Zoofilia

Toñito mío.

3
Please log in or register to do it.

—¡Me gustaría tener un perro así! …

No me sorprende para nada este comentario.   Apenas habíamos dejado la casa de mi hermana, mi mujer no había dicho ni una sola palabra más que ese tipo de comentarios:

Pero, viste como se apegaba a ella …

Me hablaba del cachorro de mi hermana, un labrador de cinco meses recién comprado por ella.

—¿Cómo lo hace? … Yo también quiero un perro dulce cómo el suyo …

Por supuesto que yo no quería ningún perro de mierda que viniese a joder la tranquilidad de la casa, ladrar durante las noches, ensuciar el patio y el jardín, un perro es un desastre, absolutamente no dejaría que mi mujer me convenciera a comprar un animal asqueroso, me arruinaría los días de ocio, seguramente mi esposa pretenderá que lo saque a pasear, que financie su alimentación, que lo lleve al veterinario.    No y después no, no me dejaré convencer por nada al mundo.

—¡Que animal más cariñoso! … ¡Tan lindo! … ¡Precioso animal! … ¿No te parece? …

—¡Urgh! …

—¿Qué significa eso! … ¿No estás de acuerdo conmigo en que era un animal adorable? …

—¡Urgh! …

—¡Pero expláyate … no me contestes como un troglodita! …

—¿Sabes cuanto cuesta un animal como ese? …

—¡Ay!, Antonio … no puedes ser tan miserable y reducir todo a dinero …

—¡Y tendrías que agregar su alimentación … hay que llevarlo al veterinario! … ¿Crees que todo eso es gratis? …

—Tenemos una situación mucho mejor de la que tiene tú hermana, no me puedes decir que no podemos permitirnos de tener un adorable animalito como ese ser cariñoso y afectuoso …

—¡Y sabes también qué hediondez! …

—¡Ay!, Antonio … no seas mal hablado … ese perrito no tenía ningún mal olor …

—¿Y crees que el veterinario te lo lava gratis? …

—Pero Toñito mío … deja de pensar solo en el dinero …

Mi esposa se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla, se me encendieron todas las alarmas, por que cuando me llama “Toñito mío”, es porque esta dispuesta a todo para salirse con la suya, llego el momento de negociar, pensé.

—¿Y quien lo sacaría a pasear? … ¿Quién lo llevaría al veterinario? …

—Toñito mío, no tenemos hijos y sabes que no vamos a tener … será como nuestro hijo … yo me ocuparé de él …

—¿Y quien se ocupará de mí? …

Mi mujer se quedó mirándome, luego apoyo sus tetas en mi brazo alargó su mano y la puso sobre mi polla:

—¿Y quien se ha ocupado de ti hasta ahora, Toñito mío? …

Lentamente comenzó a bajar el cierre de mis pantalones, inmediatamente encendí las luces de emergencia y me orillé en la autopista, los vehículos pasaban a gran velocidad cerca de nosotros, me detuve en un sitio de seguridad y mi esposa ya tenía mi polla afuera y estaba metiendo su cabeza bajo el volante:

—¡Uy, cariño! … ¿Qué haces? …

—Me ocupo de ti, amorcito …

Eché el asiento hacía atrás, solté la hebilla de mis vaqueros y los baje para estar más cómodo, mi señora subía y bajaba su cabeza sobre mi polla engulléndola por completo, me miré alrededor y no había nadie que nos disturbara, agarré su cabeza y comencé a follarla, debíamos hacerlo con celeridad antes de que apareciera algún vehículo de la concesionaria de la autopista, duré casi cinco minutos:

¡Ay!, amor … me voy a correr … oooohhhh … ahora … ssssiiii …

Estiré mis piernas y tensando mis músculos comencé a llenar la boca de mi esposa con cálida esperma, mi esposa no perdió ni siquiera un gota, luego hizo lo que siempre hace, abrió la portezuela de su lado y escupió todo, esto era lo único que no me gustaba, pero como siempre me había hecho mamadas al mismo modo, ya no me turbaba para nada.   Cerro la puerta mientras limpiaba su boca con unos pañuelitos de papel.   Rápidamente me recompuse, eché a andar el auto y proseguimos el camino a casa.

