Heterosexual

Viaje de trabajo

0
Please log in or register to do it.

La empresa para la que trabajo me envío a una conferencia en otra ciudad y volver al día siguiente. Fue un día entero hablando de negocios y charlas motivacionales. Para finalizar propusieron algunos ejercicios de relajación con la persona que tuviéramos al lado. Para mi suerte un hombre, más o menos de mi edad, fue mi compañero en esos ejercicios.

 

Era un hombre moreno, mucho más alto que yo, lamentablemente de una ciudad lejana a la mía, pero de inmediato me sentí atraída a él. Entre ejercicios y juegos tuvimos que acercarnos y hablarnos. No era nada sexual pero el fuego se sentía entre nosotros.

 

Al terminar hablamos un rato, estábamos hospedados en el es mismo piso y regresamos juntos. Al llegar a la puerta de mi habitación lo invité a pasar. Al instante nos besamos. Me tomó por la cintura y me unió a su cuerpo. Podía sentir su calor y una erección creciendo en sus pantalones.

 

Estaba nerviosa pero encantada, movía mis caderas hacia él para sentirlo más y más. Nuestros labios no se separaban, su lengua bailaba con la mía y la ropa comenzó a caer. Descubrí que debajo de su camisa habían músculos y tatuajes. Mi vestido cayó al suelo cuando se puso detrás de mi y besó mi cuello.

 

Apretó mis senos de manera ruda y jadeando deslizó una de sus manos bajo mis pantys. Un temblor recorrió mi cuerpo. Estaba desesperada por sentir su mano en mi carne desnuda. Me pegó hacia él y sentí su pene entre mis nalgas mientras dos de sus dedos se hundían en mí. Entre gemidos le dije «vamos a la cama».

 

Le quité el pantalón y salió de ahí la verga más grande que mis ojos hayan visto. Lo tiré en la cama y me acerqué, como una leona cazando a su presa. Tomé con mis manos su vigoroso y palpitante miembro y lo comencé a pajear para luego meterlo en mi boca.

 

Que grueso, que duro, que delicioso pene. Intenté meterlo completo en mi boca pero no pude. Lo chupé hasta verlo temblar. Él me pedía cambiar porque lo haría acabar pero no le hice caso, no saqué esa pija de mi boca hasta que me llenó la garganta de su caliente semen.

 

Bastaron sólo unos minutos y ya estaba duro de nuevo. Abrí mis piernas ampliamente y me posicioné sobre él. «Que rica estás» murmuraba él mientras yo subía y bajaba. Él tomaba mis caderas, pellizcaba mis senos.

 

Rebotando sobre sobre él podía sentir el líquido escurriendo desde dentro de mi, mojando mis piernas. Él también lo sintió y movió sus caderas hacia arriba. Mis movimientos y los de él se unieron para volverme una gritona gemido trás gemido, hasta llegar a un indescriptible clímax.

 

Agotados nos reímos, nos besamos y sin decir una palabra se puso sobre mi, tomó mis piernas, las subió a sus hombros y me metió nuevamente su pene, pero ésta vez llegaba más profundo. Lo podía sentir todo en mi húmeda vagina. Mi cuerpo se sentía en el cielo mientras él suavemente entraba y salía de mí.

 

Sus empujones aumentaron el ritmo. Su cuerpo estaba prácticamente rebotando con el mío. Me lo metía una vez y otra y otra y otra. Ni siquiera podía hablar, no sabía que decir. Furiosamente sentía su miembro tocando todos los botones en mis paredes internas.

 

Mantuvo su ritmo por un largo rato, metiendo ése pene que para mí era inmenso y llegó mi segundo orgasmo. Él no se detenía, seguía dándome con fuerza y sus movimientos sostenidos hacían eco en todos mis órganos. Todo parecía vibrar en la misma frecuencia. 

 

Él también estaba en otro mundo, nos mirábamos a los ojos pero podíamos ver nuestras almas. Un gigante sudado estaba sobre mi y comenzó a gruñir, a gemir, lo podía sentir, se acercaba y lo sacó justo a tiempo para acabar deliciosamente sobre mis tetas y abdomen.

 

Ya estoy ansiosa por la siguiente conferencia, quiero aprender mucho más sobre «negocios».

HERMANAS DE UNA MADRE PUTA CAP. 5
Anécdota sobre sexo con adolescentes - Las houris - Stregoika

Nadie le ha dado "Me Gusta". ¡Sé el primero!