Adolescentes Incesto Masturbación Sexo con Maduras Tabú

Carolina y su familia. – Quinta Parte.

2
Please log in or register to do it.

—Bueno … de hecho, me siento feliz de poder sentarme así … porque a menudo tengo mi pene duro y los pantalones me molestaban … ahora tiene todo el espacio … incluso me podrá crecer otro poco al no tener obstáculo alguno …

Era como un soliloquio de Alberto mientras yacía sentado en el sofá con una pierna plegada y su polla recta y dura, no se avergonzaba de magrear su cosa delante a mamá y a mí.

 

Cuando mamá se levantó a por un refresco, él caminó detrás de ella, la alcanzó en la cocina donde la abrazó restregando su polla contra el vientre de mamá, esa cosa enorme le llegaba casi a la base de sus pechos.      Mamá solo sonrió cuando él dijo:

—¡Oh! … y se siente mucho mejor acurrucarse desnudos …

Alberto la soltó y volvió al diván y, para variar, mamá regresó y se recostó junto a él.      Yacía contra su pecho y él había descansado su brazo sobre su torso, apoyando casualmente una mano en su seno.  Suavemente apretaba la carne.      Vimos televisión.      La mano de Alberto iba y venía por el cuerpo de mamá, a un cierto punto se detuvo a palpar ligeramente el bajo vientre de mamá, ella levantó su pierna exponiendo su coño, un dedo de él comenzó a girarle de cerca, a ella parecía no molestarle.

 

Alberto levantó un poco la pierna sobre la que ella estaba apoyada.      Mamá puso su brazo sobre él y se chocó con su pija dura.      Miro hacia mí por un momento, pero no hizo ningún intento de mover su brazo.      Alberto seguía jugando con su pecho, mamá se paso la mano por su lampiño pubis y estiro levemente su piel, acariciando ocasionalmente su labia afeitada.      Tengo que decir que yo la imité inmediatamente, porque se sentía muy suave y agradable al tacto.

 

Mamá se pasó los dedos por sus labios brillantes e hinchados, de ves en cuando los hundía en la parte superior de su hendidura, justo donde estaba su botoncito del placer.      Seguramente la hacía sentir bien.      Mamá puso su otro brazo sobre la pierna de Alberto, su pene estaba ahora entre su brazo y su pecho.      Mamá ahora estaba acariciando su coño y deslizaba su dedo medio al interno entre sus labios ¿se masturbaba delante a nosotros?      Debe estar muy caliente para dejarse llevar así.

—¡Mamá! … ¿Qué haces? …

—Lo siento, cariño … ¿Te molesta si hago eso? … pensé que estaba bien después de que nos afeitáramos, sentir nuestros coños …

No se si escuché lo que dijo, así que para asegurarme le pregunté:

—¿Qué quieres decir, mami? …

—Bueno si compartimos todos esos genes alocados y excitables … pienso que deberíamos ser más libres y abiertos … ¿no crees? …

Se rio lascivamente cuando me dijo eso y yo no quise opinar nada en sentido negativo, solo dije:

—Qué bueno que nos relajemos, mami … solo que no estaba acostumbrada a verte así …

—Bueno … entonces … ¿Qué quieres que haga? …

—Continua a hacer lo que mejor te sientas de hacer … me alegro de que hayamos aclarado el concepto … así yo también puedo juguetear conmigo misma de vez en cuando …

Me reí relajada.      Estaba claro que los límites se habían ampliado.

—Carolina … haz todo lo que te sientas de hacer … se vive solo una vez …

Con esa palabras de mamá, me quedó todo más claro y sin dudas.      Alberto inmediatamente busco forma de llegar a esos nuevos límites.      Agarró su polla y descaradamente la golpeo contra la teta de mamá, luego repitió su acción.      Mamá miró su pija y luego lo miró a él, se deslizó ligeramente hacia atrás y logró abrir un poco más sus piernas.      Su mano penetró un poco más su coño y su dedo pulgar se puso a jugar con su resbaladizo clítoris.      Con la otra mano aferró la pija de Alberto y la dejo rebotar entre sus tetas:

—¡A-há! … ¡A-há! … ¡A-há! … Se está poniendo duro, ¿no? … tal vez deberías ir al baño a suavizarlo un poco …

—Mami … estoy demasiado cómodo aquí … tus senos se sienten terriblemente bien …

—Bueno … si no quieres suavizarlo en la intimidad … puedes hacerlo aquí … ¿Quieres eso? …

