Heterosexual

¡Un polvo, por caridad!

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Dominación | Fantasías | Humor

Relato por ALEZZ784

Estilo corregido (con muuucho trabajo) por Stregoika

A Eutimio terminó obsequiádole un polvo por caridad.

Éramos la familia Yunka y estábamos compuestos por diez hermanos junto con Papá y Mamá, que eran mayores, siendo Papa un viejo de 69 años llamado Eustacio, dedicado al campo por lo que era el mayordomo de la finca El Oasis. Allá llegarían unos nuevos patrones en los próximos días, pero mi padre tenía su lado oscuro al haber pertenecido a grupos armados en el pasado por lo que su carácter era rudo y no le ponía corazón a nada, al igual que mamá, una señora llamada Yala, de raíces indígenas, con 69 años también. Ella se dedicó a criarnos y a las labores propias del campo. Eutimio el consentido de la casa con 47 años, pero que tenía un retardo mental por lo que muchas de sus actitudes era como de niño y a veces era difícil de lidiar por su carácter caprichoso que lo dificultaba aún más con su 1. 80cm de estatura, permitiéndole tener también una gran fuerza. Sin embargo mi mamá lo consentía mucho, casi hasta malcriarlo. Y por último venía yo, quien se podía decir que era el último polvo del viejo Eustacio y me llamaron Vicente pero me decían “El toro”. Por mi gran tamaño y piel morena parecía de 28 pero tenía apenas 17 años a dos meses de cumplir mi mayoría de edad. Me dedicaba ser cotero, es decir carguero de bultos en la plaza de mercado, o lo que fuera.

Referente a los nuevos patrones de la finca, debo decir que no eran personas corrientes, ni tampoco pudientes como los anteriores pero si eran particulares por que era una pareja perteneciente a ese grupo de celebridad, o como dijo mamá son unos cari-bonitos de la televisión, y en realidad sí, la patrona por lo menos se robaba el Show: Era una rubia de ojos claros, menudita y bajita ella, de nombre Cristina con unos 1,68cm y medidas 90-60-90 que describo con exactitud porque hice la tarea verificando en Wikipedia, deteniéndome en su currículo como empresaria y modelo de ropa interior de su empresa donde ella era la imagen principal de sus catálogos en lencería.

Sus fotos eran bastante vigorizantes. Pero más allá de esto eran personas amables por lo que al principio no había dificultades más aun cuando ellos solo venían los fines de semana y festivos donde afortunadamente no llegaban con muchos invitados solo esporádicamente sus dos hijos ya grandes solo algo mayores que yo, pero como indique anteriormente, físicamente parecía mayor yo que ellos, por lo que se dio cierta confraternidad entre familias tanto así que compartíamos almuerzos como juegos, guardando eso sí la distancia como trabajadores de ellos. También estaban su dos perros “Un terranova y pitbull” que increíblemente parecían en un estatus mayor al nuestro pero trataba de no darle importancia a eso. El problema surgió cuando noté que mis hormonas se alborotaban cada vez que veía a la Sra. Cristina que por el clima cálido ella siempre estaba vestida con unos shorts, falditas o vestidos bastante vaporosos y sexys que por lo general dejaban ver sus esbelta silueta y atributos entre los que estaba sus piernas carnosas y contorneadas, “Todo un par de perniles” pero lo que realmente me perturbaba era ver sus enormes caderas que no solo la componía de una gran cola sino su pelvis era una zona V perfecta que sugería una entrada no solo amplia sino confortable, sus pechos de buen relieve y proporcionales a su cuerpo menudo. Por lo que me estaba robando el sueño la Sra.Cristina, aunque en mis pensamientos le llamaba Criss o Cristinita y en mis fantasias eróticas no la baja de ramera, vagabunda, zorra, etc…