—¿Te gustó como me ocupé de ti, Toñito mío? …

—Sí, tesoro … estuvo magnifico …

—¡Entonces! … ¿Compraremos este perrito? …

—¡No jodas! … ¡No quiero un perro en casa! …

—Pero si ya viste que me puedo ocupar de ti de todas maneras … ¿Por qué no? …

—Te costará mucho más que eso querida …

—¿Eres un monstruo! …

Mi esposa se enojó conmigo y se giro a mirar el paisaje que pasaba por el cristal del auto.   Yo estaba seguro de que ella insistiría, así que me puse a pensar como obtener de ella cosas que hasta ahora me ha negado.   Quizás era hora de pedirle que me haga una mamada y que trague mi semen, así como hacen otras chicas, me parecía una posibilidad.     Con el rabillo del ojo la miraba, su hermoso perfil estaba con el ceño fruncido, hubiese pagado oro por saber que pasaba por su hermosa cabecita.

 

Milena no volvió a hablarme, llegamos a casa ya tarde, guarde el vehículo en la cochera y ella salió de la cocina con dos tazas de café caliente.

—¿Cómo has calentado el agua tan rápido? …

—¡Podría decirte que es porque estoy caliente, Toñito mío … pero, no … tenemos un termo! … ¿Recuerdas? …

—¿Y deveras estás caliente? …

—¡Amorcito! … solo tú has tenido un desahogo …

Apoyé mi café en la mesita y la aferré por la cintura:

—¡Ay! … ¡Que vas a volcar mi taza! …

Agarré su taza y la deje al lado de la mía, luego mi manos se cerraron en sus redondos glúteos, decenas de veces he tentado de hacerle el culo, pero hasta ahora no me ha dejado.     Una de las cosas más bella y apetitosas que posee son sus redondas y firmes nalgas, La apreté contra mí haciéndole sentir mi endurecida verga.

¿Estás duro otra vez? …

—Tu sabes que cada vez que toco tú culo mi polla reacciona así …

—¿Y por qué? … si tú sabes que jamás te daré mi culo … para que te haces de ideas tontas …

—Tienes razón … debería renunciar a tu hermoso trasero …

—Es lo que tienes que hacer, chico … no vamos a tratar sobre eso … cuando digo nunca, es nunca …

—Entonces tú tienes que renunciar al cachorro …

—¿Qué cosa? … ¿De que me hablas? …

—¿No estabas interesada en un cachorro? …

—¡Pero Antonio, si eres un monstruo! … ¿Me quieres chantajear? … ¿No lo puedo creer? …

—¡No es un chantaje, no señora! … ¡Es una negociación! … ¡Me das algo … yo te doy algo! …

—¡Eres un animal, Antonio! … ¡No sé cómo hice a casarme contigo! … ¡Mejor me voy a dormir! …

Mi esposa se dio media vuelta y se fue al dormitorio.   Yo pensaba en follarla rico, pero me dejó con tamaña verga.   Me fui a la cama y ella se había atrincherado en su lado, teníamos acordado que, en momentos de crisis, meteríamos una almohada al medio de la cama para poner los límites y no tocarnos, pues ahí estaba la almohada de la discordia con mi pijama desordenado encima.

 

Me costo quedarme dormido, pero lo logré.   En la mañana Milena no estaba en la cama, ya se había levantado.   Me fui a la ducha y me vestí para ir al trabajo, luego fui a la cocina y la saludé, pero no obtuve respuesta, mi esposa me sirvió el desayuno como cada día y luego se fue a nuestro dormitorio, no salió a despedirme, se ve que estaba todavía muy enojada.

 

Estuve todo el día pensando en mí mujer, es muy raro que yo y ella tengamos desacuerdos, raramente discutimos y siempre hay una convergencia y sellamos los pactos en nuestra cama.    Ahora me estaba preocupando, durante todo el día no me llamó, normalmente lo hace.   Pensaba en cómo salir de esta situación, solo sabía que debía ceder, por lo menos no tan fácilmente.    Esa tarde regresé a casa y encontré una nota de ella —“Estoy en casa de mamá, no me esperes esta noche”— se había ido.

