plegué hacia adelante. afirmándome en el lavamanos, me corrí en modo demencial.

 

Después de la ducha me fui a continuar con mi rutina jornalera, mi hijo ya se había levantado y sentía que se estaba duchando, en la cocina preparé desayuno para mí y para él, luego me senté a reflexionar sobre cuanto acaecido, ¿Será oportuno que lo interpele ahora para que me explique lo de anoche?

 

Normalmente, después de la muerte de mi marido me costaba mucho dormirme y comencé a tomar un somnífero recetado por mi doctor, pero las mañanas me despertaba ansiosa buscando a mi marido y me deprimía pensar que él jamás volvería.    Pero esta mañana ni siquiera me recordé de él, mi preocupación fue ese semen seco.  Estaba excitada y confundida por los sentimientos encontrados que me producía toda esta situación.   Además, las confesiones de la Maca habían despertado dentro de mí un morbo desconocido hasta ahora, yo sabía que estaba mal excitarme pensando a mi hijo, pero me reconfortó el hecho de que mi mejor amiga no encontrara nada malo en ello, a ella le encantaba poder complacer a sus propios hijos.

 

De todas maneras, me resultaba difícil aceptarlo de buenas a primeras, pero estaba comenzando a pensar que sería algo solo entre él y yo, los dos solos, como mi amiga con sus hijos, mientras estos pensamientos rondaban mi cabeza, restregaba mis muslos y mi concha se contraía con pecaminosos sentimientos, comencé a anhelar secretamente que mi hijo entrara en mi dormitorio.

 

Dejé de avergonzarme por mis cochambrosos sentimientos y mi cuerpo respondió en consonancia dejando mi flor húmeda y pegajosa, deslicé suave y lentamente mis dedos por debajo de mis bragas y me toqué impúdicamente pensando a un encuentro con mi hijo.

 

Mi hijo Manuel llego por detrás y me beso los cabellos, yo estiré instintivamente mi mano hacia atrás y acaricié su mejilla, él tomó mi mano y la olió:

—¿Qué? …

—¡Tú mano tiene un rico olor! … ¿Has comprado algún jabón nuevo? …

Me ruboricé como una colegiala, con esa mano me había estado tocando mi chocho pocos minutos antes, me quedé en silencio e hice que se acomodara, le serví su desayuno y nos servimos los cereales y dulces que había sobre la mesa, conversamos de cosas intrascendentes y note que no despegaba sus ojos de mis senos.

 

La jornada transcurrió sin sobresaltos, solo que durante el día mis dedos hicieron de las suyas penetrando la delicada región de mí vulva y me procuraron el placer de varios orgasmo, calmando mis ansias e indecorosos deseos.    Llegando la noche, me fui a la cama con un pijama fresco y limpio, al poco rato me saqué los pantalones y me abrí la blusa, comencé a pensar en Macarena y sus hijos, no lograba conciliar sueño, pero me negué a tomar una pastilla, sentía mi piel desnuda en las sábanas, me puse mi mascara de noche y me acomodé en el silencio de la noche, toda desnuda.

 

Así como pasaban las horas, mi mente se mantenía alerta y excitada, no lograba dormirme, en ese silencio de capilla, pude sentir algunos movimientos de ligeros y agiles pasos, quise quitarme la mascara y sentarme en la cama, pero fingí dormir, estaba nerviosa y aterrorizada, pensé que bien podía ser un desconocido que se había infiltrado en mi cuarto, podría eventualmente hasta asesinarme.

 

Escuché el sonido de una respiración junto a mi cama, mi corazón latía a mil, me obligué a permanecer quieta y parecer dormida, la respiración se hizo errática y afanosa, parecía como si estuviera masturbándose, a continuación, sentí una ráfaga de aire fresco cuando las sabanas y el edredón fueron retirados, quienquiera que estaba sobre mi cama, ahora tenía una vista clara de mi tetas desnudas, mi hijo me había visto tantas veces que no pensé fuese él.     Me ilusionaba con el espíritu de mi marido, lo deseaba a él, lo había soñado tantas veces que me concentré en ese pensamiento y poco a poco me fui tranquilizando.

 

Sentí al extraño aspirar una bocanada de aire y gemir, murmullando placenteramente, quienquiera fuese estaba complacido con la vista de mis redondas exuberancias, me estaba sintiendo un poco inquieta y molesta por ser observada así tan descaradamente, hubiese querido cubrir mis senos, pero me retuve y permití al desconocido de regocijarse y gozar la vista de mis glándulas mamarias.