Fue entonces cuando decidí comprar unos binóculos para espiarla desde el rancho de mis padres o del algún palo de mangos cercano a la finca y ¡oh sorpresa! Me estaba perdiendo el mejor de los espectáculos cuando a través de mis binóculos pude observar a Criss con un vestido de baño de dos piezas que me permitió no solo detallar con lupa su escultural cuerpo y recorrerlo con los binóculos deteniéndome en todos sus atributos y partes íntimas que me tuve que masturbar ahí subido en el árbol. Era toda una diosa Afrodita y de ahí en adelante se me volvió rutina verla en la piscina con sus diferentes trajes de baño que terminé memorizando cada uno de ellos y, aunque todos le quedaban exquisitos, ya tenía mis favoritos con los que alimentaba mis fantasías y sueños eróticos. Uno de ellos era, el simple hecho que su tanga la sostenían dos cordones de cada lado, lo que me sugerían que era fácil de quitar con solo jalarlos. Y el otro, por un vestido de baño con el que me gustaba verla. Era uno de dos piezas estampado de flores de colores suaves predominando el azul aguamarina, que no sé porque me invitaba a enfocarme en su vagina. Esos dos trajes de baño no solo me excitaban sino me hacían abrir el apetito. Apetito que me resultaba difícil calmar en especial cuando estaba laborando, pues me costaba concentrarme más cuando me distraía frecuentemente con mi teléfono móvil y no precisamente mirando las redes sociales sino fotos que había descargado de Criss. Y es me tocaba porque tenía que esperar toda una semana para verla en vivo. Y ¡estando en esas! Mirando fotos en la plaza de mercado me pillaron unos compañeros coteros, también los cuales no perdieron oportunidad para burlarse de mi diciéndome “¡No parcero! Lo que necesita es ir a donde las putas” “¿Si ve como no ha vuelto acompañarnos los fines de semana?” Comentario que no me importó, realmente era mucho mejor ver a Criss por lo que me picaron la legua y muy presumido les conté, que la patrona de la finca donde trabajan mis padres era Cristina, la de las fotos y, por supuesto, no me creyeron ahí si me tacharon de loco. Pero yo seguí insistiendo petulantemente hasta que me pidieron pruebas por lo que aproveché la oportunidad y les pedí una invitada de cerveza en compensación de llevarlos a ver a Criss el fin de semana, lo cual aceptaron sin recelo pero aun incrédulos.

Para cuando llegó el Sábado, llegaron mis tres compañeros alrededor de las 10:00 a.m. en el palo de mango cerca de la casa de mis viejos y de la finca de Criss, donde solo fue cuestión de esperar pero mis amigos desesperados y aburridos comenzaron a recriminarme diciéndome “Mentiroso, marica hacernos perder tiempo así” ”Estamos como maricas chupando sol, como culi-cagados maricas!” Y de repente salió Criss pacificando el ambiente y logrando que cada uno, que había traído sus propios binóculos, se concentrara en morbosiar a Criss a la distancia. Aquello originó más de un comentario, más cuando nos desfiló por el jardín con uno de los trajes de baño que más me gustaba: El negro destapado de dos piezas con sus dos cordones que le sostenían su tanga, provocando entonces el antojo de todos; “Que cosa más deliciosa” “Miren esa colota como para levantarla apunta de verga” “Marica y uno pagando por putas baratas, si con ella uno pude hacer de todo” y añadí; “Sí, Criss podría prestar múltiples servicios sexuales”. Ahí nos quedamos cerca de 2 horas hasta cuando entré a la casa y yo cobré mis cervezas que mis amigos no les costó pagar, es más, me rogaron por invitarlos una vez más por lo que bromeando les contesté que tocaba ahora pagar unos $20 dólares por cabeza y sorprendentemente aceptaron por lo que seguí la corriente y, al día siguiente, muy puntuales llegaron no solo mis tres amigos sino venían también dos hermanos de ellos. O sea, eran cinco cabezas. Me representaban $100 dólares, lo que me ganaba por cargar bultos toda la semana y nuevamente el Show se lo robó Criss cuando salió con su traje de baño igual muy sugestivo provocando más de una masturbada. Pero me toco advertir que me tenían que guardar prudencia o si no se nos acaba la fiesta, lo cual era lógico y fue un plan de grupo por un par de fines de semana.