 

Casi no pude dormir durante la entera noche, una noche demasiado larga, ni siquiera sentí el despertador en la mañana, me levanté tarde y llegue tarde al trabajo, mi mujer me había abandonado, quizás me había excedido.   La cagada estaba hecha y no quedaba nada más que apechugar.    Llegue a casa esa tarde, estaba todo apagado, seguramente ella no estaba, la había perdido para siempre.   Abrí la puerta y entre en la solitaria casa, pero su perfume me llego y me sorprendí, me estoy volviendo loco por ella, si casi me parece sentirla.   Deje todas mis cosas en la mesa de la sala y me fui a mi dormitorio, sentí ruidos, debo estar alucinando ¿Cómo estaré de cagado?, pensé.    Pero no, eran sollozos y venían del dormitorio.   Milena estaba sentada en la cama llorando.

—¡Mile! …

—¡Sigh! … ¡Sobs! …

—Milena … ¿Estás bien? …

—¿Tú que crees? … ¡Estoy pésimo! … ¡No me llamaste! …

—¡Tú tampoco me llamaste a mí! … ¿Quieres que conversemos? …

—¡Antonio! … no me llamaste … ¡Sigh! … ¡Sigh! …

—Pensé en llamarte, amor … lo pensé … ahora me había decidido por ir a buscarte y traerte aquí donde perteneces … donde eres la reina … eres mi reina, amor …

Me senté a su lado y ella se abrazó a mí para llorar en mi pecho.    Acaricié sus cabellos y saqué mi pañuelo para secar sus lágrimas.   Sus ojos estaban enrojecidos e hinchados por el llanto.   

—Antonio … ¿todavía me quieres? …

—Por supuesto, tesoro … sabes que te quiero … sabes que no soy nada sin ti …

—Yo también te quiero, Antonio … te amo … ¿Has comido algo? …

—¡No!, tesoro … imposible echarme algo a la boca sintiéndote lejos de mi …

—¡Oh, Antonio! … amor … vamos a la cocina que te preparo algo …

Mi mujer en un santiamén preparo unos bocadillos, una leche con plátanos y café, luego nos sentamos juntos a comer, no había mucho que hablar, solo nos mirábamos.   A un cierto punto ella se levantó y vino a sentarse en mi regazo, bese sus mejillas, sus ojos, su frente y le di un veloz beso en sus labios, ella se acurrucó en mi pecho y dijo:

—Echaba de menos el estar junto a ti …

—Yo también te echaba de menos … nuestra cama vacía … mis brazos vacíos … mi vida vacía … me estaba volviendo loco sin ti … eres todo en mi vida …

—Tú también para mí, tesoro …

Comenzamos a besarnos hasta casi hacer sangrar nuestros labios, estábamos sedientos y famélicos de nuestras caricias, la bese una y mil veces, la tomé de la caderas y la estreché a mí, luego mi mano se posó en su seno exuberante, Milena gimoteó y me dijo:

Llévame a nuestro dormitorio … llévame a nuestro lecho …

La tomé en brazos y me la llevé a nuestra cama, caí en ella con mi mujer abrazados, la comencé a desnudar mientras ella tiraba de mi chaqueta y camisa, rápidamente estábamos ella y yo desnudos.     Ella aferraba mi pene y masajeaba mi escroto, siempre le ha gustado sentir mis cojones porque dice que se siente cuanta lechita hay allí, puse mi mano entre sus piernas, mi dedo medio se deslizó dentro de ella a explorar, estaba muy mojadita:

