Fantasías Eróticas Tabú

La nena quiere mi ectoplasma

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11 años | Fantasía | Misterio | Novelita

Un hombre es asediado por una nena de 11 años de manera misteriosa.

Relato por: Willy

Estilo corregido por Stregoika

Nota del editor: Este es justamente el tipo de relato que tiene tan reducido público y que con tanto fervor promuevo. Es una joya literaria. Cuando lo leí, quedé tan inspirado que escribí “Abducción extraterrestre (o lo que m*erdas haya sido)” y en adelante me pegué a escribir relatos eróticos tipo “novelita”. Deseo animar a los visitantes a que compartan estos relatos, para que más gente los lea y los textos tengan la oportunidad de ser valorados. Quienes gustan de este tipo de historias sí están ahí afuera, pero son muy pocos y no hay una comunidad conformada. Y también, me aviento a convidar a los escritores de relatos a combinar el porno con su imaginación y cualquier historia que quieran contar, además de desinhibir sus más entrañadas pasiones ¡las que sean! El resultado será una obra de este tipo. ¡Caguémonos el sistema pensando, escribiendo y creando libremente!

1 – â‘ 

 

No les voy a mentir, no me esperaba esta experiencia tan bizarra, tan increíble. Aún hoy, a la hora de escribir esto, miro a la oscuridad de mi armario y casi la veo ahí, en las sombras, esperando a que yo vaya a la cama para acercárse a mí. ¿Es realmente lo que pienso que es? Entonces, no hay drama en cogerme a una nena que aparenta tener 11 años porque… ¡debe tener muchos mas! O, por el contrario, son solo ideas mías y entonces ¿es una nena real, hija de alguno de los inquilinos, que se metió a mi departamento de quien estoy abusando?

0k,, vamos por partes.

Mi nombre es Roberto, y esta es mi experiencia paranormal. Es anormal, mierda de eso estoy seguro. Para mí, todo comenzó hace como casi dos años. Yo solía vivir en el interior de Argentina, digamos en el centro, en cierta provincia cuyos habitantes tienen cierta tonada al hablar. Acostumbraba ser muy unido con mi hermano Miguel, hasta que metí la pata y todo se me pudrió. También es culpa de mi hermano por como es. El muy boludo fuma como condenado, lo que llevó a que tuviera dos problemas: Por un lado, su hija Isabel, tiene el cuerpo muy poco desarrollado. La ves y parece una nena de 11, 12 años, cuando en realidad está más cerca de cumplir los 15 (bueno, ahora ya debe estar por cumplir los 18). El otro gran problema de mi hermano, es que por culpa del abuso al cigarrillo se volvió impotente. Así que fue cuestión de tiempo para que mi cuñada, Sofía, se comenzara a buscar otro hombre. La pillé cuando estaba a punto de entrar a un telo con otro tipo. Nos vimos, mi cuñada intentó esconderse pero ya era tarde. Yo reaccioné violentamente, y si bien a mi cuñada, solo le di un terrible sermón y la puteé bastante, al otro desgraciado casi le rompo la cara. Eventualmente, pude hablar con mi cuñada del tema, sin que se enterase mi hermano. No podí­a dejar que el matrimonio de mi hermano se rompiera. ¿Por qué mierda una hermosa mujer como ella se iba a buscar semejante pelotudo para engañar a mi hermano? Como quiero mucho a Miguel, intenté por todos los medios interceder. Así es como, hablando con Sofía, ella me contó que mi hermano no la satisfacía en la cama, que hacía ya años que no tenían relaciones. Y el tonto de mi hermano no parecía querer dejar el cigarrillo. Yo no podía ignorar las necesidades sexuales de mi cuñadita. No podía culparla, ya que en mi caso, mi novia de aquél entonces me había abandonado por problemas sexuales: Yo soy muy activo, y mi ex era muy puritana. Así es como, un poco de forma inconsciente, llevado por mi frustración, le ofrecí a mi cuñada, la loca idea de un desahogo sexual. Yo necesita ahogar mis penas y mi cuñada también. Ahora que lo pienso, quizás Habría sido mejor regalarle un consolador pero en ese momento no lo pensé y me le ofrecí. Sexo de una sola vez, y eso sería todo. Pero ese sexo de una sola vez, se volvió dos… luego tres. En un momento estábamos cogiendo una vez al mes, luego una vez a la semana. De un momento a otro, ya estábamos cogiendo 4 veces en la semana, después día por medio. Yo iba a la casa de mi hermano a sabiendas de que no estaba ni él; ni Isabel, mi sobrina. 

Ah, mi sobrinita Isabel. Una de esas tardes en que fui a coger con Sofía, me encontré con la desagradable sorpresa de que mi cuñada no estaba, y de que Isabel había llevado a un noviecito al a casa. Ahí la atrapé mientras estaba masturbando a un tipo. Encima no era un pendejo de su edad era uno mucho mayor, de unos 20 y tantos años. Obvio que para defender el honor de mi hermano y de mi amada sobrina, saqué a patadas al pelotudo, malicioso y aprovechado. Ahí me puse a charlar con mi sobrina como tantas veces lo hiciéramos, y a tratar de hacerla entrar en razón de por qué no debía juntarse con ese tipo de pelotudos aprovechados. Quise saber cuánto de sexo sabía mi sobrina, así que la fui interrogando. Para mi mala suerte, eso me fue excitando, sumado con las ganas que ya traía acumuladas, porque me iba a coger a mi cuñada y ella no estaba, así sin querer, comencé a tener una erección. Mi sobrina se dio cuenta de mi bulto, y pues me preguntó de eso, sobre si ella me calentaba. Entrados en confianza, le dije que sí. 

—Sí, claro; sos una linda mujercita. Es normal, no lo escondo.

Entonces ella me confesó que más de alguna vez se masturbó pensando en mí y que sería muy feliz si yo la desvirgaba, que necesitaba a un hombre de verdad, un hombre de confianza, que la tratara bien y dulcemente. Yo pensaba, me justificaba: «mejor yo que uno de esos imbéciles» con los que estaba. 

Así es como le enseñé su primera vez. No fue ahí mismo, sino otro día en que ella estaba sola. Compré una crema lubricante, ya que al tener su cuerpo pequeño, quería que no sufriera. A Isabel le encantó, y luego de algún tiempo de ajuste, para que Isabel se fuera acostumbrando al tamaño de mi pija, volvimos a coger. Y luego otra vez y otra vez.

En poco tiempo y sin darme cuenta ya estaba cogiéndome a mi cuñada los días lunes, miércoles, viernes y domingos, mientras a Isabel, mi sobrina, me la cogía los martes, jueves y sábados. Con mi cuñada estaba cuidándome pues era una mujer muy fértil, pero no con mi sobrina, aun no sé por qué. Y eso llevó a que Isabel quedara embarazada de un día para el otro. Su pancita comenzó a crecer, y no pudo ocultarlo de los demás. La misma Isabel no pudo ocultar el cómo pasó, y terminó confesando que el padre era yo. Primero, la pelea con Sofía, quien estaba muy enojada con lo ocurrido. No solo era porque embaracé a su hija, sino por los celos. Fue a verme a mi departamento, en donde me cansaron sus histeriqueos, y la forcé un poco a tener sexo. Le encantó. Cogimos largo rato. Medio que la convencí de que no le dijera a mi hermano. El problema es que por el fragor del momento, no usé condones, y terminé acabando abundantemente dentro de mi cuñada, toda mi carga lechosa. Así que luego de embarazar a mi cuñada y a mi sobrinita, era cuestión de tiempo para que mi hermano se enterara. 

Fue cuando Sofía comenzó con los vómitos y los antojos, que mi hermano se enteró de lo que ocurría en su casa cuando él no estaba. Ambas lo enfrentaron, le contaron que estaban embarazadas y que el responsable era yo. Mi hermano me buscaba para darme la peor de las golpizas con sus amigotes. Prácticamente querían matarme. Por suerte para mí Sofía e Isabel, me informaron de lo que estaba por pasarme, y me recomendaron que me fuera del pueblo, de la ciudad, y no volviera nunca más. Así es como tomé lo que pude de mis pertenencias, canjeé el poco efectivo que tenía, y me vine a Bs As, a la capital, hace casi un año ya. Fue justo antes de la pandemia.

