Después de contar la maravillosa historia con mis dos hijas, quiero compartirles algo que me pasó cuando visité la finca de mis suegros.
Mis hijas ya se habían ido de casa y no fue fácil olvidar todos esos hermosos momentos que ellas me regalaron, me entregaron la inocencia de sus cuerpos de niñas.
En uno de esos viajes, conocí a Daniela, era una niña traviesa, hija de la señora que ayudaba con los quehaceres de la finca, además Daniela tenía dos hermanos, una hermana y un hermano, ambos mayores que ella.
Ella estudiaba en la escuela del pueblo y en la tarde cuando terminaban clases, llegaban a la finca con sus hermanos, para luego irse junto con su mamá a su casa, algo que hacían todos los días.
Cuando llegaba de la escuela se ponía a corretear por la casa, a veces jugaba con su otro hermano o simplemente se distraía con las cosas de la casa, como cuando se acostaba en la hamaca o se acostaba sobre una banca que estaba afuera de la casa de la finca.
En aquellas vacaciones de dos semanas, pude compartir un poco con ellos, les llevamos algunas cosas como regalos, ropa y juguetes, algo que les gusto mucho, sobre todo a Daniela, le encantó la ropa que le llevamos y lo supo agradecer, porque por iniciativa de la mamá, le dijo que nos diera las gracias, ella no solo nos dio las gracias, también nos regaló un pequeño abrazo a mi esposa y a mí.
Recuerdo que el día siguiente era sábado, y la mamá la llevó a ella en la mañana, la vi jugueteando un poco y en algunos de esos momentos, ingrese a la cocina por algo y ella estaba allí sola, me quede mirandola y ella me sonrio, luego con mi mano acaricie su rostro y le dije que era muy bonita y salí, ese fue mi primer contacto con ella, me encanto como me sonrío cuando acaricie su rostro, era una sonrisa con un poco de pena, pero se que le agrado.
Me fui para la sala a ver Tv, estaba sentado cuando llegó ella y se sentó al lado a ver también la tv, le dije que si quería ver otra cosa y le pase el control del Tv y ella lo tomó y empezó a buscar el canal que deseaba ver, paró en una película de animales y se quedó viéndola, me pregunto que si me gustaba y le respondí, que no había problema.
Nuevamente aproveche para acariciar su rostro y su cabello, solo que esta vez me demore un poco más, pendiente que nadie nos viera en ese momento y con mis dedos toque suavemente sus labios y luego se los apreté un poco, ella se quedó quieta y soltó una sonrisa, se le notaba que tenía como pena, porque bajó la cabeza, pero yo se la levanté con mis manos y le dije que se veía muy linda y que me encantaba tocar su rostro, sus pequeños labios y su cabello, mientras decía esto, volví a tocar sus labios y uno de mis dedos entro a su boca, ella tan solo me dejo sin decir nada, lo saque suavemente mientras lo deslizaba por sus labios, en ese momento en mi cuerpo se encendió la llama del deseo y quería vivir algo más con ella, pero debía parar por ahora, en cualquier momento podría entrar alguien y darse cuenta, solo que ella se levantó de la silla y salió de la sala hacia la habitación donde se quedaba su mamí cuando no iba para su casa.
Espere un poco porque pensé que se había molestado, luego me levanté para mi habitación, quedaba frente a la donde estaba ella, pero al pasar mire hacia donde ella estaba, la vi recostada sobre la cama apoyada con sus manos y su cuerpo dando la espalda hacia mí, me quedé mirándola un momento con la intención de entrar y decirle algo, pero en ese momento preferí que no y me entre a mi habitación, no cerré la puerta y me acosté bocarriba mirando hacia la puerta para verla pasar.
Tenía una blusa blanca y una faldita a cuadritos, usaba medías cortas blancas con sus zapatos negros, creo que eran los mismos de la escuela. Daniela era una niña que medía como un metro o un poquito más, delgada, de piel blanca, con su cabello que le llegaba hasta la mitad de la cintura y un hermoso rostro, creo que ella tenía 10 años, es lo que les puedo decir por ahora.
Esperé como medía hora y ella no salió, pero en cambio apareció la mamá que nos llamaba para desayunar, yo me levanté y me dirigí al comedor donde ya estaba mi esposa y el resto de la familia.
Me sorprendí porque Daniela ya estaba en la mesa sentada, nunca la vi salir de la habitación, tal vez me distraje un momento y no me di cuenta cuando salió, en fin, me senté al frente de ella y de vez en cuando aprovechaba para mirarla disimuladamente, quería estar pendiente de ella, para ver cómo era su reacción, solo que cuando me veía, sonría con un poco de picardía infantil, eso me tranquilizó, sabía que no estaba molesta y me daba la esperanza de dar mi siguiente paso.
Al terminar nos levantamos de la mesa y con mi esposa nos dirigimos a nuestra habitación, una vez llegamos me dijo que ella iba con su hermano al pueblo para comprar algunas cosas para la casa, que si quería ir o quedarme y en la tarde bajaramos al pueblo, a lo que yo respondí que si, en ese momento pensé en que me quedaría por un buen tiempo en la casa con la mama de Daniela, porque mi cuñado también llevaría a los hijos, una buena noticia pensaba yo, entre menos gente en la casa, tendría más oportunidad de estar cerca de ella y más solos, lo que estaba necesitando y debía aprovechar porque la semana siguiente llegaría el resto de la familia de mi esposa.
Me fui para la banca de afuera de la casa, desde ella se podía ver la carretera que iba para el pueblo, se podía admirar un paisaje maravilloso, como estaba un poco frío, me coloque mi ruana que me cubría hasta mis rodillas, era un buen sitio para descansar, la banca era toda en madera, en el espaldar había espacio entre una tabla y otra, eran tres, el primer espacio quedaba donde uno se sentaba y el segundo quedaba a la altura de mi espalda al sentarme, era muy cómoda y además podían sentarse como 5 personas sin problema; al momento salieron todos para el pueblo y nos quedamos, Daniela la mamá y yo, los tres solos en la casa; Daniela salió con ellos pero luego se quedó sentada a mi lado en la misma banca, algo que me emociono, solo que cuando la mamá salió la llamo y ella corrió para atender su llamado e ingresaron a la casa nuevamente, pero al momento Daniela volvió a salir y empezó a columpiarse en un árbol que quedaba al lado de la banca, mejor dicho, la banca quedaba debajo del árbol que daba sombra.
Empezó a colocar sus pies detrás de la banca y soltaba la risa, pensé que me estaba invitando a jugar, pero yo me hacia el desinteresado, hasta que me tocó con sus pies mi espalda, en ese momento saqué mis manos por detrás de la banca tratando de coger sus pies, lo hacía de esa manera para que pareciera un juego y como mi ruana me cubría, no habría problema si de pronto salía la mamá, así no se daba cuenta de lo que hacía, sin embargo era un riesgo.
Logre coger sus pies y no se los solté por un momento, hasta que ella jalo un poco más fuerte, disimuladamente le dije que jugara más cerca de la banca, porque así ella tenía ventaja y no podía alcanzar a tocar sus pies, pero en lo que pensaba era que si estaba más cerca de mí, podría tocarla un poco más arriba de sus pies, mejor dicho, podría tocar sus piernas y sería como un juego y ella no lo notaría tanto.
Así fue, ella se acercó casi sobre el espaldar de la banca, siempre a mis espaldas, no quería estar frente a ella, para evitar cualquier malentendido, de pronto sentí que sus manos tocaban mi espalda y mi cabeza, yo sacaba mis manos por en medio de la banca y logre coger con mis manos una de sus piernas, ella soltó la risa pero no la solté, sentir esa piel tan suave en mi mano acrecentó el deseo por ella, aproveche y apreté un poco su pierna e intente subir un poco mi mano hasta llegar a sus muslos, entonces ella me soltó con sus manos, eso me dejo preocupado, pense, hasta aqui llego el juego.
Daniela: Me hizo duro, más pasito.
Quedé maravillado, no había problema, solo ella sintió que era un poco fuerte.
Yo: Si cuando colocas tus pies sobre la banca y te quedas quieta un poco, no sentirás que te hago duro, solo me dice cuando quiera que suelte tus pies o las piernas cuando te las coja.
Daniela: Está bien.
Nuevamente hizo lo mismo, en ese momento saqué mis manos hacia atrás como haciendo que las estiraba y pude tomar sus piernas por sus muslos, ella se paró sobre el respaldo de la banca y se sostenía con sus manos que colocó sobre la banca que estaba a la altura de mis hombre, por primera vez la sentí tan cerca y eso me animo, no quite mis manos, aunque era un poco incómodo para mí, por eso con una mano empecé a acariciar su pierna esperando si ella seguía el juego o por el contrario, se bajaba de banca, pero ella se quedó ahí y solo escuchaba su risa.
Yo: Dime porque te da risa, te molesta que te haya cojido con mis manos.
Daniela: Es que me hace cosquillas.
Yo: ¿No quieres que te haga más cosquillas? o ¿Me dejas hacerte un poquito más? qué dices.
Daniela: No sé.
Yo: ¿Eso quiere decir que no quieres jugar más conmigo porque no te gusta que te haga cosquillas?
Daniela: Si quiero jugar más por eso estoy así.
Yo: Yo también quiero jugar contigo más y hacerte muchas cosquillas si me dejas y por favor no te puedes reír tan fuerte porque tu mama sale y se da cuenta y no podemos seguir, te parece y cuando no quieras mas cosquillas me dices que no más bueno.
Daniela: Está bien no me voy a reir duro pero me hace cosquillas pasito.
No dejé que terminara y subí mis dos manos hasta llegar a sus muslos y empecé a apretarlos suavemente con mis dedos, pero no subía más mis manos porque la baranda de la banca me lo impedía, estaba maravillado sintiendo su piel en mis manos, luego empecé a acariciar sus muslos masajeando suavemente, ella seguía con su risa pero no se movía, en ese momento se me ocurrió decirle:
Yo: Daniela dime si te gusta lo que estás sintiendo con mis cosquillas, quiero saber para seguir haciéndolas o decirte algo que se que te gustara mas.
Daniela: Si me gustan las cosquillas porque me hacen reír.
Yo: Colócate detrás de la banca pero coloca tus pies sobre el piso, asi podre hacerte mas cosquillas y te haré reir mas de lo que hasta ahora te has reído, pero no debes hacerlo fuerte para que no se de cuenta tu mama, estoy seguro que te va a gustar mucho.
Daniela: Ya me baje al piso.
Al escuchar esas palabras tan cerca de mí, casi que me lo dijo al oído, ella quedaba prácticamente a mi altura, ahora si podía meter mis manos y acariciarla bien, porque podría abrazar con mis manos su pequeño cuerpo a la altura de su cintura.
Lleve nuevamente mis manos atrás y toque sus rodillas por encima de su vestido, las apreté un poco para ver que hacia ella, al ver que se quedaba quieta y seguía con su risa,metí mis manos por debajo de su vestido y empecé a acariciar sus rodillas, lentamente subí mis manos hasta sus muslos y los apretaba suavemente, mientras mi excitación crecía con locura, eso me incomodaba porque se me notaba un poco por el pantalón corto que tenía, pero no me importo, no veía que su mamá saliera y ella no me decía que parara con mis caricias, con mis manos intente abrir un poco sus piernas, pero ella hacía fuerza para impedirlo.
Yo: Daniela, te gusta mis cosquillas, quiero saber, porque ahora quiero hacerte caricias para hacerte reir mas.
Daniela: Si me gustan las cosquillas, ya le dije, por eso estoy así.
Pase mis manos por detrás de sus muslos, sentir la suavidad de su piel y sus pequeños muslos me enloquecía, sentía en ese momento que no podía controlarme y que lo menos que pensaba era, que ella saliera corriendo y no seguir con el juego, o algo peor, que su mamá saliera y la llamara para que entrara.
La acerque hasta sentir que su cuerpo se pegaba al espaldar de la banca y entonces lleve mis manos hasta su pequeño traserito y se lo apreté un poco fuerte, entonces sentí sus manos sobre las mías, pero ellas las tenía por encima de su falda, entonces le dije:
Yo: Daniela te molesto algo, no quieres que te siga haciendo cosquillas, te dije que te iba hacer caricias que te harán reír más, por eso debes dejar que siga, bueno si quieres, porque entonces mejor no seguimos jugando para que no te sientas mal, que dices.
Sigue «II»