—¡Cógeme, Antonio! … ¡Cógeme con fuerza! …

Me agache y comencé a comerle el coño, sé que esto la vuelve loca, separaba sus labios mayores y le daba golpecitos de lengua a su clítoris, sus fluidos emanaban de su coño en abundancia, poco a poco ella se giró debajo de mi y agarró mí polla con sus labios, hacía mucho tiempo que no hacíamos un clásico sesenta y nueve, devoramos nuestros sexos por varios minutos.    Cuando la puse a lo perrito, ella no dijo nada, miraba su espalda blanca y lisa con esas estrechas caderas que daban forma a un culo estupendo.     Me agaché y le besé el estrecho ano, sentí como apretaba sus nalgas y gemía, saqué de nuestra mesita el lubricante y me embadurne un dedo y comencé a follar su culo.   Milena levantaba sus pies uno a la vez y gemía, puse tres dedos dentro de su estrecho esfínter, luego empuje mi polla por su agujero anal, ella dio un pequeño grito y quedó inmóvil por un rato, metí mi mano por su vientre y froté su clítoris, chilló y empujó su culo sobre mi verga, mis dedos se movían velozmente en su hendedura vaginal, la vi que trataba de estirar una pierna hacia atrás, luego intento con la otra, pero estaba tiritando, entonces se corrió arqueando su espalda y empalándose más y más en mi verga.    Se dejó caer hacia adelante y mi polla salió de su culo con un sonido de descorche, me quedé besándola y acariciándola, Milena temblaba y emitía quejidos y gemidos.

—¿Te duele? … ¿Estás bien? …

Continuaba a gemir y mover su culito arriba y abajo, se giró, me besó en los labios como nuestra primera vez.

—¡No! … realmente no me ha dolido para nada …

Bese su boca ardorosamente, mis dedos jugaban con sus pezones, luego levanté sus piernas y enterré mi verga en su coño mojado, ella me amarró con sus piernas y brazos mientras yo la cogía con fuerza, sus talones se enterraron en mi glúteos, entonces descargué una copiosa cantidad de semen dentro de su conchita.

—¡Ssssiiii! … ¡Cógeme así rico, Antonio! …

Los movimientos violentos de su pelvis me decían que ella también se corría casi junto a mí, descansamos abrazados y acariciándonos sin cesar.     Luego nos levantamos y fuimos a la ducha de la mano, la lavé, la enjaboné y ella hizo lo mismo conmigo.      Volvimos a nuestro lecho matrimonial y nos amamos varias veces hasta que los rayos de sol nos mostraron que no habíamos corrido las cortinas y si hubo algún vecino fisgón, le habíamos dado un excelente espectáculo, nos miramos y nos reímos como adolescentes, éramos una vez más pareja, cómplices en todo.

 

Nos levantamos tarde por ser fin de semana, desayunamos ella en mis brazos, yo pensaba en la enculada que le había dado, la apreté contra mí.

—¿Te gusto prenderlo por el culo? …

—¿Pero que preguntas son esas? …

—Las de un marido preocupado que ama y adora a su mujercita que lo hizo tan feliz …

—¡Mmmmmm! …

—Sí, mi amor … quiero saberlo … necesito saberlo … me dijiste que no te había dolido …

—Bueno … definitivamente se siente extraño … pero lo disfruté y pensé que no debería estar haciéndolo … me siento un poco avergonzada …

—¿Y porque tesoro mío? …

—Porque tantas veces que te dije que no … y ahora descubro que me gusta …

—¿Deveras? …

—Sí Toñito mío … a tu mujercita le gustó por el culito …

—Me sacas un peso de encima … pensé de haberte hecho daño … ¿Y que hay del perrito? …

—¿Cómo? … ¿Qué? … ¿Cuál perrito? …

—Bueno si tu me dabas algo … yo te debía dar también algo … tú querías un perrito, ¿No? …

—¡Ay! Toñito mío … que tierno que eres …

—Pero falta algo más …

—¡Antonio! … tienes que cumplir …

—¡Y cumpliré! … pero quiero que me hagas la mejor mamada de tu vida y te tragues todo …

Milena ni siquiera me contestó, se levantó de mi regazo y se metió bajo la mesa de la cocina, me abrió la bata y comenzó a magrear mi pene, muy luego me estaba mamando con ardor.

—¡Recuerda que tienes que tragarlo todo! …

—¡Umpf-umpf! …

No resistí mucho, estiré mis muslos, apreté mi glúteos y comencé a disparas potentes chorros y chorros en boca de mi esposa, al cabo de un rato ella se arrodillada a mi lado, abrió su boca y me mostro su boquita repleta de mi esperma fresco, parecía un engrudo transparente, con un solo impulso se tragó todo dejándome de verdad impresionado.