Alberto la miró con los ojos que casi se le salían de sus orbitas.      Yo estaba perpleja, luego como si nada alegremente agregó:

—Tal vez a Carolina también le gustaría ver cómo funciona eso … siempre es útil aprender cosas nuevas …

Alberto estúpidamente y sin ningún recato dijo:

—No … ella ya lo sabe …

Mamá me miró a mí, pero no dijo nada, solo se acomodó y le hizo más espacio en sus tetas a la enorme pija que azotaba sus esponjosas carnes.      Alberto sin miramiento alguno agarró enérgicamente su pene y comenzó a masturbarse rozando las rollizas tetas de mamá, mirando como mamá le hacía caritas de caliente, muy pronto estuvo cerca del clímax.      Gimió, lanzó un gruñido de animal y disparó sus chorros potentemente sobre los generosos pechos de ella.      Ella chilló casi como un reclamo, pero lo hizo solo para hacer ver que había sido sorprendida deveras.      Miré las nacaradas hebras de semen esparcidas sobre sus senos y pensé que era una vista muy caliente.      Mamá comenzó a untar sus dedos en esa densa mancha de esperma y la esparció sobre sus gordas tetas exclamando:

—¡Por Dios! … ¡Mira que desastre hemos combinado! …

Luego de eso, ella se levantó y se fue a la cocina, en tanto que Alberto fue a lavarse al baño.      Quedé impactada y los miré con sorpresa.      Esto no podía ser normal, ¿verdad?

 

Mamá volvió con refrescos para nosotros y un buen vaso de vino rosado para ella que inmediatamente comenzó a disfrutar.      Vimos una comedia cómica de unos supuestos náufragos en una isla desconocida.      Hacía más frio, así que nos vestimos.      El momento frívolo había concluido y al parecer Alberto se había sosegado.      Me fui a acostar de las primeras y después escuché que Alberto y mamá también se retiraron a dormir.

***

 

El domingo de madrugada volví a tener sueños locos.      Estaba acostada de espaldas en la cama con la cabeza al borde y Alberto estaba follando mi boca con su enorme pija.      Pero eso no era todo, mamá estaba entre mis piernas comiéndose mi coño y la escuchaba decir:

—Trágate su semen, hija … te hará bien … es bueno para ti …

Me desperté toda sudada, ni Alberto ni mamá estaban conmigo, estaba sola con mi coño completamente empapado.      Me sonreí al palpar mis labios mojados.      Presté atención y me pareció escuchar hablar en voz baja:

—… cierto que es agradable estar así desnudo … ¿Ya lo habías hecho antes?  …

Era la voz de Alberto que hablaba con mamá.      Caminé hasta el dormitorio de mí madre, la puerta estaba abierta, yo también estaba desnuda, miré adentro, mamá estaba de espaldas y Alberto de costado junto a ella.      Estaban cubiertos a mitad con el edredón, entré y saludé alegremente.

—¡Hola dormilona! … ¡Vamos, entra! …

Dijo y se acurrucó más cerca de Alberto.

Me acosté al otro lado de ella.      Abrió los brazos y ambos nos arrimamos a ella, nos abrazó y dijo:

—¡Mis bebés! …

Mis pechos se apretaron a los de ella.      Alberto apoyó la cabeza en su pecho y yo no tuve más remedio que hacer lo mismo, quedamos frente a frente y lo miré a los ojos, el muy bobo me sonrió y dijo:

—Buenos días, hermanita …

Luego con su sonrisa de niño bueno le dio un beso a la teta de mamá y me miró desafiante como diciendo ¡Hazlo tú también!      Me reí de su bobalicona expresión.      Cómo no dije nada me preguntó:

—Ayer … ¿Te quemaste o te bastó el protector que te froté? …

—No … no me molestó nada …

—¿Y que hay de las partes afeitadas? …

—Eso te queda delicado solo si pasas muchas veces el rastrillo … entonces está más sensible …

—¡Hmm! … sí … un poco sensible … pero a mí no me molesta nada …

Dijo Alberto y mamá intervino diciendo:

—Bueno … pueden siempre poner un poco de crema para suavizar todo …

Luego mirándonos a ambos preguntó:

—¿Qué deberíamos hacer hoy? …

—¿Ir a la piscina? …

Dije como sugerencia y mamá pensó que era una buena idea, iríamos a la piscina.      Pero no me la sentía de saltar de la cama para ir así tan temprano, así que dije:

—¡Pffff! … pero primero debemos despertarnos …

Indulgentemente mamá me apoyó inmediatamente diciendo:

—Está bien … primero nos despertaremos …

—Mami … yo ya estoy despierto …

Dijo Alberto haciendo notar a mamá su tremenda erección.