Y claro, sin trabajo acá, sin contactos, y sin mucha guita, tuve que vivir como podía. 

 

2 – â‘¡

 

Conseguí un trabajo que pagaba poco, pero me permitía sobrevivir. Y, por supuesto, me tuve que mudar a un departamento lo más barato posible. Acá encontré el apartamento en el que estoy. Para lo que es el departamento, estaba muy barato, y al inicio no entendía el por qué. El barrio no es jodido como en otros lados que he escuchado, hay algunos negocios cerca, hay micro, y el edificio al menos no se está cayendo a pedazos, se mantiene. Aunque si da un poco de cosa cuando lo ves y entrás. En verano, es muy fresco, tan fresco que hasta te da un poquito de frio.

Y en invierno, es una mierda. Pero de nuevo, seguía siendo una ganga que me permitía disponer de más ahorros. 

Con más contactos por teléfono, logré liquidar las cosas que me quedaban en mi antigua casa, como el auto, y varias de mis pertenencias. Y como no quería que me encontraran, ya que mi hermano sería capaz de buscarme acá, pues tuve qué hacer todo muy en secreto. En cierta manera comencé a sentirme aliviado por la pandemia, ya que ni mi hermano podría viajar a buscarme.

Por el otro lado el trabajo. Conseguí un par de trabajos por internet, lo que me permitía subsistir por más tiempo. Debido a la misma pandemia, y que llegué justo cuando se desató, no tuve tiempo de conocer a mis vecinos, quiénes eran, ni de entender por qué lo barato del lugar.

Pasaron días, luego semanas, luego meses, y no fue recién por Agosto, que me puse a charlar con mi vecino de la izquierda, un tal Darío, a través de las ventanas, en los balconcitos que tenía el edificio. Compartimos una cerveza —bueno, no compartimos, ya que yo tome la mía, y mi vecino la suya, cada uno en su casa—. Charlamos de cosas casuales. Yo traté lo mejor que pude que me dijera quién era, por las dudas. Ahí aproveché y le pregunté por qué el alquiler tan barato del edificio.

—¿No sabias?

—No saber ¿que?

—¡Oooohjojojo no me la vas a creer o capaz sí! ¿Sos religioso de casualidad?

—Nah bah, lo normal bautizado, hice la comunión, y esas cosas pero no voy a la iglesia. Habré ido un par de veces a confesarme cuando era chico, por insistencia de mis viejos, para nada más ¿por? ¿Que pasa?

—Bueno, Sentate. ¿Estas sentado? Sentate así no te caes de culo: El edificio esta maldito, esta poseído.

—¿Que?

—Eso acá han pasado cosas jodidas, muy turbias.

—¡Me estas jodiendo! —exclamé.

—No, no; es cierto y yo tampoco lo creía, y no le di pelota, porque pensé que eran supersticiones y mierdas de esas. Incluso hay registros de gente muerta, de asesinatos y esas cosas. Es mas… mmm no sé si contártelo porque luego no vas a poder pegar ojo esta noche y capaz hasta te sugestionas.

—Nah, qué va. He visto cada cosa en este bendito país, mira.

—Bueno. En el departamento que está encima de ti, vivía un viejo medio raro, medio turbio no entiendo muy bien de que iba la cosa, pero el viejo estaba gaga, estaba chapita, loco. Ya era bastante ermitaño. Como todo viejo, bah., que se quedan encerrados todo el día, no abren las cortinas y así, de la nada, el viejo la palmó, estiro la pata.

»Pasó más de una semana en que el viejo no aparecía, así que forzaron la puerta y ahí lo vieron, estaba colgado del ventilador del techo, ahorcado y con las manos atadas en la espalda.

—Pará, pará ¿se ahorcó o lo ahorcaron?

—Ese es el tema, no tengo muy bien los detalles. Cristian, el del 2C, la tiene más clara con los detalles. Dicen, yo no tengo ni idea, que la puerta estaba cerrada por dentro, lo mismo que las ventanas, así que la única manera, sería que el viejo haya hecho todo eso y se ahorcara, pero no explican como lo hizo si tenía las manos atadas. Robar, no le robaron nada. Tampoco encontraron otras huellas. Pero bueno, es la policía de acá, estos de la federal, solo encuentran las huellas cuando vienen en la pizza, jajajaja.

—Jajaja

—Pará, que no llegue a lo mejor. El departamento quedo abandonado, porque no se lo alquilaban a nadie, el viejo tampoco tenía familiares Bueno, al tiempo una familia que alquilaba tu departamento actual, solía escuchar ruidos provenientes de arriba, como si movieran muebles en medio de la noche, pasos, carreras, y hasta algún grito o voces fuertes de ahí. La familia, claro, se quejó varias veces pero el departamento arriba estaba vacío, habían tirado todos los muebles del viejo.

—Mierda yo no he escuchado nada en todo este tiempo, aunque tengo el sueño pesadísimo.

—Suerte la tuya. Pero dejame terminar: Una noche, el padre de esta familia de 4, se cansó, se calentó, se armó con lo primero que encontró, y subió a tratar de enfrentar al que hacía los ruidos. Obviamente, te imaginarás que no encontró a nadie ahí el tipo caliente, puteo y desafió a quien estuviera ahí, escondido que se dejara de joder o lo iba a lamentar. Y yo no soy muy creyente o muy experto, pero eso es lo peor que podes hacer desafiar a algo desconocido como te digo, yo no creo mucho pero no soy tan boludo de arriesgarme así. Bueno, el tipo este lo hizo, y la hija menor de la familia, pagó las consecuencias.

»Resulta que luego de esa noche, comenzaron a pasar cosas raras en el departamento en el que estás vos. Ahora ruidos, cosas que se movían, veían sombras.

—¡No me digas! ¿Acá?

—Sí, sí, pero esperá a que termine.

—No me la alargués tanto…!

—Ok, ok. Pues resulta que un día, la nena desapareció, y nunca más la volvieron a encontrar. Y así como desapareció la nena, supuestamente desaparecieron los ruidos y las cosas raras. La buscaron por todos lados, dieron aviso a la policía que no sirvió de mucho, la nena no apareció nunca. Y desapareció de la noche a la mañana.

—¿Y le echan la culpa a los fantasmas?

—Quien sabe, pero es que la puerta jamás fue forzada, no hubo rastros de lucha, o de algo similar. No hubo pedido de rescate tampoco, solo desapareció de su cama. O eso dicen. Como sea, la familia se hizo mierda, quedó destrozada, imaginate así que eventualmente la pareja y su otra hija se mudaron de ese apartamento.

—¿Hace cuánto de eso?

—Harán como casi dos años ya. Yo caí como 6 meses después así que no conocí a la familia pero me contaron lo ocurrido. Pero sino, cuando puedas preguntale a Cristian, el del 2C, él está al tanto de todo, y de las otras muertes.

—Pará, pará ¿hay mas muertes?

—Sí, papá. Está el del feminicidio de una mujer a manos de su marido, en el 5 o 4 D, hace como 10 años, fue algo brutal: El tipo le partió la cabeza con un martillo, porque bueno, el tipo estaba mal de la cabeza ¿por qué más va a ser? Luego tenés la madre de una de las vecinas, Mirta, que se le murió el año pasado. Eso fue en el 2B.

»Arriba del todo, tenés a un par de pendejos que estaban en pedo, estaba jodiendo arriba de la cornisa, se resbalaron y se rompieron la cabeza contra el pavimento. Uno sobrevivió, y quedo con parálisis y mierdas de esas. Hay quienes aseguran ver al pibe bailando arriba en la cornisa, aunque andá a creerles.

—Claro, claro. 

Yo tragaba saliva. Mi saliva, estaba más amarga que la cerveza negra que estaba tomando.