Al pasar los días mi mamá me pidió un favor algo incómodo pero que entendí cuando me lo explico
—Mijo hablé con su padre y tengo que pedirle un favor.
—Dígame mamá.
—Su hermano Eutimio últimamente tiene episodios frecuentes de querer masturbarse y como entenderá, pues por su condición necesita calmar esa ansiedad, y yo pensaba que tal vez tenga una revista o algo así para que se distrajera el niño, pero nada de prostitutas como dice su padre ¡No quiero eso!
—Ok madre, entiendo su punto voy a ver entonces que revista le consigo.
Y ese mismo día le conseguí unas revistas de mujeres desnudas las cuales le entregué a Eutimio, que instintivamente se excitó y de igual forma comenzó a masturbarse para satisfacerse, lo que le permitió darle más placer a su existencia y ¡que placer1 porque Eutimio realizaba unos ruidos de satisfacción que parecían de hombre cavernícola que llegaban asustar pero demostraba el éxito de las revistas. Tanto que a los poco días se acercó para pedirme más fotos de una de las mujeres de la revista que le había gustado, convirtiéndose en su favorita a la cual llamo Monañeca y coincidencialmente era rubia, por lo que se me ocurrió imprimir unas fotos de Criss que había descargado de internet para ver la reacción de Eutimio, y en efecto le fascinaron las fotos en ropa interior de Criss aunque me comenzó a pedir que fueran sin ropa, pero eso sí me quedaba complicado. Tuve, no obstante, una idea: Le presté los binóculos para ver a Criss en vestido de baño en vivo y eso le encantó. Pasaba horas espiando la finca de Criss, inclusive los días de la semana cuando le había explicado que no iba estar Criss en el horizonte, pero su obsesión por ella día a día estaba creciendo hasta la llamó «mi Monañeca», que se refería a muñeca mona. Además frecuentemente se masturbaba, hasta que mi madre descubrió las fotos de Criss y al querer tomárselas se alteró muchísimo por lo que mi madre terminó recriminándome:
—¿Cómo Vicente fuiste a provocar a tu hermano con la Sra. Cristina? ¿No ves que es nuestra patrona?
—Pero mamá, a Eutimio le gustan las rubias y la Sra. Cristina es rubia y ¡esta buena!
—No es un chiste, Vicente, mira cómo está de obsesionado con la Sra. Cristina.
—Madre, tranquila. Esa mujer alborota a más de uno, y lo importante es que no se encuentren. —¡Será, Vicente, hacerte caso! Por lo menos veo feliz a Eutimio Sí, dejemos que tenga una ilusión.

Y de ahí en adelante las cosas no cambiaron mucho hasta que un día Eutimio de repente salió corriendo y gritando: «Llegó Monañeca, LLEGÓ Monañeca» y de inmediato reaccionamos. Eutimio iba rapidísimo hacia la finca donde estaba Criss. Menos mal, con ayuda de mis hermanos que por fortuna estaba allí, logramos contener a Eutimio. Pero se nos generó un problema: Ya no podíamos dejar salir más a Eutimio, lo que provocó un encierro en su cuarto permanente para evitar que Eutimio agrediera a la patrona, lo que hizo insoportable la convivencia en la casa, en especial para mis padres, que tenían que lidiar con las pataletas de Eutimio, queriendo salir y ver su Monañeca. Mi Padre pretendía darle una burrita para calmarlo pero mi madre se negaba rotundamente y mucho menos contratarle una Prostituta, por lo que las cosas se pusieron muy tensas en casa.

A los pocos días me llamó mi madre, algo sobresaltada, haciéndome ir personalmente para decirme:
—Vicente, veo a Eutimio muy infeliz encerrado y desesperado, tengo qué ayudarlo.
—Y ¿qué quieres que hagamos por él?
—Vicente, se me metió una idea a la cabeza, terrible pero es la única forma de darle felicidad a Eutimio.
—Dígame madre ¿en qué le ayudo?
—Vicente, resulta que la Sra. Cristina me ha confiado varios secretos, cosas de las cuales tengo pruebas porque al arreglar la finca, encontré documentos que las soportan, los cuales me robé.
—¿Qué secretos? Madre ¿De qué habla?
—Eso no importa, Vicente. Lo que realmente necesita saber es que pienso chantajear a la Sra. Cristina.
—Y ¿para conseguir qué?
—Es algo terrible, pero por el bien Eutimio vale la pena. Voy exigirle que se preste a Eutimio.
—¿Cómo? Madre ¿Que la patrona Cristina acceda a tener relaciones con Eutimio?
—Sí, es eso exactamente, sería como un acto de caridad.
—“Un acto de caridad”, pero yo me apunto entonces también.
Y recibí mi cachetada, aclarándome firmemente:
—Vicente, esto es serio e importante, tanto para su hermano como para mí. Lo  que quiero es que me ayude para que prepare a Eutimio para que no le haga daño a la Sra. Cristina.
—Bueno madre, cuente conmigo y ¿que día piensa?
—El próximo fin de semana.
—Listo madre, Eutimio estará listo.

