Jóvenes No Consentido Tabú

Manoseada a chamaca en halloween

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©2020 –Stregoika
 Un hombre obsesionado por las pantyhose negras no puede resistir la tentacion.

Esto ocurrió en 2008. Yo venía dándome cuenta que las fiestas de brujas eran un deleite para los mirones como yo, porque las mujeres y muchachas habían perdido hacía algunos años el pudor, y fácilmente podía uno ver transparencias o upskirts a montones por la calle. En especial al pasearse por colegios a la hora de salida, yo me volvía como loco. No hay un día en que se vean tantos culos de morritas. Después de unas horas de mironear, solo quedaba llegar a casa y deshacerse a pajas.
Pero hubo un día que no aguanté y le metí la mano a una bella nena, de unos 11 o 12. La cosa fue así:
Pasé casi todo el día con mi novia, y casi toda la tarde recorriendo la ciudad, pues compartíamos pasión por los disfraces. Ella llevaba una calabaza pintada en el rostro y yo una calavera. Nada mal. Hasta nos pedían fotografiarnos. El punto es que, por ir con ella, tuve que reprimirme mucho de mirar como acostumbraba.  Recuerdo que mientras ella hablaba por celular, aproveché y me quedé viendo a una mujer que había establecido un puesto en la calle para maquillar niños. Tenía un cuerpo trozudito, así con piernas gruesitas, de esas que puedes coger de almohada. Tenía el pelo pintado de rosado y una camiseta ajustada. Y abajo: Pantymedias negros y un velillo encima. Era más opaco el encaje rojo de este que el resto. Se podían ver por completo sus nalgas y esa magnífica forma de V por delante. Yo, inclusive miraba al resto de gente a ver si nadie más estaba boquiabierto como yo. Y no, nadie lo estaba. No sé si nadie se daba cuenta o a nadie le importaba. Pero a mí sí me gustaba mirar, y pues miré hasta… ojalá pudiera decir “hasta saciarme”, pero de mirar nadie se sacia.
Cuando mi novia regresó, yo tenía la pita como poste de luz, de tanto mirar e imaginar que me le hacía por detrás a aquella mujer y la penetraba por un hoyuelo en sus medias.
Sé lo que se están preguntando. La respuesta es: mi novia estaba veintiochuda. Yo respeto a quienes se comen a su novia con el período, pero a mí no me gusta.
El de ella era un barrio muy popular, no sé cómo serán sus ciudades, así que les describiré un poco: Hay tal cantidad de gente que no se puede andar rápido. Solo se avanza a pasitos tontos entre la muchedumbre y los puestos de gente que vende cosas, que están uno tras otro. Otra costumbre mía era acariciar nalgas en la montoneras, pero llevando a mi novia de la mano, era imposible. Así que la represión me estaba volviendo loco. Pasaban morritas de 12 a 16 disfrazadas muy sensual: de ángel, con una batita corta que les llegaba hasta donde empieza la nalga, pero estando tan cerca no puedes doblarte para ver más. Otras se disfrazaban de vampiresa, con medias malla negra, que, si no se dieron cuenta ya, me infartan.
Después de una par de horas, estuve solo de vuelta en mi barrio. Durante el viaje  en bus, también vi un montón de morras que pedían verga a gritos con sus disfraces. Pero: ver y pasar saliva.
Ya eran como las 10 de la noche y caminaba a mi casa. En mi barrio, la cantidad de gente era menor. Pero vi entre la espesura a dos sardinitas como de 12 años. Sinceramente solo me acuerdo de una, que iba disfrazada de diabla, con diadema de cachitos rojos, espectacular cortina de pelo negro, capa roja, corpiño  y pantymedias negros, y una faldita roja y holgada que solo servía de adorno, pues era tan corta que más parecía cinturón.
Yo, que venía hecho un animal, me le fui detrás. Quería verle más, la colita, el medio de sus piernas y ver de cerca la textura de esa fibra negra tejida que envolvía su perfecta figura. Pero ya estaba demasiado oscuro y solo podía ver la provocativa silueta. Ambas estaban pidiendo dulces y llevaban canastitos en forma de calabaza.
Ellas se subieron a un andén alto, los cuales son muy normales en sitios montañosos. Yo, como buen pervertido, aproveché y me acerqué sin subirme, para verla desde abajo. Lo que ví me hizo perder el control. Esperaba ver la aparte de abajo de la trusa o hasta que llevara bicicletero. Pero solo tenía su media. Bah, esto solo lo entenderán los que tengan ese mismo fetiche de las pantymedias (y negras). La muchachita seguía andando. Moviendo semejante pedazo de culo y esa puchita con gracia para dar los pasos. Tuve la gloria de que, un carro venía subiendo por una entrada a esa avenida, y la alumbró bien por una par de segundos. El material del pantymedia le brilló y el efecto dio volumen a  sus curvas. Curvas muy discretas, pues era una mocosa. Verla así me terminó de trastornar.
Al final de la calle, el andén dejaba de ser elevado y se unía a la calzada. Ya era la saliente para subir a mi casa, pero quería írmele detrás hasta que pudiera. Pero estaba espantosamente cansado, así que decidí dar una atrevida estocada final: Me decidí a atarrearla (meter la mano entre sus nalgas y frotar de abajo hacia arriba).
Ella andaba lento, con su amiguita. Me hice detrás de ella y me concentré lo más que pude para disfrutar lo que estaba a punto de hacer, pues sería demasiado rápido y quería vivirlo como si durara años. Ni si quiera me importó que algún sujeto por ahí pudiera verme y eventualmente darme una paliza. Abundan los entrometidos que se enfurecen de ver a alguien haciendo lo que ellos sí se obligaron a reprimir. En fin.
Estaba justo detrás de esta pequeña diosa (o diabla, mejor), y su cabeza me daba a la altura de mi pecho. Entre más me acercaba, más se me aceleraba el corazón. El ver de cerca su cabello y su capita roja al punto de poder reparar en su tejido y su textura, me hizo temblar y dar una erección brutal. Mi pobre órgano reproductor creyó que iba a entrar a alguna parte gloriosa, porque palpitaba en la base y estaba duro como cañón de barco pirata. Pero la gran dicha la tendría mi mano derecha: la estiré y con la palma hacia arriba, la metí entre sus piernas y…