—Y por último pero no menos importante, tenemos a los Gómez-Angulo.

—Y ¿quiénes son esos?

—¡Los que te rompieron el culo! Juajajajajajajaja.

Cuando terminó de reírse a costilla mía, me dijo:

—Relájate, flaco, reíte un poco, así luego no andas con cagazo. Si aún te queda birra, mandate un trago grande y sonreí, que aún estás vivo. Con esto, el país se está yendo a la mierda, especialmente con estos peronchos del orto. Vos no sos peronista ¿o sí?

—No, no no, ni en pedo.

—¡Ah! hacés bien, hacés bien. 

Luego nuestra charla cambió de tono, como para olvidarnos de los temas oscuros del edificio. Ahora todo tenía sentido para mí. No era experto en el tema pero sí tuve una amiga y amante que le encantaban estas cosas y me contaba boludeces, cuando estábamos recostados en la cama, luego de una brutal cogida. Si mal no recuerdo, cuando había espíritus, o cosas así paranormales, el ambiente se sentía frío, muy gélido. Además, en el ambiente reina cierta oscuridad aunque esté bien iluminado, como si los focos no pudieran despejar la oscuridad de un lugar. Las paredes con humedad, también era otra señal. Y por supuesto, la incipiente sensación de que no estás solo, de que en todo momento te están vigilando. En otros casos, sueños raros. Ah y los objetos, como los electrodomésticos, no funcionan bien se averían seguido.

De todo eso, pues estaba el ambiente gélido en la parte de las escaleras, las luces que son una mierda alumbrado y hasta con focos quemados que parece que el encargado nunca cambia y por supuesto, había tenido algunos problemas en mi departamento con averías de mis equipos electrónicos, como que internet andaba mal, o la vieja heladera estaba congelando de más. O la puerta del armario en mi habitación que se falsearon las bisagras y se me cayó, y desde entonces, el armario está abierto todo el tiempo. Sería eso o ¿solo me estaría sugestionando? Porque esa misma noche, mientras me encontraba metido en mi P.C., terminando de indexar unos documentos importantes, y aún con los auriculares puestos, me parecía escuchar ruidos en el departamento de arriba, como algo cayendo al piso y rebotando. Traté de no darle pelota, pero enseguida, se escuchó otro ruido más, como el de algo pesado moviéndose. Decidí no darle pelota y en su lugar, aumenté mas el volumen de la música. Oídos que no escuchan, culo que no se frunce.

¡¡BAAAAAAAAAAAAAAMMM!! Fue como si cayera algo pesadísimo en el departamento de arriba que retumbó por todo mi departamentito, y me pegó el cagazo de mi vida, tanto que llegué a saltar en mi silla del susto. No lo había soñado ni imaginado, mi lámpara seguía meciéndose el impacto. ¡Eso no podía estar pasando! Tome mi campera, mi barbijo, y salí de mi apartamento, subiendo al piso de arriba. Quise tomar el ascensor y no funcionaba. Y como si de una película de terror se tratara, algunas luces del pasillo titilaban, andaban para la mierda. Fui hasta las escaleras y subí, determinado a ver qué mierda pasaba.

Llegando al pasillo en donde estaba el departamento 7C, el que está justo encima del mí­o, recordé lo que me dijo el gordo Darío, mi vecino: «Yo no soy muy creyente o muy experto, pero eso es lo peor que podés hacer, desafiar a algo desconocido».

Estaba a punto de girarme y volver a mi departamento, cuando una puerta, la del 7A, se abrió, y se asomó lo que parecía una señora mayor, chismeando a ver que ocurría. Se protegía detrás de su máscara y tapada con una manta.

—Oh, hola querido ¿sabés qué carajo está pasando? ¿Que es ese ruido? —dijo, bastante molesta pero conteniéndose.

—No lo sé señora, yo soy del piso de abajo y vine a ver qué pasaba.

Ya estaba jugado, y no me quedaba otra que golpear la puerta del apartamento.

Golpeé y no pasó mucho en que se abrió y me atendió un tipo con su camisa bastante empapada de sudor. Se estaba protegiendo con un pañuelo para atenderme, y detrás de él, con la puerta entreabierta pude ver más personas, lo que parecía su esposa y algunos jóvenes, presumiblemente sus hijos adolescentes. Y ahí en medio del salón, una heladera acostada en el suelo, derramando líquidos a diestra y siniestra por todo el suelo. Aquello me tranquilizo mucho.

—Es por el ruido ¿no? Mil perdones, es que la heladera estaba perdiendo, y quisimos moverla para intentar arreglarla, pero el boludito de mi hijo mayor, empujo mucho y la tiro al suelo.

—Sí, es por el ruido, no hay drama. Yo soy su vecino de abajo, del 7C.

—Mil disculpas caballero por si lo despertamos, no sé cómo disculparme.

—Ya está, no hay problema solo fue el susto y quería ver si todo estaba bien. Se entiende dentro de todo, a mí también se me están rompiendo algunas cosas por el uso y el encierro.

Creo que normalmente, no sería tan amable, digo ¿a quien mierda se le ocurre mover una heladera a eso de las 12 de la noche? Pero el alivio de ver que era algo tan simple y terrenal y tan común, me calmó muchísimo, y casi les agradecí semejante torpeza. Me despedí y volví a mi departamento. Bajé, llegué a mi pasillo, y las luces se apagaron, quedando totalmente a oscuras. Intenté sacar mi celular, pero recordé que lo había dejado dentro. Busqué en mi campera las llaves, no sea cosa de quedarme afuera como un pelotudo. Sí, ahí estaban. Hubiera sido terrible y peligroso el bajar completamente a oscuras las escaleras. Así que prácticamente ciego, y luego de algunas puteadas, fui tanteando las paredes, tratando de acertar en lo que era mi puerta. Por suerte, me acostumbré un poco más y podía ver algunas luces provenientes de debajo de un par de puertas. Llegué a mi puerta, busqué el agujero, metí mi llave y entré. Cerré la puerta con llave, y me pare ahí, en el medio de mi comedor, dando un largo suspiro.

—Soy un pelotudo ¡PELOTUDOOOOOOOO!

Me saque la campera, la colgué, di dos pasos a la heladera, saqué una cerveza, y me senté a terminar el trabajo. Pude terminar todo entre sorbo y sorbo, lo comprimí en un archivo “rar”, y lo subí al servidor. Un trabajo menos.

 

3 – â‘¢

 

Mucho laburo y mucho estrés, así que me terminé la cerveza, y fui a la heladera a buscar otra más. Me senté frente a mi P.C., y puse una página porno. Una buena paja me iba a relajar. No me calenté enseguida, así que me vi varios videos porno. Desde la última vez que me cogí a mi sobrina que no la ponía, y tenía casi la leche añejada. Me habí­a hecho una paja ocasional pero medio a las apuradas, por el trabajo o la hora. Esta era la primera vez en que tenía mas tiempo, así que lo quise disfrutar mas. La mayorí­a eran videos cortos, de 5 u 7 minutos, a lo mucho. Luego del octavo video, se me paró la pija, la saqué fuera del pantalón y comencé a pajearme suavemente. Paja y cerveza. Ya me había bajado unas tres latas y había comenzado a relajarme demasiado. En una de esas, giré mi cabeza a un costado y la vi, paradita ahí en la oscuridad: Era una nena de unos 10 años, calculo. Yo no me asusté cuando la vi, ya que al estar mareado y relajado, pues no reaccioné. Ella estaba mirándome como me pajeaba. Y así como no me asusté, creo que tardé un poco en reaccionar. «Una nena de 10 años me está viendo pajearme y ¿que hace en mi departamento?».

—Mierda, nena que hacés acá? —y procedí a cubrirme la pija. 

«Seguro que se metió cuando yo subí al piso de arriba. Dios ¡qué pendejita de mierda!»

—Nena ¿no te dijeron que es malo meterse a las casas de los extraños? ¿Dónde están tus papás?

—Están gritando y me da miedo.