 

Repentina, pero suavemente las mantas fueron retiradas de mi cuerpo, permanecí en la misma posición, mi longilínea figura estaba completamente expuesta al intruso, la respiración del usurpador aumentó considerablemente y mi lecho comenzó a cimbrarse, el sonido era inconfundible, se estaba masturbando frenéticamente y estaba a punto de correrse.

 

Yo seguía inmóvil, pero mi respiración se había vuelto agitada e inconscientemente levanté mis tetas hacia el desconocido, sentía mi coño hirviendo y mis jugos emanando libremente, el desconocido podía verme y oler mis fluidos, sentí su mano en mi vientre, me tomo una teta y comenzó a restregar su pene en mi pezón, luego pellizcó mi otro pezón tironeándolo, después se puso a horcajadas sobre mi y con su verga en medio a mis tetas comenzó a follarlas con fuerza, la venda seguía cubriendo mis ojos, pero yo estaba gimiendo sin control, ¿Cómo podía pensar que estaba todavía durmiendo? Pero no hice ningún movimiento, no quería que se detuviera, sé que estaba mal, pero mi mente divagaba por los senderos de la lujuria y lo único que quería que me penetrara.

 

Imposible de continuar inmóvil, gemí y moví mi cabeza hacia la desconocida figura, esta se detuvo, salto de mi cama y escapó por el pasillo.     Me saqué la mascara de mis ojos y me encontré en una habitación sola, sin nada, solo esa sensación formidable de su verga aprisionada entre mis pechos sudados y humedecidos por la lubricación de su esperma pre seminal.     Me sentí muy nerviosa, pero estaba cansada y todavía caliente, me bastaron dos masajes y me corrí abundantemente.

 

La mañana temprano, me desperté y sintiendo que mi hijo se estaba duchando, fulmíneamente me fui a su cuarto a buscar su ropa interior, pues lo de anoche me había parecido un sueño y quería corroborar de que no lo había sido, no pude encontrar nada en la ropa sucia, una especie de pavor se apoderó de mí, no tenía nada para confrontarlo.     Quizás no fue él, mi hijo, tal vez fue un violador y yo le había permitido que me abusara, casi con pánico me agaché a mirar debajo de su cama, entonces vi un rollo de ropa al otro lado cerca de la pared, me fui de golpe a recogerlo y a hurguetear entre las prendas, vi que estaban pegoteados, abrí los calzoncillos y la remera, ambas prendas estaban empapadas en semen, literalmente goteaba, ¿Cómo puede haber producido tanta esperma?, pensé.     Quizás el verme desnuda lo habría sobre excitado corriéndose en una avalancha de esperma, no sé si esto se lo podría contar a la Maca, no pude evitar de meter mis dedos en los restos de lefa y me los lleve a mi boca —Sabe como el semen de mi marido— pensé, escuche la ducha detenerse, así que tire las prendas en el rincón debajo de la cama y escapé silenciosamente a mi cuarto, me fui a mi baño y continué a chuparme los dedos —¡Oh, hijo, mira en lo que has convertido a tu madre! —pensé.

 

—¿De veras tú crees que esta es la primera vez que te folla las tetas? …

Macarena tenía una sonrisa de oreja a orejas escuchando mi relato de lo acaecido con mi hijo Manuel y me preguntaba groseramente sobre los pormenores.

—¡Pero, Kathy! … Eso es lo que hizo y, a pesar de lo que dices y piensas, ¡le permitiste hacerlo! …

—¡Qué! … ¡Que quieres que hiciera … no tenía más opción! …

—¡Kathy! … ¡Tenias todas las opciones del mundo … tú misma dijiste que cuando te creyó despierta, salió corriendo como un pequeño niño! …

—¡Por Dios! … ¡No digas eso! …

—¡Qué! …

—¡Eso de pequeño niño! …

—¡Lo dije de propósito! … ¡Por qué tienes que aceptar que ya no es un niño y que ha crecido … ahora es un adolescente con impulsos sexuales … debes tener más comunicación con él y no asustarlo hasta hacerlo huir aterrorizado … tienes que asumir que es un chico que está descubriendo su sexualidad! …

—¿Qué estas tratando de decirme? …

—¡Quiero decir que Manuel entró en tu dormitorio no solo una vez … quizás mucha veces y tuvo sexo con tus pechugas mientras tu dormías … yo también duermo desnuda y también tomo pastillas, pero estoy segura de que ninguno de mis hijos vendrá durante la noche a violarme! …