…Qué textura electrizante de su pantymedia. ¡Qué delicia es el contacto!

Presioné y empecé a subir.

Qué rico se siente la forma de un culito en tus dedos unidos.

El borde la falda estaba en mi muñeca, apenas tocando mi piel.

Congelé el tiempo en mi mente para verme ahí, con mi mano entre el culito de esa pequeña sabrosura.

Al desplazar hacia arriba… uff. El tejido ligeramente áspero de su media parece que quema las yemas de tus dedos.

Sigues subiendo y aumentas la fuerza y disminuyes la velocidad.

Ella apenas está dándose cuenta de que está siendo asaltada y levanta la cabeza.

Tu mano va a mitad de camino de su glorioso viaje prohibido por el culito de una niña disfrazada de diablita.

Qué hermoso es tocar.

Sientes la redondez de su glúteo derecho en tu índice y la del izquierdo en tu dedo anular. Tu dedo medio está en la parte más deliciosa.

No puedes dilatar más el tiempo. Ella ya está volteando para ver quién la está manoseando.

Terminas de atarrearla. La curvatura de su bello trasero termina. Tu mano está fuera, sujetando el ruedo de su faldita.

Tu pene arrojó una importante cantidad de lubricante.

Ella termina de voltear y ves su preciosa cara de ángel con cuernos de juguete. Está asustada.

La miras con deseo, te lames los labios y te vas caminando, con el corazón subido hasta la garganta.

¿Cómo algo tan rico tiene que durar tan poco? Durante mi huida a paso normal, volteé un par de veces y las vi ahí congeladas, abrazadas, mirándome con miedo.

Qué delicia lo que acababa de hacer. Lo repetía una y otra vez en mi mente, hasta que pude hacerme la paja en casa.

El discurso en medios puede repetir hasta la locura, que es responsabilidad de los hombres el controlarse, pero la verdad será siempre la verdad: Los hombres nos provocamos y actuamos en consecuencia, por instinto. Es natural. Estamos hechos por la evolución para desear a muerte lo que hay entre las caderas y los muslos de una hembra humana. Llámese mujer adulta, adolescente o pre-adolescente.

Espero les haya gustado mi historia.
FIN

 

 

 

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