(Leer Primera Parte):
Finalmente me había desquitado de mis dos hermanas, pero se aliaron y ahora se unieron para vengarse. Claudia me agarró de los hombros y trataba de meterme bajo agua, Sonya saltó sobre mí estrellando sus senos en mi cara. Las manos de Claudia en mi abdomen seguían tratando de sumergirme, en la refriega su mano de deslizó más abajo y aferró mi verga, cuando se dio cuenta lo que tenía en sus manos, rápidamente aparto su mano. Me tenían casi dominado entre las dos, perdí el equilibrio y caí hacia atrás, por suerte estábamos en aguas poco profundas y logré ponerme de pie, no me habían vencido aún. Con mi mano libre trate de hacer cosquillas a Sonya en su nalgas, mi mano se deslizó entre sus glúteos, pero ella se movió bruscamente y mi mano se metió a la entrada de su chocho peludo. Sonya se estremeció y gritó con sorpresa:
—¡Hey! … manilarga … eso no se hace … ¿Qué te crees? …
Su voz la traicionó, era una mezcla de sorpresa, velado enojo y vergüenza tonta, y no estaba seguro de si estaba realmente molesta. De todas maneras y por las buenas formas, le dije:
—Discúlpame … pero me tenía que defender en algún modo, ¿no? …
En otra oportunidad, esta acción habría tenido consecuencias, pero la algarabía y euforia provocada por el vino dulce, la apaciguó y la situación se relajó con bastante rapidez.
Con la calma restablecida volvimos a nadar por un rato, Sonya se mantenía a un ligera distancia de mí, mientras Claudia nadaba tranquilamente cerca de mí, tan cerca que continuamente nos tocábamos, yo estaba feliz sintiendo ese contacto de confianza y cariño.
Después de una media hora, Claudia dijo que era hora de descansar y dormir. Ella no lucía para nada cansada, sus ojos vivos y brillantes delataban su estado de ánimo, parecía llena de energías, necesitaba desahogarse y se fue desesperadamente en busca de la verga de Esteban. Con seguridad iban a pasar muchas cosas esta noche y yo estaría allí para no perderme nada. Rápidamente me volví para despedirme de Sonya.
—¡Oh!, no … También tú … me asusta estar sola en esta obscuridad …
Comenzó a protestar y luego me convenció de nadar juntos unos cientos de metros y luego emprender el viaje de regreso. Pero no llegamos muy lejos porque de repente Sonya gritó de dolor porque se había topado con algo bajo el agua. Preocupado, nadé hacia ella y traté de ayudar. Con el rostro contraído por el dolor, se aferró a mi cuello y se presionó contra mí. Lentamente regresamos a la playa.
Sonya se aferró a mí como si tuviera miedo de ahogarse, aunque no estábamos en aguas tan profundas. Apretó su cuerpo desnudo contra el mío y dobló su pierna derecha larga y dañada para evitar la tensión. A pesar de mi preocupación por mi hermana, pude sentir claramente su piel sobre la mía y me estremecí. Nunca antes había estado con ella en una situación tan íntima.
Algo toca la parte inferior de mi polla y me tomó unos segundos darme cuenta de que era el vello púbico de Sonya haciéndome cosquillas en el abdomen. Como somos casi del mismo tamaño, encajaba bastante bien y como Sonya no se quedaba quieta sino que se movía constantemente de alguna manera, sin querer seguía frotándose contra mí.
Traté de no pensar en lo que estaba pasando y me dirigí lentamente hacia la playa con mi hermana. Para alguien que simplemente pasaba por allí, esta situación debe haber parecido bastante obvia. Ella estaba colgando de mi cuello con su pierna doblada y ambos estábamos desnudos. Tenía que parecer que estábamos follando y a punto de estallar.
—¡No! … una erección, nooo —Retumbó en mi cabeza. Eso sería fatal en esta situación, así que traté de correr un poco más rápido para salir del agua lo más rápido posible. Desafortunadamente, esto también aumentó la fricción. Ahora sentí el área púbica de mi hermana en toda mi área genital y así vino lo que tenía que venir. Mi polla disfrutó de este tratamiento y desafortunadamente cobró vida.
Fue extremadamente vergonzoso y sentí ganas de tirar a mi hermana y nadar profundamente en el mar y nunca regresar. Pero ella todavía se aferraba a mí como una lapa y ni siquiera pensó en separarse un poquito. Sin embargo, había dejado de lloriquear y me miró con los ojos muy abiertos.
Por supuesto, ella también tenía que sentir lo que estaba presionando su abdomen bajo el agua.