—Sí … ya vi eso, querido …

Dijo mamá, Alberto se rio entre dientes y arrimándose al seno de mamá dijo:

—Mami … agugu … agu-agu … tengo hambre … quiero leche …

Besó la teta generosa de mamá, se inclinó hacia su pezón, lo tomó en su boca y comenzó a chupar:

—Ja-ja-ja … ¡Que loco! … como si hubiera algo allí … si vas a chupar, hazlo lo mejor posible …

Mamá me dio un vistazo y supongo que estaba considerando si yo estaba bien con su comportamiento, como no hice ningún gesto me preguntó expectante:

—¿También tienes hambre? …

—Tal vez más tarde …

Dije lo más recatada que pude, sin embargo, mis hormonas comenzaban a enloquecer y me costaba mucho contenerme.      Me arrimé contra la piel caliente de mamá, lo que sucedió después tenía una enorme carga erótica.      Alberto tenía el seno de mamá en una mano y chupaba su pezón como un verdadero bebé; succionaba y luego lo hacía salir de su boca rodeándolo y lamiéndolo con su lengua.      Sentí que mi coño comenzaba a hervir.      Mamá movió sus piernas, seguramente también ella estaba muy caliente.

 

Curiosa por experimentar lo que estaba haciendo Alberto, me acerqué al pezón del seno cercano a mí y le di un beso, se sentía delicado y duro.      Mamá acariciando mis cabellos, me preguntó:

—¿Te gustaría probar? …

Asentí, tomé su pezón en mi boca y comencé a chuparlo como había visto hacer a Alberto.

—¡Hmmmm! … eso se siente muy bien …

Dijo mamá y me acarició la espalda.      Su mano se deslizó por mi costado y el borde de mi pecho, eso se sintipo muy agradable.

—¿Te mojas, mamá? … —Preguntó, Alberto.

—¡Uy! … sí … bastante … —Respondió ella.

—¿Puedo ver? …

—¿Quieres ver? … bueno … ¿Por qué no? …

Alberto retiro el edredón hacia los pies, luego se movió inclinándose al lado de ella, arrugó su ceño, pero al parecer no vio nada.

—¿Y bien? …

Preguntó mamá impaciente.

—¡Ehm! … no lo sé …

Dijo Alberto, entonces mamá se pasó los dedos entre las piernas y apartó ligeramente su labia vaginal para él.

—¿Lo ves ahora? …

Volvió a preguntar mamá en tono claramente ganoso.

—Nada … no veo nada … ¿puedo tocarte? …

Pregunto Alberto con su característica y dudosa inocencia:

—¡Ehm! … bueno … sí, vamos …

Dijo mamá y Alberto paso los dedos por el surco empapado de su labia, ella se estremeció un poco y gimió descontroladamente cuando él deslizó sus dedos sobre su clítoris.

—¡Oh, sí! … ¡es verdad! … ¡Uhm! … estas bastante mojada, mami …

Volvió a decir Alberto deslizando su dedo lentamente atrás y adelante, arriba y abajo, penetrando su ardorosa intimidad.      Mamá reaccionó cerrando sus ojos y moviendo sicalípticamente su pelvis.   Había lujuria en su rostro con su boca entreabierta.      Una llamarada se incendió en mi coño.

—Se siente completamente resbaladizo … pero en realidad es bastante agradable … ¿Cómo lo sientes tú, mami? …

Preguntó Alberto sin dejar de mover sus falanges en la rajita de mamá.      Ella carraspeo un poco antes de responder entre gemidos:

—¡Uhmmmm, ssiii! … claro … bien … se siente bien … tal vez sea mejor que te detengas, hijo …

Pero Alberto hizo oídos sordos a sus palabras y continuó impertérrito a penetrarla con sus dedos, entonces acomodó su pulgar para sobajear ese capullito escondido entre sus delicados pliegues y mamá arqueó su espalda y giró su cabeza en la almohada temblando y gimiendo. 