—¿Cuándo iremos a buscar mi cachorro? …

Me preguntó limpiándose la boca con el dorso de la mano.

—Llamaré a mi hermana hoy mismo y veremos si podemos hacerlo este fin de semana …

—¡Uy!, Toñito mío, te amo … te amo … te amo …

—También yo a ti, tesoro … también yo …

Llamé a mi hermana y le pedí todos los datos y antecedentes necesarios para comprar un animal, ya no me molestaba tanto, debía cumplir mi parte del trato y quizás que otros beneficios nos comportará tener un animal en casa.     Puede ser un estupendo guardián, pensé.

 

A las 11:00 salimos mi esposa y yo a la clínica veterinaria donde ya nos han apartado dos o tres ejemplares candidatos a ser nuestro cachorro, Milena está nerviosa, se vistió como a una cita romántica, me abraza y me besa sin saber como comportarse, es una niña.

—Tenemos que dejar un deposito si queremos reservar un cachorro …

—Pero que deposito ni que deposito, cariño … compraremos nuestro cachorro y ya … todo de una sola vez …

—¡Ay! Toñito mío, te amo …

Me volvió a besar y abrazar efusivamente, luego puso su mano en mi muslo y comenzó a acariciar mi verga por sobre el pantalón:

—¿Quieres? … ¡Me trago todo! …

—Tranquila, cariño … déjame conducir que casi llegamos …

Con esta nueva predisposición de mi mujer, me tenía muy contento y pensando en otras cachondeces que pedirle, nunca me ha dejado que la amarre a nuestra cama, quizás esta será la próxima experiencia que viviremos juntos, también me gustaría verla con otra chica.    A todo esto, llegamos por fin a la veterinaria, mi mujer se bajó de las primeras y partió a averiguar sobre nuestro cachorro.

 

En la veterinaria nos ofrecieron café mientras iban a buscar a los cachorros, son cuatro de raza labrador, comienzo a hacer preguntas y Milena se sorprende a sentirme hablar de esa raza con tanta autoridad.    Llega una chiquita con una faldita muy corta y trae dos jaulas, dos cachorros en cada jaula, le piden a mi esposa que se acerque, Milena se detiene frente a las jaulas y la chica las abre, los cachorros salen rápidamente desorientados y comienzan a caminar, pero hay uno que se va directamente a sus pies, Milena se agacha y lo toma en sus brazos, es una pelotita negra que rápidamente comienza a lamer su mejilla, ella parece derretirse y lo estrecha:

—¡Éste, Toñito! … ¡Quiero éste! … y se va a llamar “Goliath” …

Pagamos lo acordado, compramos escudillas, bozal, correa y un saco de alimentos, nos entregan un certificado con su pedigré, otros con sus vacunas y otro con el numero de chip que lo identifica, contentos nos fuimos a casa con Goliath en el regazo de Milena.

 

Así fue como Goliath se integró en nuestras vidas, tenía dos meses cuando lo compramos y de eso ya va un año que estaba con nosotros, ya nos ha destruido todo lo que había que destruir en casa y a comenzado a tratar de follar todo, nuestro sofá, la mesita de centro, el oso que Milena tiene sobre nuestra cama, mis pantalones, sus piernas.    Al parecer nos trajimos al más cachondo de toda la camada. Un día mientras estábamos a mirar el noticiero en la Tv, nos giramos a mirar de adonde venía un ruido de muebles y nuestro buen Goliath estaba con sus dos zampas sobre la mesita de centro y la follaba a toda fuerza, Milena me miró divertida.

—¡Pobrecito! … Es impetuoso … necesita que lo llevemos al veterinario para que nos dé una solución … pienso que sufre así … quizás necesita una damita …

—¿Has visto eso que se asoma ahí abajo? …

—¿Su lápiz labial? …

—¡Eso! … asemeja justo a un lápiz labial … creo que necesitaría una boquita donde meterlo …

—¡Antonio! … ¿No puedes dar una opinión sin relacionarla con el sexo? …

—¿Y tú crees que él quiere jugar truco con esa mesita? … ¡Se la está afilando! … ¡Lo que quiere es coger! … ¡Mira como se le sale su cosa puntiaguda! …

Milena lo miró y se mordió su labio inferior delatando un cierto grado de calentura, yo aproveché el momento.