—No temas, pronto estaremos en la playa … podremos ver que te ha sucedido …
Esperaba que no fuera algún encuentro con la temida “Fragata Portuguesa”, le pregunté:
—¿Qué pisaste? …
—¡Ni idea! … pero me duele mucho …
No dejaba de mirarme y apretarse a mí, tenía una extraña expresión facial y su voz no me pareció tan quejumbrosa. Para empeorar las cosas, trató de levantar sus maltrechas piernas, lo que por supuesto provocó más fricción de su pelvis con la mía. A propósito o no, si ella continúa así, mi cosa accidentalmente se deslizará dentro de su vagina y entonces buenas noches, pensé y no me disgustó para nada la idea.
Finalmente casi habíamos llegado a la orilla. El agua ahora solo nos llegaba a las rodillas. Levanté a mi hermana por las piernas, la llevé los últimos metros fuera del mar y luego la bajé con cuidado sobre la arena. Toqué suavemente su pie, provocando varios quejidos de dolor. No estaba sangrando y no parecía tener un picadura ni nada por el estilo en el pie.
Rápidamente eché un vistazo entre mis piernas y me sentí aliviado al ver que mi polla claramente se movía hacia arriba, pero afortunadamente no había alcanzado su «tamaño de combate», de lo contrario, ya no habría sido posible ocultarlo.
Así que calmé a mi hermana y a mí, recogí nuestra ropa de la playa y rápidamente me puse los shorts. Sonya se puso la blusa, pero luego, después de varios intentos fallidos, desistió de ponerse las bragas, pero las sostuvo frente a su abdomen mientras se apoyaba en mí y caminábamos lentamente hacia la casa.
Cuando finalmente llegamos a la entrada, la levanté de nuevo y la cargué escaleras arriba, lo que mi hermana documentó con un:
—¡Que buen servicio! …
Quise ir en busca de Claudia y Esteban para contarles lo sucedido, pero ella se negó:
—¡Estás loco … estoy casi desnuda …
Además, la puerta de la habitación de ellos estaba cerrada y ya había ruidos débiles pero definidos provenientes de allí. Así que llevé a mi hermana a la habitación de invitados, la acosté en la cama y le miré más de cerca su pie. El área alrededor de su dedo gordo estaba enrojecida y ligeramente hinchada. Al parecer era solo un hematoma. A menudo había visto lesiones como esa jugando al fútbol, le dije.
—No es nada … pronto te pasará …
Luego traté de despedirme de ella rápidamente porque tenía una cita con la ventana del dormitorio de Claudia y Esteban y no quería perderme nada. Pero Sonya no quería dejarme ir y me hizo una sugerencia sorprendente.
—Si quieres … puedes dormir aquí esta noche …
Su voz sonaba como un susurro, dulce y tentadora. Pero para mi y mi inocencia de adolescente, pasó desapercibida, solo pensé que querría estar acompañada después de su “accidente”, nunca se me ocurrió que ella pudiese tener segundos fines ocultos. Así que rechacé su oferta y le dije que quería dormir fuera, pensando a Claudia que follaba ya con Esteban y yo estaba aquí perdiéndome lo mejor. Acaricié sus cabellos y le di las buenas noches, luego salí de su dormitorio.
Me apuré para llegar a la ventana de Claudia, quería masturbarme y podía hacerlo mejor estando solo, escuchando como Esteban follaba a mi hermana. Me puse a cuatro patas y me acerqué a la ventana, me decepcionó encontrarla cerrada. Sin embargo, siendo la casa vieja, el aislamiento acústico era cero y al parecer en el interior estaban sucediendo cosas más intensas que ayer, me bastó aguzar mis oídos para escuchar a Claudia gemir y chillar, me bajé mis shorts y comencé a trabajar con mi equipo.
Estaba tan caliente por los eventos del día que no pasó mucho tiempo antes de que volviera a tener un orgasmo muy productivo. Con satisfacción, me eché hacia atrás en silencio y me fui a mi saco, casi había llegado a mi lugar cuando sentí que abrieron la ventana. Inmediatamente consideré en volver a escucharlos, tal vez vuelvan a hablar de mí. La curiosidad pudo más y regresé bajo la ventana. Entonces escuche la voz de Claudia:
— ….. si creo que los están pasando divino …
— Y cuando estaban nadando … ¿paso algo más? …
Claudia vaciló un poco en la respuesta, pero luego dijo con un tono levemente ofuscado:
—¡No, lo que debería haber pasado … Estaba también Sonya ahí, ¿sabes? … Además, crep que mi hermano no es como yo …
—Creo que te equivocas, querida … él se parece a ti más de lo que tú crees … ¿Lo viste como acariciaba a Sonya? … no me parecía un simple masaje …
—¿Tú crees? …
—Ninguna más adecuada que tú … caliente, erótica y experimentada hermana mayor … para descubrirlo y traer a tu hermanito al maravilloso mundo del sexo …
Estaba realmente asombrado y sorprendido, Esteban le estaba sugiriendo a su novia de que sedujera y se acostara con su hermano menor, yo. El hombre era simplemente asombroso. Desde hoy tenía toda mi admiración, pero escuche que Claudia replicaba:
—Que lindo eres … te amo …
—Yo también, tesoro …
Luego se hizo el silencia, pero los chasquidos y crujidos del desvencijado lecho, delataba lo que se estaba consumando en ese momento.