—¡Oh!, lo siento, mamá … ¿Te estoy lastimando? …

Demandó sin dejar de frotar el botoncito del placer de ella.      Mamá ya se contorsionaba fuera de todo control.

—Nnnn-no … no … para nada … es que es muy sensible ahí … detente ya …

Alberto se detuvo, sacó su dedo y se lo llevó a la nariz para olerlo, luego sin más ni más se llevo el dedo a la boca impregnado con los fluidos de mamá y mientras lo chupaba, le dijo:

—Estás exquisita, mami …

Mamá lo miró un tanto asombrada, pero no dijo nada, él se dejó caer de espalda y su pija erecta se levantó abruptamente balanceándose desafiante en el aire, entonces él comento con esa casta ingenuidad infantil suya:

—Es sorprendente que con solo tocar mi pene haya vuelto a colocarse así … voy a tener que suavizarlo otra vez … ¿Tú también sientes algo así, mami? …

Mientras tanto jalaba su polla con ambas manos.

—Sí, cariño … nosotras también sentimos algo así …

Respondió mamá habiendo recuperado un poco más el control de si misma.      Alberto había dejado de chupar su dedo y yacía recostado cómodamente contra el cálido pecho de mamá y la interpeló nuevamente:

—Mami … ahora que somos más abiertos … me gustaría preguntarte algo íntimo …

—¿Sí? …

Contra preguntó escuetamente mamá.

—Bueno, mami … yo se como lo hacemos nosotros los chicos … pero ¿cómo lo hacen ustedes las chicas? …

Parecía una pregunta seria y él esperaba expectante la respuesta de mamá.

—¡Ehm! … bueno … los chicos se masturban y las chicas se tocan con el dedo …

—Eso es muy vago, mami … no entiendo el cómo … no me resulta claro para nada …

—Bien … ¿Cómo podría explicártelo? … pasan el dedo por el coño y juegan con su agujerito … luego tocan su clítoris …

—¿Su qué? …

—Su centro de placer … eso donde tú estabas frotando tu dedo intruso …

—¡Ah! … ¿y que hace ese cli … cli … o cómo quiera que se llame? …

—Pues es el punto más sensible de una chica … y si esta lo frota lo suficiente, de seguro se correrá …

—Entonces … ¿Por qué necesitan también meterse el dedo en el agujero? …

—Porque eso también se siente genial …

—¡Uy, mami! … que complicadas que son ustedes … todavía no lo entiendo bien … ¿Te importaría demostrármelo? …

¡Oh, Dios! Este cretino otra vez está confundiendo a mamá, pensé algo ansiosa.      Ella se quedó un momento cavilando sobre cómo responder, luego dijo en un tono ambiguo:

—Bueno … eso es algo más privado, ¿no? …

—Pensé que habías dicho que podíamos preguntarte cualquier cosa … y ahora que tengo una importante pregunta, de pronto todo torna a ser tabú … ¿Me puedes explicar eso? …

Refunfuñó Alberto algo molesto, apoyándose en su codo.

—¡Oh, sí! … bueno … así es … está bien, te mostraré … Carolina ya sabe como hacerlo …

Dijo mirándome, pero yo suavemente traté de negar con mi cabeza un tanto avergonzada, me ardían las mejillas y mi coño se calentaba cada vez más, no podía imaginar a mamá tocándose delante de nosotros.      Alberto con toda parsimonia se sentó cómodamente a mirar a mamá, ella pasó su dedo entre los labios diciendo:

—Primero hay que entrar en el estado de animo apropiado … y lo haces acariciándote … mirando algo que te haga excitar … cómo un video porno …

Mamá abrió su conchita con ambas manos y usó sus dedos índices para despertar a su clítoris entumecido, luego levantó ambas piernas y expuso toda su panocha a los ojos de Alberto, pude ver el engurruñado agujerito de su hermoso culo semi escondido entre sus nalgas, él tenía una privilegiada vista del coño de mamá.      Ella luego estiro su piel y se auto penetró con dos dedos de su mano derecha y luego sumó dos de su mano izquierda, se sintió un bullicioso ruido de chapoteo y los apagados gemidos de ella.      Continuó diciendo:

—Por supuesto que también puedes fantasear con lo que más te plazca si eso te excita …

—¿Cómo a los pechos tuyos, mami? …

La interrumpió Alberto.      Mamá lo miró, le lanzó un beso y se sonrió.