—¡Oh, Maca! … ¿Qué estás diciendo? …

—¡Por Dios, Kathy! … ¡Cómo es posible que no lo entiendas! … ¡Ahora son solos tú y él! … ¡Él está excitado por ti, Kathy! … ¡No es difícil imaginarlo! … ¡Eres una hermosa mujer con un cuerpo de diosa! …

—¡No! … ¡Me he puesto vieja, gorda y estoy fuera de forma! …

—¡Mujer, tú estás loca! … ¡Tienes un cuerpo que las mujeres te envidian y los hombres se vuelven locos por ti! … ¡Conozco amigas que se han gastado una fortuna tratando de parecerse a una como tú! …

—¡Pero, Maca! … ¡Quizás antes, pero ahora …! …

—¡Nada de peros! … ¡Kathy eres una “bomba sexual” como dicen los chicos! …

—¡Maca, detente! … ¡Sé que me estás diciendo eso para hacerme sentir mejor …! …

—¡Kathy, detente! … ¡Eres un ángel caído del cielo … si no fueras mi mejor amiga, yo misma te violaría aquí y ahora! … incluso después de tener a Manuel, tus pechos no perdieron ni textura ni firmeza … por eso no me extraña que tu hijo te folle las tetas …

—¡Pero, Maca! …

—¡Nada, mujer! … ¡Tienes que enfrentarlo y aceptarlo, tú hijo te necesita … necesita del amor y consuelo de una madre … tú también lo necesitas … abre tus ojos y expande tú mente … sino un día te encontraras sola sin él … puedes continuar a drogarte para dormir y que tú hijo se distancie de ti … o, comunicar mejor con él y acercarte a él … ayudarlo a crecer junto a ti … no lejos de ti! …

Me quedé silenciosa rumiando sobre las palabras de Macarena, se sentían justas y lógicas, él es mío y debemos estar juntos, no podría vivir sin él, tampoco me imagino con otro hombre y empezar de cero, solo hay un hombre en mi vida y él es mi hijo Manuel, solo que está teniendo los impulsos sexuales de su juventud y yo le tengo que estar cerca y “Ayudarlo” a transitar por esta fase de su vida, quizás la Maca tenga razón, tengo que comunicar mejor con él.

—¡Oh, Maca … Maca! … ¡No sé que hacer! … ¡Estoy tan confundida!

Macarena me estrechó en sus brazos, apoyé mi mejilla en su hombro y lloré, lloré por la perdida de mi marido, lloré por mi hijo que arriesgaba de perderlo, lloré por mí y mi familia, ya nada era como cuando estaba con mi marido, todo había cambiado, estaba solo mi hijo y yo.   ¿Me aceptará o se alejará más de mí si interfiero en su vida?

 

Macarena levantó mi barbilla y me dio un beso en los labios, nos hemos besado infinidad de veces y este fue un beso de conforto, para infundirme fuerzas, las iba a necesitar, acaricié la mejillas de Macarena y vi ese brillo inconfundible en sus ojos claros, es tan apasionada que se le sale por los poros, no pude evitar de volver a besarla, pero esta vez con pasión, sentí un deseo irreprimible de acariciar sus tetas firmes y duras, le saque la remera por sobre su cabeza y me encontré con esos frutos deseados, ella rápidamente desabotonó mi blusa y aflojó mi sujetador dejando libre a mis prominentes tetas, jugamos a pellizcarnos los pezones como dos niñas, en ese momento se abrió la puerta de la cocina y entro su hijo menor:

—¡Oh, hijo! … ¡Llegaste más temprano a casa! …

—¡Sí, porque fallo el profe de gimnasia! …

—¡Esta bien, ahora ándate y déjanos tranquilas a mí y la tía Kathy! …

Guillermo no despegaba sus ojos de mis enormes tetas, yo trataba de cubrirme, pero era una misión imposible, se giró sonriendo y salió de la cocina.

—¡Maca! …

—¡Kathy, ellos saben que somos más que amigas! … ¿Deveras crees que todas esas noches en el Jacuzzi los chicos estaban durmiendo? …

—¡Oh, mi Dios! …

Más que avergonzada me sentía sorprendida, no sabía ni que decir ni como reaccionar, no tenía idea de que los chicos nos había observado mientras mi marido, el marido de la Maca y yo nos solazábamos haciendo nuestra pequeña orgía en el jacuzzi.