—¡Uff, Dios! ¿En qué departamento vivís?

—No, no me quiero ir —dijo, y se metió corriendo a mi habitación.

Me incorporé, me abroché los pantalones, prendí la luz de la habitación para buscarla y… no estaba. No había muchos lugares en donde esconderse, salvo el armario. Corrí algunas prendas de ropa que tenía ahí, buscándola, y… no la encontré. Ese armario, era viejo y estaba incrustado en la pared, estaba con la misma construcción del apartamento, y pude sentir unas tablas sueltas por el fondo. Quise meterme mas, pero me terminé golpeándome la cabeza fuertemente con uno de los percheros, así que desistí.

—¡Ah, pendeja de mierda!

Viendo que mi noche de sexo se había arruinado, y pensado que la pendejita se habría metido al agujero e ido a su casa, me preparé a dormir. Hice la rutina de siempre: Mear, lavarme los dientes, me iba a afeitar pero ¿para que? Y a la cama.

Habrá pasado como un par de horas, en que siento ruidos, como alguien caminando por ahí alrededor de la cama. Era esa sensación del tiempo estirado, en que nos parece que pasan horas, mientras estamos en ese estado de semi-dormidos, pero en realidad son solo minutos, en que me desperté del todo, y disimuladamente abrí los ojos. Ahí veo a la nena, parada junto a mi cama, gracias a un poco de la luz que ingresaba de la calle. 

—¿Puedo dormir con vos?

—¿Eh? ¿Qué? Nena, y ¿tus papás?

—Gritan. Me dan miedo.

No lo medité mucho, aún seguía algo dormido. No tenía ganas de levantarme para llevar la nena a su casa en el piso que sea que estuvieran, mucho menos para pelear con la pendejita. Así que accedí, qué mierda. Claro, además de mi poco o nulo juicio razonable, también me olvidé que acostumbro a dormir completamente desnudo. Así que la nena llegó y se metió debajo de las sabanas como si nada, se puso de costado de espaldas a mí, y se acurrucó, dándome su culito. Yo quizás por que como dije, dormido y cero raciocinios, la abracé y la atraje hacia mí, hacia mi bulto que por el momento estaba flácido. No cuestioné mi actuar tampoco, el de abrazarla como si lo hubiera hecho toda la vida.

Así es como, entre algo del pedo de la cerveza que aun tenia, sumado a estar medio dormido, y que me quedé caliente de coger, el sentir el culito de la nena, acomodarse con sus nalguitas justo con la punta de mi pija, pues comenzó a excitarme. Mi pija estaba creciendo peligrosamente en su pequeño orto. Encima, deslizando mi mano libre, comencé a toquetear su cuerpito, y estaba en calzoncitos. Ni pijama, ni remerita ni nada, estaba solo con los calzones, a pecho descubierto. Pasando mi mano por su pecho, pude sentir sus tetitas incipientes a punto de crecer, con sus pezones grandecitos y duritos. Comencé a pellizcárselos, mientras abajo, mi pija le punteaba la entre pierna. Ella se dejó hacer, ya que acomodó su cuerpo levantando una de sus piernas, para que mi pija le cupiera mejor. Incluso me parecía escuchar algunos gemiditos, algunos tiernos quejidos. Yo hacía más de un año que no tenía una conchita donde meterla, y esta era mi oportunidad no iba a desperdiciarla. Me acomodé boca arriba, trayendo su cuerpito conmigo, quedando ella encima mío, acostada también boca arriba. Ahí, con ambas manos, le fui sacando la única pieza de ropa que tenía, sus calzoncitos, y lo hice de manera de aprovechar de acariciar sus piernas también. Ambos estábamos completamente desnuditos debajo de las sabanas. No iba a poder meterle mi pija en su conchita, no a la primera, así que se la acomodé entre sus piernas, asegurándome de que al moverme estuviera restregando sus labios. Encima, como mi verga tiene una curva particular hacia arriba, quedaba perfecta. Ella seguía quejándose por lo bajo, con pequeños gemidos, señal de que lo estaba disfrutando. Quizás no era su primera vez y su padre abusaba de ella, o algún tío. Metí mi mano en su conchita para tratar de ver si seguí­a siendo virgen. No pude sentir ni una, ni otra cosa. La única manera de ver si era virgen, era metiéndole mi pija. Nos volvimos a girar, y esta vez la puse a ella abajo, en perrito, y con su culito apuntando para arriba, mostrándome todo su orto y sus labios rojos. Querí­a ver aquello bien, así que estiré mi mano y prendí la lámpara. Su conchita estaba colorada y algo mojadita, lubricada. No sabía si se debía a que ya no era virgen o a que la estuve frotando con mi pija. Su culito, sin embargo, se veía medio ¿dilatado, acaso? En ese momento no quise saberlo, ya que si resultaba que no estaba dilatado y su culito aun era virgen, la podí­a lastimar. En cambio, su conchita, sí aun era virgen, sí la podía desvirgar sin problemas. «Es una conchita. Las conchitas merecen pija. No necesité ni escupir la punta de mi pene, por que tanto yo, como ella, estábamos chorreando jugos. Le acomodé la punta, y fui empujando lentamente. Ella se quejaba y moví­a un poco. Me encontré un tope: ¿Seria su himen, o el fondo de su hoyo vaginal? Si empujaba un poco más y no entraba, era su tope. Ahora: ¿Si empujaba y se rompía? Empujé otro poco y ¡plop!, se sintió como le rompí la conchita, y media pija se le fue para adentro monumentalmente. 

—Aaaayyyaaaa. Aaaaymmmmaaaaah aaaaaayyyyyy!

—Shhhh, shhh ya está, ya entró, ya te hice mi hembra. Vas a gozarlo, te va a encantar. 

Comencé a moverme un poco más rápido, y llenarle su vientre con mi carne. No pasó mucho tiempo en que entre algunas lágrimas al inicio, después pusiera cara de pervertida, de hembrita en celo. Estaba disfrutando como una condenada. Dos veces se vino mientras me la cogía. En una hasta me meó la cama. La manera en que me apretaba se sentí­a tan bien, estaba tan estrecha, tan apretadita, que no aguante mucho más. Fueron tres o cuatro espasmos de mi cuerpo, y le metí adentro toda la leche añeja que venía reteniendo hacia largos meses. Esto también la hizo reaccionar que volvió a acabar. La muy hembrita frunció su culito y sus piernitas le temblaron y creo que me volvió a mear la cama. Nos acomodamos en el lado seco de mi cama, nos tapamos con las sabanas, y la abracé como al principio, atrayéndola hacia mí, de manera que me pegaba a su culo, solo que ya la tenía ensartadita por la conchita. Estábamos casi pegados, y no iba a dejarla ir. Era mi putita ahora.

 

4 – â‘£

 

Desperté al día siguiente, con un pequeño gran dolor de cabeza, y bastante cansado, a pesar de haber dormido bastante. O sea, mire el reloj y era casi la 1 de la tarde. No sabía si lo de la noche anterior había sido un sueño o algo real. La nena ya no estaba ahí, no se la veía por ningún lado. La bombachita que le había sacado y había arrojado a un costado de la cama, tampoco estaba. Tampoco habían manchas de orines en las sabanas, estaban secadas como siempre, quizás con alguna manchita menor de parte mía, mancha pre-seminal por estar caliente y dormir desnudo.

No quise pensar mucho en esas cosas debido al dolor de cabeza, así que me dediqué a enfrentar un nuevo día. Una parte de mi interior, no quería pensar mucho en lo ocurrido la noche anterior. Si fue un sueño, pues habrá sido una extraña fantasía reprimida. Ahora, si no fue un sueño, fue algo real. ¡Mierda! Podrí­a estar en problemas por haber abusado de una nena, la hija de alguno en el edificio. Era como ese pensamiento que no quería en mi mente pero no podía quitarlo del todo, seguía ahí arriba, en segundo plano, y con el pasar del día, me estaba haciendo mierda.