—Sí … si es eso lo que te excita, entonces puedes … nadie sabe con que fantaseas, así que puedes hacerlo tan lindo cómo quieras …

—¿Y tú con que fantaseas, mami? …

—Con los buenos momentos que pase con tu padre … o con algún novio …

—¿Fantaseaste alguna vez con nuestro abuelo? …

—Creo que sí … cuando era joven como tú …

No me atrevía a hacerle más preguntas, pero tenía varias en la punta de la lengua.      Hubo un momento de silencio y mamá paseó su dedo por su hendidura, la punta de su dedo desapareció dentro de ella.      Alberto que se había distraído con su pija un momento, magreó su tremenda erección y preguntó:

—¿Qué estás haciendo ahora, mami? …

—Bueno … deslizo mi dedo en mi panocha … está húmeda, cálida y resbaladiza … tal cual descubriste tú hace un momento … esto se siente muy bien … es muy sensible …

Dijo mamá en una voz ronca y sensual.

—¡Oh, guau! …

Exclamó Alberto comenzando a jalar de su entiesada pija, mamá lo miró hipnotizada mordiendo su labio inferior, luego agregó:

—Y ahora quiero frotar un poco mi clítoris … eso también se siente genial …

—Mami … ¿encuentras mi pija excitante? … veo que la miras mucho y seguido …

—Sí … sabes que la tienes muy grande … como la de tu padre … así que me parece bastante atractiva …

—¿Alguna vez fantaseaste con mi polla? …

—¡Oh, sí! … muchas veces …

Cuando dijo eso hundió sus dedos profundamente en su chochito y emitió un sonoro gemido.

—¿Vas a continuar a meterte los dedos, mami? …

—Sí … mira … es tan resbaladizo que mi dedo se desliza dentro y fuera … dentro y fuera … dentro y fuera …

Su respiración estaba muy agitada y siseaba cada palabra que decía, estaba disfrutando su propio juego.

—¡Oh, mami! … eso se ve muy sexy …

Dijo Alberto enrollando su prepucio hasta cubrir completamente su cabezota hinchada, mamá lo miraba atentamente, hundió profundamente sus dedos en su coño, cuando Alberto lentamente hizo correr su capucho hacia abajo dejando otra vez al descubierto su colosal y amoratado glande, suspiró casi sin aliento y acarició su rajita.    Cerró los ojos por un instante, absorta en sus cachondas caricias.

 

Alberto como siempre, puso una manito muerta en su muslo.      Mamá abrió sus ojos.      La mano se deslizó imperceptiblemente hacia su coño.      Me pregunté que se proponía ahora.      Casi a baja voz le susurró a mamá:

—¿Qué pasa si froto tu clítoris mientras tú te tocas? …

Preguntó tan inocentón cómo siempre.      Mamá lo miró desafiante y simplemente dijo:

—¡Prueba! …

La mano de Alberto se movió rápidamente más arriba hasta tocar su clítoris y froto delicadamente su capucho de pliegues rosados y mojados.      Mamá se sacudió y sus muslos temblaron, él suavemente empujó su dedo en su coño.      Alberto se inclinó un poco y separó un poco más las piernas de mamá, ella colaboró abriéndolas ampliamente.      Pensé que era mi turno de contribuir también al placer de mamá y bese delicadamente su pecho, volví a tomar su pezón en mi boca y lo chupé tiernamente.      Mamá gimió y comenzó a ondular su cuerpo.      Agregó otro dedo y folló su coño, Alberto la miró y le dijo:

—Que bien, mamá …

Ella comenzó a ondular su cuerpo y sus senos adquirieron un movimiento perpetuo fascinante.      Sus ojos estaban pegados a la pija gigante que Alberto magreaba con entusiasmo con su mano libre.      Él movió la punta de su dedo más y más rápido sobre el clítoris de mamá.      Ella gimió y casi sollozaba muy cerca de alcanzar su clímax:

—¡Oh, mi Dios! … ¡Oooohhhh! … ¡Oh, cielos! …

Chilló, mamá.      Alberto mantuvo el ritmo de su dedo y entonces sucedió.      Mamá corcoveo con dos de sus dedos enterrados profundamente en su cuquita, yo chupando ardorosamente su teta y Alberto cosquilleando su enrojecido botoncito en forma demencial.