—¡Sí Guillermo lo sabe … entonces también mi hijo lo sabe! …

—¡Sí, seguramente lo sabe! … ¡Pero no le des tanta importancia, cálmate! … ¡A todos los hombres les encanta ver a dos chicas juntas y no creo que eso sea diferente con tu hijo, a mis chicos les encanta y seguramente también al tuyo! …

Me confundí aun más, Macarena tomaba todo tan a la ligera y en modo tan simplista, en cambio para mí no era nada de fácil.

—¡Maca! … ¡Creo que es mejor que me vaya a casa … tengo un torbellino en la cabeza … necesito pensar … me sobrepasan todos estos eventos! …

—¡Cómo quieras! … ¡Pero no te pierdas … te echo de menos!  …

Me revestí y me fui a casa, cenamos algo ligero con mi hijo y luego nos preparamos para irnos a la cama, había un extraño silencio entre nosotros.   En mi mente las palabras de la Maca resonaban una y otra vez, no quería que mi hijo se alejara de mí, ya había perdido a su padre, no me podía permitir de perderlo a él, mientras limpiaba la mesa y lavaba la vajilla, me armé de coraje y me fui a la habitación de mi hijo.

 

—¡Hijo, necesito hablar contigo! …

—¡Sí, imaginé que lo harías! …

Me sorprendió su respuesta y por un momento me hizo titubear.

—¿Cómo? …

—Se trata de lo que pasó … ¿Verdad? …

—¡Bueno, sí! …

—¡No te preocupes, mamá … yo ya lo sabía! …

Su respuesta me volvió a confundir y a sorprender, lo quedé mirando un poco perpleja, se veía que estábamos desconectados, no estábamos hablando de lo mismo.

—¡Espera! … ¿De qué estamos hablando? …

—De la tía Macarena y tú …

—¡Qué! … ¿Qué sabes de eso? …

—¡Mami!  … ¡Todo el mundo sabe que tú y ella son más que amigas!  …

Debe haberse dado cuenta de la expresión de sorpresa en mi rostro, inmediatamente agregó:

¡Todos saben que tú y ella son mujeres calientes! … ¡Son las mamás más caliente de la historia universal! …

No pude evitar de sonreírme ante su jocoso comentario, también me sentí excitada y halagada por mi hijo.

—¡Hijo, soy tú madre! … ¡No deberías decir ese tipo de cosas a tú madre! …

—¿Qué? … ¿Qué eres caliente? …

Manuel sonreía confiado y no cesaba de fijar sus ojos brillantes en mis tetas y piernas.

—¡Hijo, es agradable que tus amigos me encuentren sexy … pero tú eres mi hijo! …

—¡Mamá … todo el mundo piensa que estás rica … que estas buenona … y tu culo es el mejor que he visto en vida mía! …

—¡Manolito! …

—¡Mamá, es la verdad! …

—¡Esta bien, hijo … pero no me gusta la idea que tú … tú! …

—¿Qué? … ¡Mamá, por favor! …

—¡Manuel, no me gusta que vengas a mi dormitorio y … bueno … hagas lo que haces! …

Pensé que lo sorprendería, que negaría todo, no estaba preparada para lo que hizo … se río, sí se río … luego riéndose se acerco a mi rostro desafiante:

—¡Mamá, por favor! …

—¿Por favor qué? … ¡No deberías hacer eso! …

—¿Estás diciendo que después de todo este tiempo ahora comienza a molestarte? …

—¡Yo … yo no lo sabía … anoche fue la primera vez! … ¿Cuánto tiempo llevas haciéndolo? …

—¿Deveras? … ¡Perdóname tanto, pero no te creo! … ¡Tienes que haberlo sabido! … ¿Cómo es posible que no te despertaras con todo eso que te hacía? …

—¡Hijo … yo … bueno, si pensabas que estaba dormida, ¿porque anoche te escapaste cuando te diste cuenta de que me desperté? …

—No lo sé … nunca te había encontrado desnuda totalmente y, … anoche estabas preciosa en tu desnudez que pensé que querías follar … luego me asusté un poco y hui …

—¡Pero Manuel! … Tú eres mi hijo … eres mi bebe, solía limpiarte, vestirte, llevarte al colegio … eso que haces no es posible … no podemos …

¿Por qué sigues diciendo eso, mamá? … ¡ya lo hicimos! … ¿Cuál es ahora el problema? …

Noté que había una gran protuberancia en los pantalones del pijama de mi hijo, lo peor fue que él se dio cuenta que yo miraba su verga.