De repente ya no tuve ganas. Me arrastré a mi sitio, agarré mi saco una manta y me dirigí a la playa con mi cabeza hecha un torbellino. Necesitaba estar solo para pensar, porque lo que estaba escuchando y experimentando era bastante confuso, sin embargo, en algún modo increíblemente excitante. La noche se hacía larga, pero el monótono rumor de las olas finalmente me arrulló y me adormecí.
La mañana siguiente una cálida mano me despertó. Era la mano de Claudia. La fuerte luz diurna me hizo abrir los ojos a mitad. La vi sentada desnuda a mi lado sobre la colchoneta, se inclinó hacia mí diciéndome:
—Me asustaste cuando no te encontré en el zaguán … claro que dormir aquí es más agradable …
Su voz sonaba rasposa y extraña. Abrí los ojos un poco más, vi la razón de esto y me sobresalté. Durante el sueño me había quitado los shorts y también la manta. Ahora estaba sobre mi espalda completamente desnudo y con mi habitual erección matutina, mi pene estaba erecto a full y apuntaba hacia el oriente. Me mire entorno en busca de algo para cubrirme, pero no había nada al alcance de la mano. Debo haber tenido un sueño bastante inquieto y agitado.
Resignadamente me eché para atrás como si nada. Claudia no estaba disgustada por la situación y no hizo ningún intento de alejarse. Sin duda me ruboricé. Claudia acarició mis enrojecidas mejillas y luego deslizo su mano lentamente bajando por mi cuello. Como estaba con los ojos cerrados, sus caricias me parecían más intensas. Esto hizo que mi reacción eréctil también se intensificara. Las pulsaciones en mi pene hacían que este se moviera rítmicamente con mis latidos.
Miré a Claudia y vi que su mirada estaba sobre mi pene que pulsaba y blandía el aire en manera desafiante. Sus grandes pezones farrucos sobresalían prepotentemente de sus senos deliciosos, estaban ahí al alcance de mi mano, pero no me atrevía con ellos.
Sus dedos vagaban por la planicie de mis pectorales hacia mi vientre, dibujaban enigmáticas figuras en mi piel y continuaban descendiendo, mientras decía:
—Tienes un cuerpo realmente hermoso … las chicas deben estar locas por ti …
—Bueno … de verdad, todavía no he tenido ninguna chica …
Murmuré, pero de inmediato me arrepentí de mí honesta respuesta.
—Ya vendrá alguna … luego tendrás montones …
Me vaticinaba Claudia, mientras su dedo escarbaba mi ombligo. Mi aspiración comenzó a hacerse irregular. Me asustaba la situación, pero anhelaba que este momento se prolongara.
—¿Te gusta la forma en que te acaricio? …
Me preguntó con cierta inseguridad. Rápidamente asentí con la cabeza, lo que significaba que ella tenía via libre y podía hacerme cualquier cosa. Claudia asumió e interpretó mi respuesta en forma correcta, porque su mano se fue directamente a mi pene. Hice una mueca y sentí escalofríos recorrer todo mi cuerpo. Su toque en mi masculinidad me electrizó.
Claudia continuó masajeando suavemente mi verga, la sentí que se inclinaba murmurando:
—¡Oh!, chico … si que has crecido …
No apartaba los ojos de mi polla. Mire su cara y sus rasgos habían cambiado notablemente, su tez se había enrojecido, sus ojos brillaban intensamente y miraban extasiados mi verga, su boca estaba entreabierta y se mordía su labio inferior, me parecía que sus senos vibraban y sus muslos se movían juntándose estrechamente. Su toqueteo a mi verga se hizo más enérgico e iba en aumento.
Ya no era mi cariñosa y dulce hermana mayor, se había transformado en una mujer que ahora exigía y buscaba algo especifico que sabía muy bien de qué cosa se trataba y estaba decidida a conseguirlo cueste lo que cueste. Cerré los ojos y me dejé hacer. Estaba disfrutando la lujuria de Claudia. Al parecer ella quería masturbar mi pene. Jamás soñé con algo similar, ni siquiera en mis fantasías más eróticas, casi automáticamente mi pelvis se levantó y empujó al ritmo de su mano. De repente me envolvió una tibia humedad alrededor de mi glande, abrí los ojos y para mi sorpresa, mí polla había desaparecido en la boca de Claudia, mientras su mano acariciaba mis bolas.