—Tú eres su ama … tú deberías pensar a él …

—¿Y que puedo hacer yo por él? … tendríamos que comprar una perrita …

—¡Ah, no! … otro perro no … él necesita que alguien le ayude … necesita descargar esa energía de macho … necesita meter esa cosa en alguna otra cosa … o …

—Pero yo no puedo hacer nada … él es un perrito … no sé …

—¡Mujer necesita un chocho! … y tú tienes uno ¿no? …

—¡Antonio, por Dios! … ¿Te has vuelto loco? … yo … yo … yo no sé como te llegan a ti estas ideas brillantes … deveras no lo comprendo … como puedes pensar que yo …

—¡Mile! No necesitamos otro perro … quizás unas tocacíones … podrías intentar a hacer que se corra con tú mano … nada más que eso …

—¿Masturbarlo? …

—Sí, como lo haces tú a veces conmigo … no es nada más que un pene … nada del otro mundo … ¿Quieres que te enseñe? …

—Antonio le vas a hacer daño …

—No, querida … ven y mírame …

Me acerqué a Goliath, ya había dejado tranquila la mesita, la punta de su coso estaba todavía asomada, acaricie su lomo y él se quedó muy tranquilo, después lo hice que se echara y comencé a palpar su vaina peluda. Milena se había arrodillada frente a mi y miraba a Goliath con las manos apoyadas en sus muslos.

 

Comienzo a pajear a Goliath, él se estira y parece disfrutar del masajeo a su verga, respira afanoso con la mitad de su lengua afuera, Milena no se pierde movimiento.

—Antonio … ¿estás seguro de que no le haces mal? …

—Pero míralo … tiene una cara de gozador con toda esa lengua afuera …

Milena mira la verga que crece y crece, ahora su boquita está abierta y su lengua humedece sus labios, ha juntado sus manos y las tiene en su regazo.    Goliath se levanta y milena se agacha a mirar su polla.    Goliath inicia a mover sus flancos y a follar mi mano.

—Mile … siéntelo … pon tú mano en la mía … la tiene muy gruesa y caliente … ya mujer, acerca tu mano …

—¿No crees que me puede morder? …

—Cierto que no … si está gozando el muy cabrón …

—¡Ay! Toñito … pero me da miedo …

—Pues no tengas miedo … no ves que a él le gusta …

Milena puso su mano sobre la mía, inmediatamente la aferré y la coloqué sobre la verga de Goliath.

—¡Oh!, como se siente grande y gruesecita … y como está de caliente …

—Cierra los ojos e imagínalo entrando en tu conchita pequeña y estrechita …

—¡Antonio! … sabes que no me gusta que te pongas así … así, tan depravado …

—¡Para nada, amor! … me pongo caliente … ya tengo la pija dura …

—¡Ay! … no sé como me casé contigo …

—Porque soy caliente … por eso …

Milena casi no me escuchaba, estaba absorta en pajear a Goliat, lo único que se le veía era su culo levantado con sus rodillas ligeramente separadas.

—Sabes amor … en esa posición estas perfecta …

—¿Perfecta para qué? …

—Pues para que Goliath monte tu grupa y te entierre ese pedazo de verga que tienes en tus manos …

—¡Ay! Que cochino eres … ni lo pienses que este perro asqueroso me va a coger …

—¿Por qué asqueroso tesoro? … pero si es un macho en busca de hembra … tu eres su ama … naturalmente que eres su hembra … ahora mismo estás ayudándolo a que se desahogue ¿no? …

—No es lo mismo …

—¡No me digas que no se siente rico! …

—¡Mmmmmm! …

—Ves te gusta … es lo mismo con tú culo … primero no querías y ahora lo disfrutas tanto como yo …

—No es lo mismo … tú eres mi marido …

—Y tu eres la ama de este animalito que sufre porque no tiene donde encajar su cosita …

—¡Mmmmmm! … ¡Ay!, Toñito … que tienes en la cabeza …

—Te tengo a ti en cuatro mamándome la verga y a Goliat sobre tu espalda con su coso enterrado en ti … te veo estirar tu piernas y correrte a mares … eso veo …

Milena apretaba sus muslos y pajeaba a Goliath a toda velocidad, mordía su labio inferior y estaba a centímetros de la verga de él.    Imaginé que de un momento a otro lo mamaba.