 

Hacia más a la tardecita, y tras abrir la ventana del living, escuché la voz de mi vecino, Darío, quien me saludó:

—Eh! Vecino! Viene a tomar una cervecita?

—¡Oh! Hola vecino. Darío ¿no?

—Si, si pero vos no me dijiste tu nombre. ¿Puede que sea Roberto?

No me gustaba la idea de dar mi nombre, pero seguro que lo leyó por ahí. Igual traté de variar.

—En realidad es Alberto, no Roberto. Alberto Mendoza.

—Igual te voy a llamar Beto, si no te importa.

—No, no hay problema.

—¿Birrita?

—A decir verdad, hoy no. Pero te voy a acompañar con un tecito.

—Jajaja ¿resaca? U ¿Hoy hay plata? Si es por eso yo te invito una.

—No, no hace falta no es resaca pero sí una migraña. Estrés del trabajo y de toda esta mierda.

—Te entiendo, te entiendo.

Así, me fui a preparar un té, y pasé el resto de la tarde hablando con Darío sobre temas varios. Quería preguntarle sobre la nena que me visitó la noche anterior, pero ¿cómo lo hacía sin levantar sospechas? Comencé a preguntarle sobre su vida su trabajo quizás a partir de allí podría desviar el tema a lo de la nena. Me contó que tenía su mujer y sus dos hijos varones, de 7 y 12 años, que trabajaba en uno de los correos, pero que con lo de la pandemia, hacía parte de su trabajo desde su casa. Dí un montón de vueltas verbales, para poder preguntarle sobre la nena, pero aún así me pilló:

—Y ¿hay otros chicos en el edificio? O ¿como hacen con los estudios?

—Aaaah, ya sé por dónde van tus tiros, amigo Beto jajaja

—¿Eh?

—Vos querés preguntar por la nena ¿no?

Aquello me heló la sangre. ¿Acaso la nena era famosa en el edificio? ¿Habrán asumido que me la cogí? Mi corazón dio un vuelco según seguía hablando Darío:

—No tenés que tener vergüenza, ese tipo de cosas le pasa a todos bueno, no a todos a mí me sucedió el año pasado y ¡mierda que no me dejo dormir! Y,, contame ¿como te fue?

Todo aquello tenia descolocado, o sea que la nena si había sido real y si por si eso no fuera poco, parece que varios se la cogían. Eso explicarí­a por qué tenía el culito dilatado, aunque yo la desvirgué por la conchita. Creo, capaz que todos se la cogían por el culo y lo de desvirgarla por adelante ¿estaba prohibido? ¿En qué mierda me había metido? Darí­o volvió a hablarme para sacarme de mis pensamientos.

—Dale, Betito, contame. ¿Como te fue anoche con la nena?

Antes de responderle, quise saber cómo se había enterado, aunque quizás escuchó sus gemidos.

—¿Cómo como te enteraste, como lo supiste?

—No soy boludo, y eso es obvio acá, pasa muy seguido. De hecho capaz estaba pasando antes sin que te dieras cuenta pero como ayer te conté toda la historia, pasaste a darte cuenta, a estar al tanto de su presencia. No hay que tener miedo al menos de momento, ver a la nena fantasma más que un cagazo, no te va a dar. Claro, eso si no sufrís del corazón. Por lo demás, parece que es inofensiva. Así que no tengás vergüenza por tener miedo como te dije, yo la primera vez que la vi, no pude dormir. 

Aquello me alivió por un momento, y por otro me asustó, porque casi le digo lo que pasó de enserio.

—La vi anoche. No sé si escuchaste el quilombo del vecino de arriba ¿no? Al que se le cayó la heladera. Bueno, subí a ver qué onda, y luego al ver que no era nada grave, solo un cagazo, volví a mi departamento. Y ahí la vi parada en medio de mi sala mirándome fijo, vestida con no sé con qué y ¿camisón blanco? Cuando le hablé pensando que era la hija de alguien y se había metido a mi departamento, no me respondió, y salió corriendo a mi habitación, se metió en el armario, y desapareció. 

»Me metí al armario a buscarla y solo encontré unas tablas sueltas, pero estaba difícil meterse. Me dejó con el culo cuadrado, que querés que te diga? No pude dormir pensando si era la hija del vecino o si era algo más.

—Mmm si, es raro. Algunos la hemos cruzado en los pasillos. Hay veces que se muestra totalmente desnuda, o con solo una bombachita, otras con ropa de abrigo. Hubo y hay muchas teorías. Tendrías que hablar con Ctristian, el del…

—El flaco del 2C, si, lo sé.

—Bueno, él está más enterado de todo el tema paranormal. Tu encuentro fue raro, pero no estoy del todo seguro. Hablá con Cristian.

Nos quedamos charlando de otras cosas sin interés, cosas banales. Luego me entré a ver un poco de televisión. La noche llegó y no podía dejar de pensar lo que había ocurrido. O sea, La noche anterior ¿me cogí a una fantasmita? Tan bizarro como suena, esto me planteaba muchas preguntas como ¿cómo me la pude coger? ¿Cómo pude interactuar físicamente con ella? ¿Volvería? ¿Acaso me podía pasar algo malo? Definitivamente al día siguiente hablaría con el flaco del 2C.

 

Otro día encerrado en la pandemia, otra cena fría viendo una película solo. Era una con Denzel Washignton, pero no recuerdo mucho, ya que la abandoné por la mitad en mis sueños. Cuando desperté, estaban los créditos finales, mientras estampaban en pantalla el inicio de la siguiente película que no tenía muchas ganas de quedarme a ver. Así­ es como me fui a la cama. Ya me había acostado, cuando mi vejiga me recordó que debía ir a mear, y ya que estaba, me lave los dientes. Al volver, me encuentro con la pequeña gran sorpresa de la nena de la noche anterior, metida en mi cama, acurrucada en un rincón. Me frené en seco porque ¿qué mierda era eso? ¿Era real o un espíritu? Una cosa había sido la noche anterior, cuando estaba medio en pedo y medio dormido y otra ya entonces que, a pesar de estar un poco cansado, sí estaba completamente lúcido. Solo podía verla con la luz del baño, así que poco a poco me acerqué a la lámpara junto a la cama y la prendí. 

Ahí me apoyé contra la pared y no le quité un ojo de encima. La sábana subía y bajaba con lo que parecía ser su respiración. Y los muertos no respiran ¿no? Así que estaba viva, debía estar viva. Entonces ¿era o no era la nena desaparecida del departamento? Pude ver su pelito rojo y sus hombros desnudos con pecas. Era bastante blanquita de piel también. Un blanco pálido. Me acerqué más y le toqué su hombro. No podría decir que estaba tibio pero tampoco que estaba fría. Traía puesto un camisón rosadito, que comencé a deslizar hacia un costado, junto con las sábanas, para destaparla, y acariciar su piel desnuda.

—Nena, nenita, piba ¿me oís?

Le fui susurrando y hablando delicadamente para despertarla.

—¿Neeena? —le moví el hombro un poco. No reaccionaba. 

Un poco perversión mía, con la idea de que se despertaría sí o sí, comencé a subirle el camino, descubriendo sus tetitas incipientes, y bajándole también su calzoncito, mientras le seguí­a hablando, tratando de despertarla. Me daba un poco de cosa que no podía despertarla, pero al mismo tiempo mi verga empezaba a ponerse dura con las caricias y perversiones que comenzaba y planeaba hacerle a su cuerpo infantil. Le quité sus calzones por completo y se los olí: Tenían el dulce aroma de su vagina infantil, pidiéndome pija. Iba a probarlos, pero ¿para qué lamer un calzón húmedo cuando podría lamer lo real? Viendo que la nena no reaccionaba, la fui acomodando gentilmente boca arriba, para luego flexionar y abrir sus piernitas. Como seguí­a sin reaccionar, me arriesgué a quitarle su camisón, dejándola completamente desnudita. Viendo ese hermoso angelito mío para aliviar mis perversiones, también procedí a despojarme de mis calzoncillos. A propósito, como queriendo que nuestra ropa interior también cojiese, puse juntos, con sus partes interiores tocándose, mi slip y su bombachita, acomodados en un rincón. Probé una última vez:

—¿Nena? Si no te despertás ya, te voy a comer la conchita.

