Heterosexual Jóvenes Sexo con Maduros

Un maduro, una jovencita

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Todo empezó por casualidad…

Cuando era adolecente vivía a lado de la casa de mi tío. Ellos tenían una hija llamada Carmen de 21 años. Yo estaba cursando el segundo año de secundaria. Ella pasaba todo el día sola ya que sus padres al igual que los míos, trabajaban todo el día y regresaban de noche.

Una tarde fuí a su casa y ella estaba en una toalla, como tenía confianza yo entré a su habitación y la encontré así, ella al verme se sorprendió y se quitó la toalla y me dijo: te gusta lo que ves? Esa fue la primera vez que mi pequeña pinga se paró, ella se acercó a mí y me dijo que le mamara el coño. Lo tenía bien peludo, empezé a mamarlo, recuerdo que los pelos no me dejaban hacerlo muy bien, ella andaba muy prendida, me agarró la cabeza y ella empezó a mover su pelvis hasta que sentí un poco de líquido correr por mi cara. Y así empezó una extraña relación entre mi prima Carmen y yo.

Esa noche estuve muy intranquilo, pensaba en lo que había pasado y mi pinga se la pasaba parándose.

Al día siguiente fui más temprano. Un poco después que nuestros padres se hubieran ido. Ella me vió llegar e inmediatamente me llevó a su cama, se desnudó y cogió mi pequeño pene y se lo metió en la boca, yo cerré los ojos y me dejé llevar, sentía tan rico, sentía espasmos, las piernas me falseaban, hasta la respiración me faltaba.

Luego ella se acostó y me dijo que le metiera la verga, debo decir que siendo tan joven mi pinga era pequeñita y nada gruesa, yo se la metía mientras ella se masturbaba el clitoris, gemia y gemia mientras se pellizcaba los pezones, yo seguí culiando hasta sentir como su coño me apretaba mi pequeña verga.

Ese día culiamos casi todo el día. Desde ese día casi todos los días iba a su casa a culiar, cuando se podía, ya que ella era mayor y después empezó a trabajar, ahí la empezé a ver menos, ya para cuando cumplí 17 ella se caso con un hombre mayor que ella y se fue a vivir con él.

Poco tiempo después conocí a Lorena.

Lorena tenía 20 años, yo terminaba el bachillerato y ella estaba en la universidad.

Yo era muy arrecho ya que tenía de costumbre culiar casi a diario, y me gustaban las mujeres mayores que yo. Y todo eso gracias a mi prima

La primera vez que Lorena y yo culiamos, empezé por mamarle el coño, ya no me importaba que tan peluda estaba ya estaba experto, le dí una buena mamada para impresionarla, luego recorrí todo su cuerpo con mi lengua hasta llegar a sus tetas, tenía pezones más grandes que los de Carmen, pero las tetas más chicas, mientras le chupaba sus deliciosas tetas, le metí la pinga y empezé a culiar ahh, pero que delicia, me la culie un largo rato, me sentía desesperado, estaba adicto a culiar, era casi un vicio.

Un año después me fuí a vivir con Lorena. Todo estuvo bien, por unos cuatro meses  viviendo con Lorena, pero después ella no quería culiar todos los días. Pero para mi era como una necesidad.

Ahí empezaron los problemas y ella me acusaba de solo pensar en sexo.

Pasó un año hasta que conocí a Leticia, vivía cerca de mi trabajo, Leticia era una preciosa mujer que se ejercitaba cerca de mí trabajo, la veía a diario, ella tenía 32 años, poco a poco nos acercamos hasta quedar en su cama,

Así comenzó una relación aleatoria entre mí mujer y Leticia.

Pasaron años y ahora tenía 47 años, ya Leticia no estaba conmigo, ya no estaba tan caliente como cuando joven.

Pero mi esposa era aún más fría que de joven. Culiabamos una vez por semana y eso porque yo tomaba la iniciativa.

Aunque mi libido había bajado, aún tenía ganas de culiar aunque sea 4 veces a la semana.

Y es así como conosco a Gaby.

Gaby vive en el mismo edifico que recién nos hemos mudado. Gaby va en el primer ciclo de secundaria. Una tarde en el ascensor en el que coincidimos, ella me saludó y se presentó y yo le dije que era nuevo en el edificio. Inmediatamente noté que tenía el primer botón de la camisa abierta, no se pero me dió morbo. Mi pinga se levantó lo mas rápido, como tenía años que no lo hacía nunca me había atraído las jovencitas.

Esa noche soñé que la cogia.

Días después le daba un aventón a su escuela y poco a poco fuí cogiendo confianza. Hasta que un día ella me preguntó si le gustaba. Quedé en blanco y me recordó a mi de joven, caliente por la vida. Y le dije, me gustas mucho. Ella me dijo, hoy no voy al colegio, mejor vayamos a otro lugar.

Nos fuimos a motel, de esos donde entras en auto.

Me bajé a pagar.

Al volver ella ya estaba en panti y bra. Rápidamente le quité todo y pude verla desnuda, tour sus senos y eran duros y firmes, pero jamás había tocado unos tan joven, su coño no tenía mucho pelo, todo era tan distinto a lo que me gustaba, ella me beso y me fue acostando en la cama, bajó hasta mi verga y empezó a chuparmela, fue el mejor sexo oral de mi vida, me sacó la leche en menos de 3 minutos, me limpió la verga y se la clavó en su rajita, y empezó a cabalgarme. Yo estaba muy arrecho y sorprendido, por primera vez sentía algo tan sabroso. Ese día había alquilado 2 horas pero al final alquilé 6 horas.

Desde ese día empezamos a vernos más seguido y así empezó mi nueva ambición por las jovencitas.

 

OJO: Este relato no es de mi propiedad, simplemente lo comparto porque me gustó.

La noche del apagón.
La lujuria del abuelo. Parte IV

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