—¿Qué quieres decir con que ya lo hicimos? … Anoche fue la primera noche que no me tomé mis pastillas para dormir, no puedo quedarme dormida sola en mi cama …

—¿Deveras? … ¿Y también así de repente decidiste dormir desnuda? …

—¡Bueno! … ¡Sí! …

—¡Mamá, pero si eres una puta! …

—¡No tienes ningún derecho a hablarme así! … ¡Soy tú madre, no lo olvides! …

Entonces, él me sorprendió tomándome de la mano y comenzó a besarme.   Me resistí con todas mis fuerzas, pero él tiene el físico de su padre, es mucho más alto que yo, me sostuvo con fuerzas, es tan alto como su padre, grande como su padre, fuerte como su padre, su boca presionaba mis labios y trataba de meter su lengua en mi boca.   Agarró el borde de mi blusa y la tiro tan fuerte que los botones saltaron, con un rápido movimiento me la quitó de encima, después agarro la parte frontal de mi sujetador y de un solo tirón lo rompió.     Se suponía que debíamos sentarnos a hablar y no debería estar aquí luchando con él mientras me sacaba la ropa, la Maca lo había explicado todo como una cosa tan natural y fácil, me estaba preguntando en que parte me equivoqué.     Por ahora me había tirado fuera las tetas y succionaba mi pezón con inusitada fuerza.

—¡Oh, mamá! … ¡Eres tan hermosa! … ¡Tus tetas me enloquecen! …

—¡Hijo, por Dios! …

—¡Mamá dejar de luchar … sabes que tú también lo quieres … sabes que quieres mi verga … solo dilo … sabes que mi verga es grande como la de mi padre …

—¡No! … ¡No! … ¡Soy tú mamá! …

Me resistí, pero tomó mi rostro con sus fuertes manos y me obligó a mirarlo a sus ojos, para mí era como mirar los ojos de su padre, me subyugaba, se parecía tanto a mi marido.

—¡Dilo puta! … ¡QUIERO TU POLLA! … ¡Dilo! …

Sentí que su mano se metió entre los pantalones de mi pijama y aferró mi tanga tirándola violentamente, rajándola de un solo tirón, las puso frente a mis ojos y la vi volar detrás de mí, estaba prácticamente desnuda en los fuertes brazos de mi hijo.

—¡Dilo, mamá! … ¡Lo quieres … yo sé que lo quieres! … ¡No te resistas y deja que suceda! …

—¡Yo … yo … umh! …

Estaba sudada de tanto esfuerzo, pero al mismo tiempo me mojé, me excité aprisionada en sus brazos, mirando esos ojos profundos que me traspasaban el alma, entonces sentí sus dedos separando mis labios mayores y luego penetrando mi conchita, me mordí los labios para no gemir, me folló con sus dedos por algunos minutos, yo ya no luchaba, escondí mi rostro en su hombro, luego él bajo su cabeza a lamer mis pezones, mi vientre, metió su cabeza entre mis piernas y me lamió, mi vagina estaba goteando, voluntariamente levanté mi pierna y la coloque en su hombro:

—¡Dios mío! … ¡Oh, Manuel! …

No podía creer lo que estaba pasando, no podía creer de excitarme tanto con mi hijo, se parecía tanto a su padre, me recordó tanto a mi esposo que no pude seguir luchando, me entregué a él, me dejé llevar como lo hacía con su padre, mi hijo chupaba y lamía mi clítoris provocándome espasmos de placer inaudito, él estaba bebiendo mis jugos vaginales como solía hacer su padre:

—¡Oh, sí! … ¡Dios mío! … mi pequeño bebé, sí ¡Fóllame! …. ¡Oh, Dios! … ¡Fóllame! …

—¡Eso es lo que quería escuchar, mami! …

—¡Sí, cariño! … ¡Hice feliz a tu padre y también te haré feliz a ti! … ¡Ven aquí, súbete y dame tu gran polla! …

—¡Sí, mami … te daré mi gran polla, pero quiero correrme en ti, estoy cansado de masturbarme …

—¡Esta bien, hijo! … ¡Yo también quiero que me des tú lechita! …

En su propia cama mi hijo se colocó entre mis piernas abiertas de par en par y mientras su boca se posaba en mis labios, su verga comenzó a hundirse en mi chocho, me corrí casi de inmediato, era tanto el tiempo que no sentía una pija dentro de mí que me hizo alucinar en una serie de orgasmos concadenados, luego me puso boca abajo:

¡Mami, siempre he alucinado con tu culo … quiero coger tú hermoso culo, mami! …

—¡Hazlo, hijo! … ¡Soy tuya! … ¡Todo lo que quieras … tómalo … soy para ti! …

Diciendo eso, Manuel sacó de mi coño encharcado su enorme pene y lo presentó a mi orificio anal, pronto comenzó a forzar mi estrecha y apretada grieta, apoyé mi rostro en su almohada y me abrí mis glúteos, di chillidos de placer y dolor sintiendo la fuerza de su masculinidad ensanchando mi canal anal, luego me enderecé para poder empujar mi trasero contra su verga.