—¡Ay! Antonio … mira, le está saliendo agüita …

—Esperma querrás decir …

—No sé … es tanta … ¡Oh! … pero si no se detiene … ¡oooohhhh! …

—¿Te gusta? …

—¡Mmmmmm! …

—¿Te gusta? …

—¡Ay! … Sí … Toñito llévame a la cama …

—¡No! … quédate ahí quietecita … no te vayas a mover …

Me fui detrás de ella y le desabroché su falda, baje el cierre y la comencé a jalar, ella levantó una pierna, luego la otra y nos deshicimos de su faldita, luego sus bragas volaron por los aires, metí dos dedos en su chocho y estaba empapado como nunca, me bajé los pantalones hasta las rodillas, me arrodillé detrás de ella y la ensarté de una.

—¡Ay! Toñito … despacito … él nos está mirando …

—Pues que mire y aprenda como hacerlo contigo así agazapada …

—¡Ay! Toñito no sigas … ¡Ay! … ¡Ay! … ¡Mmmmmm! …

Comencé a follarla diciéndole un saco de boberías que se me cruzaban por la cabeza, al tiempo que fingía arañar su espalda.

—Imagina sus zampitas en tu espalda … arañándote y poseyéndote con esa verga que aún tienes en tus manos …

—¡Ay! … Toñito … ¿Puedo darle un besito? … ¿Crees que me pueda morder? …

No podía dar crédito a lo que Milena me estaba diciendo, la pija se me puso más dura todavía.

—Por supuesto que no, amor … hazlo con cuidadito … sin los dientes … como me lo haces a mi …

La cabeza de Milena desapareció bajo la panza de Goliath en inició un movimiento de mete y saca, estaba mamando a Goliath, esto era más de lo que yo había imaginado, la sentí gemir y empujar su coño contra mi verga, yo estaba haciendo todo lo posible para no correrme y ella hacía rechinar los dientes y gemía, se sacaba de la boca el pene de Goliath, respiraba un poco y luego lo volvía a chupar.    Me fue imposible resistir, le descargué un galón de semen y mientras me movía más esperma salía disparada de mi polla.     Milena me miro.

—¿Te corriste? … ¿No pudiste esperarme? …

Milena me miraba un tanto decepcionada, sus ojos estaban brillantes, sus mejillas coloradas.

—Espera, amor … tengo una idea … siéntate en el diván …

—¿Qué cosa loca vas a intentar? …

Recelosa y desconfiada se sentó en el sillón.

—¡Abre tus piernas! …

—¿Para qué? … ¿Qué vas a hacer? …

—Nada que pueda hacerte daño …

A regañadientes mí esposa abrió sus piernas y yo acerqué a Goliath entre ellas, el perro comenzó a lamer los sudados muslos de Milena, acercándose ávidamente a su conchita.

—¡Oooohhhh! … ¿Pero que hace? … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Mmmmmm! … 

Milena se dejó caer hacia atrás, abrió sus muslos al máximo y ya no miro más. Con los ojos cerrados gemía y se quejaba.     Goliath ha hizo chillar y estremecerse no una, sino tres veces, ella se contorsionaba y retorcía sobre el diván, gritaba, chillaba y no paraba de temblar.   Sin poder cerrar sus muslos se dejó caer al suelo, sobre la alfombra donde se habían formado dos pequeñas manchas, la corrida de Goliath y ahora la corrida de mi mujer.