Y esa misma noche me puse en la tarea de preparar a Eutimio, lo cual tenía un tinte de placer morboso por lo que empecé por mostrarle unas lindas películas porno donde había rubias para captar su atención completamente y explicarle a profundidad como un macho tiene sexo con una hembra detallando como se debe penetrar utilizando su miembro que por cierto no era despreciable, pues en oportunidades anteriores al verlo masturbar pude observar que su miembro en reposo es grande pero en erección es monumentalmente grueso por lo que esa parte no me preocupaba. Mi hermano Eutimio tenía una verga virgen con qué responderle a su Monañeca. Entonces seguí con mi enseñanza y, sin pudor, con todo tipo de películas XXX de sexo brutal donde había cualquier cantidad de vejámenes. Y Eutimio: como si viera dibujitos animados, muy entusiasmado y todo esto explicándole que le podía hacer a su Monañeca lo cual parecía entenderme porque me aplaudía diciendo: «Sí, rico, con mi Monañeca».

Y llegó el fin de semana. Muy temprano, mi madre me dió instrucciones:
—Vicente, necesito que compres un calmante para Eutimio, también consígueme un condón y arréglalo lo más bonito que puedas mientras yo hablo con Sra. Cristina.
—De acuerdo, madre —le indiqué.
Sin esperar que yo hiciera unos pequeños cambios para divertirme un poco y alimentar mi morbo, lo primero que cambié, fue que compré los dos Condones lo cuales manipulé discretamente de tal forma que se rompieran en el uso. Luego no compré calmantes sino Viagra lo cual garantizaba una muy buena diversión y, para concluir, a mi hermano Eutimio ni lo bañé. Es más, solo lo dejé con una pantaloleta y una camiseta sin interiores.