—¡Aaarrrggghhh! … ¡Uuuuhhhh! … ¡Oooohhhh! …

Ella se corrió y Alberto dejó de trabajar su clítoris y puso su mano sobre la de mamá y sintió los dedos de ella en lo profundo de su concha.      Ella apartó sus dedos y Alberto la penetró con los suyos, comenzando a deslizarlos dentro y fuera velozmente.      Mamá parecía perdida en un trance.      Gimió, chillo, se contorsionó y onduló su cuerpo convulsivamente.      Pero, por supuesto, eso se volvió demasiado para ella.      Cerró sus piernas temblorosas muy juntitas y quitó la mano de Alberto de su vagina diciendo:

—¡Pffff! … ¡Guau! … esto sí qué fue intenso … no era lo que yo tenía en mente, chicos … pero de que estuvo bueno, no tengo duda de ello …

Respiraba con mucha dificultad y sus mejillas estaban encendidas de un espléndido color rojo, se reía con una cara de plena satisfacción.

—¿Te corriste, mami! …

Preguntó Alberto ansioso.

—¡Oh, sí! … ahora sabes cómo se corre una mujer, ¿no? …

—¡Genial, mami! … fue maravilloso …

Expresó mientras tiraba de su polla enérgicamente.      Mamá y yo lo miramos fascinadas.

—Lo tienes duro otra vez, ¿no?, hijo …

Dijo mamá mirando la gruesa polla de Alberto con inequívocos deseos, sin poder contenerse alargó su mano y acarició amorosamente el tronco de carne viva y palpitante de Alberto, como si fuera la cosa justa de hacer y la más normal del mundo:

—Agradable … ¿no es así? … ¡Afeitadito! …

Preguntó ella, Alberto asintió y a modo de disculpa dijo:

—Lo siento … esta duro y no puedo hacer nada …

—¿Lo encuentras molesto? …

—No … para nada … incluso creo que se siente bien …

Dijo con una gran sonrisa de complacencia en su rostro, mamá movió el prepucio de Alberto y ella agregó:

—¡Oh! … ha pasado algún tiempo desde que sostuve un pene en mi mano … Pero ¡Por Dios! … tú pija es un prodigio … ¿Cómo te puedes resistir a esto? …

Deslizó descaradamente sus dedos sobre la polla de Alberto, incluso se dio tiempo de acariciar sus rugosos cojones con sus delgados dedos.      Alberto se giró hacia mí y me preguntó:

—¿Haz magreado algún pene ya, Carolina? …

Me puse roja, cómo este idiota me pregunta eso delante de mamá, ni siquiera balbuceé, emití un sonido neutro:

—¡Ehm! …

Pero el bobo insistió:

—¿Querrías probar con este que a mamá le gusta tanto? …

Miré a mamá confundida y ella me miró intrigada, luego explicó:

—Bueno, Carolina … no es común que una familia tenga tanta intimidad entre ellos … pero no debes tener vergüenza, querida … es más habitual de lo que puedas suponer …

Abrí los ojos desmesuradamente cuando muy suelta de cuerpo confesó:

—… y bueno … ahora que nos hemos relajado y abiertos más el uno con el otro … también puedo decírtelo … tú abuelo me dejaba jugar con su polla a menudo …

Se veía traviesa y cachonda cuando lo dijo, pero me sorprendió:

—¿El abuelo y tú? …

—Sí … él se sentía muy bien cada vez que lo hacíamos … cómo Alberto ahora …

Dijo calmadamente mientras su mano alrededor de la esplendida pija de Alberto se movía de un lado para otro como un bastón de mando, hacía subir y bajar su afelpado prepucio.      Dudosa y vacilante extendí mi mano para alcanzar el objeto de mis sueños.      Todavía se sentía extraño hacerlo delante de mamá.      Brutalmente Alberto hablo en voz alta:

—¡Vamos, hermanita! … Quizás cuanto tiempo que has querido hacerlo … hazlo y ya …

—Tal vez en tus sueños, bobo …

Le respondí un poco enfadada y tomé su asta caliente por debajo de la mano de mamá.      Alberto reaccionó follando nuestras manos y diciendo:

—No seas arisca, hermanita …

No dije nada, pero acaricie su pija con cierta devoción, mamá acompañaba mis movimientos con una mano, mientras con la otra se dedicaba a disolver las gotitas nacaradas que salían de la enorme verga, le dije:

—¡Qué macizo! … se siente duro, pero suavecito a la vez …

Alberto me miró halagado.