Está claro que había escuchado algo sobre las mamadas. También había visto algún video porno en los cuales las actrices chupaban los penes de sus parejas con placer, pero la vista de mi hermana con sus ojos cerrados y chupando mi pene fervorosamente, casi me vuelve loco. Su cabeza se movía arriba y abajo acomodándose y logrando meterlo por entero en su boca. Para mí era una sensación nueva y jamás experimentada antes, pero Claudia era obvio que sabía muy bien hacer lo que estaba haciendo a mi verga. Sus enérgicas chupadas se hicieron más lentas y tiernas. Mi pene se había hinchado al máximo, brillaba bañado con su saliva, su lengua jugaba con el orificio de mi glande.
Mis partes íntimas se habían convertido en objeto de deseo, un pedazo de carne dura y palpitante que se calentaba como un volcán, la lava ardía en mis cojones pronta a explotar. Mi cuerpo anunciaba ya un orgasmo, siempre me había corrido masturbándome, pero esto era diferente y me preparaba para correrme violentamente, tenía una cierta aprensión a lo desconocido.
—¡Clau! … estoy cerca … no puedo más … no resisto más … me voy a correr …
Estaba balbuceando entre jadeos. En realidad quería que sonara como una advertencia a mi hermana, pero ella en lugar de soltar mi polla, la tomó más profundamente en su garganta, a la vez que comenzó a mover su cabeza más rápido. No pude más, grite y deje escapar el primer aluvión de semen en la estrechez de su garganta. Era tanta la esperma que salía de mi pene, que me dolían los borbotones que escapaban de mi verga. Además, me sentí mareado y todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas. Claudia había cerrado sus labios entorno a mi tótem y no se dejaba escapar ni siquiera una gota. Cuando mi eyaculación termino, abrí mis ojos y ella estaba acostada a mi lado acariciando mi frente y mis cabellos. Mi hermana cariñosa estaba de regreso.
—¿Esta todo bien? … ¿Estás bien? …
Me preguntó algo preocupada. Asentí y me aclaré la voz, tenía una pequeña carraspera, traté de recomponerme. Claudia parecía tensa. Sus mejillas estaban rosadas y parecían brillar. Sin embargo, sus rasgos faciales ahora eran mucho más suaves que cuando comenzó a succionar mi verga. También noté que no tenía rastros de semen en la cara o cabello, tampoco en su boca. Me pregunté donde había ido la copiosa cantidad de semen que eyaculé, pero me abstuve de preguntárselo.
De pronto la sentí compungida, me miró por largo rato, había un dejo de preocupación y culpa por lo sucedido, luego habló:
—Lo siento, cariño … fue todo tan sorpresivamente … me deje llevar … nunca debería haber sucedido y no volverá a suceder …
—¡Oh!, no, no … ¿pero por qué? … ¡Fue algo increíblemente hermoso! … ¡Me encantó! … ¡No seas mala! … ¡No me castigues! … ¿Podemos hacer esto más a menudo … por favor? …
Proteste en forma vehemente. Sus ojos se iluminaron y una enigmática sonrisa cruzo su rostro. Obviamente era justo lo que ella quería escuchar de mí y con un tono animado en su voz, me respondió:
—Bueno … Está bien … Ya veremos … Pero ahora vamos a nadar y luego a desayunar …
Luego se alzó de un salto y corrió hacia el mar. Observe fascinado como mojaba sus pechos y brazos para acostumbrar su cuerpo al frio matutino del mar. Me levanté, mis piernas estaban ligeramente temblorosas. Me dirigí hacia ella y nadé cerca de ella, pero me mantuve a distancia, no quería importunarla, no quería asustarla, no quería hacerla enojar. Lo único que deseaba era estar con ella, acariciarla, seducirla, amarla.
Luego de una hora, regresamos a desayunar, nos sentamos a la mesa al aire libre. Algo había cambiado, ella rehuía mi mirada y yo no podía dejar de mirarla y volver a sentir ese hormigueo en mi bajo vientre, esas cosquillitas en mi estómago, ese enjambre de maripositas en mis pelotas.
Mis pensamientos seguían dando vueltas sobre la increíble experiencia que mi hermana mayor me había dado antes en la playa y tuve que obligarme a no mirarla constantemente y no dejar ver a Esteban o Sonya, lo que ella y yo habíamos hecho juntos. Me sentía muy ligado a ella, me sentía de pertenecerle. Tal vez me estaba enamorando de mi hermana.
En el camino de regreso de la playa a casa, Claudia me había dicho que no se lo contara a nadie, crep que se sentía culpable por la situación y quizás se sentía de haber traicionado a Esteban. Yo estaba todavía bastante confuso, pero de ninguna manera le diría a Sonya que su hermana me había chupado y se había bebido todo mi semen. Esteban nos miraba de vez en cuando y creo que él intuía de que algo había pasado, pero nada dijo.
Sonya ignara de todo, hablaba y hablaba sobre su accidente de la noche anterior, claramente dramatizaba el todo histriónicamente, porque su pie se veía bien y solo cojeaba un poco. Por supuesto que nada dijo de que se había colgado desnuda de mi cuello, solo vanagloriaba mi actuar y el cómo la había cuidado y protegido.
Repentinamente su discurso cambió del todo. Comenzó a recordar nuestra ida a Iquique y de como le había gustado una tienda de ropa femenina. Describía una blusa que se había probado junto a Claudia, decía que le gustaría volver y comprarla. Aparentemente Esteban seguía atentamente sus comentarios y le dijo que si quería él podría llevarla, a lo que Sonya acepto y agradeció prontamente. Claudia dijo que ella tenía muchas cosas que hacer y se negó a ir. Cuando me preguntaron si quería acompañarlos, me quedé en silencio pensando. Ellos necesitan al menos unas dos horas y media para ir y volver, además, otra abundante media hora para comprar el artículo, lo que nos dejaría a mi y a Claudia, tres horas donde podría suceder cualquier cosa entre ella y yo.
Los tres mi miraban atentos para saber cuál era mi decisión. Espontáneamente me salió un:
—Yo prefiero quedarme … cuando vuelva a casa no tendré mar para ir a nadar … me quedaré a disfrutar del mar …
Sonya se sintió molesta por mi individualismo. Al parecer no se sentía confortable a solas con Esteban, pero era demasiado tarde para revertir la situación. Después del desayuno Esteban y Sonya se fueron a Iquique, yo ayudé a Claudia a recoger la mesa. Ayuda que agradeció sin manifestarse ulteriormente en nada.
Yo me sentía en terrenos desconocidos, no tenía claro como comportarme, así que decidí irme a la habitación de Sonya y descansar en su cama durante su ausencia. Encontré unas revistas y trate de concentrarme en leerlas, pero no pude. Mis pensamientos siempre regresaban a Claudia y me preguntaba que estaría haciendo ¿Volveríamos a tener un encuentro ella y yo? ¿Habrá sido al único, de una sola vez y que jamás volverá a repetirse? ¿Debería yo hacer algo más? ¿Qué tal si hablo con ella y le pido de que volvamos a hacerlo? ¿Quizás si hablo con ella y le dio lo hermoso que fue y cuanto quisiera que lo hiciésemos nuevamente?
Todas estas cosas giraban en mi mente y trataba de envalentonarme y tener el suficiente coraje para ir a hablar con ella, en eso, Claudia entró al cuarto de Sonya.
—Andrés … creo que deberíamos hablar de lo de esta mañana …
Comenzó directamente mientras se sentaba a mi lado.
—¡Ah!, de eso … quería decirte lo maravilloso que fue … nunca había vivido nada parecido y me gustó mucho …
—Sí, a mí también me gustó … pero a veces soy demasiado impulsiva ¿sabes … Soy tú hermana y no quiero hacerte daño …
—¿Pero cual daño? … ¿no escuchaste de que para mí fue espléndidamente fabuloso? …
Mientras tanto mis ojos se habían ido de su rostro a su ajustada blusa, los cuatro botones superiores estaban desabrochados, se veía la hendedura de su escote y el borde de su sujetador, mi mente se llenó con la imagen de sus dos exuberantes tetas que parecían más sexys cuando menos se veían.
—¿Cómo podría dañarme una cosa tan maravillosa? …
Le dije mientras mi ojos miraban codiciosamente su escote. En principio ella ignoro mis miradas, pero de repente me interpeló:
—¿Qué pasa? … ¿Te gusta lo que ves? …
—¡Emh! … Es que tus senos son tan hermosos … ¿Me permitirías tocarlos? …
Dije mientras me ruborizaba por completo, ella se miró, fingió que lo pensaba y luego con una traviesa sonrisa me dijo:
—Creo que es justo … yo te toqué una vez … ahora me podrías tocar tú …
Tan pronto como dijo eso, mis manos volaron hacia ella y finalmente mis dedos tocaron esa esponjosa piel que quemaba la yema de mis dedos, ella me sonreía complacida:
—¡Vamos! … no seas tímido … tócame …
Comencé a desabrochar torpemente sus botones, por lo que ella me dio un palmetazo en mis manos y sonriendo me dijo:
—¡Deja! … ¡Yo lo haré! …
Después de eso, se quitó su blusa y sostén, luego se inclinó provocativamente hacia mí y me ofreció sus lozanas tetas. Estaba estupefacto, miraba boquiabierto sus tetas desnudas y pesadas que se cimbraban frente a mis ojos. Había visto fugazmente sus pechos en muchas ocasiones, pero esto era algo nuevo, ahora ella me las ofrecía para mí deleite y goce. Mis manos que primero parecían volar, ahora se movían como en cámara lenta y me pareció una eternidad hasta que finalmente llegaron a posarse en sus senos. Eran increíblemente suaves y cálidos y mientras mis falanges vagaban por su superficie, una agradable y cómoda sensación se apoderaba y fluía por todo mi cuerpo.
—Puedes agarrarlas más fuerte … no se romperán …
Me dijo Claudia en tono irónico. En principio me costó un poco ya que dada las dimensiones y la dureza, sus tetas se escabullían de entre mis dedos y manos, ella reía jocosamente meneando su pecho de lado a lado. Pero luego encontré el ritmo y la fuerza justa y comencé a masajear sus plenos y rebosantes senos:
—¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! …
Exclamaba ella entreabriendo su boca lujuriosamente y sus ojos brillantes casi llorosos. Su piel se erizó como piel de gallina. Podía sentir perfectamente como sus areolas se oscurecían y sus pezones rosados se endurecían entre mis dedos.
—¡Mmmmmm! … ¡Que lindas y cálidas manos tienes! …
Me elogió entrecerrando sus ojos y su voz ya no sonaba irónica, sino rauca y quejumbrosa.
—Ven más cerca y bésame …
Me pidió improvisamente y yo acerque mi boca a sus carnosos labios entreabiertos. Me sobresalté y me sorprendí tanto al tocar sus labios calientes que hasta le solté sus tetas. Nadie había dicho nada de besar ¿Cómo se hace eso? Pero antes de darme cuenta, sus labios presionaron los míos y su lengua invadió mi boca como una serpiente. Me inmovilicé, otra nueva experiencia. Ella se despegó ligeramente de mi:
—¡Vamos, cariño! … de seguro lo puedes hacer mejor que eso … ven a jugar con mi lengua …
Luego me apretó en un abrazo y su boca presionó con fuerza mis labios. No pude resistirme y le devolví su beso con mucha pasión dejando que mi lengua persiguiera la suya buscando de someterla. Su lengua se escabullía y contra atacaba la mía, hasta que finalmente se envolvieron ambas y se fusionaron casi para fundirse juntas. Cuando nos separamos, ella y yo estábamos casi sin aliento.
—¡Mmmmmm! … ¡Que rápido aprendes, querido! …
Claudia me volvió a elogiar y como quería darle muestras de mis habilidades, la volví a besar apasionadamente una vez y otra vez. Cuanto más la besaba, más me gustaba. Pero ella buscaba otras cosas, evidentemente quería más. Sus mejillas estaban muy rosadas y brillantes, sus besos se volvieron más exigentes, ahora sentía su rostro restregarse con mi mejillas, sus manos recorrer todo mi cuerpo y entendí que la había excitado verdaderamente, me sentí orgulloso y me motivo a continuar en la “tarea”. Volví a sobajear sus tetas y cuando me agaché a lamer y mordisquear sus pezones, ella pareció volverse loca y salvaje. Ella era la matriarca que comandaba, pero mi lengua era la que la hacía revolcarse en la cama. Frenéticamente tiró de mi camisa y rápidamente me la quitó. Luego comenzó a cubrir mis pectorales, mi cuello y toda la parte superior de mi torso con besos calientes y algunos chupones. Su rostro había vuelto a tomar esa mueca de animal predador en ataque a su presa, parecía desesperadamente hambrienta de sexo, justo cuando se acercaba al punto de no retorno, me soltó y se obligó a moderarse.
—¡Ufff! … me siento tan caliente contigo … pero no quiero violentarte como esta mañana …
—¡Pero si ya te dije que me gustó! … ¡No me siento violentado! …
—Porque eres adolescente y no te das cuenta de lo que es violencia …
—¡Y dale con la violencia! … ¡Me gustó! … ¡Me encantó! … ¿De que violencia me hablas? …
—Para empezar eres menor de edad … Eres mi hermano … ¿No te bastan esas dos? …
—Pero si yo lo quiero y tú también lo quieres … nadie viene forzado … no hay violencia … y yo lo quiero … una y otra vez lo quiero …
Claudia se acomodó pensativamente sobre la cama, creí de haberla persuadida, miré sus pechos, Claudia se dio cuenta, me tomó una mano y la puso sobre su seno derecho, luego comenzó a instruirme sobre como tocarlo para hacer que una mujer vea estrellitas. Así que aprendí modos de chupar, mordisquear, morder, pellizcar, masajear y darle un tratamiento especial a los pezones de cualquier mujer.
Luego vino el plato fuerte. Claudia se quitó pantalones y bragas y se acostó desnuda con las piernas separadas, volvió a tomar mi mano y la apoyo en su vagina:
—Veamos si sabes darme besitos ricos también aquí …
Con cierta vacilación me coloqué entre sus muslos. Había algo distinto, el aroma era atractivo, pero indefinible. Pude ver los delicados labios rosados de su coño que brillaban impregnados por el líquido que no cesaba de emanar de entre los pliegues de su conchita. Cautelosamente acerqué mis labios a su chocho lampiño. Ella dijo que debía darle besitos, así que estiré mis labios y bese uno de sus labios hinchados, pasé la lengua para probar el sabor, agridulce y ligeramente saladito, un sabor cautivante, inmediatamente quise más.
—Bésame ahí abajo igual como me besaste en la boca …
Fueron las instrucciones de Claudia mientras separaba un poco más sus piernas, dócilmente como buen discípulo, me acomodé, abrí mi boca y presioné mis labios suavemente contra sus labios vaginales. Me pareció extraordinario de que esa parte de mi hermana estuviera tan mojada, no sabía explicarme el porque de tantos juguitos, chupe y lamí un poco de ellos, luego metí un poco de mi lengua para acaparar los que venían saliendo de su interior, me parecieron tibios y deliciosos.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii!
La escuché gemir y eso me hacía comprender que le gustaba lo que le estaba haciendo. Lamí todo entorno a su vagina y su exquisito brebaje me extasiaba y saciaba mi sed.
—¡Mmmmmm! … ¡Que bien que lo haces! … ¡Méteme la lengua y tus deditos dentro! … ¡Eso también me gusta! …
Por supuesto no me lo hice repetir y metí dos dedos en su estrecho chocho y comencé a chupar esa parte que la hacía tiritar y chillar, su cuerpo se retorcía y presionaba su abdomen contra mi cara.
—¡Mételos más profundo … fóllame con tu lengua! …
Escuché a Claudia gemir y susurrar con voz jadeante, enterré mi cabeza en su regazo y empujé mi lengua dentro de ella lo más profundo que pude. Pareció como si hubiesen abierto un grifo dentro de ella, el jugo de su coño fluía sin secar y lo sentí correr por mis mejillas y deslizarse por mi barbilla. Claudia apretó sus muslos contra mis mejillas mientras se estremecía, lo que amortiguó el sonido de sus gritos y chillidos, agarró mis cabellos y friccionó su conchita contra mi rostro.
—¡Ssssiiii! … ¡Siii! … ¡Ssssiiii! … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Mmmmmm! …
Claudia se retorcía. Giraba y gritaba como enloquecida, sus muslos golpeaban mi cara. Sorprendido por este fenómeno desconocido, levanté mi cabeza para ver de que se trataba, pero ella aferró y cabeza y la forzó en su entrepierna contra su concha.
—¡Noooo! … ¡No te detengas! … ¡Sigue! … ¡Ssssiiii! … ¡Sigue! …
Su tono era el mismo que escuche pajeándome bajo su ventana. ¡Maravilloso! Esta teniendo un orgasmo y soy yo a provocárselo. Me sentí halagado y orgulloso, así que volví a meterme entre sus piernas y atacar con mi lengua su capullo florecido. Los movimientos de mi hermana eran tan violentos que me hacían fallar mis lamidas a su concha, pero sus temblorcillos me decían que se estaba corriendo con fuertes y agudos gritos, mientras sus fosas nasales se inflaban por su respiración casi insana y enloquecida. Su orgasmo se prolongó por largo rato, parecía no terminar jamás.
Lentamente su cuerpo se calmó y sus fuertes gemidos se transformaron gradualmente en una respiración afanosa. Algo me decía de que era mejor dejarla tranquila y que se recuperara, así que me senté a cierta distancia a observarla y gozar con su belleza. Ella abrió sus ojos y su mirada era dulce, su nuez se movía cuando tragaba saliva. No decía nada, parpadeaba y humedecía sus labios con su lengua, estaba exhausta y con una expresión de satisfacción infinita, se le marcaban sus hoyuelos en sus mejillas cuando a braves ratos me sonreía. Se aclaró una carraspera de la garganta y dijo:
—Fue simplemente maravilloso … Hacía muchísimo tiempo que no me corría así de rico …
Claudia estaba visiblemente impresionada y excitada, finalmente se acurrucó a mí como una gatita regalona.
—Espero no haberte asustado … pero cuando estoy demasiado caliente alzo la voz …
Su voz era suave y acariciaba mi brazo mientras me hablaba, después acarició mis cabellos.
—No me asusto fácilmente, ¿sabes? …
Le dije con un tono bastante tranquilo como para demostrarle que esto era para mí algo normal, pero por dentro estaba muy contento y excitado, me sentía como un monarca para quien nada es imposible. Ella me sonrió y se apretó a mi cuerpo sin dejar de elogiarme por como la había hecho sentir.
—Te comportaste a la altura y aprendes muy rápido … el día que te hagas de una novia, esta estará feliz contigo …
Eran los cariñosos augurios de mi hermana y eso contribuyó a subir de mucho mi auto estima.
—Me has hecho sentir tan rico que creo que te debo algo … te concederé un deseo … dime que te gustaría que te hiciera …
—¿Deveras lo dices? …
Ella volvió a estrecharse a mí, me dio un beso en la nariz y volvió a repetirlo.
—Sí … lo dije en serio … ¿Qué quieres? …
—Bueno … en ese caso … si pudieras hacer lo mismo de esta mañana …
Claudia hizo un gesto de desconocimiento y me hacía entender que desconocía de lo que estaba pidiéndole.
—¿A que te refieres? … Dime exactamente que es lo que quieres …
—Bueno … tú … tú con tu boca …
—No … no sé … hazte entender … quiero escucharlo … dime que es lo que quieres …
Me sentía muy avergonzado y Claudia disfrutaba a jugar conmigo y mi timidez. Sus ojos brillaron desafiantes y su mano acariciaba mi verga.
—¿Quieres volver a chuparme la verga, por favor? …
—¡Eso! … eso es lo que quería escuchar … también a mí me gusta hacértelo …
Me sonrió satisfecha, luego se inclinó apoyando su mejilla en mi muslo y mirando mis testículos, metió su mano y comenzó a acariciar mis bolas, primero con su lengua, luego se tragó uno y lo paseó por toda su boca, acción que repitió con el otro, siempre con mi verga bien aferrada con su mano. Cerré mis ojos y me eché hacia atrás cuando sentí sus labios en mi glande, la sensación fue tan placentera de que pensé que me correría otra vez. Claudia succionaba, lamía y magreaba mi pene con deleite, me hacía erizar la piel.
—Tienes una verga maravillosa, hermanito … y de muy buen sabor …
Susurró con una voz dulce, golpeando su mejilla con mi verga, luego observó atentamente mi pene, encorvó un poco su espalda y se trago mi polla hasta tocar mis bolas, tuvo un conato de vómito y alguna arcada, pero resistió hasta que entró todo por completo en su boca. Gemí en voz alta. Que sensación más exquisita. Yo había visto muchas películas y videos, pero nada de eso se asemeja a sentirlo en carne propia. Muchas veces fantasee con esas actrices mamando mi verga, jamás pensé que un día mi hermana me haría disfrutar de esta manera increíble.
Su lengua y mi pene era como una simbiosis perfecta. Una interacción extraordinaria que me estaba llevando al culmine, no quería perderme nada, observé con fascinación como mi hermana centímetro a centímetro sacaba mi gordo y grueso pene de su boca, solo para volver a tragarlo profundamente. Me agarré de las sábanas con mis piernas tiesas y lancé como un escupitajo, un chorro de esperma. Claudia lo sintió y se aferró a mi verga aprisionándola en sus labios como si tuviera en un trance. Sus labios succionaron con fuerza y la nuez de su garganta se movía a medida que tragaba cada borbotón que salía disparado de mi pene. Estaba como en una especie de ataque convulsivo apretando mis glúteos y disparando chorros y chorros de semen en la boca de mi hermana. ¡Oh, Dios, está realmente bebiéndose mi semen!
Después de chuparme hasta la última gota, se tumbó encima de mí y me besó en la boca. Sabía a mi polla y a mi semen, así que dudé un poco al principio, pero luego le devolví el beso para mantenerla feliz. Después de eso hubo silencio durante varios minutos hasta que mi hermana finalmente se separó de mí y dijo:
—Ahora a la ducha … Esteban y Sonya deberían volver pronto y no necesariamente tienen que vernos así …
Claudia saltó de la cama y con un tirón firme me sacó también a mí, aproveché el impulso para chocar ligeramente contra su cuerpo desnudo, por supuesto, aferrándome a sus grandes pechos.
—¡Hey!, eres insaciable … se nota que somos parientes …
Ella se rio fuerte y se alejó de mí, justo antes de llegar a la ducha, escuchamos el débil ruido de un motor que se acercaba. Claudia miró el reloj y lanzó una exclamación de sorpresa. El tiempo había volado. Habían pasado más de tres horas y Esteban estaba regresando junto a Sonya.
—¿Querías ir a bañarte? … Creo que sería oportuno que te fueras …
Dijo mi hermana guiñándome un ojo, entregándome una toalla me dio una palmada en el trasero y desapareció en la ducha, rápidamente salí por la puerta trasera y me fui a la playa. Dejé caer la toalla en la arena y me zambullí directamente en el mar. Nadé sin rumbo fijo pensando en lo que había sucedido. De algún modo, todo había cambiado. Por un lado quería volver a la casa para estar al lado de Claudia, por otro lado temía enfrentarme con Esteban. ¿Qué pasaría si notara algo? ¿Qué pasaría si no fuera tan tolerante? ¿Qué pasaría si Sonya se diera cuenta de alguna cosa?
Finalmente volví a la casa atemorizado y con sentimientos encontrados.
(Continuará) …
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