Para las dos de la tarde, después de que Eutimio había almorzado llegó mi madre junto con Criss, que se veía muy afligida. Sin embargo la saludé, pero ella solo se limitó a preguntar:
—Y tú ¿qué haces aquí?
Mi madre tomó la vocería:
—Sra. Cristina, no se inquiete, él sabe porque estaba preparando a Eutimio.
Y añadió tratado de consolarla:
—Sra. Cristina, excúseme, pero por caridad, ayúdele a mi hijo, solo es un momento.
Para ese instante, a mí poco o nada me importaba lo que pensaba o sentía Criss. Solo estaba desvistiéndola mentalmente, tenía puesto un Short de jean que contorneaba sus grandes caderas y una camiseta blanca con rayas que le llegaba un poco debajo de la cintura y tenía su cabello rubio suelto. En ese momento, Criss, con asombro vi que solo reparó diciendo:
—Solo un minuto y con condón.
Mi madre respondió:
—Como diga Sra. Cristina.
Y Criss preguntó:
—Y ¿dónde está su hijo?
Entonces yo guié a Criss hacia la pieza de Eutimio y lentamente abrí la puerta. Eutimio estaba concentrado, mirando por la ventana con los binóculos y no se percató que habíamos entrado. El rostro de Criss cambió. Era evidente que no imaginaba un hombre de 47 años casi dejado y raro, por lo que retrocedió inmediatamente negándose a hacerlo, pero mi madre la detuvo advirtiéndole de buena forma:
—Sra Cristina, hágalo por su familia.
Eso bastó para que Criss terminara por acceder, pero agregó:
—Déjenme a solas con él, entonces.
Pero mi madre la contrapeló y le dijo:
—Sra. Cristina, como es una experiencia nueva, por su integridad es mejor que él esté con usted. Además, Vicente sabe llevar muy bien a su hermano.
Ahí me di cuenta que no era único que cambiaba las cosas porque yo iba estar para hacerle contrapeso a la fuerza y tamaño de Eutimio, si se salía de control. Pero bueno, la suerte estaba hechada y llamé a Eutimio:
—Hermano, mira quién está aquí, la Monañeca.
Inmediatamente, el rostro de Eutimio mostró su júbilo al verla, parándose rápidamente para alcanzarla pero Criss se asustó y se puso detrás de mi madre. Entonces traté de calmar a Eutimio, sentándolo al borde de la cama. Escuché a mi madre:
—Salgamos de esto. Prepara a Eutimio.
Entonces le di una pastilla de viagra, aunque no la necesitaba porque al quitarle la pantaloneta, vi que Eutimio tenía una erección enorme, que hizo que Criss no solo reflejara su angustia sino que preguntara:
—¿Qué es eso?
Era evidente que se asustó con semejante animalote que aún no está en su apogeo. Entonces le puse el condón roto y le dije al oído a Eutimio:
—Tranquilo, tranquilo acuérdate tienes que esperar a entrar para castigar a la Monañeca.
Y con algo de agrado me dirigí a donde Criss para decirle:
—Sra Cristina, es el momento. Está calmado solo un minuto.
Ella entonces le preguntó a mi madre:
—¿Por qué no me presto así vestida?
Mi madre aflojó respondiéndole:
—Sí, mi Señora, perdóneme.
Entonces yo me decepcioné un poco, pero aun había acto y ella, aún aterrada, se sentó lentamente en las piernas de Eutimio, que imperioso la abrazó muy fuerte y sonriente dijo:
—Mi Monañeca quiere amor.
Yo, maquiavélicamente le respondí:
—Sí, Eutimio, dale amor.
Entonces Criss se alteró tratando de zafarse de los brazos de Eutimio y empezó a gritar
—¡YA SUFICIENTE, DÍGALE QUE ME SUELTE!
Eutimio, pesando que era un juego decía:
—Yo quiero entrar, yo quiero entrar.
Mi madre me ordena:
—Vicente, para esto antes que sea tarde.
Pero yo me acerqué y le dije:
—Madre, piense en Eutimio. Si queremos que tenga paz es mejor que se satisfaga y desfogue esas ganas de una vez.
Entonces me dijo:
—Bueno Vicente, pero no puede ver esto, y no deje que se salga de control.
Se retiró del cuarto mi madre a pesar que Criss, muy asustada, le suplicó que no. Pero entonces solo quedamos con Eutimio, que tenía aprisionada contra su regazo a Criss, y ya estaba tratando de quitarle el short. Era evidente que sabía para donde iba, por lo que intervine diciéndole a Criss:
—Criss, es mejor que Eutimio te penetre para que se calme solo es un segundo.