—Sí … muy agradable, ¿no? …

Dijo mamá retirando su mano y dejándome la inmensa polla solo para mí.      Mis senos descansaban en su vientre, sentí las contracciones de mi coño que se mojaba más y más, enternecida exclamé:

—¡Oh, Dios! … ¡Qué lindo que es! … mi coño está todo mojado …

Mamá me sonrió alegre pensando que era mi primera vez con este portentoso pene de mi hermano.      Delicadamente palpé el tronco y ahuequé mi mano para acariciar sus pesadas bolas, deslicé mi mano más abajo para hacerle cosquillas en su entrepierna, moví mi mano hacia atrás, deslizando el aterciopelado prepucio para descubrir la enorme cabezota.      Alberto suspiró y respiró hondo lanzando un gemido de placer.      Mamá nos observaba hipnotizada, luego dijo:

—Parece que le están saliendo más gotitas por el agujerito …

Al igual que ella, comencé a recoger esa materia líquida con mi dedo índice y dije lo más inocente e ingenuamente posible:

—¡Oh! … parece algo pegajoso y resbaladizo a la vez …

Alberto se estremeció por un instante y mamá dijo:

—Creo que a él le gusta mucho lo que le estás haciendo, cariño … Tal vez quieras masturbarlo del todo … ¿Te gustaría hacerlo? …

Su pregunta sonó maternal y dulce, no pude evitar de preguntarle a su vez:

—Tú también lo hiciste con el abuelo, ¿verdad? …

Ella asintió mordiéndose el labio inferior, su ojos centelleaban lujuria desatada.      No me atreví a preguntarle que otras cosas había hecho con él, quizás más tarde lo haría.      Alberto que respiraba afanosamente dijo:

—Bueno … si es una tradición familiar … Carolina me lo puedes hacer más seguido, ¿no? …

Me dio risa el cerciorarme de como mi hermano no se dejaba escapar ninguna ocasión para sacar algún provecho.       Me acomodé a medias sobre el cuerpo de mamá y dije:

—Bueno … no es desagradable hacerlo …

Y comencé a masturbarlo enérgicamente.      Su pija estaba muy caliente y perdiendo muchas gotitas, así que supuse que su clímax estaba cerca.   Él me dijo:

—¡Oh, Carolina! … eso se siente bastante bien … pero podrías mover tu mano para que mi prepucio suba y baje cubriendo mi entera cabeza …

Sus palabras tenían sentido, así que alargué mis movimientos y aumenté la velocidad.      Alberto se inclinó un poco hacia nosotras, luego se enderezó y lanzando un gruñido feroz, comenzó a lanzar una lluvia de esperma caliente sobre mí y sobre mamá que rápidamente estiró sus manos para recoger algo del aluvión de semen.      Mis tetas quedaron cubiertas de ese almíbar nacarado y también el vientre de mamá que con su dedo recogía esa miel perlada y se la llevaba a la boca, repentinamente quise chupar y estrujar su pene que continuaba a latir en mi mano.      No cesé de masturbarlo hasta cuando con un lastimero grito me dijo:

—¡Para, loca! …

Asustadísima le solté la pija, mamá se rio a carcajadas.

—¿Qué? …

Dije atemorizada.      Alberto se dejó acurrucar por mamá que le daba una sobredosis de su amor maternal.      Me levanté y fui al baño a lavarme un poco, al rato entró Alberto:

—¡Coño! … casi me matas …

—Tenía que hacerlo parecer creíble cómo mi primera vez …

Le dije a modo de excusa, me levanté del inodoro y él me envolvió en sus brazos.

—Pero me encantó …

Lo dejé que me apretara contra él y le susurré al oído:

—A mi también … no puedo esperar a ver que nos depara el futuro …

Me miró con los ojos bien abiertos y se inclinó a darme un beso en la mejilla y me respondió:

—Yo tampoco …

Hubiera querido que me tirase al piso y follase mi coño con su pija descomunal, pero tuve que volver al dormitorio con mamá.

 

(Continuará …)

—– —– —– —– —– ooo —– —– —– —– —–

Los comentarios vuestros son un incentivo para seguir contando historias y relatos, vuestra opinión es siempre invaluable, negativa o positiva, es valiosa y relevante, todo nos ayuda a crecer como escritores y narradores de hechos vividos o imaginados, comenten y voten, por favor.

luisa_luisa4634@yahoo.com

 

 

Carolina y su familia. - Sexta Parte.
La máquina de decir mentiras

Le ha gustado a: