Zoofilia

Sorprendí a mamá …

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Pese a no tener tantas ganas, cuando estaba saliendo de casa para dirigirme al gimnasio me encontré con mamá que regresaba del trabajo:

—Hola, mami …

—Hola, cariño … ¿Vas a entrenar? …

—Sí, ¿y tú que vas a hacer hoy? …

—Primero, necesito una ducha … después, cocinaré algo …

—¡Oh!, bueno …

Le dije y me detuve titubeante en el pasillo mientras ella se quitaba los zapatos y se metía un par de pantuflas para andar por casa.     Se volteó a mirarme:

—¿No quieres ir?

Me preguntó guardando los zapatos en la repisa.

—No … creo que olvide algo …

Dije y también me quité los zapatos para volver a mi habitación.     Me fui a mi cuarto y me senté al borde de mi cama.      Mi corazón se aceleraba.     No había olvidado nada, pero había decidido de cambiar de planes.      Tenía una corazonada con respecto a mi mami.

 

Me quedé atento escuchando los movimientos de mamá, esperaba que fuera a ducharse.     Tendría entonces unos cinco minutos para lograr mi objetivo.    Cuando la sentí que estaba bajo la ducha, salté de mi cama y descalzo me fui a su habitación.     Ella tenía su baño individual, seguramente con el ruido del agua no me sentiría, pero debía actuar con cuidado y rapidez.     Abrí la puerta del vestidor y me fui al cesto de la ropa usada.     Y ahí encima de todo estaba el objeto de mis deseos, la ropa interior de mamá.

 

Así es, mi fetiche favorito son las bragas y sujetador de mamá.      Me encanta olfatear sus calzones y sentir el suave olor de sus senos en esas delicadas copas que ocultan sus magníficas tetas.      Me las había llevado a mi nariz y una a la vez, aspiraba profundamente el olor de ambas prendas.     Mi erección fue salvaje y enorme, rápidamente aferré mi pene y traté de calmarlo.     Por favor no me juzguen, pero para mí es una especie de parafilia inocua.     La ropa interior de mamá me pone caliente.     ¿Serán las feromonas que emite su chocho ansiando una verga que la penetre?      No lo sé, pero mis hormonas se revolucionan sintiendo ese hedor característico de sus bragas.     Las copulinas de mamá son particularmente fuertes y me hacen reaccionar inexorablemente en una potente e instantánea rigidez de mi pene.     Pero a mi verga no le importaba que coño había usado esas bragas, cualquier prenda íntima femenina recién usada hubiese tenido un efecto similar.

 

Absorto a olisquear y a fantasear con esos tesoros frescos y recién usados, no escuché que mamá había salido del baño, solo me di cuenta cuando la sentí que giraba en su cuarto, por fortuna su vestidor es bastante amplio, así qué me escondí esperando una oportunidad para escapar.     Por el momento estaba atrapado en ese pequeño cuarto.     La luz estaba apagada, sigilosamente me acerqué a la puerta entreabierta y vi a mamá desnuda intentando secarse.     Su agraciado cuerpo hizo que mi pene pulsara en mis pantalones de gimnasia.     ¡se veía extraordinariamente rica y caliente!

 

Sus pechos que una vez me alimentaron lucían turgentes y firmes, prominentes y rígidos para una mujer en su cuarta década, no pude evitar de comenzar a masturbarme mirando la beldad que era mi madre.     Viendo a metros de mí, sus redondas nalgas que se movían acompasadamente a su caminar.   De pronto me congelé:

—¡Antonio! … ¿Ya te fuiste? …

Llamó ella en voz alta, me contuve de responder y aguanté mi respiración encerrado en su vestidor.    Al no recibir respuesta, se sentó cómodamente en su cama.

—¡Mejor así! …

Dijo abriendo el cajón de su mesita de noche, la vi que empuñaba un consolador de color anaranjado y medio transparente.     Un zumbido característico lleno la habitación, mamá acomodó sus almohadones y cojines, se tumbo de espalda con la piernas juntas y comenzó a deslizar el artilugio por sus pezones, su vientre y poco a poco lo fue metiendo entre sus piernas.     Cuando sus piernas atraparon estrechamente el consolador, mamá lazo una serie de gemidos y pellizcó una de sus tetas.

 

Esa imagen jamás se me olvidará, su chocho calvo fue penetrado por ese misil puntiagudo a forma de pene, sus gemidos se hicieron notoriamente más audible.    Me masturbé ante esta maravillosa visión, me llevé sus bragas a mi nariz y yo también gemí junto a ella y su cachondez.     Pero eso no fue todo, improvisamente ella levantó su cabeza y llamó:

—¡Blacky! … ¡Ven aquí, amorcito! …

Inmediatamente escuche las patas de nuestro perro corriendo por el pasillo.    El perro de la familia, “Blacky”, que entraba a la habitación.     Contuve la respiración cuando lo vi que se dirigía hacia donde estaba escondido, realmente me asusté, porque el perro sabía que yo estaba allí.

—¡Vamos, Blacky! … ven con mami …

Llamó mi madre, atrayendo la atención hacia ella.     Mamá sacó el vibrador de su coño y Blacky saltó sobre la cama y se metió entre sus piernas.     Ella acarició su cabeza y jugo un poco con él diciéndole:

—¡Bravo! … ¡Buen chico! …

¡Pero que demonios!, pensé.      ¡Mamá estaba dejando que el perro le lama su chocho!

—¡Eso, mi niño! … ¡Lame el coño de mami! …

Blacky comenzó a lamer su conchita de arriba hacia abajo haciendo que mamá dejara caer su cabeza hacia atrás sobre su almohadón, por absurdo que parezca yo continuaba a mirarlos y a pajearme.   Pero había más.

 

A un dado momento mamá alejó a Blacky y rodo sobre su estómago, adoptó la posición a lo perrito y dijo:

—Ahora Blacky … Fóllame … hazme tu perrita, cariño …

No podía dar crédito a lo que escuchaba, ¿mamá le pedía a Blacky de follar su chocho?  El pervertido perro lengüeteaba la conchita de mamá.    Yo desde el guardarropa donde me escondía tenía una vista perfecta de las posaderas de mi madre y de su coño enrojecido y empapado, hasta cuando Blacky se interpuso en la visual y prontamente saltó sobre mí genitora, la aprisionó entre sus zampas y comenzó a dar saltitos tratando de penetrar su chocho, en tanto mamá lo animaba:

—¡Ooohhh! … Ssiii … Ssiii … cariño, Ssiii …

Hasta ahora jamás había presenciado nada parecido, sus gemidos y chillidos eran increíblemente cachondos y yo no podía dejar de jalar mi verga dura como el granito.     Miraba la rosácea hendedura de mamá y el rojo pene de Blacky dentro de ella.     También entre las patas del perro lograba ver los estupendos pechos de mí madre que se balaceaban con los violentos embistes del animal.     Nunca estuve tan celoso de un perro, me hubiera encantado estar en su lugar empujando mi polla dentro el coño de mamá.     Sí, mi propia madre, ya nada importaba.     Si era capaz de follar con Blacky, probablemente no le importaría follar con su hijo, ¿verdad?

 

Podía ver también como del coño de mamá goteaba semen de perro.     Blacky se quedó quieto, al parecer estaba descargando su semilla dentro del chocho de mi madre que gritaba como poseída.    Ella comenzó a restregar su clítoris con cierta vehemencia y al cabo de un rato volvió a estremecerse en otro formidable e intenso orgasmo que la hizo gruñir y bramar, boqueando por recuperar su respiración

—¡Ooohhh! … ¡Ssiii! … que buen chico eres, Blacky … se lo has dado todo a mami …

Escucharla hablándole al perro de como lo había hecho bien, me terminó de convencer de lo cachonda que era mamá.    Que le pidiera a Blacky de correrse dentro de ella y junto a ella me parecía extremadamente caliente.      Mi pija pulsaba y presagiaba una corrida bestial, pero a este punto yo no quería lanzar al aire mi carga de semen, quería hacerlo en el lugar donde Blacky había vertido su lefa canina, el coño de mi madre.     Si él podía, ¿Por qué yo no?

 

En ese momento se sintió un chasquido seco y mamá empujo al perro lejos de ella, luego se detuvo en la posición a lo perrito, con sus tetas que se bamboleaban atrás y adelante, gimiendo aún su goce y respirando en modo jadeante, me preguntaba porqué mamá seguía gimiendo, cuando vi que Blacky se detenía junto a ella con una verga roja descomunal, era mucho más grande que la mía, por eso a hecho gozar tanto a mamá.     El coño de mi madre goteaba todavía lefa de Blacky, ella llamó al perro y lo acomodó tomando la verga gigantesca de él en su mano, la hizo salir por entre las patas traseras del perro y comenzó a devorarla con devoción, al mismo tiempo, con una mano se tocó su clítoris y en cosa de minutos volvió a estremecerse y a gemir su orgasmo.

 

Solté mi propia verga y pensé ¡Suficiente!, reuní todo mi coraje y empujé la puerta del vestidor.    Mamá me sintió y se sobresaltó, rápidamente soltó la polla del perro y trató de limpiar su boca que chorreaba semen canino caliente, ella tragó y tragó mirándome sorprendida:

—¡Oh, mi Dios! … ¿Qué estás haciendo tú aquí? …

A fuerza de parecer un poco patético, me quedé de pie en la habitación con mis pantalones a los tobillos y mi verga dura blandiendo el aire.

—No crees que la pregunta debería ser … ¿Qué estás haciendo TÚ aquí con nuestra mascota? …

Le rebatí desafiante, ella aún asombrada de verme y casi balbuceante, me dijo:

¿Me estabas mirando? … ¿Te masturbaste? … ¿Qué haces con los pantalones abajo? …

Nos habíamos expuestos tanto ella como yo, estábamos frágiles, indefensos y asustados el uno frente al otro, ambos sorprendidos por tan extraña situación, medrosos de sus consecuencias y también calientes por los eventos mismos.

—¿Porqué lo estas haciendo con Blacky? …

—¿Porqué te masturbas mirando a tu madre? …

Ingeniosamente mi madre no respondía nada, solo me contra preguntaba.     Ella trato de cubrir sus carnes desnudas, pero Blacky insistía en querer lamer su coño y ella lo mantenía alejado con ambas manos.      Con una mano sostuvo el collar del perro y con la otra cubrió su coño bañado de esperma, me acerqué ulteriormente y le dije:

—Mamá … Quiero follarte …

—¿Has enloquecido, hijo? … ¡Yo soy tú madre! … No puedo coger contigo … ¡Eso sería incesto! … ¿Sabes lo que es eso? …

En realidad, no me esperaba algo así, asentí en silencio mirando con ojos ávidos de lujuria sus exquisitas formas:

—¿Y tú crees que follar con un perro está bien? …

Mi madre me miró perturbada y trató de explicar lo inexplicable:

—Eso es diferente … ¿Y cómo es que me quieres follar aun así? …

—Porqué todo lo que he visto me tiene con mi verga dura … has hecho que me caliente cómo nunca … te ves hermosa haciéndolo con Blacky …

Mamá me sonrió y comenzó a tomar una actitud diferente, dejo de tratar de cubrirse y volvió a aferrar la verga de Blacky.

—¿Te excitó verme abotonada con Blacky? …

—Sí, madre … me sentí cachondo y me gustó mucho …

—¿Te gusto tanto que quieres follar a tu propia madre? …

—Mami … es lo que más quiero … quiero sentir tu coño bañando mi verga …

Ella abrió sus ojos atónita, sus labios carnosos de separaron en asombro y me preguntó:

—¿Ahora? … ¿Quieres hacerlo ahora? …

Volví a asentir con mi cabeza y agarré significativamente mi verga erecta en mi mano, me subí a la cama.

—¿No te importa que esté llenita con la leche de Blacky? … Él se corrió dentro de mí … ¿Sabes? …

—Por el contrario, mami … te siento más deseable que nunca …

Le dije mientras separaba sus piernas y me colocaba en medio a sus muslos.    Ella miró mi verga a centímetros de su coño maravilloso.     Mamá continuaba con la verga de Blacky en su mano, entonces le dije:

—Y no me importa si sigues chupándosela mientras yo follo tu coño empapado …

Los ojos brillantes de mamá eran la respuesta que yo anhelaba, pero quería escucharlo de su boca, así que pregunté:

—¿Puedo follarte, mamá? …

Mi madre con una sonrisa en su rostro angelical acomodó dos cojines bajo su cabeza y antes de volver a engullir la pija de Blacky, me dijo:

—¿A que esperas? …. Métemela todita …

Inmediatamente mi glande separó sus labios gruesos, inflamados y húmedos.     Mientras empujaba mi pija, la lefa de Blacky rebosaba de su coño caliente.     Se sentía estupendamente bien el coño cálido de mi madre, gemí sintiendo como me envolvían sus carnes rosadas.

—¡Guau! … casi había olvidado como se siente un verga humana …

—¿Cómo es eso? … ¿Mejor o peor? …

Le dije tratando de morder sus pezones endurecidos.

—Es diferente …

Respondió mamá dejando de chupar la verga del perro y pasando su lengua por sus labios rojos, la miré a los ojos hundiendo mi pija en lo profundo de su concha y le pregunté:

—¿Cada cuanto tiempo lo haces con Blacky, mamá? …

Me miró con timidez y sin dejar de sonreír, me respondió:

—Casi todos los días …

Le di varias clavadas enérgicas y profundas haciéndola gemir y contorsionar su pelvis contra mi polla:

—¡Caliente! … Eres caliente, mamá … ¿Podemos hacerlos los tres de ahora en adelante? …

Le pregunté esperanzado y deseoso de ser parte de la diversión preferida de mamá.

—Por supuesto, hijo … una polla más es siempre bienvenida …

Levante sus longilíneas piernas y las puse sobre mis hombros para adentrarme más en ella.    Entonces la folle con todas mis fuerzas haciéndola gemir y soltar la verga de Blacky moviendo su cabeza de lado a lado:

—¿Te gusta así, mami? … ¿Soy un buen chico también yo? …

—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii! … eres el mejor …

Pensé que esto era un punto para mí, ya que mi verga no podía competir con la gigantesca polla de Blacky.    Aferré sus pantorrillas y se lo di con todo, mamá encorvó sus espalda y se corrió gimiendo y gritando sin soltar la pija de nuestro perro.     Con sus rostro sudoroso y sus tetas bamboleando en su pecho, mamá me miró diciendo:

—¡Guau! … ¡Que bien que se siente! …

De nuevo ella se acomodó, tiró de la polla de Blacky y siguió chupándosela.     Era magnifico estar con mamá así.     Los sonidos de chupeteo que hacía, sus gemidos y lo rico que se sentía su coño me volvieron loco:

—¡Ooohhh!, mami! … ¡Que rico es follarte! …

Le dije hundiendo con fuerza mi pija en ella, mamá algo hizo con los músculos de su vagina, que aprisionaron mi verga en su interior, comenzando a ordeñar mi pene, era imposible resistir tanta estimulación.     Miré su coño que todavía rezumaba semen de Blacky.      Sus labios cerrados en torno a la gruesa pija del perro, el semen canino que se desbordaba por la comisura de su boca y escurría por su cuello:

—¡Mami! … ¿Puedo correrme dentro de ti, al igual que Blacky? …

Le pregunté jadeando y al extremo de explotar en ella.     Mama se quitó la verga del perro de su boca y me respondió:

—¡Oh! … podrías dejarme embarazada … ¿Sabes? …

Nos miramos a los ojos por un momento, mi pene en lo profundo de su vagina y al punto de explotar dentro de ella.     Embarazar a mi propia madre.     Me pareció genial la idea.

—Entonces … ¿Puedo o no? …

Le pregunté impaciente y deseoso ya de terminar.     Ella se detuvo y me miro profundamente a los ojos, lanzo un gemido y dijo:

—Solo si pretendes embarazar a tu propia madre …

Eso definitivamente no fue un “no”, así que separé sus piernas y me deje caer sobre sus senos y la comencé a follar rápida y profundamente, ella soltó la verga de Blacky, me abrazó con piernas y brazos gimiendo en modo audible:

—¡Oh, Dios! … es eso lo que quieres … ¿Tú lo quieres? … ¡Oh, sí que lo quieres! …

Mamá gemía y me apretaba contra sus tetas, sus uñas se enterraron en mi espalda, gemía y hablaba y se contorsionaba bajo de mi:

—¡Oh, hijo! … ¡Sí! … córrete dentro de mí … embaraza a mami …

Gemimos yo y ella, mamá se apretaba contra mi pecho y movía su pelvis en una danza de goce y lujuria, no pude contenerme y ríos de semen salieron de mi verga portando vida dentro de su coño, me corrí a mares, era una eyaculación que no cesaba y mis sensaciones eran del todo demenciales, estaba llenando el chocho que me dio la vida inyectándola con más vida todavía.

—¡Oooohhhh! … ¡Dios mío! … ¡Es increíble! … ¡Me quieres embarazada! …

Y yo saqué mi polla sintiendo las últimas contracciones de su coño, me deslicé a su lado y bese sus labios encendidos, los mismos que se habían cerrado en torno a la gruesa verga de Blacky y chupaban ávidamente.     Inmediatamente vi que el perro se metía entre sus piernas a lengüetear mi esperma fresco directamente de la conchita de mamá, ella lo miro exhausta y lo dejo hacer gimiendo al sentir como el perro la penetraba con su lengua voraz.

 

Se giro a mirarme, puso su mano en mi vientre y acaricio mi polla mojada y semi erecta:

Y si realmente me dejas embarazada … ¿Qué haremos? …

—Pues si es un niño … tendrás una pija más para coger …

—¿Y si es una niña? …

—Bueno … en ese caso … espero que sea caliente como su madre …

Nos echamos a reír a carcajadas, luego ella agregó:

—¡Estás loco! … ¿Lo sabias? … Me has follado como has querido … ahora viene mi turno … espera que tu cosa se ponga dura de nuevo … ya veras …

—¡Oh!, mami … eres la mejor mamá del mundo …

La abracé y la bese, con su hábil mano, no pasaron cinco minutos y mi verga estaba dura como el acero otra vez.     Mamá me empujo dulcemente sobre las sabanas y ella monto mi verga.    Cerré mis ojos, nos abrazamos y nos besamos apasionadamente.    Improvisamente sentí unas patas sobre mis piernas, era Blacky que había montado a mamá y saltaba tratando de encontrar su ojete.     Traté de empujarlo, pero mamá me detuvo:

—¡Déjalo! … ¡Nunca he tenido dos vergas dentro de mí! …

 

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Los amo a los dos.
En algún lugar cerca de Iquique. - Novena parte.

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