Comencé a quitarle el short de jean a Criss, contra su voluntad, dejándola con unas bragas negras con encaje que Eutimio ya pudo arrancar fácilmente mientras le quitaba la camiseta a Criss. En ese momento dejé que Eutimio se apoderara de la situación y yo aproveché para sacar mi teléfono móvil y grabar un video propio para comercializar en un portal porno. Justo a tiempo, porque Eutimio, ansioso y con la verga completamente erguida e hinchada como un mástil, comenzó a zarandearla de arriba abajo buscando la entrada de Criss, que forcejeaba con él, pero Eutimio encontró la entrada y su inmensa verga la clavó dentro de Criss sacándole un grito poderoso, y también dejándola pasmada por unos segundos sin reacción mientras que Eutimio vociferaba:
—¡Entré, entré! ¿Castigo, castigo?
Y desperté la bestia cuando le dije a Eutimio:
—¡Entraste Eutimio, entonces ¡castígala, castígala hermano!
Con brutalidad, mi hermano comenzó a empujar su verga dentro Criss al tiempo que, eufórico, exclamaba ruidos graves y fuertes como rugidos, mientras que Criss trataba de reaccionar e intentó combatir. Pero intervine indicándole a mi hermano que se parara lo cual hizo caso Eutimio y sin esfuerzo se puso de pie con Criss, haciendo que ella quedara empalada como ave, tiesa en la varilla del asador. Eutimio, aún muy excitado, tomaba de la cintura a Criss, reacomodándola en su miembro como si fuera una muñeca, mientras que Criss solo movía sus piernas, que estaban en el aire tratando de bajarse. Al contrario, Criss, solo se ensartaba más en la verga de Eutimio.
Para ese momento, yo estaba extasiado con la escena pero también, sorprendido con la intensidad y duración de la erección de mi hermano, pues ya llevábamos varios minutos. Eutimio se veía vigorozo mientras Criss se observaba ensimismada tras la embestida, muestra de que estaba cediendo, por lo que le sugerí a Eutimio que recostara boca abajo a Criss sobre una mesa, para consumar el acto, de lo cual hizo caso mi hermano y, bruscamente, la tiró sobre la mes,a tanto que le dije cínicamente a mi hermano:
—Cuidado con la Monañeca, y la dañas.
Pero él solo derrochaba energía en Criss que, vencida, dejó de luchar y sólo suplicaba, ahogada por el empuje que ejercía Eutimio:
—¡Basta, ya no más!
Entró mi madre con autoridad y fuertemente me gritó:
—¡VICENTE! ¡Ya para a tu hermano!
Pero cuando traté de retirar a Eutimio con fuerza de encima de Criss, este no la liberaba, parecía que la verga se había trabado en la vagina de Criss. Por ello mi madre, alterada, me decía:
—¡Quítalo, quítalo!
Pero yo le contestaba:
—Mamá: ¡Están atorados! Es mejor dejar que se derrame para que se deshinche el pene.
En ese momento observé que Criss dejó de gritar por gemir agudamente, lo que me permitió reiterarme en mi opinión. Terminó eso por convencer a mamá y con una sola palabra:
—Esperemos.
Dejó que Eutimio concluyera y literalmente derramara todas sus ganas en esperma dentro de Criss, desgonzándose en la espalda de ella. Entonces en ese momento mi madre me dice:
—El niño terminó. ¡Quítaselo!
Forzando un poco a Eutimio le dije:
—Listo, ya acabaste, le diste mucho amor…
Fue sacando su verga húmeda del interior de Criss que, abatida, quedaba sobre la mesa inmóvil. Estaba impregnada de sudor de Eutimio por todo su cuerpo, pero además fue evidente que el condón no funcionó porque le escurrían fluidos entre las piernas que no podía ser otra cosa que semen, por lo que mi madre se preocupó y me preguntó:
—Vicente ¿y el Condón?
Yo, que sabía que había pasado, haciéndome el pendejo dije:
—No sé ¡al parecer se rompió!
Entonces mi madre dijo:
—¡Mierda, Vicente! Mejor llévate a Eutimio que yo me encargo de la Sra Cristina.
Y nos retiramos.
Para ese momento, Eutimio lo único que dijo fue «Agua». Estaba muy sediento, era evidente que su trabajo fue bárbaro y estaba Feliz. No hacía más que repetir: «Eutimio dio amor a Monañeca, Eutimio dio amor a Monañeca». Yo, en cambio, estaba por un lado contento por ver como mi hermano dominó a Criss, pero por otro lado tenía una envidia de no haber tenido ese chance con ella. Pero bueno, tenía el video, en el cual pude grabar una muy buena parte, quedando pendiente solo el final por la intervención de mi madre, pero que quedó grabada en mi mente tanto que le gaste una masturbada esa noche con la que me tocó conformarme.

A la mañana siguiente, alcancé a pensar que había sido un sueño, sino es porque entra violentamente mi madre muy angustiada por lo que había pasado. Traté de tranquilizarla con su lado flaco:
—¡Madre! Eutimio es un hombre nuevo, y estaba feliz eso es lo más importante.
Eso la calmó un poco, pero lanzó un interrogante:
—Y ¿si la Sra. Cristina está preñada?
—Seré tío.
Le respondí jocosamente, pero a mi madre no le gustó el chiste. Le pregunté por la Sra. Cristina y ella me contó:
—Vicente: Al rato que ustedes se fueron traté de ayudar a la Sra. Cristina, de arreglarla y limpiarla, pero ella después de un rato se recompuso y se negó. Es mas, dijo que no quería saber más de nosotros.
Lo que me dejó pensando, pero me surgió otra inquietud la cual le manifesté:
—Madre ¿y cuál era el secreto que hizo que la Sra. Cristina se prestara para esto?
Ella enérgicamente me respondió:
—Vicente, aquí termina el tema. Todo lo que paso será nuestro secreto y hay que olvidarlo.
Entonces miré mi teléfono móvil y pensé mentalmente «Ese video no me dejara olvidar».

Solo habían pasado unas dos semanas y aunque dicen que todo pasa con el tiempo, en mi caso, cada día que pasaba me estaba enloqueciendo. Perdía mucho tiempo masturbándome, pensado siempre en Criss, tanto que pasaban días sin ir a trabajar y mi carácter se había vuelto tosco y agresivo, sobre todo cuando dejé de ver a Criss; porque mi madre decidió renunciar e irnos para otro pueblo lo más retirado para no tener problemas con Eutimio ni con la Sra. Cristina. Por eso empecé a tomar y a embriagarme muy frecuentemente para tratar de olvidar, pero ver el video me llenaba de ganas por estar con Criss y entonces no resistí más. Tome unos pocos ahorros y me fui a ver a Criss, obviamente no le dije nada a mis padres. Solo fui a despedirme de Eutimio el cual no sé cómo hizo para adivinar y me preguntó
—¿Vas a ver a Monañeca?
Atónito le respondí:
—Sí.
Le pregunté:
—¿Me prestas a Monañeca?
Eutimio me respondió, como un leve silencio previo:
—¡Bueno, dale amor.
Sorprendido, le respondí:
—Gracias, hermano.
Pero Eutimio me hizo una recomendación:
—Hermano, a Monañeca entras y castigas.
Me sonreí marchándome.