—¡Oh sí! Mamá, me encanta así, quiero ver tus enormes tetas mecerse mientras te hago mía …

—¡Entonces mi niño, cógeme más fuerte, así se balancearan más! …

—¡Oh mami! … Tú trasero está tan rico y apretadito … ¿Por qué no lo hicimos antes, mami? …

—¡Ya nada importa, mi bebé … lo estamos haciendo … cógeme y dame toda tu verga! …

—¡Oooohhhh mami! … ¡Me voy a correr, mami! … ¡Maaamiiiiii, ssssiiii! …

—¡Dame tu lechita, hijo! … ¡Dámela toda! … ¡La quiero toda en mi culito, hijo! …

Sentí sus borbotones calientes llenando mi esfínter, era una copiosa carga de su lechita que llenaba mis vísceras, yo también lo sentía rico, estaba siendo sumisa como con su padre, goce con cada chorro de esperma que descargó dentro de mí, sentía la tibieza y las pulsaciones de su tremenda polla.

—¡Oh mami, por Dios que ha sido rico … espectacular, eres la mejor, mami! …

—¡Sí mi bebé, ven aquí! …

Me giré y él se colocó entre mis piernas, tomé su pene suave y todavía erecto, metiéndolo en mi concha caliente y deseosa, no lo quería fuera de mí, para asegurarme de ello, lo amarré con mis piernas, lo quería sentir dentro de mi por siempre, mientras él recuperaba su respiración y besaba mí cuello y orejas, pensé en su padre que ya no está conmigo, pero sintiéndolo a él dentro de mi es como si su padre fuese vuelto, se parece tanto a él, con esa fuerza impetuosa, enérgica y ansiosa y tan bueno para mí.    Cuando me coge es como su padre, su polla se siente igual, ahora soy de él, le pertenezco a él como le pertenecí a su padre, de pronto me sentí tan feliz, me desvanecí en esa dicha.

 

Cuando me desperté, la polla de mi hijo levantaba la sabana, me metí debajo y lo engullí, mi sabor y su sabor mezclados bajaron por mi garganta, se lo chupé ardorosamente, no me importaba lo que pensaran los demás, tenía que contárselo a la Maca, sentí los quejidos de mi hijo cuando se plegó hacia adelante comenzando a disparar chorros y chorros de esperma en mi garganta, si eso es lo que le gustaba, estaba dispuesta a ser su puta y entregarme a él por entero.   Fui la puta de su padre y ahora él lo ha reemplazado, seré su puta para que me coja todas las veces que quiera y donde quiera, tal como lo hacía su padre.

 

Soy sumisa en la cama, me gusta complacer y que me hagan de todo, puedo parecer reservada y mojigata, pero no lo soy, mi esposo se dio cuenta de ello temprano en nuestro noviazgo y se posesionó de mi desde el principio. Jamás pude decirle que no en nada, me hizo hacer cosas que sorprenderían hasta a la Maca, sé que mi hijo me ama y yo seré su buena niña puta.

 

Desde entonces no he vuelto a tomar somníferos, se acabaron los problemas para dormir, mi hijo me coje casi todos los días y yo me bebo su lechita todas las veces que me la da.    Macarena no lo podía creer cuando se lo conté, ahora quiero regalar a mi hijo una tarde con ella y conmigo, aún conservo la filmadora de su padre, quiero que nos filme a mi y a la Maca haciéndolo, no sé si la Maca lo dejará que se la folle, pero esas son nimiedades que iremos superando con el tiempo, a mi marido le encantaba follarse a la Maca y también a mi hijo le gustará, estamos pensando en ir al Mall para comprarme lencería que a él le guste, será una magnifica tarde nosotros tres en mi cama, amo a mi hijo y haré de todo por él.

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Nunca he visto uno, tío.
Entrenando a mi sobrinita Angela

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