Incesto

Desenlace de la pillada de mi hija menor “II” (9)

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Se paró sobre la cama frente a mí y se fue despojando de su ropa, primero su camiseta, sus senos estaban floreciendo como dos capullos, después su pantalón de la piyama, solo sentía temor viéndola, no había deseo alguno, solo debía seguir así, por último se despojó de sus pantys, hacía años no veía a mi hija desnuda, la verdad me sorprendió, aunque aún era niña su pubis ya estaba rodeado de pequeños vellos, hermosa como un angelito mi bebe, me quedé mirándola por un momento, ella se dio cuenta  y exclamó:

Ves papi que si te gusto verme desnuda.

No hija, solo estoy mirando para saber cómo tienes tu vagina y ves que mi pene sigue pequeño porque no siente deseo y así no te puedo penetrar como quieres.

Pero papi así no la puedes ver, tienes que verla como haces con mi hermana y aun me falta tocarte para saber si no se pone grande y duro tu pene, déjame seguir.

Hablaba como una mujer adulta, pero con su inocencia, me sentía más tranquilo porque no había pasado nada y estaba seguro de que todo seguiría igual.

Se arrodilló sobre la cama y llevó sus manos sobre mi pene, no hubo excitación cuando sentí sus dedos sobre mi pene, solo miraba como lo hacía, hice un esfuerzo muy grande para aguantar, todo seguía igual.

Ves hija, no puedo hacerlo, ya lo comprobaste, ahora podemos vestirnos.
Papi, tienes razón, tu pene sigue pequeño, espera hago algo que te hace mi hermana y después miras mi vagina.

No sabía que iba hacer, solo me quedé mirándola, en ese momento vi que ella quería llevar mi pene a su boca.

Hija no hagas eso, no he bañado mi pene y huele mal, mejor miro tu vagina para que estés tranquila.

Papi y como hace mi hermanita cuando acaricia tu pene con su boca, ¿te lo bañas antes o no?

Si hija me lo baño antes, pero ahora no hay necesidad de hacerlo, porque yo voy a mirar tu vagina para comprobar lo que me pediste.

Papi, quiero que bañes tu pene para hacer lo que haces mi hermana, me dijiste que te ayudará.

Me tocó levantarme al baño de mi cuarto y lavarme bien mi pene, aproveche y lo hice con agua bien fría, solo deseaba que no pasara nada, para terminar todo.

Cuando salí del baño, ella se quedó mirándome y exclamó:

Papi te ves muy bonito desnudo, en cambio tú no dijiste nada al verme.

Me estaba atacando con sus comentarios, solo que ella no sabía que no decía nada para evitar sentir deseo por ella.

Gracias por lo que dices, no digo nada porque siento pena y no me salen las palabras, pero eras una niña hermosa y tu cuerpo es muy bello, además tu vaginita se ve hermosísima con tus pequeños vellitos, me encantas como te ves, pero que pena que no sienta deseo por ti para que mi pene se ponga grande y duro y pueda hacerte el amor.

Espera que falta la última prueba, no te acuestes y déjame hacerlo, así como estas.

Se sentó al borde de la cama y me acerqué quedando frente a su cara, ella tomó mi pene y lo llevó a su boca, en ese momento sentí como una corriente recorrió todo mi cuerpo y ella lo sintió.

Papi, ¿te gusto verdad?

Claro que me gusta lo que haces hija, me encanta sentir esas emociones, pero a él no le despertaste deseo.

Empezó a besar suavemente la cabeza de mi pene.

Papi, porque está todo mojado la punta de tu pene, se siente suavecito.

Hija, lo que pasa es que cuando una mujer lo toca como tú lo haces, se lubrica para que no me duela cuando lo estoy metiendo en la vagina.

Luego lo entro todo en su boca, si, lo entro todo porque estaba pequeño y lo mamaba muy rico, no puedo negarlo, lo que estaba sintiendo era más fuerte que cuando lo hacía mi niña hermosa, cerré mis ojos para controlar lo que estaba sintiendo, era una lucha interna para evitar una erección.

Hija ya es suficiente él no tiene deseo, te lo dije, terminemos ya.

Papi dime porque cerraste tus ojos cuando estaba besando tu pene y ahora quiero que mires mi vagina para ver si es pequeña como dices.

Se acostó bocarriba y me dijo:

Papi puedes mirar mi vagina.

Hija, no hay necesidad de hacerlo porque no me excite y cerré mis ojos para ayudarte un poco porque me gustó como te comías mi pene con tu boquita rica e hice un esfuerzo para que se pusiera grande y duro pene.

Papi, yo no me comí tu pene, solo lo besé con mi boca.

Hija eres tan inocente y eso te hace más especial, pero es una forma de decirle a lo que estábamos haciendo, porque te lo metiste todo en tu boquita y es más excitante decirlo así, que decir que lo estas besando.

Ver su pequeño cuerpo sobre mi cama y con sus piernas abiertas dejándome apreciar toda su inocente belleza, era un hermoso regalo esa mañana, su hermosa vaginita rodeada de pequeños vellos, con su pubis abultado adornado de sus labios vaginales rosados y su pequeña abertura, despertaba una fuerte excitación, pero, cuando observé que estaba mojadita me di cuenta que se había excitado mi niña, pero no quería decirle nada, podría decirme que hiciera algo más, así que guarde silencio y seguí apreciando su hermoso cuerpo sobre mi cama por unos segundos más, que hermosa que veía, pero debía ser fuerte en ese momento, ella empezaba a despertar cosas locas dentro de mí, en ese momento tuve deseos de lanzarme sobre ella y devorarla, me estaba entregando toda su inocencia.

Interrumpí ese bello momento diciendo:

Hija no te da pena que tu papi te vea totalmente desnuda.

No papi, me gusta que me mires desnuda, además te quedaste como mudo mirando, sé que te gusto verme desnuda, papi.

Hija, me gusto ver el hermoso cuerpo que tienes, con tus pequeños senos y esa rica vagina cubierta de tus pequeños vellos, quisiera robar toda la inocencia de tu cuerpo y complacerte dándote lo que me pides, pero aún no despiertas deseo en mí, perdóname por favor.

Me acerqué con temor y abrí un poco más sus piernas, en ese momento sentí que mi pene se ponía un poco erecto, debía hacerlo rápido para que ella no se diera cuenta.

No quería tocar su vagina, sabía que si lo hacía terminaría por complacerla, solo baje mi cabeza y le dije:

Es muy pequeña, mi pene es muy grande y no te puedo penetrar porque no cabe en tu pequeña vagina y si lo hago te va a doler mucho y puedes llorar.

Papi quiero saber una cosa, cual vagina te gusta más, la mía, la de mi hermanita o la de mi mami.

Me dejó sorprendido con su pregunta, pero solo debía responder y terminar todo.

La tuya es más hermosa, eres virgen y con sus pequeños vellitos se ve deliciosa,  delicada y provoca probarla con mi boca y mi pene.

Gracias papi, me alegra que te guste, pero como no puedes hacerme el amor, quiero que acaricies mi vagina un poquito como lo haces con mi hermanita, sé que no me puedes penetrar con tu pene, por eso quiero que me acaricies un poquito.

Ella nos vio cuando estaba haciendo el amor con su mami y su hermanita, porque abrió un poco más sus piernas para que la acariciara.

No sabía que decir, me había tapado un poco con las sábanas para que ella no se diera cuenta que ya tenía una pequeña erección, pensaba que si la acariciaba con mi boca y ella me pedía que le dejara ver mi pene se daría cuenta, así que debía actuar rápido para terminar.

Bueno hija, lo voy a hacer, pero solo un poco, porque no quiero que tu hermanita despierte y nos vea.

Con mis manos empecé a masajear sus muslos un poco, llevaba mis manos hasta sentir que rosaba su vaginita, mi cuerpo se electrizó todo, había logrado despertar todo el deseo en mí y cuando mis dedos rosaban su vaginita, sentía que explotaba, había perdido el control.

Pase mis dedos por medio de su vaginita, estaba super mojada mi niña, se había excitado mucho, por eso me pedía que la acariciara, sentir la humedad de su vaginita, con la suavidad de su piel y el roce de sus vellitos, despertaba mi deseo, ver lo hermosa que era su vaginita, me hacía recordar a mi niña hermosa, cuando ella sintió mis dedos en medio de su vagina, apretó sus piernas y dejo aprisionado mis dedos, pero los saque suavemente.

Hija te voy a dar un besito en tu vaginita porque tengo deseos de hacerlo y quiero saber a qué sabe.

Este bien papi, quiero que lo hagas.

Me acerque a su vaginita y al sentir el aroma que de ella emanaba, me enloquecí, mis manos acariciaban sus muslos y los apretaba suavemente, mientras miraba su vaginita, sus piernas bien abiertas me dejaban ver toda su hermosura, quería devorarla de una vez, le di un beso suave, pero al sentir la humedad de ella en mi boca me descontrole y deslice mi lengua suavemente en medio de ella, el calor que de ella emanaba me enloquecía, con sus piernas bien abiertas me permitía ver su hermoso paisaje, era toda una maravilla lo que estaba ante mis ojos, si quisiera en ese momento ella sería mía, deslice mi lengua en medio de su delicada vagina penetrando un poco mi lengua, quería que sintiera un poco de placer, en ese momento sentí por primera el sabor de sus juguitos y el aroma que de ella salía envolviéndome en un mar de deseos inmanejable.

Papi me estás haciendo sentir cosas ricas, quiero que sigas haciéndolo más por favor.

Debí parar porque de lo contrario terminaría haciendo lo que ella me estaba pidiendo.

Hija no puedo hacerlo más, lo hice para ver si despertaba placer en mí, pero es mejor que te levantes y vayas a tu cuarto, yo voy a levantarme y lavarme.

Quiero que recuerdes que eres una niña con un cuerpo hermoso que me gusta mucho, que tu vagina y el aroma que sale de ella también me encanta, pero sé que más adelante te podré complacer.

Papi está bien no te preocupes yo te entiendo.

Fue un día interminable para mí, por ahora había aplazado lo inevitable, pero la imagen de su cuerpo desnudo sobre la cama y como acariciaba mi pene con su boca, no se borraba de mi mente, fue el comienzo de mi pesadilla, que después les diré como término.

 

La isla de las amazonas nudistas. Parte 2
Desenlace de la pillada de mi hija menor “I” (9)

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