Hasta ese momento lo único que quería era verla desde el palo de magos con mis binóculos, para lo cual tenía que pedir permiso a los nuevos mayordomos o escabullirme entre los cercados. Terminé optando por la segunda opción, lo cual no fue problema sino es por los perros del mayordomo nuevo, que me delataron a los segundos de haber llegado al palo de mangos y obviamente llegó un hombre con una escopeta que me apuntaba diciendo:
—Baje de ahí joven ¿que busca?
A lo cual hice caso y le respondí:
—Tranquilo, viejo. Solo quiero un mango y me llamo Vicente. Mis padres eran los antiguos mayordomos.
El viejo, por lo menos dejó de apuntarme diciéndome:
—Joven, no debería entrar así, podía haber pedido permiso.
A lo que le contesté:
—Sí, tiene razón, discúlpeme.
Y el viejo terminó invitándome una cerveza en el que era mi rancho, lo cual acepté. Esa cerveza terminó en varias cervezas, tras lo que comprendí la amabilidad del viejo porque estaba él sólo como trabajador en la Finca y tenía unos 66 años, de nombre Rogelio, y aspecto escuálido y bajito por no decir que si no fuera por la escopeta, completamente inofensivo. Pero pasadas unas horas donde los tragos nos desinhibieron, Don Rogelio terminó mostrando su lado lujurioso, en el que me decía que desde que había aceptado el trabajo no había podido ir a donde las putas y le hacía mucha falta lo cual aproveché para indagarle por Criss y encaminarlo por ese rumbo en la conversación. Entonces le pregunté directamente:
—Don Rogelio ¿y la patrona como le parece?
Inmediatamente, la testosterona salió a relucir en su respuesta:
—Uhy, sí; esa sí es mucha hembra, y en este Oasis —rió.
Y por supuesto, la respuesta no solo me dio risa sino me confirmó que no le era indiferente Criss. Entonces me lancé a contarle:
—Don Rogelio ¿pude creer que esa hembrita se la almorzó mi hermano retardado?
A lo que me contestó totalmente incrédulo:
—Joven ¡no hable mierda!
Entonces le mostré el video, el cual vio muy atento y reconoció no solo a Criss sino el rancho y su cuarto, por lo que exclamo:
—¡Uff, su hermano putió a la Sra. Cristina!
Le contesté:
—Aunque las putas cobran, la vagabunda de Criss dio fue un polvo de caridad.
Entonces le dije que al día siguiente, Domingo, hacia la media mañana, de pronto la podíamos espiar a Criss, desde el palo de mango , de lo cual él me secundo la idea. Al día siguiente, casi sin haber descansado bien y aún con resaca, hacia las 10:00 a.m., nos encontramos subidos en el palo de mango esperando la salida de Criss, que como una diosa apareció de repente en su traje de baño el cual era uno de mis favoritos. El estampado de flores de color aguamarina, lo que me hizo perder la razón y dejarme llevar por el instinto y exclamé en voz alta:
—¡Esa Ramera de Criss tiene que dar un polvo más de caridad!
Don Rogelio me respondió;
—¡Que sean dos!
Entonces, poseídos por la lujuria le dije:
—Don Rogelio, llámela y dígale que si puede venir urgente al rancho, que encontró unos documentos privados de ella.
Don Rogelio fué a hacerlo, con el fin de llevarla al rancho. Mientras tanto, mandé un mensaje a mis ex compañeros de la plaza de mercado: «Finca El Oasis, traer viagra y bebidas energizantes para festín con Criss. No es broma, se respeta orden de llegada ¡ya!»
Estando en el rancho, observo que Criss se acercaba aún con su vestido de baño que cubría con un simple pareo, junto con Don Rogelio y los perros de Criss. Luego se detuvieron en el pórtico y Criss dijo:
—Yo no entro a esta casa, no puedo, por favor Don Rogelio, sáqueme lo que encontró y ya está.
Por lo que me tocó actuar rápidamente y encontré un lazo con el que se enlazan las reses, con el que sin dar aviso salí por la puerta súbitamente y enlacé a Criss, que al verme entró en pánico y trató de correr, pero solo logró tensar el lazo cayéndose al suelo. Empezó a pedirle a Don Rogelio su ayuda, pero este supo contestarle sabiamente:
—Renuncio ahora, solo quiero gastar mi liquidación con una muy rica putica.
De inmediato, sin aguantar más, me desvestí rápidamente y aunque Criss trató de darme la lucha, lo único que hizo fue alebrestarme más para dominarla y con brutalidad le arranque su pareo. Luego la volteé colocándola boca abajo contra el suelo y, agarrándome de su tanga, hice que parara su cola para, de un envión, conquistar su cuerpo e hundirle completamente mi verga a Criss, que solo gritaba frenéticamente alborotando a los perros que tenía Don Rogelio amarrados. Mientras, este entusiasmado grababa con su teléfono un nuevo video y decía:
—Eso, toro; monta esa ternerita para enseñarle a obedecer.
Y no lejos de la realidad, al momento de verse corneada por mí, Criss cedió y me permitió gobernar su cuerpo a mi antojo pues poniéndose en cuatro patas dejó que me desfogara penetrándola una y otra vez hasta romper su tanga que no resistió la intensidad y el zarandeo, por lo que me sujeté de su cabello para empujar con ritmo mi verga en Criss, que para el momento estaba muy obediente. Resistiendo me montaba, casi resignada o acostumbrada, pero no esperaba tal vez que Don Rogelio llegara y aprovechando la pose de Criss, la obligó para que le hiciera sexo oral, lo cual fue la estocada letal que le hizo entender que no tenía nada que hacer. Así, al llegar los demás chicos, la situación terminó en un Gang-bang donde Cristina se entregó a cada uno como cualquier puta barata.

por ALEZZ784

Notas de Stregoika: El original de este relato está sin signos de puntuación ni tildes, pero la historia está tan buena que merecía la corrección. La dama de la fantasía del autor es Cristina Hurtado, estrella de TV colombiana (en las imágenes).

Le invito a leer: Greta Thunberg VS EL Negro de Whatsapp (A la nena le sacan el cambio climático de la cabeza a punta de verga) o Catalina La Pequeña (Fan-Fiction de Sin Tetas no hay Paraíso, inspirado en Carolina Gaitán).

o.

 

 

 

Rony, mi Gran Danés.
Una tarde especial.

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