Nada. Así que me acomodé, abrí sus piernitas un poco más e incluso acomodé la lámpara para que iluminara mejor ese tierno manjar, y luego procedí a darle una hermosa chupada de concha a mi nena. Ese sabor entre dulzón y saladito de sus jugos y sudor.  Primero lamía su vulva a lo largo de sus labios, con mi lengua queriéndose meter dentro con cada pasada. Luego, le daba unos chuponcitos a su clítoris, luego lamía sus nacientes pelíllos púbicos, tan pocos y finos. Era lindo que alguno se pegara en mi lengua y mis labios. Luego volvía a darle otra lamida a lo largo, para separarlos con mi boca y mis pulgares. Ya con su vulva abierta, se la abriría delicadamente para buscar su agujerito vaginal, en donde procedí a meter mi lengua y cogérmela un poco. Comenzó a moverse y quejarse un poco, pero no mucho, pues seguí­a dormida.

—Nena, si no te despertás, te la voy a meter duro.

De nuevo, nada.

—Parece que mi nena quiere que me la coja.

Le di una nueva lamida, esta vez más abajo, rozando su anito. Ahí, ella se movió un poco más.

—Parece que a alguien le gusta que le laman el culito.

Así es como ataqué su orto con mi lengua. Ahí comenzó a moverse más, a quejarse y a gemir por lo bajo. Arremetí nuevamente, e incluso amagué con meterle un dedo. Fue cuando hizo un quejido mas fuerte y se giró un poco. Ahí aproveché y la detuve, la acomodé de nuevo boca arriba y le hablé para que se despertara de una buena vez.

—Nena, despertate que estás en mi cama de nuevo. ¿Querés que te coja? Si no te despertás del todo te voy a coger. Estás advertida.

Ahí, creo que se hizo la dormida a propósito, ya que hizo una mueca en la cara y luego intentó girarse de nuevo hacia un costado. La detuve, la abrí de piernas, le volví a dar un buen chupón fuerte en su conchita, tanto que lanzo otro quejido y gemido. Me escupí la chota, le escupí la conchita, y comencé a tratar de metérsela. Costaba que entrara, se resbalaba con mi saliva. En un momento dio un respingón porque se resbaló hacia abajo y le di un puntazo en el culito.

Yo seguí tratando de metérsela, hasta que entró la cabeza y dio un buen gemido.

Comencé a penetrarla un poco mas, y me tope con algo mas que me frenaba.

—Qué raro, pero si anoche te desvirgué o ¿no te desvirgue?

Empujé mas fuerte, hasta que algo cedió, y al estar empujando con el peso de mi cuerpo, la pija le fue toda hasta los huevos adentro de la nena, lo que al fin la despertó. Tapé su boca con mi mano para que no siguiera gritando, aunque tenía la suerte de que mi habitación estaba insonorizada de ruidos exteriores e interiores. Se la retiré un poco sin sacarla, para que respirara, y luego se la volví a meter. Dio otro gritito. Luego se la retire, y volví a meter. Repetí el proceso varias veces, en forma lenta y suave, para que se acostumbrase a mi pedazo de carne, hasta que sus gritos de dolor se conviertan en gritos de placer. Podía sentir lo mucho que me apretaba. Esto no era nada comparado con la noche anterior, ahora sentía todo de ella. Cuando comenzó con sus quejidos y gemidos, sus “ah”, en lugar de sus “ay”, así que me le acerqué a la cara y comencé a besarla. No sabía besar, pero no importaba, estaba aprendiendo, y recibía bien mi lengua en su boca. Por la diferencia de tamaños, quería chuparle sus pezones pero no podía en esa posición. No pasó mucho en que la pequeña ninfómana estaba delirando de placer con mis estocadas y mis embates. Sus ojos estaban casi blancos. 

—¿Cómo te llamás, nena? —le pregunté, mientras me la ensartaba a gusto.

—Nena, que cual es tu nombre respóndeme o no te cojo mas.

—Aaaniela…. Aahhh.

—¿Cómo ?

—Daaaaanieeeeelaaaaaa. Más, ¡mas quiero maaaaas!

—Bueno, Daniela, Danielita. Ahora sos mi amante. ¿Vas a venir a cada noche a coger conmigo, si?

—Siiii… aaaaaaaah.

—No le vas a decir a tus papis ¿no? Esto queda solo entre vos y yo, mi amor.

—No, no hablo. Aaaahh con papis. Aaaahhaaay.aaaayyaaaa ¡me hago piiiis!

—Si, meate lo que quieras pero no es tu pis, es tu acabada, tus jugos, tu lechita femenina.

—Miileeeechi..taaaaaaaaah.

Pude sentir como me mojó todo abajo, como me baño la pija con su leche. Yo seguí varios minutos más, luego la cambie de posición, sentándola arriba de mi pija. Ahí tuve acceso a sus tetitas, las cuales comencé a chupar desenfrenado, mientras ella solita saltaba y se ensartaba gustosa toda mi carne, al ritmo de sus gritos.

Mientras se las chupaba, me pareció que sus tetitas largaron algo de jugos o quizás era solo su sudor. Aunque era dulzón, no hubo mucho tiempo de pensarlo, ya que empezó a gemir mas fuerte y a perder su mirada, señal de que estaba a punto de acabar de nuevo, lo cual aproveché de girarla, y tomar yo el control, para acelerar mi ritmo y llenarla de mi semen. Pude sentir como mi semen luchaba por salir dentro de su conchita, debido a lo apretada que era. Se la seguí metiendo un poco más, hasta que pude soltar toda mi leche dentro de la pequeña Danielita.

—Toma, toma toda mi leche que tu vaginita se la tome toda. Eso aaah.

La nena había quedado desplomada, con la boca abierta y babeando un poco. Luego, me salí de dentro de ella con lo cual se escuchó el típico sonido de cuando se destapa algo. Ahora podía ver su conchita en todo su esplendor, abierta de par en par y cerrándose, volviendo lentamente su tamaño original, de lo que era el tamaño de mi pija. Y de adentro de ese agujerito vaginal infantil comenzó a brotar mi leche mezclada con su sangre, señal de que la había desvirgado. Eso me pareció raro, pero se lo atribuí a que la noche anterior, no la desvirgué, solo se estiro su himen o algo así. Eso explicaba por qué no había sangre en la sabana.

—Bueno, ahora si te convertí en mujercita, en mi hembrita.

Como pudo, se acurrucó junto a mí y me quede dormido.

5 – ⑤

 

Eran más de las 8 de la mañana, cuando mi celular comenzó a sonar insistentemente por una llamada. Atendí medio dormido, y era de mi trabajo, que me habían enviado unos documentos a mi casilla de correo, y los necesitaban lo antes posible. Asentí, y procedí a levantarme. Fui directo al baño a orinar, para luego darme una ducha. Luego de un buen desayuno, todo lo que quedó de mi mañana, medio y parte de la tarde, fue concentrarme en el trabajo, así lo podía entregar a tiempo.

Al terminar, fui a mi habitación a descansar los ojos, y recordar la experiencia de la noche anterior, con la pequeña Danielita. Ahí fue que me di cuenta, en la cama toda desarmada, que no habían rastros de sangre, a pesar de que esta vez, sí estaba completamente seguro de haber desvirgado a la nena y que sus jugos mezclados con sangre y mi semen, habían manchado la sabana. ¿Qué mierda estaba pasando ahí? Luego de meditar sobre la más posible de las teorías, decidí ir a ver a Cristian del 2C.

 

Al tocar su puerta, escuche una voz en el interior que sonaba un poco molesta. 

—¡Fuera, no estoy para nadie, no compro nada..!!

—Emmm ¿Cristian? Soy em… soy su vecino, de arriba, del 6C me manda Darío, el del 6D!

Ahí abrió la puerta de inmediato, con una actitud totalmente diferente, entusiasmadísimo.

—Hola, perdoná. Sí, sí, sí, pasá, pasá, pasá. Darí­o me envió un mensajito. Pasá, pasá que no muerdo. Así que vos ¿sos el flaco del 6C? Y ¿qué onda, que viste?

Ahí comencé más o menos a repetirle lo que le había resumido a Darío, que ivan dos noches que veía a una nena parada en el living de mi apartamento, y que cuando intentaba echarla o preguntarle cosas, desaparecía en la oscuridad, específicamente metiéndose detrás del armario o algo parecido. Sin embargo, omití  sin querer su descripción detallada, porque no quería ser atrapado con tantos detalles. Ahí me contó un montón de historias del edificio, lo cargado que estaba en actividad paranormal, con la cantidad de muertes que tenía en su historia. El departamento más jodido, era el 7C, pero que por alguna razón, con la familia actual, no había pasado mucho. O si pasaba, la familia se lo guardaba muy celosamente. Cristian sospechaba que quizás la familia hizo algún tipo de limpieza, y eso calmó todo.

—Mayormente se veían sombras por el rabillo del ojo, sombras que se movían rápidamente al girar la cabeza. Pero no lo suficientemente rápido como para que no evitaras notar que en efecto, era una sombra con forma humanoide que se movía incluso en contra de la luz. En el pasillo de arriba es donde normalmente se ve a la nena, parada en una esquina, o yendo hacía las escaleras. Y ni bien alguien la veía y pensaba que era la hija de algún inquilino, esta desaparecía. Suele usar unas sandalias y un vestidito azul, además del pelo rubio, enmarañado.

—Pará, pará ¿siempre aparece así? ¿Ahí arriba en el pasillo?

—Si, pasa que también debe aparecer en tu departamento, Porque ahí vivía la nena, antes de desaparecer.

—Sí, eso me contó Darío pero ¿seguro que es rubia, de vestidito azul? Puede que tenga otra ropa y otro color de pelo?

—¿Por qué? Contame, contame. ¿Qué viste, es diferente?

—Bastante. A mí me apareció con un vestidito blanco, tipo camisón, que lo tiene roto y caído, estando semi-desnuda. Y no es rubia, es pelirroja. La primera noche pensé que solo era morochita, pero el segundo día, bueno, anoche, la pude ver con más luz y es pelirroja, además de bastante pálida. Y anda descalza. ¿Quizás cambia de forma? 

Me miró un rato, serio como tratando de adivinar qué decirme y como decírmelo.

—Mirá… ¿Norberto?

—Alberto.

—Albertito, soy experto en esto, es mi pasión. Otros tienen a River, a Boca. Lo paranormal es mi pasión, por eso medio que me mude acá hace unos 5 años. Mmm ¿tuviste algún tipo de contacto físico con la chica?

—¿Eh? No. No, no no ¿por qué?

—¿Haz tenido sueños eróticos?

—¿Por qué? ¿Que pasa?

—Es que el pelo rojo acá en el edifico yo no tengo registrado a ningún fantasma o muerto que sea pelirrojo, y menos una nena. ¿De qué edad es la nena? ¿Qué edad aparenta?

—Pues.. a simple vista creo que unos 11 ¿12? Pero tenía 10 ¿no?

—Sí, la nena desaparecida tenía 10 años, y al verla parecía de un poco menos. Esto que me describís.

—¡No me asustés, viejo!

—Pues mira, si intenta tener sexo con vos, o intenta algún tipo de acercamiento afectivo, como si fuera tu hija o algo de eso, tené cuidado. Hay posibilidades de que se trate de un súcubo.

—¿Un que?

—Un súcubo. Son entes espirituales que tienden a succionarte el alma, la energí­a vital. Por lo general, lo tratan en manera sexual o en manera sentimental. Se acercan a uno, lo conquistan, lo seducen a su manera, y comienza a robarte la energía vital. Terminás mas cansado, agotado, sin ganas de nada más que estar junto a ese ente.

—Mm y ¿que pasa después? ¿Te mata?

—No, no jamás te mata, solo te y tiene como su esclavo sexual toda la vida, o esclavo sentimental, según el súcubo.

—Entonces no es tan peligroso ¿no?

—¿Cómo que no? Te jode la vida.

Yo me quede en silencio, escuchando más detalles de parte de Cristian.

—¿Y entonces? ¿Qué pasa si es un súcubo? Al final ¿qué hago, cómo me defiendo?

—No hay defensa que valga, solo resistir. En algunos casos, ayuda una novia o pareja. Tu pareja es la que debe agotar toda tu energía sexual cada noche, para que no lo haga el súcubo. Es más, si es posible, lo mejor es tener relaciones sexuales desde antes de la medianoche, hasta pasadas las 3:33 de la madrugada. Si tenes a tu mujer ensartada encima de ti, la súcubo no va a poder alimentarse de vos. Aunque tu pareja corre el ligero peligro de que sufra pequeños accidentes durante el resto del día. Hay que repetir esto hasta que el hombre adquiera una independencia de la influencia del súcubo, o hasta que el súcubo se aburra.

—Wow y ¿que pasa si uno no tiene pareja?

—Estás jodido o te buscas una o…

—O ¿qué? ¿Me muero?

—Hay una tercera opción, de algunas leyendas que no siempre funcionan. Dice que las súcubos, no cogen por el culo, son vírgenes por ahí. Así que si logras culearte a una y hacerla acabar, se revierte el hechizo, y es el súcubo quien pasa a estar al servicio del humano.

—Me estas jodiendo.

—No es joda, son años de investigación folklórica. Ahora, que del mito a la realidad, si funciona, no sé. No he conocido ni escuchado de nadie que tenga un súcubo a su servicio.

—0K, te agradezco Cristian.

—De nada, hermano. Andá con cuidado.

Y me retire de su departamento, al mío.

Una vez en mi casa, pues me quedé pensando: ¿Esa nena era un súcubo entonces? Eso explicaría por que se deja coger tan rico todas las noches y quedo tan agotado. Pasé el resto de la tarde, hasta la hora de cenar, leyendo mas y mas sobre los súcubos y los espíritus errantes, en internet. Era mas o menos, lo mismo que me había dicho Cristian. Luego, me fui a comer algo para tener energías antes de irme a la cama, salí y fui a la farmacia, en donde me compré una tabletita de viagra y algo así como de lubricante sexual. Como no tenían, terminé comprando 3 cajas de preservativos, que venían con el sachecito de lubricante para cada condón. Ah ¿los preservativos? Era una nena, un súcubo virgen cada vez que me la cogía, así que ¿para que forros? Solo me iban a molestar.

Al regresar, entré en el living, y vi la luz de mi habitación prendida. Y allí estaba la muy putita, viéndome inocentemente, esperándome desnudita en la cama. Así es como apagué todo, me tomé la pastilla inmediatamente, disimuladamente y acomodé el lubricante cerca. Me desvestí y aunque aún no hacía efecto la pastilla, de solo verla ya tenía la verga parada. Me lancé a comerle primero las tetitas, luego le di unos cuantos besos en la boca, que recibió inocentemente. La muy putita no tenía nada de inocente, pero ahí estaba, actuando como una nena real de 10, 11 años. Sus pelitos púbicos recién saliendo, así como sus tetitas recién creciendo como dos botones. Luego la giré, la abrí de piernas y procedí a darle una buena chupada a esa conchita que nuevamente, podía notar que estaba virgen de nuevo. Sería doble desvirgada entonces. Primero su conchita de nuevo, y luego su culito. La nena daba sus gemiditos infantiles y tiernos diciendo que se iba a mear. Dejé que se meara en mi boca y recibí gustoso su néctar de hembrita. Finalmente, me le acomodé encima, apuntando la cabeza de mi pene a su agujerito vaginal impúber, y fue empujando. Toda mi carne luchaba una vez más, por entrar en un agujerito tan apretado, tan estrecho. Ella gemí­a de dolor y luchaba por zafarse un poco. Su actuación era muy buena. Me convenció más de una vez en ser gentil al penetrarla, como si estuviera penetrando a una verdadera nenita. Puse mas de mi peso sobre mi pene, y ahí le entró con todo, rompiendo su himen, una vez mas. Comenzó incluso a llorar un poco, diciéndome que la tenía muy grande y muy dura, que la estaba partiendo, que le dolía, que se la sacara. Yo acerqué mi cara a la suya y comencé a lamer esas lagrimitas cándidas. Luego de un rato de besos, empujones y gritos, se fue acostumbrando una vez mas a mi carne dentro de su tierna vaginita, y comencé con el mete y saca. literalmente esta vez, la quería preparar bien para lo que le esperaba.

—Aah, ayyy.aaaaah. Aaaaayy me dueleeeeee.aaaaayyy me meo, me meo.

Se la saqué de un solo golpe cuando escuche, aquello, no quería que acabara, no aún. La hice cambiar de posición y nos pusimos en perrito, en donde me dejó su culito al aire se la volví a meter en la conchita, en donde le entró hasta el fondo, hasta los huevos.  Casi acabo ahí en el momento, pero supe contenerme. Aceleré mi ritmo, metiéndosela mas fuerte. Sus gritos eran una mezcla deliciosa de dolor y placer. Incluso podía ver desde mi punto de vista, su culito contraerse ya casi era hora. Arremetí mas fuerte, para entregarle mi primera carga de semen de la noche. Nuevamente, mis sabanas parecían mancharse de esas mezclas de mi semen, su sangre virginal y su jugo de hembra. Se la saqué, y el agujerito vaginal le había quedado abierto, cerrándose suavemente. Me dijo en un tono infantil:

—Qué malo, me hiciste doler mi chuchis.

Se quedó ahí, media inconsciente, aunque creo que aparentaba. Claro, lo normal es que luego de semejante ajetreo, ambos, especialmente yo, quedábamos cansados, cuando ella en realidad se comía mi semen. Pero no, esta vez no estaba cansado. Ella no se esperaba que el viagra ya había comenzado a hacer efecto. Estire mi mano, y primero abrí 4 paquetitos de lubricante. Dos los desparramé sobre mi verga, todo hasta la punta. Especialmente en la punta. Luego, le vacié rápidamente los otros dos en su anito, el cual antes de eso, se abría y cerraba como si respirara. Justo cuando se abrió un poco le cayó y se le fue derramando dentro una buena cantidad de lubricante. Era el momento perfecto. Ella sintió el lubricante deslizarse dentro de su orto:

—¿Eh..? ¿Que estás…? 

Comenzó a llorar, mientras yo la tomaba firmemente de sus caderas, y comenzaba a penetrarla sin remordimientos. Sus gritos eran fuertes pero no me importaba un carajo. Todo el largo de mis 15 centímetros de verga, le fueron entrando sin ninguna resistencia, una vez mi glande pasó el diámetro de su anillo anal. La nena ya no tenía forma de parar aquella embestida brutal a su anito infantil. Quiso zafarse adelantándose, pero yo la tenía sujetada de las caderas, y juntos caímos sobre la cama, boca abajo. Ahí pude sentir adentro como su ano se dobló, y mi verga se acomodó. Entre tanto grito y llanto, terminó por desmayarse. Ahí fue cuando aproveché, la acomodé un poco mejor, y comencé mi monumental penetración a su culito. No lo hacía tan fuerte ni tan bruto, porque quería que los disfrutara pronto. Además, aunque fuera un súcubo, no quería lastimarla, ya que seguía teniendo el cuerpo de una nena. Metí mi mano por debajo de su pancita, y entremedio de sus piernas, accediendo a su conchita, y buscando frenéticamente si clítoris, mientras la seguía penetrando, empujando suavemente. Era tanta la diferencia de tamaño, que podía sentir como mi verga hinchaba sus entrañas, su pancita. La tenía tan bien abrazada, tan bien ensartada, y la estaba pajeando tanto, que al recobrar la conciencia, no pudo hacer otra cosa que gemir de nuevo, esa mezcla de dolor y placer al iniciar, que luego de varias penetraciones más, pasa a ser placer puro.

—Sí…¿Oh, te gusta? Perrita? ¿Hembrita?

El ritmo era frenético. La nena ya hasta empujaba su culo para que la penetrara mas, se estaba entregando toda sin posibilidad de arrepentirse. Incluso ella misma metió su mano en la conchita para guiarme en el ritmo en que la masturbaba.

—Si… aaaah. Voz mi menya yeshche, voz mi menya  vstav sdelay menya beremennoy  day mne krepko —gemía con palabras que yo no entendía un carajo. 

Una vez más, nuestra bestia interior dio paso a una acabada monumental de ambos. Ella largó muchí­simos fluidos, y yo le llené, le inundé el culo de leche. A diferencia de su conchita que era apretadita, acá mi semen le fluyó como un rio blanco dentro de sus pequeñas entrañas. Ella estaba agotada y yo también, aunque aún seguía teniendo la pija muy dura. Recuperé el aliento y, cuando ella se puso de costando, agarrándose la pancita y con su culito adolorido, me subi encima de ella, y comencé a penetrarla por la vagina de nuevo.

—¡Ay! No, espera. No… ¡Ah…!

Comenzamos a gozar inmediatamente. Yo arremetía sin piedad aquella vagina infantil. 

—Ya sos mía, putita, ya sos mía ahora vas a hacerme caso en todo lo que yo te diga ¿si? Porque sos mía vas a ser mi putita, mi amante, mi mujer.

—Si. ¡Ah! ¡Sí! ¡Papito! Soy tuya, soy tu novia, quiero un hijo, quiero un hijo tuyo, moya lyubov 

Cuando me cansé (porque el viagra solo te da ganas y erección pero no estado físico), cambiamos, y ella se sentó encima mío, cabalgándome ricamente. Estuvimos así otros 5 minutos, hasta que finalmente, el último polvo de la noche, iba a parar a su vientre infantil, para hacerla una nena súcubo madre.

Allí, nos volvimos a dormir, con ella, recostada encima de mí, aún ensartada, mientras mi leche le ingresaba suavemente, y ella me bañaba con su néctar hembril. 

 

6 – â‘¥

 

Me desperté al otro día, eran como las 7 de la madrugada. Estaba molido y con la pija adolorida pero satisfecho. La pendeja era mía, era mi propio súcubo personal, era ciertamente, mi manera de poder cogerme a una nea de 11 años, sin que fuera ilegal. Creo. Ella se despertó, me miró y me dio un besito.Luego pareció acordarse de algo, porque dijo:

—O, net, moi roditeli  moi roditeli sobirayutsya prosnut sya!

Le costó salirse de m estábamos como medio pegados, y yo aún mantenía algo de mi erección. Me dio un beso más, se metió al armario, y desapareció. «Cosas de súcubo» pensé. 

Me dormí un poco más, hasta casi el medio día. Luego me desperté, me di otro baño, me vestí, y salí a hacer las compras, ya que necesitaba víveres. No podía dejar de pensar en y sonreír por mi súcubo personal y como la jodí, como le rompí el culito y la hice mía. ¿Como tendrán hijos los súcubos? Estaba en mis pensamientos, cuando choqué, sin darme cuenta, con una madre y su hija, que también estaban comprando. Para mi sorpresa, era la madre de la nena, mi suegra súcubo, solo que no era súcubo, era una madre normal, con una nena normal. Una nena hija de una familia de inmigrantes rusos, según me enteré después, que hacía dos meses estaban en el edificio, ya que habían quedado varados cuando estaban de vacaciones. Se encontraban viviendo en el otro lado del apartamento, eran mis vecinos del 6B. Mi armario, se junta con el armario en la habitación de la nena, de Danila, no “Daniela”. Y acá estoy en plena noche, a oscuras, esperando a que mi pelirroja de 12 años, mi nena vuelva a aparecer, para dar rienda suelta a nuestra lujuria como cada noche.

Fin.

 

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