—¡Ay! Toñito … las cosas que me haces hacer …

Nos terminamos de desvestir y nos fuimos a la ducha, la tuve que sostener porque sus piernas flaqueaban, llené la bañera y nos metimos juntos, Milena se apoyo con su espalda y cerró sus ojos totalmente relajada.     La bañé, salimos juntos y la llevé a nuestro dormitorio.    ¿Cómo dice el dicho? “Bate el fierro mientras está al rojo vivo”, mi mujer estaba así, con su chochito que hervía.     Fui a mi oficina, saqué mi computador, lo encendí y lo emparejé con el Bluetooh de la televisión, luego me conecte con un sitio de zoofilia, acomodé a mi mujer que me dejaba hacer de todo y le hice abrir los ojos justo cuando en la pantalla aparecía un Labrador amarillo tratando de lamer a una chica de bikini blanco.

—¡Oh! … ¿Pero de donde sacaste eso? …

—Solo mira … ve las maravillas que podría hacer Goliath …

Milena se acurrucó a mi y se enderezó un poco para ver el video.    La sentí mover sus muslos mientras el perro lamía a la actriz y la portaba a numerosos orgasmos.     Luego la chica se puso en cuatro y el perro comenzó a lamer su concha desde atrás.   Milena aferró mi pene y comenzó a pajearme.

—¡Oh!, mira … se le subió en su espalda … ¿Y que es lo que tiene en sus patitas? …

—Son una especie de calcetas para evitar que arañe con sus uñas a la chica …

—¡Oh!, mira … se está como agachando y … ¡Oh!, cielos … está tratando de follarla …

En ese preciso momento el perro ensarta a la chica que comienza a gritar, chillar y gemir pidiendo más verga.

—¡Oh! … ¿qué hace? … ¿La está follando? …

La pantalla cambia y se ve el chocho de la actriz siendo barrenado por la pija canina, Milena se arrodilla a mi lado, prende mi verga y comienza a mamar sin quitar los ojos de la pantalla.   Me estiro y palpo sus labios mayores empapados.

—¡Oooohhhh! … ¡Mmmmmm! …

Milena está absorta en la pantalla y concentrada a mamar mi polla.    Entonces es cuando Goliath salta sobre la cama y comienza a lamer el coño de Milena, ella se mueve tratando de alejar su coño de esa lengua, después me mira y yo muevo la cabeza en sentido afirmativo.

—¿Quieres que lo intente? …

—Prueba, amor … te gustará … es otra cosa nueva …

Milena mira la pantalla y la actriz se esta corriendo con la verga del perro en lo profundo de su concha.   Ella abre sus rodillas y levanta su culito, Goliath la lame por algunos minutos y luego comienza una especie de danza detrás de su coño, la mira y va de un lado a otro, después se decide e intenta montarla.     Milena me mira, quiere decirme algo.

—¿Me hará daño? … ¡tengo un poco de vergüenza! …

—Mal no te hará … y de que te preocupas … somos marido y mujer … solo nosotros …

La beso y acomodo una almohada, veo que sus ojos y su boca se abren sorprendidos, entonces comprendo que la verga de Goliath ha hecho centro, inmediatamente ella trata de escapar, la tomo por los hombros.

—¡Cálmate! … ¡Tranquilízate! …

—¡Es grande! … ¡Aaarrrggghhh!… ¡Es muy grande! …

—¡Cálmate y relájate! … ¡Mírame! … ¡Mírame a mí! … 

Milena levanta sus ojos hacia mí, veo nerviosismo, pero no veo miedo, la beso y acaricio sus pezones y masajeo su senos, lentamente Milena se va calmando.

—¡Oh!, Toño … es tan grande … me ha llenado completamente y sigue creciendo … se siente tan caliente … se siente tan rico … nunca nada me ha había llenado de este modo …

—Disfrútalo, cariño … eres tu su ama … él es tu perro …

—Toñito mío … no solo … ahora también es mi amante …

 

—– —– —– —– —– ooo —– —– —– —– —–

Los comentarios vuestros son un incentivo para seguir contando historias y relatos, vuestra opinión es siempre invaluable, negativa o positiva, es valiosa y relevante, todo nos ayuda a crecer como escritores y narradores de hechos vividos o imaginados, comenten y voten, por favor.

luisa_luisa4634@yahoo.com

 

 

¿QUIERES JUGAR CONMIGO? Parte I
Javier, Annette y yo.

Le ha gustado a: